domingo, 20 de diciembre de 2020

PEDRO SÁNCHEZ AL SERVICIO DE GEORGE SOROS

 


 Es preciso reconocer que, con el insaciable Pedro Sánchez, nunca sabes a qué carta quedarte. No en vano, estamos ante un mentiroso compulsivo y fanfarrón, que nunca cumple nada de lo que promete. Suele afirmar una cosa por la mañana, y después va y hace exactamente lo contrario por la tarde. Y aunque lo niegue, siempre corona la fiesta enrollándose con personas muy poco recomendables.

Se cansó de decir que coaligado con Pablo Iglesias, yo “sería un presidente del Gobierno  que no dormiría por la noche, junto con el 95% de los ciudadanos de este país, que tampoco se sentirían tranquilos”. Y ahondando aún más profundamente en el despropósito, añadió que no podía pactar con los populistas, porque “el final del populismo es la Venezuela de Chávez, la pobreza, las cartillas de racionamiento, la falta de democracia y, sobre todo, la desigualdad". Y a pesar de la solemnidad de sus alegaciones, selló el acuerdo de Gobierno con un largo abrazo con el líder de Podemos nada más conocer el resultado electoral.

También dijo reiteradamente, hasta en el Parlamento, que no iba a permitir que el Gobierno pudiera depender de partidos independentistas  que tratan de romper España. Y levantando la voz, agregó seguidamente: “lo he dicho en público y en privado. Y lo digo aquí para que conste en acta. Pasó algo muy parecido con los proetarras de Bildu. En abril de 2015 afirmó rotundamente ante las cámaras de Navarra TV que “con Bildu no vamos a pactar. Si quiere se lo repito cinco veces o 20. Con Bildu, se lo repito, no vamos a pactar”.

Pero Pedro Sánchez se dejó llevar por la necesidad y, enterrando el hacha de guerra, buscó decididamente el apoyo de comunistas e independentistas y, con el tiempo, tampoco haría ascos a los herederos de ETA. Por encima de todo, había que ganar el pulso a Mariano Rajoy con aquella moción de censura, para aterrizar en La Moncloa y, por qué no, para prolongar la estancia allí  el mayor tiempo posible.

Y si el doctor ‘cum fraude’ procuró hacerse, a nivel nacional, con el apoyo de todas esas fuerzas políticas que intentan acabar con la Unidad de España, ¿cómo no iba a buscar afanosamente el padrinazgo y la protección internacional de alguno de los nuevos amos del mundo? Y se puso en manos, ¡qué casualidad!, de George Soros que, según el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), está conspirando claramente contra España, para romperla y acabar de una vez por todas con la sociedad civil.

El multimillonario Soros, de origen judío, nació en Hungría en 1930 y, tanto él, como su familia, lograron sobrevivir a la persecución nazi, porque pudieron hacerse con documentos de identidad falsos. Emigró a Estados Unidos en 1956,  entrando inmediatamente en el mundo de las finanzas, se hizo famoso desde el primer momento por la agresividad de todos sus movimientos especulativos.

Y aunque han pasado ya muchos años desde entonces, el magnate Soros sigue manteniendo esa agresividad en todas sus inversiones. Y esto le ha convertido en uno de los reyes mundiales más importantes de la especulación, que busca abiertamente la desestabilización y el cambio político en unos cuantos países, entre los que está España.

A parte de otros muchos objetivos, que conducen inequívocamente al globalismo en Occidente, George Soros se ha propuesto fomentar la inmigración ilegal en el sur de Europa y promover el independentismo en Cataluña. Eso es, ni más ni menos, lo que busca con la financiación, aparentemente filantrópica, que presta a las ONG que trabajan en el Mediterráneo y a otras organizaciones de marcado  carácter separatista. Eso sin contar, que Soros también está detrás de Podemos.

Hay que reconocer que el magnate Soros tiene más tentáculos que un pulpo y, por lo tanto, puede intervenir simultáneamente en cualquier parte del mundo, a través de los distintos lobbies que maneja. Y en este momento, España es su lugar preferido para acelerar la llegada del Nuevo Orden Mundial, porque cuenta con la inestimable ayuda de uno de sus peones más dóciles, el presidente Pedro Sánchez.

Es sabido que, en 1997, el petulante Sánchez accedió al cargo de jefe de gabinete del Alto Comisionado de la ONU para Bosnia y Herzegovina, Carlos Westendorp Cabeza. Tenía, por lo tanto, que viajar frecuentemente a Nueva York con su jefe. Y esto le  valió para comenzar a tender puentes con el especulador George Soros. Comenzó a colaborar con una fundación del Partido Demócrata norteamericano, el Instituto Nacional Democrático (NDI), que estaba vinculado al magnate de las finanzas, a través de la Open Society Foundations.

