jueves, 18 de diciembre de 2014

SIMULANDO TRANSPARENCIA

    
  Una vez instaurada la democracia en España, los partidos políticos se movilizan inmediatamente, buscando sin disimulo alguno la manera de colonizar todas las instituciones y de usurpar a los pacientes ciudadanos el poder y el protagonismo que les corresponde. Así es como han llegado a ocupar y a controlar la sociedad civil y todas las instituciones que conforman la administración del Estado.

      Aprovechando la irresponsable pasividad  de los ciudadanos y para no tener que dar explicaciones a nadie de sus actuaciones y enjuagues, los partidos políticos fueron  anulando poco a poco los distintos tipos de control que les obligaban a rendir periódicamente cuentas detalladas de sus actividades. Comenzaron privando a los ciudadanos de su inalienable derecho a elegir personalmente a sus representantes públicos.  Les dejan, eso sí, optar entre un partido u otro, pero nada más. Son los responsables de los partidos políticos los que realizan esa labor, eligiendo los candidatos que van en esas listas cerradas y convenientemente bloqueadas.

       Los dirigentes políticos en España han desterrado de sus respectivas formaciones la democracia interna y exigen obediencia ciega, sumisión y lealtad plena a todos sus militantes y, de una manera muy especial a los que aspiran a figurar en esas listas o a ocupar algún cargo público de relevancia. Y son estos líderes los que, suplantando  a  los ciudadanos, eligen realmente a los que nos representan  en las instituciones públicas. Y al girar todo en torno al jefe, se fomenta el amiguismo y el clientelismo más servil y rastrero, se aviva la mediocridad del sistema y se facilita la corrupción institucional.

        Llevábamos años comprobando que cada vez eran más los políticos profesionales que utilizaban desvergonzadamente las instituciones públicas, que practicaban sin disimulo alguno el tráfico de influencias y el soborno para enriquecerse de manera ilegal. Y si viene a cuento, y esto les reporta algún beneficio personal, burlan los escasos controles que existen, incumplen las leyes y, si hace falta, engañan descaradamente a los ciudadanos, amparándose, claro está, en la opacidad de nuestro modelo administrativo. Ha habido casos muy claros en los que han desarrollado todo un proceso de complicada ingeniería para delinquir y apropiarse de dinero público.

domingo, 7 de diciembre de 2014

OTRA VEZ EL FEDERALISMO


Desde que se restauró la democracia en España, el federalismo en el PSOE ha sido como el Guadiana: aparece y desaparece cuando menos lo esperas. Cuando el PSOE tiene responsabilidades de Gobierno a nivel nacional, dicha forma de organización política pervivirá en su subconsciente, pero la elimina totalmente de su discurso. Y cuando las circunstancias les llevan otra vez a ejercer labores de oposición, los socialistas españoles comienzan nuevamente a pedir la reforma urgente de nuestra Constitución. Tratan de implantar a toda costa un sistema político más descentralizado y plenamente homologable con los Estados federales de nuestro entorno.
     Al perder las elecciones de noviembre de 2011, el PSOE volvió a rescatar el discurso federalista, discurso que se agudizó aún más con el aterrizaje de Pedro Sánchez en Ferraz, como secretario general de este partido político. A partir de entonces,  no hay socialista español que, cuando tiene a su alcance un micrófono, no acuse a Mariano Rajoy de inmovilista y que no reclame seguidamente la reforma de la Constitución para instaurar, cómo no, un Estado federal. Actúan todos ellos como si hubiera habido alguna consigna generalizada para defender todos sin excepción ese nuevo  proyecto de país.
     Aunque pasen largas temporadas sin acordarse del federalismo, los socialistas en España siempre han tenido una querencia muy especial por este sistema político y también por la República. Hay que tener en cuenta que el PSOE fue fundado en mayo de 1879, apenas cinco años después del fracaso solemne de la Primera República Española. Y que fue precisamente esta República la que, copiando el modelo político de los Estados Unidos de América, redactó en 1873 una nueva Constitución federal, que no llegó a aprobarse, porque varios territorios y cantones, aprovechando las circunstancias, declararon unilateralmente su independencia. Quizás haya sido este el motivo de que el PSOE eligiera entonces al republicanismo y al federalismo como una de sus principales señas de identidad.
     En el sistema federalista, las funciones del gobierno están siempre repartidas entre los diversos Estados que se hayan asociado y que delegan algunas competencias a otro organismo superior o Estado Federal central, que es a quien corresponde realmente la soberanía. El federalismo será simétrico si todos los territorios asociados comparten los mismos poderes y las mismas competencias. Y será asimétrico cuando alguno de esos territorios federados tenga más atribuciones o más poder jurisdiccional que otros. España, por ejemplo, se comporta como un Estado federal asimétrico, ya que Navarra y el País Vasco tienen más competencias en materia fiscal, que el resto de las Autonomías.
     El sistema autonómico que rige en España desde 1978 se comporta objetivamente del mismo modo que un Estado Federal. En realidad, lo único que cambia son los nombres. En España, el Estado central, en vez de ser un Estado federal, es un Estado autonómico, y las entidades que lo forman, en vez de llamarse Estados federados, se llaman Comunidades Autónomas. Tenemos, si se quiere, otra pequeña diferencia, ya que los Estados federados tienen todos su Constitución propia, mientras  que  en las Comunidades Autónomas rigen los Estatutos de Autonomía. Pero desde un punto de vista estrictamente jurídico, los dos sistemas ofrecen más o menos, las mismas prestaciones. Aunque es muy posible que el Estado federal preserve mejor la unidad territorial y la igualdad entre los ciudadanos que  el Estado autonómico.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Y AHORA ¿QUÉ...?

