miércoles, 29 de septiembre de 2010

¡VAYA TROPA...!

Hay unas normas éticas y morales, universalmente reconocidas por la sociedad, que nos señalan con exactitud entre qué márgenes podemos movernos para actuar de acuerdo con ellas. Para los socialistas, en cambio, imbuidos de un relativismo moral exagerado, dichos márgenes son demasiado estrictos y cuentan siempre con bula para actuar a su aire, sin preocuparse de si es bueno o malo. Para ellos no hay norma que valga, ni conciencia y se deciden siempre por aquellos actos que les reporten algún beneficio personal. Si interesa mentir, se miente descaradamente. Y en esto de mentir, son auténticos maestros José Luis Rodríguez Zapatero y su mentor favorito Alfredo Pérez Rubalcaba. Si alguna vez dicen una verdad es porque se equivocan o porque las circunstancias les han cogido desprevenidos.
El Estado de Derecho nace como oposición al Estado absolutista entre el siglo XVIII y XIX, pero tiene muy poco valor para esta progresía moderna y, no le demos vueltas, si hay intereses personales o de partido de por medio, no tienen inconveniente en coger el primer atajo que se presente. Como los reyes absolutistas, no quieren contrapoderes que limiten su autonomía en el ejercicio cotidiano del poder. Para ellos no hay razón de partido que, si interesa, no pueda convertirse convenientemente en razón de Estado. Sin necesidad de ir más allá de la fecha en que se produjo la transición democrática, encontramos casos sangrantes que avalan esta afirmación.
Es en el año 1982, y por primera vez desde la instauración de la democracia, cuando el PSOE gana las elecciones y es investido presidente del Gobierno Felipe González. Apenas un año después de hacerse con las riendas del Gobierno, buscan la forma de acabar con el grupo terrorista de ETA de la manera más rápida posible. De ahí que se olviden voluntariamente del Estado de Derecho y procedan sin más a organizar lo que conocemos como Grupos Antiterroristas de Liberación o GAL y los dedican a practicar la guerra sucia o el terrorismo de Estado. Estos grupos comenzaron su andadura delictiva en 1983, con el secuestro y posterior asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala y, poco tiempo después, el sonado secuestro de Segundo Marey. A estos grupos parapoliciales se les imputan nada menos que 23 asesinatos. Aunque principalmente actuaron en el País Vasco francés, también realizaron secuestros, torturas y algún que otro delito económico dentro de suelo español.
En el año 2004, después de dos legislaturas del Partido Popular, y como consecuencia de la masacre del 11 de marzo, llega al poder otra vez el PSOE, asumiendo José Luis Rodríguez Zapatero la presidencia del Gobierno. No tardó mucho Zapatero en convertir en papel mojado el pacto antiterrorista, firmado durante el mandato de José María Aznar. No se si hubo algún tipo de ayuda por parte de ETA, para llevar a Zapatero a La Moncloa. Hay motivos más que razonables para pensar que pudo haber algún tipo de colaboración, ya que el comportamiento posterior del nuevo presidente del Gobierno y el tejemaneje de las pruebas policiales sobre el atentado del 11M, ocultando algunas y adulterando otras, facilitan claramente la sospecha.
Desde el mismo momento en que el nuevo Gobierno asumió el poder, comenzaron las negadas negociaciones con la banda terrorista en busca de una paz imposible. Ahí está el llamativo caso de Iñaki de Juana Chaos, condenado a casi 3000 años de cárcel por su participación en 25 asesinatos, al que excarcelaron después de haber cumplido solamente 18 años de esa condena. Y, como no, tenemos también el chivatazo a ETA, en el Bar Faisán de Irún, dando al traste con una muy buena y larga investigación policial que hubiera supuesto el desmantelamiento total de la red de extorsión de la banda y de sus fuentes de financiación. Ultimados todos los detalles de esa investigación policial, el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Grande-Marlaska, ordena a la policía que intervenga el 4 de mayo de 2006 para coger in fraganti a los implicados en la entrega de una importante cantidad de dinero, que se iba a producir ese día en el Bar Faisán.
El chivatazo llegó a tiempo para desbaratar la pertinente providencia judicial. Este chivatazo, por lo que hemos visto a través del documental emitido por Intereconomía TV el pasado 18 de septiembre, tuvo una clara y evidente motivación política. Hay algunos que quieren hacernos ver que, con ese oportuno aviso a ETA, se intentaba exclusivamente salvar el proceso de paz ya iniciado con la banda. Hoy día, según se desprende del citado documental de Intereconomía TV, sabemos que con el chivatazo se trató al menos de salvar al Partido Nacionalista Vasco, ya que uno de sus dirigentes, Gorka Aguirre, formaba parte del entramado de extorsión de ETA. Y puede, además, darse el caso que en el trasfondo de tan chocante actuación de ese grupo policial, tan próximo a Rubalcaba, se oculte alguna otra cuestión de más hondo calado. Con Telesforo Rubio, con Víctor García Hidalgo, con Antonio Camacho y con Pérez Rubalcaba a la cabeza, todo es posible, porque ¡vaya tropa que se perdió!

