
Está visto que Rodríguez Zapatero, a coro con sus esbirros, se burla de los que en realidad somos los auténticos paganos de la crisis económica y, con la mayor impunidad del mundo, comete desvergonzadamente impensables tropelías y toda clase de irregularidades. La constatación de semejante hecho nos lleva a sentirnos sicológicamente como Antoine Roquentin, aquel personaje central de la primera novela filosófica de Jean Paul Sartre, que sentía un profundo asco a todo lo que le rodeaba, cayendo en la conocida “Nausea” existencialista. Roquentin llegó a este estado emocional tan peculiar, al comprobar que el existir que se esconde detrás del “es”, en realidad es “nada”.
El comportamiento irresponsable y hasta cierto punto mafioso de la progresía que nos gobierna, despierta en nosotros, si no la Nausea tal como la entiende Sartre, sí una profunda nausea y cierta sensación de angustia, al sentirnos impotentes para frenar el enorme descalabro a donde nos lleva irremediablemente la ineptitud de un presidente a todas luces incompetente. Nuestra capacidad de asombro ya no da más de sí. Tenemos la escalofriante sensación de vivir en un mundo irreal y sin sentido donde, si algo destaca, es la banalidad hipócrita y la osadía interesada de quien nos gobierna. Está en juego hasta la propia dignidad personal de las clases medias. Se nos toma por tontos, o como mucho como inmaduros, por lo que necesitamos inevitablemente estar, de manera constante, vigilados y tutelados por el Gobierno.
La manera que tiene José Luis Rodríguez Zapatero de enfrentarse a la crisis económica recuerda al emperador romano Cayo Julio César Augusto Germánico, más conocido por el sobrenombre de Calígula (Botitas) porque, cuando era niño, disfrutaba calzándose las ‘caligas’ que utilizaban los legionarios. Cuando asumió Calígula la corona imperial, Roma disfrutaba de una prosperidad envidiable. Pero poco a poco, y como consecuencia de los errores del joven emperador, esta situación de privilegio derivó en una terrible crisis económica, llevando el hambre a grandes capas de la sociedad romana. Para remediar esta preocupante situación, Calígula ideó una amplia serie de reformas que, lejos de solucionar el problema, lo agrava aún más al vaciar por completo el tesoro público. Es cuando el emperador, acuciado por las deudas, se ve obligado a pedir dinero a la clase más humilde de la sociedad romana, los plebeyos, para tratar de restablecer las finanzas imperiales.
Zapatero está ahora precisamente en la fase de pedir dinero a quien menos tiene y menos puede. Como si fuera un personaje ejemplar, nos habla de austeridad, nos aconseja paternalmente que moderemos nuestros gastos y que nos apretemos, aún más, el cinturón, para así colaborar en la reducción del déficit público. En realidad, más que un consejo, se trata de una imposición descarada, ya que, además de subirnos los impuestos, mete directamente la mano en los sueldos de los empleados públicos y en las pensiones. Trata de disimular, eso sí, acudiendo al tópico recurso ya muy viejo de subidas inminentes de impuestos a unos ricos que nunca aparecen y que, al final, resultan siempre ser los mismos, los de las sufridas clases medias.
No necesitan, sin embargo, apretarse el cinturón ni los dirigentes de los sindicatos de clase (yo diría verticales), ni los propios liberados, ni los del sindicato de la ceja, ni los titiriteros y afines, y ni prácticamente ninguno de los palmeros del Gobierno. Estaremos en crisis, habrá millones de parados, nos marearán incluso hablándonos de austeridad, pero las subvenciones seguirán ahí, para que a toda esa tropa de habituales del pesebre institucional no les falte de nada. No hay más que echar una ojeada al Boletín Oficial del Estado para descubrir nuevas remesas de subvenciones a costa del erario público. Parece ser que éste es el pan nuestro de cada día.
En el BOE del pasado día 8 de septiembre vemos que se aprueba una nueva remesa de ayudas para los amigos del cine. Son once millones de euros, ahí es nada, que la ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, destina al mundo del cine, repartido en cuatro remesas. La primera de las partidas importa 4.973.600 euros y va destinada a la "distribución de películas de largometraje y conjuntos de cortometrajes españoles, comunitarios e iberoamericanos durante el año 2010". La segunda de las remesas consta de 3.500.000 euros, destinados a la "producción de películas y documentales para televisión sobre proyecto, correspondiente a la primera convocatoria del año 2010".