El diputado del Partido Popular, Pedro Gómez de la Serna, en su afán de defender la indefendible, pretende hacernos creer que la jornada del 9N en Cataluña había sido “un fracaso absoluto”. En ese acto, según dice, hubo muy poca participación y “no ha habido garantías democráticas”, porque no había un censo fiable, ni interventores, ni neutralidad y ni tan siquiera unas urnas precintadas. Y en vista de esto, sin ponerse colorado, continuó su perorata afirmando solemnemente que el 9N se parecía más “a una manifestación de democracia orgánica” que a un acto cualquiera de los que se celebran en las distintas democracias occidentales.
Es verdad que se trata de un proceso participativo muy poco fiable y sin validez jurídica alguna. Pero, como reconoció María Dolores de Cospedal, se celebró “al margen de la legalidad”, tratando vanamente, eso sí, de privar a todos los españoles del derecho inalienable que tienen de decidir sobre su presente y sobre su futuro y sobre cualquier parte de España. En consecuencia, diga lo que diga Gómez de la Serna, fracasó de manera estrepitosa y lamentable el Estado de Derecho y, por supuesto, fracasamos todos los españoles.
No podemos entender que se organizara un simulacro de referéndum ilegal tan trapacero y felón como este y que Mariano Rajoy estuviera desaparecido durante toda la jornada y no hiciera nada para evitarlo. No podemos entender que se vulneraran tan claramente derechos fundamentales nuestros y que no encontráramos amparo en la Fiscalía. No podemos entender que se trasgredieran flagrantemente dos resoluciones recientes del Tribunal Constitucional y que éste no solicitara el auxilio jurisdiccional necesario para hacerlas cumplir. No podemos entender que  distintos jueces, ante un posible caso de desobediencia, de prevaricación e incluso de malversación de fondos, se negaran a tomar medidas cautelares para suspender la votación del 9N porque, según ellos, retirar las urnas sería una medida desproporcionada. No podemos entender que la policía o Mossos d’Escuadra no cumplimentaran la orden que tenían de identificar a los responsables de la apertura de los locales públicos donde tenían instaladas las urnas para la votación del 9N. No nos defendió absolutamente nadie.

viernes, 14 de noviembre de 2014

DIÁLOGO CON LOS CATALANES

         La llegada de José Luis Rodríguez Zapatero a La Moncloa fue enormemente funesta y hasta  dramática para  casi todos los españoles. Enardecido con la inesperada victoria en las Elecciones Generales de 2004, creyó que, con su talante y su sonrisa simplona, podía mejorar las hazañas de aquel valeroso personaje de la mitología griega, llamado Jasón, que se atrevió a viajar a la Cólquida para traer de allí el vellocino de oro. Pero fue todo una vana ilusión. Con su desastrosa gestión de la crisis económica, dejó a España en la miseria más absoluta y sin posibilidades reales de recuperación en muchos años.

        No olvidemos que Zapatero, en las dos legislaturas que se mantuvo al frente del Gobierno, dejó  las arcas públicas hasta sin telarañas. Y además, duplicó el número de parados, alcanzando, al final de su mandato, la escalofriante cifra de los cinco millones de trabajadores sin empleo. En algo menos de ocho años, la tasa de desempleados, que estaba en el 10,74%, creció hasta el 22,85%. A finales de 2011, teníamos 1.575.000 hogares españoles con todos sus miembros en el paro, lo que es francamente escandaloso.. En esa fecha, superábamos prácticamente a todos los países europeos en paro y en casi todos los registros negativos. La cifra de parados  jóvenes, que alcanzó el 48,5% en diciembre de 2011, es especialmente escandalosa.

        Y Zapatero, en vez de buscar incansablemente la manera de mejorar esas estadísticas, se dedicaba a teorizar sobre el concepto de nación, y el de patria. Según su filosofía, el concepto de nación es algo “discutible y discutido”. Para el ex presidente de Gobierno Rodríguez Zapatero, el concepto de patria está totalmente desprovisto de cualquier componente emocional y no guarda relación alguna con los conceptos de familia, de padre o de tierra paterna. Para Zapatero, la patria es nada más que “la libertad, la convivencia, la justicia, la solidaridad y la igualdad”.

         Pensando así, no es de extrañar que, en la campaña a las elecciones catalanas de noviembre de 2003, nos saliera con aquel “apoyaré la reforma del Estatuto que apruebe el Parlamento de Cataluña”, que alborotó, aún más, el avispero del separatismo y el nacionalismo catalanes. Es normal que esta afirmación tan alocada e irreflexiva del jefe del Ejecutivo de entonces, indujera a los ponentes del nuevo Estatuto de Autonomía a buscar singularidades catalanas y a dar por sentado que ”Cataluña es una nación”, o también, por qué no, una auténtica “realidad nacional”.
       

sábado, 8 de noviembre de 2014

ALLANANDO EL COMINO A PODEMOS

Es indudable que Alfonso Guerra tiene una facilidad pasmosa para crear frases  lapidarias, profundamente mordaces y sarcásticas y, cómo no, tremendamente ofensivas. De todos modos, no siempre sus ácidas invectivas responden a denuncias concretas de hechos que, si no son políticamente delictivos, son al menos poco éticos y amorales. Muchas veces hierra el golpe, y otras, o se trata de un simple desahogo verbal, o busca intencionadamente desviar el foco de algo que le resulta incómodo.

El pasado día 16 de octubre, los prebostes del PSOE, capitaneados por Pedro Sánchez, conmemoraron el 40 aniversario de aquel Congreso clandestino que se celebró en Suresnes (Francia) en 1974. Y Alfonso Guerra aprovechó el evento para lanzar una diatriba, no sé si contra Podemos, o contra las televisiones que dan cancha a su indiscutible líder. El caso es que culpa de los éxitos de Pablo Iglesias a los medios televisivos que le llevan a  sus tertulias. Y lo hace con una frase tan directa como esta: "Hay televisiones que incuban el huevo de la serpiente".