Gijón 27 de septiembre de 2010

José Luis Valladares Fernández

viernes, 24 de septiembre de 2010

ZAPATERO A LO SUYO

Está visto que Rodríguez Zapatero, a coro con sus esbirros, se burla de los que en realidad somos los auténticos paganos de la crisis económica y, con la mayor impunidad del mundo, comete desvergonzadamente impensables tropelías y toda clase de irregularidades. La constatación de semejante hecho nos lleva a sentirnos sicológicamente como Antoine Roquentin, aquel personaje central de la primera novela filosófica de Jean Paul Sartre, que sentía un profundo asco a todo lo que le rodeaba, cayendo en la conocida “Nausea” existencialista. Roquentin llegó a este estado emocional tan peculiar, al comprobar que el existir que se esconde detrás del “es”, en realidad es “nada”.
El comportamiento irresponsable y hasta cierto punto mafioso de la progresía que nos gobierna, despierta en nosotros, si no la Nausea tal como la entiende Sartre, sí una profunda nausea y cierta sensación de angustia, al sentirnos impotentes para frenar el enorme descalabro a donde nos lleva irremediablemente la ineptitud de un presidente a todas luces incompetente. Nuestra capacidad de asombro ya no da más de sí. Tenemos la escalofriante sensación de vivir en un mundo irreal y sin sentido donde, si algo destaca, es la banalidad hipócrita y la osadía interesada de quien nos gobierna. Está en juego hasta la propia dignidad personal de las clases medias. Se nos toma por tontos, o como mucho como inmaduros, por lo que necesitamos inevitablemente estar, de manera constante, vigilados y tutelados por el Gobierno.
La manera que tiene José Luis Rodríguez Zapatero de enfrentarse a la crisis económica recuerda al emperador romano Cayo Julio César Augusto Germánico, más conocido por el sobrenombre de Calígula (Botitas) porque, cuando era niño, disfrutaba calzándose las ‘caligas’ que utilizaban los legionarios. Cuando asumió Calígula la corona imperial, Roma disfrutaba de una prosperidad envidiable. Pero poco a poco, y como consecuencia de los errores del joven emperador, esta situación de privilegio derivó en una terrible crisis económica, llevando el hambre a grandes capas de la sociedad romana. Para remediar esta preocupante situación, Calígula ideó una amplia serie de reformas que, lejos de solucionar el problema, lo agrava aún más al vaciar por completo el tesoro público. Es cuando el emperador, acuciado por las deudas, se ve obligado a pedir dinero a la clase más humilde de la sociedad romana, los plebeyos, para tratar de restablecer las finanzas imperiales.
Zapatero está ahora precisamente en la fase de pedir dinero a quien menos tiene y menos puede. Como si fuera un personaje ejemplar, nos habla de austeridad, nos aconseja paternalmente que moderemos nuestros gastos y que nos apretemos, aún más, el cinturón, para así colaborar en la reducción del déficit público. En realidad, más que un consejo, se trata de una imposición descarada, ya que, además de subirnos los impuestos, mete directamente la mano en los sueldos de los empleados públicos y en las pensiones. Trata de disimular, eso sí, acudiendo al tópico recurso ya muy viejo de subidas inminentes de impuestos a unos ricos que nunca aparecen y que, al final, resultan siempre ser los mismos, los de las sufridas clases medias.
No necesitan, sin embargo, apretarse el cinturón ni los dirigentes de los sindicatos de clase (yo diría verticales), ni los propios liberados, ni los del sindicato de la ceja, ni los titiriteros y afines, y ni prácticamente ninguno de los palmeros del Gobierno. Estaremos en crisis, habrá millones de parados, nos marearán incluso hablándonos de austeridad, pero las subvenciones seguirán ahí, para que a toda esa tropa de habituales del pesebre institucional no les falte de nada. No hay más que echar una ojeada al Boletín Oficial del Estado para descubrir nuevas remesas de subvenciones a costa del erario público. Parece ser que éste es el pan nuestro de cada día.
En el BOE del pasado día 8 de septiembre vemos que se aprueba una nueva remesa de ayudas para los amigos del cine. Son once millones de euros, ahí es nada, que la ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, destina al mundo del cine, repartido en cuatro remesas. La primera de las partidas importa 4.973.600 euros y va destinada a la "distribución de películas de largometraje y conjuntos de cortometrajes españoles, comunitarios e iberoamericanos durante el año 2010". La segunda de las remesas consta de 3.500.000 euros, destinados a la "producción de películas y documentales para televisión sobre proyecto, correspondiente a la primera convocatoria del año 2010".
