lunes, 24 de junio de 2013

7.-Vuelven los brotes verdes

Faltan solamente seis meses para llegar al ecuador de la legislatura, y Mariano Rajoy no se atreve a gobernar utilizando el programa electoral con el que concurrió a las elecciones y que fue sancionado abrumadoramente por los ciudadanos. Y mientras tanto, siguen pintando bastos para la economía española y sin perspectiva alguna de salir de semejante atolladero. Está empeñado en solucionar el problema con subidas generalizadas de impuestos y aplicando indiscriminadamente todo tipo de recortes sociales y económicos, que es la política que inició José Luis Rodríguez Zapatero en mayo de 2010.

Y para desgracia nuestra, Rajoy se muestra orgulloso de su manera de actuar. Aunque de un modo muy poco convincente, nos vende optimismo a manos llenas y nos pide insistentemente que tengamos paciencia y que confiemos ciegamente en su política, si es que queremos solucionar tan complicada situación económica. Dice, eso sí, que “lo importante ahora es no perder el rumbo ni bajar la intensidad del cambio”.

Su nuevo plan de reformas, según confiesa, hará el resto para “dejar atrás la recesión económica y darle a la sociedad española fundados motivos para recuperar la esperanza". Y agrega muy ufano que ya "estamos en el umbral de revertir nuestra situación". Es su manera jactanciosa de imitar a Elena Salgado, ministra de Economía y Hacienda del anterior Gobierno, anunciando como ella, faltaría más, la aparición de “brotes verdes”. Mariano Rajoy insiste, cómo no, en que hay que seguir reduciendo el déficit público, que los esfuerzos que ya hemos hecho no son suficientes y que, por lo tanto, tendremos que aceptar nuevos sacrificios.

Entre los principales deberes que nos ha impuesto Bruselas, está  la reducción del déficit, algo estrictamente necesario para conseguir, en un futuro próximo, la estabilidad de nuestras cuentas públicas. Estas exigencias comunitarias obligan al Gobierno a corregir satisfactoriamente los desequilibrios económicos que padecemos desde hace tanto tiempo, pero no le dicen cómo. Le pueden indicar, es cierto, algunas pautas, pero tiene la suficiente autonomía para tomar las decisiones que estime más oportunas. Y el Gobierno de Rajoy ha optado por lo más fácil, aunque la menos efectiva y la más traumática: recortes indiscriminados a los trabajadores públicos y una subida exagerada de los impuestos.

Los Gobiernos suelen despacharse frecuentemente con la falacia envenenada de que pagamos menos impuestos que nadie. Y esto, hasta mayo de 2010, no era nada más que una verdad a medias. Hasta esa fecha, los porcentajes impositivos que soportábamos en España eran sensiblemente inferiores a los de la Unión Europea. Pero el esfuerzo fiscal que soportábamos  con anterioridad a esa fecha, superaba con creces a la media de los ciudadanos de los países comunitarios. Nuestro esfuerzo fiscal, era notablemente más alto que en Alemania, en Inglaterra y en los países escandinavos. Y es que nuestro poder adquisitivo era muy inferior al de los países mencionados.

viernes, 14 de junio de 2013

6.-Sin consumo no hay recuperación

Cuando José Luis Rodríguez Zapatero revalidó su triunfo en las elecciones de 2008, una buena parte de la sociedad española estaba plenamente convencida de que había traspasado la puerta,  donde, según Dante,  había un letrero que rezaba así: “¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!”. Empezó aquí una legislatura que parecía interminable, en la que Zapatero, emulando al mítico Dédalo, se dedicó preferentemente a construir su laberinto particular. Y condenó a toda la clase media a vagar perdida por sus innumerables pasillos sin más alternativas que ser devorada por el Minotauro de la crisis económica.

Con la convocatoria de elecciones generales para el 20 de noviembre de 2011, renació nuevamente la esperanza y los ciudadanos se volcaron sin reservas con Mariano Rajoy, creyendo que habían encontrado por fin al Teseo que necesitaban para que se enfrentara y venciera definitivamente a la bestia de la crisis. Todos pensábamos que utilizaría el ovillo de hilo proporcionado por Ariadna para sacarnos de tan terrible laberinto, eliminando gastos absurdos y no imponiendo nuevas cargas fiscales, ni recortes, a quienes ya no daban más de sí.