Es muy posible que Pablo Iglesias, o Podemos en su conjunto, sea una auténtica serpiente y, sin lugar a dudas, de las más venenosas. Quizás sea verdad que las televisiones popularizaron excesivamente  la imagen de este impenitente admirador del bolivariano Hugo Chávez y de Fidel Castro, pero nada más. Son más bien los responsables de los partidos políticos tradicionales los que, en realidad, están alfombrando el camino con abundantes rosas a este nuevo caudillo nazi, al contemporizar con tanto trincón y manilargo

La corrupción política, en efecto, ha sido una constante a lo largo de toda nuestra historia y, de manera mucho más intensa, a partir de 1978, fecha en la que se aprobó la Constitución Española. Comenzó la serie, en tiempos de UCD, con la comercialización fraudulenta del aceite de colza y termina, de momento, con las famosas tarjetas opacas de Caja Madrid, pasando,  entre otros, por los GAL, Filesa, los fondos reservados, Luis Roldán y el caso Guerra, sin olvidarnos, claro está, de la Gürtel y del escándalo de los ERE en Andalucía, por citar exclusivamente los casos más importantes.

Los casos de corrupción, cuando son extremadamente graves, hasta pueden terminar pervirtiendo nuestro sistema democrático. Producen, eso sí, enormes estragos en la convivencia ciudadana y, por supuesto, terminan dejando sin credibilidad alguna a los representantes públicos,  que utilizan sus cargos para aumentar ilegalmente su fortuna personal.  Cuando la economía es boyante y los ciudadanos en general no pasan estrechez alguna, pueden llegar incluso a zaherir y denostar públicamente a los políticos desleales y deshonestos, pero nada más.

viernes, 31 de octubre de 2014

LA CASTA POLÍTICA, Sus abusos y complicidades

El pasado 6 de octubre, la Asociación Cultural  ArribAda organizó la presentación de mi libro LA CASTA POLÍTICA, sus abusos y complicidades en la Sala de Conferencias del Centro de Cultura Antiguo Instituto Jovellanos. La presentación corrió a cargo del escritor Humberto Gonzali.

En este libro se recoge una selección de artículos, de carácter eminentemente político, que fueron apareciendo en distintos medios de comunicación, la mayor parte de ellos digitales durante los años de 2012 y 2013.
Los primeros capítulos del libro abordan el problema catalán que lleva años agudizándose, no sé si porque se abrió la mano demasiado repartiendo competencias, o por incuria, o por ambas cosas a la vez. Pero es evidente que en Cataluña, desde hace unas décadas, son cada vez más los que aspiran a separarse de España. Los responsables políticos catalanes abusaron descaradamente de la confianza que depositó en ellos España al transferirles íntegramente las competencias de Educación.
Parece ser que la actuación benéfica del personaje mitológico Jano, ayudado por Saturno, además de domesticar a las gentes salvajes que encontró en el Lacio, alcanzó también a una buena parte del noroeste de la península Ibérica, lo que hoy llamamos Cataluña. De no ser así, no habría modo de explicar la sucesión de hechos tan memorables, que otros pueblos serían incapaces de protagonizar, como el descubrimiento de América.
Y si el emperador Carlomagno no  hubiera contado con la ayuda de un buen número de aguerridos guerreros catalanes en su lucha contra los musulmanes, no habría sido capaz de crear al sur de los pirineos la llamada “Marca Hispánica”. Por eso los reyes carolingios elegían siempre a condes catalanes para regir y defender toda esa zona de las hordas berberiscas.
En Cataluña hay mucho visionario, es cierto, pero también hay mucho ‘cara dura’, que falsifican la historia intencionadamente a su antojo. Entre los nacionalistas, es verdad, hay mucho rapsoda que canta incansablemente las asombrosas hazañas realizadas por catalanes ilustres. El actor Toni Alba, por ejemplo es uno de esos trovadores que, desde twitter fustiga a los catalanes tibios y, sobre todo, a los que  no han tenido la suerte de nacer en Cataluña. Los catalanes, dice, son intelectualmente muy superiores a los demás y, por eso, los españoles llevan más de 300 años sembrando odio contra Cataluña.

sábado, 18 de octubre de 2014

YA TENEMOS SALVADOR


Al verse investido secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero se creyó el rey del mambo y, lleno de vanidad, se propuso redimir económica y socialmente a todos  los españoles de sus clásicos infortunios. Pero, en vez de salvarlos, los hundió aún más en la miseria y en la desventura. Tras el sonado fracaso de Zapatero, y después de un breve paréntesis, el nuevo líder socialista, Pedro Sánchez, recoge el testigo de Zapatero y se empeña frívola e ilusamente en salvar a España y a los sufridos españoles. Y todo porque, según dice. "España se merece un futuro mejor y lo vamos a liderar nosotros, los socialistas".

La escritora Silvina Bullrich nos deja, en su novela Los salvadores de la patria, una descripción perfecta de este tipo de políticos. Se trata normalmente de personajes mediocres e ilusos que se arrogan la representación del país. Presumen continuamente de sus actuaciones y de sus grandes aciertos cuando, en realidad, además de hacer el ridículo, no cosechan nada más que  fracasos. Y mientras estos salvadores de la patria tratan de significarse con grandes actuaciones, lo más llamativas posibles, sin dejar nunca la superficialidad más absoluta, la  historia del país sigue impertérrita su camino hacia su destino.

Plenamente convencido de su buena estrella, Pedro Sánchez piensa que fue aupado providencialmente al liderazgo del PSOE, a pesar de su bisoñez,  para pilotar el cambio político que demanda España y que ninguna otra fuerza política puede garantizar. En su alocución  ante los asistentes al primer Comité  Federal dirigido por él, dijo muy claramente: "España se merece un futuro mejor y lo vamos a liderar nosotros, los socialistas". Y previno a los suyos contra la "gran coalición de intereses que se está produciendo entre los extremos", entre el Partido Popular de una parte, y el populismo (de Podemos).