La tercera de las partidas de dinero público, con un montante de 2,3 millones de euros, se utilizan para la "producción de series de animación". La última de las partidas que se llevan los amigos de González Sinde asciende a 800.000 euros, para se empleados en la "la realización de obras audiovisuales con empleo de nuevas tecnologías". Llama la atención que estos 11 millones de euros, no solamente se reparten entre los medios cinematográficos españoles. También llevan su tajada varios filmes extranjeros, provenientes de Sudamérica, Alemania e Israel, entre otros, sin que queden muy claros los criterios de selección de los agraciados.
Hacía muy pocos días que el Gobierno de Zapatero, a través del ministro de Exteriores, el inefable Miguel Ángel Moratinos, regala a la Asamblea de Cooperación por la Paz, la nada despreciable cifra de 24 millones de euros para unos proyectos que, según dice la citada ONG, está desarrollando en Mauritania, Haití, El Salvador, África Occidental y Palestina. Con este dinero, esta Asamblea de Cooperación por la Paz, que se define a sí misma como “progresista”, tratará de romper la “brecha de la desigualdad” y de mejorar la “salud sexual y reproductiva” de un buen número de personas.
Esta importante partida de dinero se distribuiría de la siguiente manera: 7,2 millones de euros para “mejorar la salud de las poblaciones, en especial aquellas en mayor situación de pobreza, y reducción de la discriminación y la brecha de la desigualdad de las mujeres en África Occidental”. Para El Salvador se irían 4,3 millones, presuntamente destinados a mejorar “las condiciones de prevención, atención, diagnóstico y tratamiento en materia de salud sexual y reproductiva, y habitabilidad básica, con especial énfasis en jóvenes y mujeres”. Para luchar contra el hambre en Haití, se utilizarían 4 millones de euros, y otros 5 millones para mejorar la educación y el “tejido social” de Mauritania. Y como no podía ser menos, otros 3,5 millones se destinan para conseguir una “mejora de las condiciones socioeconómicas, medioambientales y de acceso a agua de la población rural palestina".
El pueblo palestino, por lo que parece, ha sido siempre la debilidad de Rodríguez Zapatero, tanto si prevalece el grupo de Hamas como si la voz cantante la lleva Al Fatah. En los cuatro últimos años, el dinero destinado a Palestina llega casi a los 200 millones de euros con los más variados tipos de disculpas. Últimamente los palestinos han recibido de Zapatero, a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo otros 284.620 euros para realizar actos de desobediencia civil en Palestina e impulsar iniciativas como la ya famosa flotilla de Hamás en Gaza.
Estos datos, copiados de dos Boletines Oficiales del Estado de los días 3 y 8 del actual mes de septiembre, son un ejemplo claro de lo que está ocurriendo continuamente desde que Zapatero llegó a La Moncloa. Y el ejemplo se repite un mes y otro también. Y es que en realidad Zapatero no sabe hacer otra cosa. Se divierte tirando de chequera para repartir alegremente, entre unos y otros, el dinero de los sufridos españoles. Y como en la caja pública ya no quedan ni telarañas, se nos exigen auténticos sacrificios económicos para reducir ese déficit agobiante, que no nos deja levantar cabeza. Y ni Zapatero, ni ninguno de los miembros del Gobierno, tienen autoridad moral para exigirnos nuevos sacrificios, ya que no hacen más que malgastar obscenamente el dinero de los españoles, y lo despilfarran hasta en las cosas más peregrinas, entre otras cosas construyendo pajareras con el dichoso Plan E..
Y como el dinero que entra por un lado no da para los dispendios faraónicos que realiza habitualmente, después de haber subido primero el IRPF y después el IVA, tiene la desvergüenza de saquear a los que vivimos estrechamente de una nómina o de una pensión. Por si fuera esto poco, además de la desorbitada subida del recibo de luz en un 4,8% de media, según nos avisan de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS), es muy posible que para 2011 nos sorprendan con una nueva subida de un punto en todos los tramos del IRPF. Y Zapatero a gastar, que es lo suyo.

