sábado, 22 de septiembre de 2018

LAS ANDANZAS DEL PSOE


IV.-Estalla la Revolución de Octubre de 1934




Según el dictamen generalizado de toda la izquierda española, la derecha no debe llegar nunca al Gobierno, ni por accidente. Y si alguna vez gana unas elecciones, es porque el pueblo soberano comete un error imperdonable, que es lo que ocurrió lamentablemente en las Elecciones Generales del 19 de noviembre de 1933.

En esas elecciones, se impuso claramente la coalición conservadora de la CEDA de José María Gil Robles, ya que se hizo con el 24,3% de los votos y 115 actas de diputado. La opción centrista del Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, que consiguió el 21,6% de los votos y 102 escaños, ocupó el segundo lugar. El Partido Socialista Obrero Español, sin embargo, fracasó en el intento de hacerse con el poder para imponer a los españoles una copia del marxismo que ya había triunfado en Rusia. Tuvo que conformarse con el 12,5% de los apoyos electorales que no dio nada más que para 59 diputados.

Aunque la CEDA pasó a ser la primera fuerza política del Parlamento, los 115 escaños conseguidos no eran renta suficiente para formar Gobierno. En vista de las circunstancias, las huestes de Gil Robles decidieron  secundar  institucionalmente al partido de Lerroux, a la vez que mantenían un control extremadamente férreo sobre el mismo.

La derrota electoral sentó rematadamente mal a los responsables máximos del PSOE, ya que trastocaba todos sus planes. Pensaban utilizar el poder para transformar pacíficamente la “república burguesa” española, en una “república socialista” de obreros y campesinos, similar en todo a la soviética. Y esto, de momento, ya no era posible.

Y al no poder implantar el socialismo por las buenas, deciden hacerlo por la brava, utilizando audazmente la fuerza y la rebelión. Sustituyen, por lo tanto, la “vía parlamentaria” por la “vía insurreccional” y, siguiendo instrucciones directas de Francisco Largo Caballero, empiezan a organizar, con toda meticulosidad, un golpe de Estado contra la propia República. Y sin descuidar el correspondiente avituallamiento de armas, comienzan a buscar cómplices y a crear adeptos entre las diferentes organizaciones obreras y campesinas. Querían estar listos para echarse a la calle en cuanto mediase  la más mínima provocación reaccionaria.

Y esa provocación, como era previsible, no tardó en llegar. El 1 de octubre de 1934, la CEDA retira definitivamente su apoyo al Gobierno de Ricardo Samper Ibáñez, y exige entrar a formar parte del mismo. Para resolver la crisis gubernamental,  el presidente de la República, Alcalá Zamora, recurre nuevamente a Alejandro Lerroux que, el día 4 de octubre, forma un nuevo Gobierno, incluyendo a tres ministros de la coalición que dirige Gil Robles.

LAS ANDANZAS DEL PSOE

III.- Preparación  del golpe de Estado contra la República





Los personajes políticos, manifiestamente grises y mediocres, suelen ser extremadamente vanidosos y se muestran siempre insatisfechos con los puestos conseguidos. Y como Pedro Sánchez no es una excepción, procura disimular su escasa talla intelectual, exagerando intencionada y desmedidamente las bondades de su partido político. El Partido Socialista, es verdad, tiene algunas cosas buenas, aunque no tantas, ni tan portentosas como proclaman sus voceros oficiales.

Aunque no guste a los responsables del partido, el PSOE tiene, detrás de sí, una  historia francamente turbia y truculenta, que tratan sistemáticamente de ocultar, imponiendo desde el poder una versión de la historia que, con relativa frecuencia,  no tiene nada que ver con la realidad. Y para acabar de un plumazo con la libertad de expresión y hasta de investigación, y aplicar descaradamente ‘su verdad’, no dudan en utilizar leyes tan totalitarias y antidemocráticas como la famosa Ley de la Memoria Histórica.

Durante el régimen republicano español, el comportamiento de la plana mayor del PSOE fue tan siniestro y tan deplorable, que los socialistas de hoy día intentan ocultar los hechos reescribiendo la historia o declarando por decreto la verdad oficial, que aceptará obligatoriamente toda la ciudadanía. Olvidan, claro está, que la veracidad de una opinión depende de los hechos contrastados, y no de la voluntad de quien manda.

Y los hechos están ahí. Si después de casi 140 años de existencia, el PSOE conserva aún muchos tics de la intolerancia, del sectarismo y del odio profundo, heredado de su fundador Pablo Iglesias Posse, ¿qué podríamos decir de los dirigentes socialistas del año 1933, que todavía estaban sin desbravar? En noviembre de ese mismo año, los socialistas acudieron en solitario a las elecciones generales, confiando plenamente en conseguir una mayoría suficientemente amplia que les permitiera gobernar, para  proceder inmediatamente a transformar la “república burguesa” en una “república socialista”.

En aquellas elecciones, el fracaso del PSOE fue tan inapelable como la derrota que sufrió la izquierda republicana. Y al verse fuera del nuevo Gobierno republicano, los responsables máximos del PSOE comprendieron que no tenían posibilidad alguna de llegar al socialismo pacíficamente y por las buenas y deciden conseguir su propósito por la brava, utilizando resueltamente la fuerza y la rebelión. Y siguiendo la batuta de Francisco Largo Caballero, sustituyen, sin más, la “vía parlamentaria” por la “vía insurreccional”.

Y acto seguido, comienzan a organizar cuidadosamente un golpe de Estado contra la propia República, para hacerse con el poder, para instaurar en España una dictadura proletaria, parecida en todo a la que había en la Unión Soviética. Y dan el primer paso, echando de la Ejecutiva de la UGT a Julián Besteiro y a sus adeptos, porque eran claramente reacios a utilizar la estrategia “revolucionaria”.