En su discurso, Sánchez reitera una y otra vez que "España demanda un cambio político y sólo lo puede ofrecer el PSOE". Y previene a los dirigentes socialistas, allí presentes, de las aviesas intenciones del Partido Popular que, consciente de su propio ‘fracaso’, trata de desestabilizar seriamente al PSOE para perpetuarse en las instituciones, aprovechando, claro está,  el excedido auge del populismo. En su perorata, les pide insistentemente que hagan frente a la consabida ‘resignación’ de Mariano Rajoy y al nuevo ‘populismo’, construido siempre descreditando a los demás.

Y en un tono intencionadamente solemne, Pedro Sánchez agrega: "ha llegado la hora de revelarse ante la anti política de unos y de otros. Somos incompatibles con el populismo. Somos la izquierda que aspira a gobernar y a transformar la protesta en propuesta y la propuesta en hechos. Eso es el PSOE". El actual líder socialista aseguró ante el Comité Federal, que España podía ir mucho mejor, que "somos el país de la OCDE donde más ha crecido la desigualdad. Contamos con un sistema de ciencia e innovación sometido a recortes; importamos más que exportamos”. Y agregó seguidamente que el PSOE se encargará de ‘recuperar a España’: "Os aseguro –dijo- que lo vamos a conseguir aunque el escenario no es fácil”.

domingo, 5 de octubre de 2014

PREGONEROS DE LA IGUALDAD

Los socialistas españoles, fuertemente lastrados por casi veinte años de zapaterismo, no han sido capaces de modernizarse, siguiendo el ejemplo del socialismo europeo. Están empeñados en mantener férreamente los postulados de los años 30 del pasado siglo XX. Mantienen intacto el sectarismo de entonces y son prácticamente tan intolerantes y tan fanáticos como su fundador Pablo Iglesias y demás compañeros mártires.

A los ciudadanos de hoy día  les importa muy poco el color de los políticos, si son de izquierdas o son de derechas, si se autodenominan progresistas o conservadores. Les preocupa, eso sí, que, quienes manejen los asuntos públicos, sean ante todo buenos gestores y, por supuesto, que sean personas íntegras y honradas. Y es indudable que los socialistas no son en absoluto buenos gestores. Ahí está, para demostrarlo, la nefasta marcha de las finanzas españolas cuando el PSOE ha tenido responsabilidades de Gobierno.

Los socialistas españoles consideran que, al ser un partido de izquierda, representan al mundo del  trabajo y, según dicen, a los más desfavorecidos y a los menesterosos. Esto les lleva a pensar que el PSOE es el partido político más indicado para dirigir los destinos de todos los españoles. Pero, eso sí, jamás  reconocerán que su gestión ha sido siempre extremadamente catastrófica. Y es normal que sea así ya que, por sistema, son muy proclives a gastar dinero público sin control alguno porque para ellos,  como dijo en su día la antigua ministra de Cultura, Carmen Calvo, “el dinero público no es de nadie”.

Con la disculpa de mantener e incluso mejorar el Estado del Bienestar, cada vez que se presenta la oportunidad, el derroche de la izquierda tradicional no tiene límites, gastando alegremente el dinero que aportan los españoles. Lo utilizan, sin reparo alguno, para cosas que no tienen nada que ver con dicho Estado del Bienestar y, cómo no,  hasta para cubrir gastos inconfesables. Es lo que ha ocurrido cada vez que, con el beneplácito de los españoles, han  llegado al Gobierno. En todas esas ocasiones, han dejado invariablemente las arcas públicas hasta sin telarañas.

Además de ser intrínsecamente incapaces de reducir el gasto público, la actuación política de los responsables jerárquicos del PSOE está seriamente condicionada por su concepción filosófica de la sociedad y por una serie de prejuicios muy arraigados, asumidos desde los primeros años de su fundación. Son tremendamente reacios a liberalizar sectores, a  reformar a fondo los mercados para hacerlos más flexibles, más operativos y, por supuesto, mucho más libres. No quieren bajo ningún concepto que la sociedad civil se emancipe y escape a su control férreo y absoluto. En su código particular no queda sitio alguno para la iniciativa privada

domingo, 28 de septiembre de 2014

LA SUPERFICIALIDAD DEL LÍDER SOCIALISTA

A Pedro Sánchez, actual secretario general de los socialistas españoles, comenzaron a crecerle los enanos a velocidad de vértigo. Cada día se parece más a Pedro Picapiedra,  protagonista de la serie televisiva de dibujos animados “Los Picapiedra”, emitida cuando yo era mucho más joven y que tanto entretenía a nuestros pequeños. Al igual que Pedro Picapiedra, Pedro Sánchez, además de esforzarse vanamente por aparentar estar siempre muy seguro de sí mismo, se olvida de reflexionar antes de abrir la boca o de actuar. Y en consecuencia, como le ocurría al personaje ficticio de “Los Picapiedra”, tiene que ir aprendiendo a base de cometer continuos errores.

El máximo responsable de los socialistas españoles, para empezar, es incapaz de poner orden en su propia formación política. Los socialistas catalanes, desoyendo la voluntad de su secretario general, apoyaron unánimemente en el parlament la ley de consultas diseñada intencionadamente por los secesionistas para suplantar la legalidad vigente. De nada vale que Pedro Sánchez apostillara más tarde que esa ley  “no cabe en la Constitución porque viola la soberanía que, de forma indivisible, corresponde al conjunto de los españoles”.

Pero en Cataluña, la falta de cordura de algunos socialistas, llega aún más lejos. Por iniciativa de la Asociación de Municipios por la Independencia, se están celebrando plenos extraordinarios en la mayor parte de los Ayuntamientos catalanes, para apoyar expresamente el referéndum ilegal del 9 de noviembre. Y un buen número de concejales socialistas dan nuevamente la espalda a su líder y, o se abstienen, o votan incomprensiblemente a favor de semejante moción.

