La Comunidad Económica Europea (CEE) nació oficialmente un 25 de marzo de 1957, con la firma del
Tratado de Roma por parte de Alemania Federal, Bélgica, Francia, Italia,
Luxemburgo y los Países Bajos. Como no es posible constituir de inmediato una
unidad política integral, los firmantes de ese tratado intentan ponerla en
marcha de manera progresiva. Y dan el primer paso, integrando diversos sectores
de la economía y cediendo parte de su soberanía particular a las nuevas
instituciones supranacionales creadas, para que puedan gestionar adecuadamente
todo ese largo proceso de unificación política.
Y los británicos, que han estado siempre en contra
del federalismo y que se muestran extremadamente recelosos con las decisiones que
provienen del resto de Europa, rehusaron adherirse al Tratado de Roma. Y el 4
de enero de 1960, mediante la Convención de Estocolmo, crean la Asociación
Europea de Libre Comercio (AELC), en ingles EFTA, como alternativa a la Comunidad Económica Europea. Además del Reino Unido, firmaron el
documento fundacional Austria, Dinamarca, Noruega, Portugal, Suecia y Suiza. Posteriormente
entrarían en la EFTA Finlandia
(1961), Islandia (1970) y Liechtenstein (1991).
Tenemos que recordar, que la EFTA o AELC se creó,
cómo no, para poner un contrapeso o hacer sombra a la CCE, y se estructuró como una simple alianza de intereses
estrictamente económicos, sin pretensión o intencionalidad política alguna. En la
Comunidad Económica Europea, sin embargo, se mima especialmente la cuestión
económica, es verdad, pero siempre con la vista puesta en la formalización de una
futura unidad política.
Hay, además, otras diferencias básicas entre la CEE y la Asociación Europea de Libre
Comercio. La EFTA, por ejemplo,
permitía que, cada Estado miembro fijara libremente sus propios aranceles
frente a terceros países, mientras que, en la Comunidad Económica Europea
eran comunes para todos sus miembros. Es
cierto que la EFTA eliminó las
barreras arancelarias un año y medio antes
que la Comunidad Económica Europea. Pero esa liberalización afectaba exclusivamente a las manufacturas o
productos industriales, quedando afuera los productos agrícolas y los del mar.