Gijón, 22 de septiembre de 2010

José Luis Valladares Fernández

martes, 21 de septiembre de 2010

LOS DINEROS DE LA SANIDAD PÚBLICA

Desde hace tiempo, los responsables autonómicos de la Sanidad tratan de crear un ambiente propicio para, al menos, introducir el denominado copago sanitario. Se aprovecha cualquier circunstancia, utilizando todos los medios de comunicación, para pregonar continuamente las dificultades económicas que soporta el Servicio Público de Salud. Al ritmo que actualmente crecen los gastos, de manera especial el capítulo de prestaciones farmacéuticas, dicen que en muy pocos años se producirá indefectiblemente la quiebra de la Seguridad Social.
No podemos negar la evidencia, ya que las dificultades económicas por las que atraviesa nuestro sistema público de salud son claramente manifiestas. Es normal que el gasto farmacéutico crezca por encima de lo habitual. La mejora sustancial de las condiciones de vida, combinadas con una buena actuación de la Sanidad Española, han dado lugar a un aumento notable de la esperanza de vida entre los españoles, hasta límites desconocidos hasta ahora. Esto da lugar a un aumento constante de usuarios que precisan atenciones médicas y muchos de ellos, cómo no, un buen número de recetas.
Pero este hecho, por otra parte plenamente constatable, no autoriza a que, desde los distintos Gobiernos autonómicos, como hizo en Asturias Ana Rosa Migoya, se pida sin pudor a los médicos que limiten las pruebas diagnósticas y disminuyan, lo más posible, la prescripción de recetas. Se supone que el médico es lo suficientemente responsable y, en consecuencia, las pruebas que pida serán necesarias para el diagnóstico correcto de la enfermedad del paciente. Y me imagino que, del mismo modo, las recetas se ajustarán a las necesidades demandadas por la situación transitoria del enfermo. Tampoco sería racional que, para ahorrar unos pocos euros, se recorten algunos de los servicios habitualmente prestados por la Sanidad Pública.
La introducción del copago sanitario, al menos para los jubilados antiguos que adquirieron el derecho a esa cuestionada gratuidad a lo largo de una dilatada vida laboral y pagando amplias cotizaciones para ese fin, no solucionaría definitivamente el problema, lo diferiría en el tiempo. El problema económico no proviene de unas cuantas recetas gratuitas que precisan los pensionistas. El problema tiene otras raíces más profundas que no están ocasionadas por los médicos y, mucho menos, por los que han tenido la desgracia de enfermar. El problema viene del mal uso que suelen hacer los responsables políticos de los recursos disponibles que debieran ir destinados exclusivamente para financiar los servicios públicos sanitarios.
Son muchos los chiringuitos habilitados dentro de la sanidad española para pagar complicidades y dar cobijo a un buen número de amigotes, acostumbrados a vivir exclusivamente de la mamandurria y del cuento. Se trata, ni más ni menos, de una especie de PER sanitario con un coste muy elevado que pagamos todos los usuarios de la Sanidad Pública. Son muchos los cargos, carentes de contenido real, que están viviendo a costa de los presupuestos de la sanidad pública. Pero aún hay más. La Seguridad Social corre con todos los gastos originados por los inmigrantes ilegales y otros muchos extranjeros que, sin cotización alguna, acuden masivamente a sus Centros de Salud.
Hay otros sumideros, prácticamente incontrolados, por donde se van importantes cantidades de dinero del presupuesto de la Sanidad Pública. En Asturias, por ejemplo, se han inventado las famosas peonadas y la discutida prolongación de jornada. Se trata de una nueva modalidad de trabajo, evidentemente poco práctica y que, en cambio, resulta demasiado cara si atendemos a los resultados que se obtienen. Un notable despilfarro más de medios económicos en algo que no cumple con los fines teóricos previstos cuando se puso en marcha. Las peonadas, e incluso la prolongación de jornada, serían muy útiles si sirvieran para reducir las escandalosas listas de espera de la sanidad. Todos lo esperábamos, pero hemos sido ampliamente defraudados ya que las listas de espera siguen ahí, aumentando desgraciadamente.
Tanto las peonadas como la prolongación de jornada se prestan al chanchullo, a la picaresca personal y a las componendas interesadas para mejorar el salario sin que, por ello, mejoren sustancialmente las prestaciones asistenciales. Todos sabemos que hay servicios sanitarios que se realizan por la mañana y que figuran posteriormente como hechos en horario de tarde o que, incluso, se disminuya intencionadamente la actividad ordinaria de la mañana para transferir algún que otro caso para la tarde y así justificar la peonada. Los responsables políticos no hacen nada para vigilar y exigir el estricto cumplimiento de sus obligaciones a quienes disfrutan de ese horario extra, que indudablemente sirve para mejorar las percepciones salariales.
Para que no peligre la viabilidad del sistema sanitario que, en líneas generales, ha sido eficiente y muy útil para los usuarios de la Seguridad Social, hace falta una gestión escrupulosa de los recursos sanitarios. Y si es preciso, dejar a un lado ideologías trasnochadas y utilizar más frecuentemente los servicios que ofrece la sanidad concertada, que es hasta tres veces más barata que la pública, como refleja El Comercio de Gijón del pasado día 2 de agosto.