Y Pedro Sánchez se desgañita inútilmente diciendo a los catalanes  “que les queremos, que queremos vivir con ellos, que juntos somos más fuertes”. Y siguiendo con su discurso, dice que "Votaremos sí a la unidad, sí a la diversidad, sí al verdadero ser de España, que es la España federal". Y pide a Artur Mas y a Rajoy que se pongan de acuerdo para que los catalanes y el resto de españoles podamos votar juntos una Constitución Federal. ¡Cómo si el nacionalismo separatista se conformara con pasar de un modelo autonómico a uno federal! Busca simplemente tener más privilegios que el resto de regiones españolas.

Para empezar, y aunque el líder del PSOE no quiera reconocerlo, el modelo administrativo de España es prácticamente homologable, por ejemplo, al modelo federal de Alemania. Pero eso sí, las Autonomías españolas disfrutan de muchas más atribuciones y disponen de bastantes más transferencias estatales que los Lander alemanes. Por lo tanto, aunque llevemos a cabo semejante reforma, no solucionaríamos nada y seguiría inalterable el problema independentista. Solamente cambiarían algo las cosas, si cedemos ante los soberanistas catalanes y abrimos las puertas de par en par al federalismo asimétrico. Pero en este caso, no podríamos garantizar derechos iguales para todos los ciudadanos.

domingo, 21 de septiembre de 2014

FEDERALISMO A LA CARTA

En vista de los últimos resultados electorales del PSOE, sus afiliados han optado por la renovación de manera prácticamente unánime. Pero como el pernicioso “zapaterismo” se ha incrustado en todas las estructuras del partido, esa renovación, que han venido anunciando a bombo y platillo, ha quedado muy devaluada, ya que mantienen íntegramente su trayectoria ideológica, su política y su manera característica de actuar, cambiando simplemente a unas personas por otras. Y en estas últimas,  siempre prima más la juventud que la experiencia, y más incluso que la propia  madurez.

Gracias a la penosa herencia dejada por José Luis Rodríguez Zapatero, los socialistas españoles confunden incomprensiblemente renovación política con juventud. En consecuencia, cuando los socialistas españoles convoquen elecciones primarias abiertas para seleccionar un nuevo secretario general, es normal que los aspirantes sean prácticamente todos jóvenes y sin experiencia política alguna e, incluso, sin capacidad real de liderazgo. Y esto es precisamente lo que sucedió en las primarias organizadas, con gran fastuosidad y propaganda mediática, para elegir al sucesor de Alfredo Pérez Rubalcaba.

Todos los candidatos a liderar el PSOE, en el debate previo a las primarias del pasado 13 de julio, se habían comprometido solemnemente a efectuar un giro hacia la izquierda, a promover el cambio que, según dicen, demandaban expresamente las bases del partido. Así las cosas, todo quedaba en manos de los 198.000 militantes socialistas que tenían la responsabilidad de elegir, y elegir bien, a su próximo secretario general.

Gracias al ambiente creado intencionadamente por el principal responsable del “zapaterismo”, los afiliados tenían muy poco donde elegir, ya que la lista de aspirantes a dirigir el partido era muy exigua, formada exclusivamente  con personas de segunda fila. Optaron mayoritariamente por Pedro Sánchez, posiblemente el menos malo de los aspirantes, aunque, por otra parte, es, de todos ellos, el seguidor más fiel de las tesis y  de las maneras de actuar del ex presidente Rodríguez Zapatero. Su discurso y sus frases grandilocuentes nos recuerdan continuamente al anterior inquilino de La Moncloa.

También comparte con Zapatero, la perspicacia y la vista de lince para escrutar con todo detalle lo que deparará el futuro próximo a los españoles. En esto, Pedro Sánchez es igual que Linceo, el famoso argonauta de la mitología griega, que estaba provisto de una vista tan penetrante que era capaz de ver a través de las murallas y descubría cualquier objeto, aunque lo escondieran bajo las aguas marinas. Y por supuesto, apreciaba hasta el más mínimo detalle de cualquier objeto aunque estuviera situado a tres leguas de distancia.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

¿VUELVE EL ZAPATERISMO?

José Luis Rodríguez Zapatero fue elegido Secretario General en el XXXV Congreso Federal del PSOE de junio de 2000, tras la dimisión de Joaquín Almunia. Para optar a cargo tan importante, Zapatero se comprometió, entre otras cosas, a impulsar una democracia más real, una vida política más limpia y, sobre todo, anteponer escrupulosamente los valores tradicionales por encima de cualquier interés coyuntural. Sus promesas llegaron aún más lejos, con la puesta en marcha de llamada “Nueva Vía”, imitando los pasos del entonces premier británico, Tony Blair y del canciller socialdemócrata alemán Gerhard Schröder.

Pero  Rodríguez Zapatero, una vez proclamado  Secretario General, se olvidó inmediatamente de sus promesas y su “Nueva Vía” fue tan nueva que, para darse importancia y adquirir rápidamente cierta dosis de notoriedad, ignoró sin más las decisiones y los compromisos adquiridos por sus antecesores. Su actitud no encaja en absoluto con  las propuestas realizadas en la “Tercera Vía” de Tony Blair y en el “nuevo Centro” de  Schröder. Su postura se radicalizó tanto, que le llevó a romper compromisos estatales nada más ser investido presidente del Gobierno español. Y como era de esperar, su gestión posterior fue tremendamente nefasta para España y, como era de esperar, para el propio PSOE.

Todo parece indicar que  Pedro Sánchez, el nuevo secretario general de los socialistas, está dispuesto a seguir lamentablemente los pasos de José Luis Rodríguez Zapatero. Sin esperar a ser confirmado en el cargo, ordenó a los eurodiputados socialistas españoles romper el acuerdo, alcanzado en Europa entre populares y socialistas, para apoyarse mutuamente a la hora de repartir los cargos comunitarios. Se trataba de no desperdigar los votos y llevar, con el mayor consenso posible, al socialista alemán Martin Schulz a la presidencia del Parlamento Europeo y a Jean-Claude Juncker, miembro y líder del Partido Popular Social Cristiano, a la presidencia de la Comisión.