La implicación de Pedro Sánchez con el NDI fue intensificándose cada vez más, llegando, incluso, a colaborar en sus misiones internacionales de carácter humanitario. No olvidemos que, en compañía de Madeleine Albright, que presidía esta organización, llegó a participar activamente como observador electoral  en  las elecciones que se celebraron en Marruecos en el año 2011 y en las de Jordania de 2013.

Y a pesar de ser un personaje tan soberbio y pagado de sí mismo, Sánchez siguió vinculado estrechamente al lobby demócrata que sigue sobreviviendo, cómo no, gracias a las generosas aportaciones de la Open Society Foundations de Soros. Eso indica, al menos, el viaje que realizó a Washington en septiembre de 2015, nada más ser elegido secretario general del PSOE, para presentar sus respetos a Madeleine Albright, que seguía siendo, la responsable directa del NDI. Y volvió  a Washington en la primera semana de noviembre de 2016, para apoyar la candidatura de Hillary Clinton a la Presidencia de Estados Unidos.

En junio de 2018, Pedro Sánchez llega por fin a La Moncloa, gracias, claro está, a una moción de censura. Y al ostentar el cargo de presidente de España, ya no necesitaba ni al NDI, ni a ningún otro intermediario, para relacionarse directamente con George Soros. El propio patriarca de las finanzas se ocupó de establecer hilo directo con el nuevo presidente, visitándole en secreto, a los pocos días de iniciar su mandato para concertar acuerdos sobre inmigración y sobre política internacional.

Está visto que el caprichoso Sánchez era el mejor compañero de viaje que podía encontrar George Soros para intervenir personalmente en nuestros asuntos patrios. Disponiendo de un socio así, tenía más de medio camino andado para salir con la suya y terminar implantando en España el dichoso globalismo.

Para facilitar aún más la cosa, Pedro Sánchez contaba con una representación parlamentaria extremadamente escasa. Para poder formar Gobierno, necesitaba contar con el apoyo expreso de los separatistas y de los proetarras de Bildu. Y completaba el cuadro, echándose en manos de un personaje tan poco recomendable como Pablo Iglesias, nombrándole vicepresidente del Gobierno, y dando un ministerio a su pareja sentimental, Irene Montero, aunque no contaba con la preparación precisa para desempeñar semejante cargo. Y ya se sabe, los  separatistas y el líder de Podemos, cuentan con la protección de George Soros.

Y como está totalmente decidido a seguir las directrices  del filántropo  millonario Soros, Pedro Sánchez comenzó su andadura como presidente del Gobierno, despreciando nuestras tradiciones seculares, bendiciendo a los independentistas y promoviendo leyes que atentan gravemente contra la lengua española. Y completa la faena, celebrando la llegada de inmigrantes ilegales, mofándose públicamente de la religión católica, mayoritaria en nuestro país y tratando de recuperar el viejo enfrentamiento entre los españoles, utilizando la consabida Memoria Histórica.

Hay que tener en cuenta que, para implantar el globalismo en el mundo, el especulador George Soros utiliza indiscriminadamente  el multiculturalismo, la ideología de género y el feminismo supremacista. Y todo esto, sin descuidar el ecologismo y, donde hay afición taurina, como en España,  el animalismo. De esta manera tan simple,  rompe la estructura de la sociedad actual, a la vez que acaba con la familia tradicional y extirpa la religión cristiana.   

Después, procura, eso sí, impulsar una nueva doctrina de ‘post familia’ que conlleva una nueva civilización, completamente opuesta a la que encontramos en las sociedades cristianas de Occidente. Y ante la evidencia de que el islam es el mejor aliado que podemos encontrar, para acabar de una vez con tantos años de cristianismo, se dedica a promocionar la llegada masiva de inmigrantes que proceden de tierras islámicas. Y no cabe duda, que esta es la mejor manera para romper la integridad de España, para terminar adueñándose de toda Europa.

Ni que decir tiene que abrir las puertas de par en par, para que entre en España la mayor cantidad posible de inmigrantes islámicos, resulta sumamente peligroso. Ya pasó una vez, cuando el gobernador de Tanger, Tariq ben Ziyad, conduciendo un ejército de árabes y bereberes del norte de África, convertidos al Islam, entró en la Península Ibérica por el estrecho de Gibraltar,  y se apoderó de casi toda España.