Barrillos de Las Arrimadas, 10 de septiembre de 2010

José Luis Valladares Fernández

viernes, 17 de septiembre de 2010

LAS SUBVENCIONES A DEBATE

Nadie como José Luis Rodríguez Zapatero ha abusado reiteradamente de las subvenciones. Tal es así que en las arcas públicas, antes de terminar la primera legislatura, ya no quedaban ni telarañas. Y para seguir repartiendo ayudas, abusó de manera irresponsable de la confianza de todos los españoles, endeudándonos bastante más allá de lo razonable, hipotecando peligrosamente nuestro futuro y el de las generaciones venideras. Más aún: la necesidad de obtener dinero fresco para continuar con sus prebendas, le llevó a decretar una inoportuna subida lineal de impuestos que perjudica indudablemente a los sectores más débiles de la sociedad y que, sin lugar a dudas, agravará de manera considerable nuestra crisis económica.
En circunstancias normales, este tipo de subvenciones, se utiliza para proteger y promover ciertas actividades que, desarrolladas por personas particulares o por determinadas organizaciones, van orientadas claramente a satisfacer necesidades públicas ineludibles. Persiguen con carácter prioritario fines siempre de interés general. Desde la llegada de Rodríguez Zapatero a La Moncloa, el acto administrativo de concesión de ayudas se vuelve mucho más prosaico y, en vez de la solución de un problema general, se ocupa de satisfacer las apetencias desmedidas de los perceptores a cambio de futuras contrapartidas.
La mayor parte de las subvenciones que otorga el Gobierno que preside Rodríguez Zapatero, van a parar a manos de los amigotes de siempre o de aquellas personas de las que espera recibir algún que otro favor, sea éste político o personal. Es una manera muy peculiar de comprar votos, apoyos inconfesables y, como no, condicionar, torcer y pervertir muchas voluntades. Una prueba palpable la tenemos en los titiriteros y en los sindicatos de clase. Estos sindicalistas han pasado decididamente del puño cerrado a la mano extendida. Otro grueso importante de estas subvenciones se las llevan las diversas organizaciones afines, alguna de las cuales fue creada expresamente para beneficiarse, sin escrúpulo alguno, de la prodigalidad del jefe del Ejecutivo.
Está claro que estas organizaciones, beneficiadas continuamente con dineros públicos, más que ONGs, debieran llamarse OMGs, ya que, más que organizaciones no gubernamentales, se trata evidentemente de organizaciones muy gubernamentalizadas. La picaresca en muchos de estos casos llega hasta el increíble extremo de conceder subvenciones para realizar actividades puramente ficticias. Se trata simplemente de premiar adhesiones, comprar silencios y futuras fidelidades. Zapatero pasa olímpicamente de las realizaciones y hasta del talento y de la excelencia. Busca de manera incansable la sumisión a las consignas y la genuflexión a su persona. Y la concesión poco ortodoxa de subvenciones es, sin lugar a dudas, un buen método para lograr esa sumisión.
Casi todas las subvenciones son improcedentes, hasta las que se conceden para el desarrollo de diversas actividades industriales o agrícolas. Además, porque se prestan de manera indudable a la picaresca y al chanchullo. Todos hemos visto plantaciones enteras de girasoles, que apenas han nacido porque se sembraron de manera inadecuada, sin preparar la tierra y sin abono, ya que nunca hubo intención de cosecharlos. Con la siembra de estas semillas o de cualquier otro producto agrícola se perseguía exclusivamente el cobro de las subvenciones. De ahí que sobrara todo tipo de dedicación extra, necesaria por otra parte para obtener una buena cosecha.
Tampoco gozan de buena prensa las subvenciones que se dedican a cualquier tipo de actividad industrial, como puede se la producción eléctrica a través de las energías renovables. Es dinero que se destina prioritariamente a actividades que en absoluto son rentables y cuyo único aliciente es la obtención de semejante ayuda. De este modo se promociona la dedicación a cosas muy poco productivas, en detrimento de aquellas otras que generan riqueza. Esto naturalmente acentúa la crisis económica que padecemos, ya que menoscaba nuestra ya baja competitividad. Estas ayudas o subvenciones tienen además otra dimensión nefasta. Quienes las reciben ejercen una competencia desleal, y hasta obscena, con aquellos que se dedican a los mismos menesteres, utilizando exclusivamente sus propios medios. Estos, al no estar en la órbita del Gobierno, se ven obligados a luchar en inferioridad de condiciones para mantener su propio medio de vida.
Y no digamos nada de las subvenciones destinadas a los trabajadores del campo en Andalucía y en Extremadura. Me refiero al Plan de Empleo Rural (PER). Se trata de una concesión de ayudas tremendamente inmorales, discriminatorias con otras regiones de España, y que desincentivan de modo notorio a los perceptores. Fomenta el caciquismo y los pasteleos entre los terratenientes de turno y los jornaleros agrícolas. A nadie se le escapa que aquellos pueden optar por contratar a estos, o simplemente firmarles jornales que, como no hay mucho control, pueden haberse efectuado o no. Y esto ya les da derecho a cobrar el PER.
Si Andalucía y Extremadura, a pesar de las ingentes cantidades de dinero allí empleado por este concepto, siguen siendo las regiones más pobres de España, es por algo. Con este subsidio, lejos de impulsar el empleo rural, se consigue todo lo contrario. Es la manera de fomentar entre estos trabajadores la holganza, la indolencia y el adormilamiento y se les acostumbra a vivir rutinariamente de este subsidio, sin que se molesten por buscar un empleo que les proporcione mejores opciones en la vida. Y encima agradecen a los poderes públicos autonómicos su situación precaria de dependencia y lo manifiestan votándoles una y otra vez.