De acuerdo con esa inoportuna exigencia de Pedro Sánchez, los catorce eurodiputados socialistas españoles, a pesar del acuerdo alcanzado previamente, votaron de manera sumisa contra la candidatura pactada del  luxemburgués Juncker. Aunque todos ellos acataron disciplinadamente la decisión de su futuro secretario general,  no es menos cierto  que hubo algunas  reticencias. El eurodiputado Ramón Jáuregui, por ejemplo, calificó públicamente de incongruente el hecho de votar en contra  del popular Juncker.

Es evidente  que, al actuar así,  el actual secretario general del PSOE, cometió un error de bulto prácticamente antes de estrenarse en el cargo. Y como le ocurrió en su día al propio Zapatero, terminará pagándolo, ya que en política los errores nunca quedan impunes. Nada más asumir la presidencia del Gobierno, Rodríguez Zapatero retira precipitada y unilateralmente las tropas españolas de Irak. Esa decisión incomodó gravemente a nuestros aliados tradicionales. Y esto supuso para él un largo y penoso calvario. Hasta los intereses de España se vieron seriamente afectados por ese capricho absurdo y pueril de Zapatero.

miércoles, 20 de agosto de 2014

“¡NO VAMOS A SER MENOS!”


Según Groucho Marx, “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Aunque el genial humorista trataba simplemente de hacer una frase graciosa, que nos hiciera reír,  sin pretender tal cosa, nos dejó una definición exacta de lo que es la política. Nuestros políticos al menos, por su forma de actuar, confirman plenamente la descripción hecha por Groucho Marx: se equivocan casi siempre al analizar los problemas que se presentan y rara vez aplican una solución adecuada.

Acertaron de plano, es cierto, en la manera de afrontar la transición democrática, instaurando sin mayores problemas el actual sistema parlamentario, aceptado unánimemente por las diferentes sensibilidades políticas. Para que los intereses sociales y económicos de los españoles no se vieran afectados negativamente, en vez de romper bruscamente con las instituciones del régimen anterior, las reformaron adecuadamente, manteniendo así la necesaria continuidad institucional para garantizar cierta estabilidad y no hipotecar el futuro. En un poema de Antonio Machado, escrito muchos años antes, nos deja unos versos que describen casi exactamente este proceso: 
                      ¡Qué importa un día!. Está el ayer alerto
                      al mañana, mañana al infinito,
                      hombres de España, ni el pasado ha muerto,
                      ni está el mañana —ni el ayer— escrito.

Pero los aciertos iniciales de nuestros políticos y su mesura ejemplar, tan alabada por los países de nuestro entorno, desaparecieron prácticamente desde el mismo momento en que iniciaron su andadura las Cortes Constituyentes de 1977. Uno de los primeros errores políticos, que ha enturbiado de manera evidente la convivencia pacífica de los españoles, data del 29 de septiembre de 1977. En esa fecha, por decreto y sin esperar a la redacción definitiva de la Constitución, el Gobierno de Adolfo Suarez restablece formalmente la Generalitat de Cataluña y crea el Consejo General Vasco.

En el referéndum del 15 de diciembre, los españoles aprobaron por amplia mayoría la Ley para la Reforma Política, propuesta por el presidente Adolfo Suarez. Y para que no quedara nadie al margen de ese trascendental consenso para articular la Transición Política, que uniera definitivamente a las dos Españas, quiso ganarse también a los nacionalismos vasco y catalán. Pensaba sinceramente que, dando carácter oficial al autogobierno de esas dos regiones y transfiriéndoles determinadas competencias, los que amenazaban frecuentemente con el separatismo, aparcarían de inmediato todas sus aspiraciones oportunistas.

domingo, 10 de agosto de 2014

EXPERIENCIA REPUBLICANA EN ESPAÑA

La República fue siempre muy nefasta para España y ha causado invariablemente numerosos problemas, todos ellos muy graves. La conflictividad originada por el régimen republicano ha sido siempre excesiva, excesivamente trágica y hasta traumática. Los que vivieron de cerca los deplorables acontecimientos que surgieron durante la vigencia de ambas Repúblicas, quedaron definitivamente vacunados contra el republicanismo. 

La I República Española inició su andadura en febrero de 1873, tras la abdicación de Amadeo I, y fue muy efímera, ya que no duró nada más que hasta el 3 de enero de 1874. El nuevo régimen se caracterizó precisamente por su desbarajuste continuado y su inestabilidad política. Sus cinco fugaces presidentes intentaron infructuosamente reconducir los destinos de la nueva República. Pero la falta de una base republicana suficientemente amplia y consolidada, la obcecación y la falta de escrúpulos de los responsables políticos republicanos, aceleraron la desaparición de la joven República.

Al instaurarse la República, fue elegido presidente Estanislao Figueras. Pero, como consecuencia la crisis económica que aquejaba a España, la proclamación indebida del Estat Català y la división interna de su propio partido,  fue apartado del cargo a los cuatro meses escasos de su nombramiento. Le sustituyó en la magistratura más alta del Estado Francisco Pi y Margal. El nuevo presidente de la República era un federalista convencido y convirtió a España en una República Federal. Esta decisión sirvió de estímulo al cantonalismo, que ya había hecho estragos en varias regiones españolas, sobre todo en Valencia, Murcia y Andalucía, y se desató seguidamente la fiebre disgregadora. Además de Cataluña, se declararon Repúblicas independientes varias provincias e incluso algunas ciudades. Es el caso de Valencia, Castellón, Málaga, Sevilla, Cádiz, Granada, Cartagena, Jumilla y Camuñas.

Con el federalista Pi y Margal al frente de la República, España entró en un proceso acelerado de desintegración nacional. Como consecuencia del desmadre institucional originado, se vivieron hechos sumamente insólitos y llamativos. La república de Granada, por ejemplo, declaró la guerra a la de Jaén, y la de Jumilla se envalentonó y amenazó a la de Murcia y a las demás “naciones” vecinas. Los cantonalistas de Cartagena fueron mucho más atrevidos y no se contentaron con declarar la independencia. Aprovechando el caos político del momento, tomaron el Ayuntamiento y, una vez dueños de la ciudad,  se apoderaron del arsenal y del puerto donde estaba amarrada casi toda la flota de guerra española, que utilizaron posteriormente para bombardear la ciudad de Alicante.

