jueves, 2 de julio de 2020

HABLEMOS CLARO


XII.- Los estragos de la incompetencia y la mala fe


Hay que reconocer que Pedro Sánchez, el iluso presidente  del Gobierno que padecemos, tiene el síndrome del  pavo real, y busca desesperadamente el respeto y la admiración de los que le rodean. La naturaleza, es verdad, fue bastante magnánima con él en el aspecto meramente físico, pero muy tacaña a la hora de dotarle de otras cualidades más importantes y necesarias. Y al ser tan vanidoso, es normal que recurra a la falsedad y al engaño para ocultar sus puntos débiles y sus múltiples y evidentes defectos y carencias.

Y como todos los personajes fuleros, necesita perentoriamente sentir los vítores y el aplauso de sus palmeros.  No es de extrañar, por lo tanto, que se deshaga en elogios de sus cacareadas cualidades y de sus supuestos logros, para despertar el interés y la admiración de los suyos. Y por supuesto para ser fuertemente envidiado por unos y por otros. Y para ver cumplidos sus deseos, recurre habitualmente, cómo no, a la mentira y a la manipulación, que es lo único que sabe hacer muy bien, porque lo viene practicando desde su más tierna infancia.

Y no podemos esperar que, con un mentiroso compulsivo como Pedro Sánchez en la Presidencia del Gobierno, se solucionen nuestros problemas económicos y podamos recuperar nuevamente nuestro pasado Estado de Bienestar. Hay que tener en cuenta que lleva siempre puesta la máscara o el disfraz del superdotado, del que todo lo sabe, y no es nada más que un simple neófito sin desbastar. Tampoco podemos esperar nada de sus ministros, ya que, en líneas generales, están cortados por el mismo patrón que su presidente.

Es verdad que, entre los ministros actuales, no hay nadie que destaque por su ingenio y por su valía. Y es lógico que así sea, ya que el presidente Sánchez es tan orgulloso y autosuficiente, que no tolera en su equipo, a nadie que sobresalga, que le pueda hacer sombra y le robe los aplausos. Prefiere rodearse de medianías, que sean conscientes de sus limitaciones, que acaten sumisamente las indicaciones del jefe y que sepan disculpar sus equivocaciones. Tienen que ser maestros, eso sí, en el manejo de la mentira y el engaño, para que le ayuden a embaucar de manera aparentemente amistosa a la sociedad.

Es indudable, que Pedro Sánchez ha perdido el contacto con la realidad. Pero va siempre de sobrado por la vida y, como hacen todos los aventureros políticos, consigue sus propósitos jugando con las cartas  marcadas  y recurriendo constantemente  a los embrollos y a los enjuagues más variados. Y aunque parezca extraño, casi siempre sale airoso. Así fue como se hizo con las riendas de un partido político histórico  tan importante como el PSOE. El proceso seguido fue muy sencillo. Para manejar el partido a su antojo, lo desguaza y, cuando ya no había focos de resistencia, lo puso sin más al servicio exclusivo de su poder personal.