Gijón, 16 de septiembre de 2010

José Luis Valladares Fernández

martes, 14 de septiembre de 2010

SABER CALLAR ES UNA VIRTUD

El pasado día 5 de septiembre, en el escenario habitual de la campa de Rodiezmo (León), se celebró la consabida fiesta que organizan anualmente los mineros del SOMA-FIA-UGT. Aunque en la edición de este año, al faltar a la cita el Secretario General del PSOE y presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y varios de sus hooligans y compinches, la fiesta perdió claramente gran parte de la relevancia de otros años. Como esta vez no tenía nada que vender a sus huestes, Zapatero tuvo miedo a los abucheos y a la contestación de la otrora enfervorizada audiencia. Y en realidad, sobraban motivos para ello, dada la gestión de la crisis económica realizada por el Ejecutivo.
No sabemos cuál hubiera sido el desarrollo de los discursos de haber asistido al evento Rodríguez Zapatero. Su presencia, desde luego, hubiera sido más necesaria que otras veces, para defender ante los mineros los intereses de la industria nacional del carbón que peligra claramente su continuidad, con lo que esto supone para el empleo en la minería. Este año, el blanco prioritario de los discursos fue Alejo Vidal-Quadras por hablar a destiempo de algo que, al parecer, no es de su incumbencia. Todos sabemos que está en el aire un real decreto de nuestro Gobierno para primar el consumo de carbón autóctono en las centrales térmicas españolas. El Ejecutivo comunitarios aplazó hasta después del verano su decisión sobre el plan español de ayudas al carbón.
Es evidente que Vidal-Quadras eligió un mal momento para manifestar públicamente su postura ante el decreto de incentivos al carbón español, pendiente de la aprobación comunitaria. Llegó a pedir a Bruselas que examinara con lupa semejante decreto, sin tener en cuenta que su postura, improcedente o no, dañaría con seguridad las expectativas electorales en las regiones mineras. Como en el PSOE están siempre a la que salta, se olvidaron inmediatamente de sus propias miserias y de que el principal enemigo de las ayudas al carbón no es otro que el conocido socialista Joaquín Almunia, para lanzar todo tipo de diatribas contra Alejo Vidal-Quadras. Los oradores de Rodiezmo procuraron explotar al máximo la iniciativa de éste, para tildar seguidamente al Partido Popular de insolidario, ya que, según ellos, atenta “con sus planteamientos contra la viabilidad económica del sector y de las comarcas mineras”.
Fueron obviadas evidentemente las explicaciones posteriores de Alejo Vidal-Quadras, en las que indicaba que la minería del carbón debe recibir el oportuno apoyo de España, por los miles de empleos que proporciona en las cuencas mineras, pero ratificándose, claro está, en que el camino elegido por el Ejecutivo de Zapatero no era el más adecuado. Es cierto que el Gobierno, las mismas empresas y los sindicatos aún mantienen la esperanza de que la Unión Europea prorrogue el reglamento de ayudas al carbón al menos hasta el año 2020, por tratarse de un sector estratégico necesario para el futuro energético nacional. Pero la intención de Bruselas, defendida inequívocamente por Almunia, es muy clara: liquidar de manera inapelable todas las empresas mineras que sean deficitarias el 15 de octubre del año 2014.