La evolución caótica de los sucesos, que llevó a España al borde mismo de la desintegración, además de provocar la dimisión del presidente Francisco Pi y Margal, contribuyó, cómo no, al derrumbe definitivo de la I República. Y como era de esperar, sirvió también para que aumentara considerablemente el número de conversos a posiciones más conservadoras.

sábado, 12 de julio de 2014

DE AQUELLOS POLVOS...

Nada más llegar a La Moncloa, José Luis Rodríguez Zapatero comienza a desmantelar las instituciones básicas del Estado para poder implantar en España un nuevo proyecto cultural, totalmente ajeno a nuestras tradiciones milenarias. Da inicio a su labor de zapa, primero de manera solapada y después abiertamente y sin complejos, promoviendo una serie de leyes y disposiciones que tienen muy poco que ver con la idiosincrasia y las costumbres de los españoles. Y utiliza toda clase de tretas para substituir los valores y la vieja moral de la sociedad española por un nuevo humanismo, que excluye expresamente cualquier tipo de referencia al bien y a la virtud.

El atrevimiento de Rodríguez Zapatero no tuvo límites. Sin el menor escrúpulo, se sirvió del Gobierno, como si fuera un simple instrumento, para poner en práctica su proyecto. Comienza, por lo tanto,  aprovechándose astuta y descaradamente del Boletín Oficial del Estado para impulsar, con nuevas disposiciones y leyes, la transformación cultural e ideológica de la sociedad española. No le preocupa gran cosa el bienestar de los españoles, pero se desvive para imponerles una nueva manera de pensar, sustituyendo sus creencias ancestrales por otras más acordes con el laicismo, con el relativismo ético y con la ideología de género.

Para conseguir semejante objetivo, desplegó todas sus artimañas para destruir la familia tradicional. Sabía que, sin desmantelar definitivamente la actual institución familiar, el Estado no podría sustituir a su antojo los valores personales, ni usurpar fácilmente nuestra libertad individual y, menos aún, modelar nuestro  futuro. Para lograr su objetivo, el entonces presidente del Gobierno dispone que se adoctrine a los futuros ciudadanos desde su más tierna infancia, para implantar más fácilmente el relativismo y el laicismo y acabar así, de una vez, con el carácter absoluto  de los principios y los valores morales que emanan de las familias.

Pero Rodríguez Zapatero no se conforma con  mantener bajo control a todos y a cada uno de los ciudadanos y con el propósito laicista de relegar la religión al ámbito estrictamente privado. Su proyecto era mucho más ambicioso y demoledor. Hizo cuanto pudo para destrozar nuestro modelo de sociedad, falsear la historia de España y destruir hasta nuestra propia identidad. Y lo que es peor, puso todo su empeño en romper la convivencia de los españoles con su inoportuna ley de recuperación de la Memoria Histórica.

sábado, 5 de julio de 2014

              

       Ediciones Ende


                 

La casta política, sus abusos y complicidades

José Luis Valladares Fernández
Escritor, nace en Laíz de Las Arrimadas (León) en 1932. Es licenciado en Filosofía y Letras y colabora en distintos medios de comunicación analizando la actualidad política.

En 2011, publicó “Una época para olvidar”, que tuvo una acogida muy favorable y que actualmente está agotado

Temas de actualidad el ensayo político
Dimensiones: 17 x 24cm 
Páginas: 318 páginas
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 978-84-942618-6-2
Precio: 18,00€



Comienza el libro con un análisis bastante minucioso de la deriva soberanista del nacionalismo catalán y su manera absurda de alterar la historia para construirse un pasado que nunca existió.


Y continua con una serie de artículos dedicados a comentar y criticar las decisiones políticas y los distintos acontecimientos que suceden en España durante la última etapa del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero

miércoles, 25 de junio de 2014

PABLO IGLESIAS Y SU POLÍTICA

Los españoles vamos de sorpresa en sorpresa y no ganamos para sustos. Los sobresaltos que llevamos, son cada vez más preocupantes y se repiten con tanta frecuencia, que nos están dejando prácticamente sin capacidad de asombro. El último gran revuelo lo provocó Podemos, al irrumpir de una manera tan impetuosa y arrolladora en la escena política actual. Con apenas tres meses de existencia, el partido creado por Pablo Iglesias da la campanada y pasa a ser el gran ganador de las elecciones europeas del pasado 25 de mayo. Sin rodaje alguno previo, Podemos logra el apoyo inesperado de 1,2 millones de electores, lo que le da cinco escaños en el Parlamento Europeo.

Ni el mismo Pablo Iglesias esperaba un resultado tan espectacular. Enfrentarse a los partidos políticos tradicionales, a los “poderosos”, a los “partidos del régimen” o de “la casta”, como él mismo dice, era una tarea harto complicada y cargada de riesgos. Pero esto no arredra a un personaje tan impulsivo como este profesor de la Complutense, y decide plantar cara al “poder” establecido. Y utilizando toda su astucia y una buena dosis de audacia, aparece inopinadamente en escena, imitando al héroe mitológico Heracles cuando entró en el jardín de las Hespérides para robar las manzanas de oro. Y fue Juan Carlos Monedero, desempeñando el papel del dios marino Nereo, quien le indicó la ubicación exacta de dicho jardín.