En aquella ocasión, es verdad, el ejército musulmán contó con la inestimable ayuda de los hijos de Witiza y de otros personajes, como el conde de Ceuta, Don Julián, que discrepaban lógicamente del método utilizado por Don Rodrigo para convertirse en rey de los visigodos. Al utilizar la violencia para acceder al trono, se produjo la secesión de una parte importante del reino. Y Olemundo y sus hermanos, pensando que así recuperarían, al menos, parte del reino de su padre Witiza,  unieron sus fuerzas con las de Tariq en la batalla de Guadalete, en la que muere Don Rodrigo.

Lo malo es que los invasores musulmanes se adueñaron prácticamente de España, y extendieron el al-Ándalus a casi toda la Península, incluido Portugal y parte del Reino Franco en Francia. Y la nobleza ibérica, si quiso conservar su estatus político y económico, tuvo que contemporizar con los invasores y aceptar su dominio. Y tuvimos que aguantarlos en España durante más de 700 interminables años. Fue en 1942, cuando los Reyes Católicos concluyeron La Reconquista, con la toma de Granada.

Al estar en manos de un charrán como Pedro Sánchez, que disfruta enormemente con la reata inacabable de pateras  y cayucos que llegan a nuestras costas, corremos seriamente el riesgo de volver a repetir la misma historia. El primer aviso nos lo da Abdelwahab Houzi, que es el imán de la principal mezquita de Lérida. Este imán, que viene a ser algo así como la reencarnación del propio Abderramán III, dice que ahora, los políticos catalanes se aprovechan de nuestros votos. Pero cuando seamos más, votaremos a los partidos islámicos y ganaremos alcaldías y comenzará a implantarse el Islam en España.

Tenemos que admitir lamentablemente que la irresponsabilidad del presidente Sánchez no tiene límites. Desde que llegó al Gobierno,  acata de una manera rastrera y servil las decisiones de George Soros. Y como si fuera un simple lacayo suyo, acepta íntegramente,  y sin discusión alguna,  la agenda establecida por este opulento inversor para el Gobierno del Mundo. En esa agenda, que la ONU ha llamado ‘agenda 2030’, encontramos todos los objetivos del globalismo  que impulsan los dirigentes del Nuevo Orden Mundial.

Y en esa agenda, aparecen detalladamente los dogmas mesiánicos, que pondrá fin a nuestras viejas tradiciones. Entre esos dogmas está el multiculturalismo, el animalismo, el cambio climático y, para que no falte nada, la ideología de género. Y como no podía ser de otra manera, el caudillo Pedro Sánchez elige al progre Pablo Iglesias para que promueva y obligue a cumplir fielmente la religión laica que se describe en esa agenda.

Para tener contento a George Soros, Pedro Sánchez es capaz de hacer cualquier cosa, incluido el ridículo. No le importa que, miembros destacados de su Gobierno desautoricen nuestra Constitución y ataquen  impunemente a la monarquía y a la democracia y menosprecien el Estado de derecho. Y se desvive, sin embargo, por implantar el proyecto de ingeniería social que ha diseñado el magnate de las finanzas.

Con la preocupación servil de cumplir a rajatabla hasta la última de las indicaciones del multimillonario Soros, el encopetado presidente Sánchez se olvida hasta de las obligaciones más elementales de cualquier gobernante responsable. Pierde el tiempo miserablemente, ocupándose de cosas accesorias e insustanciales y se olvida de los problemas reales que aquejan a los ciudadanos, como ocurre en este caso concreto con la pandemia generada por el coronavirus. Y para colmo de males, no hay nadie en el mundo que haya gestionado tan mal esa emergencia sanitaria, que nos está llevando a la ruina moral y económica.

Las estadísticas no pueden ser más contundentes. Los españoles estamos en todas ellas, en el primer puesto. En porcentajes, nadie tiene tantos contagiados, ni tantos muertos como nosotros. Y pasa exactamente lo mismo con el número de víctimas entre el personal sanitario. Ni a propósito, es posible hacerlo tan mal. Hasta Sancho Panza lo hubiera hecho mucho mejor, en su ínsula Barataria. Es normal, que los españoles protesten airadamente ahora y le exijan cuentas, cuando acabe su mandato.

Esperemos que los verdaderos responsables de tener al frente del Gobierno, en una situación tan pésima, al peor de los presidentes posibles, nos pidan humildemente perdón y repitan a Pedro Sánchez lo que Don Quijote dijo a Sancho Panza: “Dios te guíe, Sancho, y te gobierne en tu gobierno, y a mí me saque del escrúpulo que me queda que has de dar con toda la ínsula patas arriba, cosa que pudiera yo excusar con descubrir al duque quién eres, diciéndole que toda esa gordura y esa personilla que tienes no es otra cosa que un costal lleno de refranes y de malicias.”