Para los asistentes a la fiesta minera de Rodiezmo, y para todo el PSOE, el malo de la película no es otro que Alejo Vidal-Quadras. Respaldado, claro está, por el Partido Popular. Almunia en cambio, y con él toda la tropa del socialismo español, son Hermanitas de la Caridad que no tienen otra preocupación que el bienestar de los ciudadanos españoles. Aunque no lo reconozcan, el verdadero adalid de la postura liquidacionista de la minería es el destacado miembro del PSOE y casualmente comisario de la Competencia, Joaquín Almunia. Fue él quien presentó en Bruselas la nueva propuesta, limitando las ayudas a la actividad extractiva del carbón solamente hasta el 15 de octubre de 2014. Este nuevo reglamento, defendido ardorosamente por Almunia, elimina la posibilidad de que los Estados sigan manteniendo hasta un 15% de su suministro eléctrico con fuentes energéticas autóctonas, como es el carbón.
Lo que es indiscutible que quien de verdad tiene verdadero peso específico en Bruselas para rechazar el decreto de restricciones elaborado por el Gobierno español para regular las ayudas al carbón nacional, es precisamente Joaquín Almunia y no, Alejo Vidal-Quadras. La diferencia entre uno y otro, por el rango que ocupan dentro de la Unión Europea, es evidente y no admite comparación. El comisario de la Competencia tiene cierto poder decisorio, mientras que el eurodiputado del Partido Popular solamente dispone de un voto.
No está demás recordar aquí la claridad y la dureza empleada por Joaquín Almunia al exponer su postura sobre el sector minero. Dijo con toda crudeza que “es una cuestión de justicia que las minas dejen de recibir ayudas cuando hay empresas que funcionan sin subvenciones. Y agregó sin miramientos y sin remilgos que las subvenciones “deben dirigirse de forma creciente a sufragar los costes sociales y ambientales del cierre”. Lo que viene a decir que la Unión Europea está dispuesta a financiar la desaparición del sector minero para así “minimizar el impacto social y económico en los municipios carboneros”. Y esa desaparición definitiva tendría lugar no más allá del 15 de octubre de 2014.
Pero en el PSOE hay maestros para camuflar la verdad y achacar sus propios pecados al primer adversario político que se tercie, en este caso a Alejo Vidal-Quadras por hablar de manera imprudente más de la cuenta y fuera de lugar. El aldeanismo ideológico de los socialistas españoles les lleva continuamente a retorcer los acontecimientos y disfrazarlos como mejor les convenga, cayendo casi siempre en la desvergüenza. Y todo esto, sin el menor remordimiento de conciencia. Hasta ahí podíamos llegar.