La tercera de las partidas de dinero público, con un montante de 2,3 millones de euros, se utilizan para la "producción de series de animación". La última de las partidas que se llevan los amigos de González Sinde asciende a 800.000 euros, para se empleados en la "la realización de obras audiovisuales con empleo de nuevas tecnologías". Llama la atención que estos 11 millones de euros, no solamente se reparten entre los medios cinematográficos españoles. También llevan su tajada varios filmes extranjeros, provenientes de Sudamérica, Alemania e Israel, entre otros, sin que queden muy claros los criterios de selección de los agraciados.
Hacía muy pocos días que el Gobierno de Zapatero, a través del ministro de Exteriores, el inefable Miguel Ángel Moratinos, regala a la Asamblea de Cooperación por la Paz, la nada despreciable cifra de 24 millones de euros para unos proyectos que, según dice la citada ONG, está desarrollando en Mauritania, Haití, El Salvador, África Occidental y Palestina. Con este dinero, esta Asamblea de Cooperación por la Paz, que se define a sí misma como “progresista”, tratará de romper la “brecha de la desigualdad” y de mejorar la “salud sexual y reproductiva” de un buen número de personas.
Esta importante partida de dinero se distribuiría de la siguiente manera: 7,2 millones de euros para “mejorar la salud de las poblaciones, en especial aquellas en mayor situación de pobreza, y reducción de la discriminación y la brecha de la desigualdad de las mujeres en África Occidental”. Para El Salvador se irían 4,3 millones, presuntamente destinados a mejorar “las condiciones de prevención, atención, diagnóstico y tratamiento en materia de salud sexual y reproductiva, y habitabilidad básica, con especial énfasis en jóvenes y mujeres”. Para luchar contra el hambre en Haití, se utilizarían 4 millones de euros, y otros 5 millones para mejorar la educación y el “tejido social” de Mauritania. Y como no podía ser menos, otros 3,5 millones se destinan para conseguir una “mejora de las condiciones socioeconómicas, medioambientales y de acceso a agua de la población rural palestina".
El pueblo palestino, por lo que parece, ha sido siempre la debilidad de Rodríguez Zapatero, tanto si prevalece el grupo de Hamas como si la voz cantante la lleva Al Fatah. En los cuatro últimos años, el dinero destinado a Palestina llega casi a los 200 millones de euros con los más variados tipos de disculpas. Últimamente los palestinos han recibido de Zapatero, a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo otros 284.620 euros para realizar actos de desobediencia civil en Palestina e impulsar iniciativas como la ya famosa flotilla de Hamás en Gaza.
Estos datos, copiados de dos Boletines Oficiales del Estado de los días 3 y 8 del actual mes de septiembre, son un ejemplo claro de lo que está ocurriendo continuamente desde que Zapatero llegó a La Moncloa. Y el ejemplo se repite un mes y otro también. Y es que en realidad Zapatero no sabe hacer otra cosa. Se divierte tirando de chequera para repartir alegremente, entre unos y otros, el dinero de los sufridos españoles. Y como en la caja pública ya no quedan ni telarañas, se nos exigen auténticos sacrificios económicos para reducir ese déficit agobiante, que no nos deja levantar cabeza. Y ni Zapatero, ni ninguno de los miembros del Gobierno, tienen autoridad moral para exigirnos nuevos sacrificios, ya que no hacen más que malgastar obscenamente el dinero de los españoles, y lo despilfarran hasta en las cosas más peregrinas, entre otras cosas construyendo pajareras con el dichoso Plan E..
Y como el dinero que entra por un lado no da para los dispendios faraónicos que realiza habitualmente, después de haber subido primero el IRPF y después el IVA, tiene la desvergüenza de saquear a los que vivimos estrechamente de una nómina o de una pensión. Por si fuera esto poco, además de la desorbitada subida del recibo de luz en un 4,8% de media, según nos avisan de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS), es muy posible que para 2011 nos sorprendan con una nueva subida de un punto en todos los tramos del IRPF. Y Zapatero a gastar, que es lo suyo.
Gijón, 22 de septiembre de 2010
Jo
sé Luis Valladares Fernández