 

Gijón, 18 de diciembre de 2020

 

José Luis Valladares Fernández

viernes, 11 de diciembre de 2020

SE ODIAN, PERO SE NECESITAN

 


 

Debemos reconocer, una vez más, que el sabio refranero español acierta por completo cuando dice que “Dios los cría, y ellos se juntan”. Es evidente que las personas que comparten genio y temperamento, tienden a unirse y a colaborar estrechamente entre sí. Y esa asociación es bastante más fuerte aún si, además, mantienen comportamientos censurables. No debe extrañarnos, por lo tanto, que se haya realizado ese tipo de asociación entre el pretencioso Pedro Sánchez y el esbirro Pablo Iglesias.

En este caso concreto, desconocemos quién es muñeco de quien. No sabemos si Iglesias es el monaguillo de Sánchez, o Sánchez el costalero de Iglesias, o si ambos mantienen el rol de dueños y señores que suelen aparentar. Sí sabemos, sin embargo, que estos dos personajes son tan extremadamente egoístas y presuntuosos, que es normal que no haya ni camaradería, ni sinceridad entre ellos. Y esto les lleva, cómo no, a engañarse y a odiarse el uno al otro de manera irrefutable. Y a pesar de esa enemistad y animadversión tan profunda, procuran ayudarse mutuamente, porque se necesitan para mantener, al menos,  su posición política actual.

De todos modos, las ayudas que se vienen prestando los líderes del PSOE y de Unidas Podemos, tienen un carácter meramente provisional y transitorio. La comedia, que vienen representando diariamente estos dos pájaros falaces de la izquierda política, acabará tan pronto como uno de ellos encuentre la ocasión propicia para liquidar definitivamente al otro. Y vete tú a saber cuál de ellos será el vencedor, porque los dos tienen el hacha de guerra preparada, para entrar a saco y sin contemplaciones, en ese duelo final.

Se da la circunstancia, que los 120 escaños parlamentarios, con que cuenta actualmente el  pseudo-doctor Pedro Sánchez, no garantizan un éxito indiscutible, en este tipo de contiendas políticas. De todos modos, estaría algo peor  el desvergonzado Pablo Iglesias, porque solamente cuenta con 35 diputados. Esto quiere decir, que ninguno de los dos contendientes dispone  de recursos suficientes para fagocitar al otro. El desenlace final vendrá determinado, creo yo, por las ayudas externas que cada uno de ellos pueda conseguir.

Con vistas a ese próximo enfrentamiento, que acabará con uno de ellos en la picota, hay que reconocer que mantienen el empate en arrogancia, en soberbia y hasta en maldad. Y en cuanto a apoyos  externos, quizás este mejor situado Pablo Iglesias, ya que tiene claramente de su lado a los filoetarras de Bildu y a toda la Esquerra Republicana de Cataluña, mientras que Sánchez, por ahora, solo tiene asegurado el respaldo del Partido Nacionalista Vasco.

Pero hay además otros factores que influyen decisivamente en el resultado de esa guerra a largo plazo, entre los dos líderes de este Gobierno de coalición. No olvidemos que Pedro Sánchez es capaz de cometer cualquier barbaridad para mantenerse en el poder. Y que, por el mero hecho de ser el presidente, ya tiene a su alcance, ahí es nada,  la posibilidad de nombrar y de cesar ministros. Y aún hay algo más, ya que suele presumir de tener asegurado nada menos que el control de la Fiscalía General del Estado. Y así es, mientras Dolores Delgado, su antigua ministra de Justicia, presida esa institución.

Es verdad que Pablo Iglesias es mejor estratega político que el presidente Sánchez. Y utilizando discretamente esta baza ha logrado ningunear a los demás ministros, para que el Gobierno sea algo exclusivo de los dos líderes de la coalición social-comunista. Y mientras dure esa situación anómala, Pedro Sánchez  seguirá comulgando con ruedas de molino y los demás ministros tendrán que conformarse con el papel de meros convidados de piedra.

Por supuesto que los miembros del Ejecutivo adscritos al PSOE vienen protestando regularmente contra el vicepresidente segundo, al que acusan de  deslealtad  por condicionar la gobernabilidad de España. Pero el presidente Sánchez sorprendentemente hace caso omiso de esas protestas y al final se hace, no sé si de buena o mala gana, lo que dice su principal pesadilla, que no es otro que Pablo Iglesias.