El éxito  de Pablo Iglesias Turrión es arrollador. Sin un esfuerzo, logra aglutinar en Podemos a todos los radicales y activistas  que se mueven  en la órbita de los  indignados del 15-M, juntamente con las diversas tribus de okupas que padecemos y a los mercenarios que obedecen ciegamente las consignas lanzadas por Ada Colau. Y aprovechando sutilmente el esfuerzo y la creatividad de toda esta ralea de anti sistemas,  embauca  a mucha gente con su solemne promesa de implantar e n España un sistema de libertades y  de democracia, faltaría más, idéntica a la que se disfruta en Cuba y en Venezuela

La propuesta estrella del partido de Pablo Iglesias es claramente rupturista. Quiere sustituir, a toda costa, nuestro  sistema democrático actual, modélico y representativo, por una democracia más real, “participativa” o “asamblearia”. Propugna la   “participación directa” de todos  los votantes, de modo que las decisiones del Gobierno respondan siempre a la voluntad mayoritaria de los ciudadanos. En una palabra, se trata simplemente de lavar la cara a la  conocida y tradicional “democracia popular” impulsada por los comunistas, a la que trata de dar  un aspecto menos tétrico y más vendible.

jueves, 12 de junio de 2014

ASÍ ES ELENA VALENCIANO

Es evidente que, como dijo Max Weber ya en 1919, hay dos tipos de políticos, los que viven “de” la política y los que viven “para” la política. Y hoy día, son muchos  más los que se sirven “de” la política, que los que viven “para” la política. La  política en España ha perdido prácticamente ese carácter de servicio a la sociedad, y ha pasado a ser un simple modus vivendi extremadamente ramplón y vulgar. Apenas si quedan políticos vocacionales que disfruten  y den sentido a su vida ocupándose desinteresadamente de los demás ciudadanos, para solucionar sus problemas ocasionales.

Pero la mayoría está en política porque considera, no sin motivo, que se trata de una profesión excelentemente remunerada, a la que se puede acceder sin mayor esfuerzo, ya que no se necesita formación especial alguna, ni la más mínima experiencia de gestión. Y además, tampoco saben hacer otra cosa. Siendo aún adolescentes, entran en la organización juvenil de alguno de los partidos políticos y, si saben utilizar la lisonja y la adulación y se muestran dóciles y aquiescentes con el jefe, tendrán el triunfo al alcance de la mano y la posibilidad de realizar una  extraordinaria carrera política.

Ofuscados por los oropeles de la política, muchos de los neófitos de esta profesión, abandonan sin más sus estudios. Y si alguno de ellos decide seguir estudiando, lo hará sin lucimiento alguno y tardará más años de la cuenta en finalizar su carrera universitaria. Pero ninguno de ellos hará nada para solucionar su vida al margen de su partido político, buscándose un trabajo que le de seguridad e independencia. A toda costa quieren vivir de la política. No se dan cuenta que la política debiera ser básicamente una misión y se aferran a ella como si fuera una profesión más, susceptible de proporcionar permanentemente unos ingresos cuantiosos y seguros. Y esto es vivir “de” la política y no “para” la política.

Y estos neófitos de la política, si actúan de manera dócil  y disciplinada, aunque sean auténticas medianías, serán celosamente protegidos por los partidos políticos. Y si de verdad  tienen ambición política, llegarán, cómo no, a engrosar el ya abundante elenco de incombustibles y perennes santones de la política. No olvidemos que en nuestros procesos electorales con cierta transcendencia, se utilizan siempre listas cerradas y bloqueadas, para que  los ciudadanos no puedan chafar a ninguno de los candidatos, ya que solamente se les permite optar por uno de los partidos que se presentan a las elecciones.

martes, 27 de mayo de 2014

¡TODOS A TOMAR CERVEZAS Y A VIVIR!

En una leyenda mitológica de la antigua Grecia, nos encontramos con las  extraordinarias hazañas de un gigante tan singular, que no encontraba competidores entre los demás héroes de su tiempo. Se llamaba Orión y destacaba precisamente por su fuerza y por su estatura. Había crecido tanto, que podía vadear el mar Egeo sin que las aguas le cubrieran más arriba de los hombros. Su intrepidez y su valentía no tenían límites cuando llevaba a cabo alguna misión difícil. Orión era, además, un cazador tan infatigable y tan famoso, que Diana, la diosa de la caza, lo eligió para formar parte de su séquito, distinguiéndole continuamente con sus favores y con su protección.

Pero además de todas estas virtudes, Orión tenía también sus defectos. Era muy fanfarrón y extremadamente vanidoso. Un día, al finalizar brillantemente una de sus cacerías, mientras sus amigos le colmaban de elogios, él se jactaba de sus extraordinarias gestas y proezas. Decía muy ufano que no había monstruo alguno, ni en la selva, ni en el monte y ni en el desierto, al que él no pudiera vencer con suma facilidad. Ni siquiera los tigres más furiosos, ni las panteras, ni los leones más fieros y poderosos le metían miedo alguno. Todas estas bravuconadas incomodaron seriamente a la Madre Tierra, porque pensaba que el Gigante Orión la estaba desafiando. Y decide castigar su irrespetuoso atrevimiento, enviándole un simple escorpión que le pica  causándole la muerte.

Los sindicatos de clase UGT y CC OO llevan años comportándose como el mítico Orión. Cada vez que sus responsables abren la boca es para vanagloriarse de sus actuaciones y para pregonar pública y desvergonzadamente que, sin ellos, los trabajadores serían auténticos esclavos de los poderosos, que estarían trabajando de sol a sol por un salario de miseria y sin opción alguna al más mínimo estado de bienestar social y material. Se presentan como los auténticos redentores de la clase trabajadora. Todo lo que tienen hoy día los que trabajan, se lo deben precisamente a la UGT y a CC OO.

Y al menos hoy,  la realidad es completamente diferente a como nos la pintan los que viven de esas siglas. En realidad, les preocupan muy poco los trabajadores. Más bien los utilizan como simple coartada y los pastorean interesadamente para mantener su privilegiado status actual y, por qué no, para mejorarlo si se presenta la ocasión. Y con todo descaro, dejan en la estacada a los parados. Como no aportan ningún beneficio, no quieren saber nada de los que se han quedado sin trabajo, y menos aún si ven que ya no tienen posibilidad  real alguna de conseguir un empleo.