Pero la euforia duró muy poco. Unos días después de que el nuevo Gobierno se hiciera cargo de la situación, los acuerdos adoptados en el Consejo de Ministros del 30 de diciembre de 2011, sumieron en la desesperanza y en el desánimo a la mayor parte del electorado. Mariano Rajoy había prometido reiteradamente bajar los impuestos y aplicar el programa que tan buenos resultados dio con José María Aznar. Pero nada más acceder a la Presidencia del Gobierno, cambió inesperadamente de planes, aparcó su propio programa y asumió la política de recortes y subida de impuestos iniciada en mayo de 2010 por Zapatero.

Además de otras muchas medidas, congela el sueldo de los funcionarios e incrementa el horario laboral de los mismos, que pasa de 35 a  37,5 horas semanales. Se crea igualmente un gravamen complementario destinado, al parecer, a la reducción del déficit público. Este inesperado incremento del IRPF fue calificado de temporal, ya que, en principio, se iba a aplicar solamente en los ejercicios de 2012 y 2013. Hoy sabemos que se mantendrá también durante todo el año 2014. Los porcentajes aplicables van del 0,75% para las rentas más bajas, hasta el 7% para las más altas.

jueves, 6 de junio de 2013

5.-La deuda pública asfixia nuestra economía

Sin lugar a dudas, José Luis Rodríguez Zapatero llevó a España al borde de la quiebra económica. Fue un manirroto irresponsable, que dilapidó hasta el dinero que no teníamos.  Menos mal que hoy, afortunadamente, ya no es nada más que una sombra, todo lo siniestra que se quiera, pero una sombra. Podemos acusarle de lo que pasó y de lo mucho que está pasando. Pero sería ilógico acusarle en solitario de lo que puede pasar de aquí en adelante. La responsabilidad de lo que pueda acontecer a partir de ahora corresponde principalmente a Mariano Rajoy y a su Gobierno.

Es cierto que fue Zapatero el que, con su nefasta y desdichada gestión, destruyó  nuestra economía, colocándola irremediablemente al borde de la quiebra. La situación llegó a ser tan complicada e insostenible, que no tuvo más remedio que acortar en unos meses la inacabable legislatura y convocar nuevas elecciones para el 20 de noviembre. En estos comicios, Alfredo Pérez Rubalcaba sustituyó al ya más que amortizado Rodríguez Zapatero, para disputar a Mariano Rajoy la Presidencia del Gobierno.

Los resultados obtenidos por ambos contendientes confirmaron ampliamente lo que auguraban todas las encuestas de aquella época. Los ciudadanos optaron abrumadoramente por Mariano Rajoy, dejando a Rubalcaba en una situación harto complicada. El candidato del Partido popular, que era Rajoy, consiguió casi 11 millones de votos, logrando 186 diputados, tres más que José María Aznar en el año 2000, mientras que Rubalcaba, que representaba al PSOE, tuvo que conformarse con 110 diputados y casi cuatro millones de votos menos que el Partido popular.

Y es que los electores no olvidaron que Rubalcaba había sido vicepresidente primero del Gobierno socialista y estaban convencidos de que era tan responsable como el mismo Zapatero del catastrófico hundimiento de nuestra economía. Intuían, además, que se trataba de un personaje demasiado visto, perteneciente a otra época e incapaz ya hasta de conspirar en la sombra. Mariano Rajoy, en cambio, se presentaba a las elecciones con un  programa ilusionante, sobradamente contrastado, y que dio tan magníficos resultados cuando fue aplicado por José María Aznar en su etapa como presidente del Gobierno español. Y es normal que los ciudadanos, tras el fracaso rotundo del zapaterismo, apostaran masivamente por Rajoy y por el Partido Popular.

Pero Mariano Rajoy fue incapaz de mantener intacto el entusiasmo y la ilusión inicial de su electorado. Le faltó tiempo para archivar su propio programa electoral, para continuar inesperadamente con la política de recortes y subidas de impuestos, iniciada por Zapatero en mayo de 2010. Siete días después de asumir el cargo, en el Consejo de Ministros del 30 de diciembre de 2011, el Gobierno de Rajoy nos sorprende a todos, al hacer exactamente lo contrario de lo que se nos había prometido. Tanto el presidente como los demás miembros del Gobierno dijeron infinidad de veces que, si ganaban las elecciones, bajarían los impuestos y, ese día, se apresuran a hacer  todo lo contrario.