Para demostrar que esto es así, no tenemos nada más que acudir al borrador del decreto que creaba una comisión de 11 ministros para administrar los 140.000 millones de euros prometidos por Bruselas para paliar el desastre que ha causado la pandemia. Y como su nombre no aparecía en esa agrupación, el inquisidor Pablo Iglesias se quejó exasperadamente ante los medios de comunicación. Y en cuestión de muy pocos minutos, ¡qué casualidad!, se modificó ese borrador, para sustituir esa comisión interministerial por todo el Consejo de Ministros.

Tenemos que admitir que el dirigente bolivariano Pablo Iglesias ha tenido un influjo determinante  sobre un presidente de Gobierno tan desconcertante como Pedro Sánchez. Primero, le obligó a prescindir del apoyo de Ciudadanos y terminó imponiendo su particular punto de vista, en asuntos tan sumamente trascendentales como el llamado ingreso mínimo vital, los desahucios y el precio de los alquileres.

Y aunque alguno de sus ministros mostrara su indignación, el presidente Sánchez se vio obligado a aceptar,  como si fuera algo normal, el blanqueamiento de Bildu.  Y sin más complicaciones, por decisión de Pablo Iglesias, los proetarras de Bildu, juntamente  con los de ERC, terminaron consolidándose como “un bloque de legislatura y de dirección de Estado”.

Es de suponer que, si llega una oportunidad propicia, el presidente del Gobierno tratará de deshacerse de tan molesto e impertinente compañero de viaje. Y eso puede suceder precisamente, cuando estén operativos los Presupuestos Generales del Estado, o al final de la presente legislatura. Y eso sería, claro está, catastrófico para Podemos y para su líder. Para evitar semejante desastre, Iglesias tratará de podemizar al PSOE, empujándole más y más hacia la extrema izquierda.

Ni que decir tiene, que el diabólico Pablo Iglesias ya está haciendo todo lo que puede, para que a Podemos no le pase lo que al Partido de la Refundación Comunista de Italia que, por integrarse en el Gobierno del Partido Democrático de Romano Prodi, acabó siendo una fuerza política extraparlamentaria. Y no olvida, que algo parecido acaba de ocurrir recientemente en el Portugal con los comunistas y con el devaluado Bloco de Esquerda, por haber formado parte del Gobierno de Antonio Costa.

Y para sobrevivir personalmente y que su proyecto político no se desmorone como un castillo de naipes, el vicepresidente segundo está intentando sacar provecho de las carencias del presidente Sánchez. Tensará la cuerda todo lo que pueda, porque quiere debilitarle aún más, para que siga necesitándole para tener asegurada su continuidad en La Moncloa.

Es cierto que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se odian profundamente, pero se necesitan. Lo malo es que, mientras chocan entre sí y se dan codazos, España empeora a ojos vista, tanto en el plano sanitario, como en el político y, sobre todo, en el plano económico. Y como quien no quiere la cosa, se han cargado todas las instituciones públicas, llegando incluso a conculcar las leyes y hasta la misma Constitución, para atacar a sus adversarios políticos.

Es lamentable, pero estamos desgraciadamente en manos de unos personajes tan fatídicos y tan irresponsables como el presidente Sánchez y el insolente Pablo Iglesias. Actúan como si estuvieran por encima del bien y del mal y, sin embargo, no son nada más que unos impresentables y unos sinvergüenzas redomados, que están ocasionando un daño irreparable a España y a los españoles.

Teniendo al frente del Gobierno a una persona tan endiosada como Pedro Sánchez, es perfectamente normal que nos acordemos de los consejos magistrales que Don Quijote dio a Sancho antes de hacerse cargo del Gobierno de la ínsula Barataria. Éste fue el más importante y decisivo: “Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada. Y agregó: “Lo segundo, has de poner los ojos en quién eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey...”.

Sin la menor duda, los prohombres del  PSOE conocían sobradamente  al endiosado Pedro Sánchez. Sabían que era muy orgulloso y que estaba tan pagado de sí mismo, que no iba a escuchar a nadie. Y sin embargo, ¡qué le vamos a hacer!, le dejaron que iniciara libremente el asalto a La Moncloa, con lo que eso podía llegar a significar. Y ni siquiera se ocuparon en hacerle reflexionar, dándole  estos u otros consejos similares.

Y aunque lamentablemente no impidieron entonces que semejante elemento pusiera en peligro la estabilidad de España, esperamos, que recuperen ahora la cordura y dejen de una puñetera vez de hacerle la ola, para que tenga que irse a su casa y deje en paz a los españoles.

 Gijón, 7 de diciembre de 2020

 José Luis Valladares Fernández