Gijón, 6 de septiembre de 2010

José Luis Valladares Fernández

viernes, 10 de septiembre de 2010

LA COBARDÍA DEL PRESIDENTE

La valentía, el arrojo, dar la cara por cualquier causa justa es una virtud que, evidentemente, no adorna en absoluto la personalidad de José Luis Rodríguez Zapatero. Y tratándose del presidente del Gobierno, debiera ser esta la principal cualidad que destacara en todas sus actuaciones oficiales. En su lugar, en cambio, da muestras de estar tremendamente lleno de cobardía, de miedo cerval a las críticas y a la contestación pública. Le sobra presunción y petulancia y le falta la necesaria humildad para enfrentarse con éxito a los problemas diarios que ofrece el ejercicio de Gobierno. Además, él es plenamente consciente de que no da la talla para desempeñar el cargo que ocupa.
A pesar de sentirse incapaz para desarrollar dignamente las funciones asignadas a la presidencia del Gobierno, Rodríguez Zapatero quiere pasar a la historia como un consumado hombre de Estado, a años luz de cualquiera de los que le han precedido en el cargo. De ahí que, ayudado por asesores áulicos, quiera labrarse esa imagen de personaje único e insustituible, lo que le ha llevado muchas veces a hacer el ridículo, dentro y fuera de nuestras fronteras. Da a entender que no anda muy sobrado de luces, lo que le lleva a evitar tener gente a su lado que pueda hacerle sombra. Con tal fin, desde un principio, se rodeó de simples bachilleres y de personas claramente mediocres, obedientes, eso sí, y prestas a escuchar la voz de su amo. Buscó un sectarismo excesivo y sumiso y ese es su primer error.
Plenamente endiosado, tan pronto pisa la moqueta de La Moncloa, comete otros dos errores garrafales, de desastrosas consecuencias para la economía y la convivencia españolas: comprar a los sindicatos la paz social y la desgraciada negociación con ETA. Para la compra de la paz social, Zapatero, de momento, lo tenía muy fácil. José María Aznar le dejó la caja muy bien provista de caudales públicos. CC.OO y la UGT comienzan a recibir enjundiosas cantidades de dinero de los españoles a cambio de comprensión y docilidad. De hecho, Ignacio Fernández Toxo, y sobre todo Cándido Méndez pasan a ejercer prácticamente de ministros en la sombra, con más poder de decisión incluso que los propios ministros. Descuidando, eso sí, lo que debiera ser su principal ocupación, la defensa de los trabajadores.
Aún no ha podido demostrarse que detrás de la encubierta negociación con ETA haya algo más que el deseo de apuntarse el tanto de la desaparición de la banda. Pero la sospecha de cierta connivencia con los terroristas, en la voladura de los trenes de aquel fatídico día 11 de marzo de 2004, sigue ahí tremendamente amenazadora. Podemos dirigir a Rodríguez Zapatero, con toda propiedad, la frase aquella que Cicerón dedicó a Marco Antonio en la primera de sus filípicas: “Atque utinam ut culpam, sic etiam suspicionem vitare potuisses!”. Que en idioma vernáculo dice así: “¡Ojala hubieras podido evitar la sospecha como evitaste la culpa!”. Algún día sabremos toda la verdad sobre aquellos estremecedores hechos, quién fue su autor o autores intelectuales, y a qué se debe que se ocultaran pruebas y se crearan intencionadamente otras pistas falsas para condicionar las conclusiones en un sentido determinado.
Pero Zapatero antes de salir del último charco, ya ha metido los dos pies en el siguiente. Desde su llegada a La Moncloa, poco a poco, ha ido alejándonos de los países de nuestro entorno, con los que habíamos llegado a tutearnos y de los que podíamos esperar algún tipo de ayuda. De ser un país influyente, con voz propia en los organismos internacionales, pasamos a ejercer de simples comparsas. Eso sí, simultáneamente y de la mano de Rodríguez Zapatero, comenzamos a estrechar lazos con otros países bananeros, donde no se escucha más que la voz del tirano de turno y sus secuaces. Y esto nos ha costado mucho dinero. Son muchos los millones que llevamos enterrados, por supuestas cuestiones ideológicas, en los países sojuzgados por los hermanos Castro, por Chaves y por Evo Morales entre otros.
Actualmente mantenemos unas relaciones atípicas con Marruecos, nuestro especial vecino del sur. Debido a la falta de coraje de José Luis Rodríguez Zapatero, el sultán de Marruecos se ha crecido y ha terminado por tomar la medida a nuestro presidente. Lo intentó con Aznar, pero éste, con la venia de Estados unidos, le puso en su sitio sin miramiento alguno. Mohamed VI sabe que con Zapatero no corre ese riesgo y, en consecuencia, cuando quiere conseguir algo, envía a sus esbirros a causar problemas en Ceuta y sobre todo en Melilla. No importa cuál sea la disculpa. Pueden ser unas mujeres policías, un falso mal trato a ciudadanos de Marruecos o un ocasional apoyo a los saharauis.
La reacción ante una de estas simuladas disculpas no se hace esperar. O bien se bloquea la entrada de alimentos a Melilla, o comienzan a aparecer abundantes pateras, bien cargadas de subsaharianos. Y si llega el caso, se maltrata brutalmente a los canarios que se atrevan a tomar partido por la causa del Sahara. El sultán sabe que el truco es infalible. A parte de otros engaites, este tipo de gorroneo le ha dado muy buenos resultados. Para enderezar el entuerto, el Gobierno español cede una y otra vez y va haciendo concesiones a cambio de promesas que invariablemente, o no se cumplen o se cumplen de un modo muy precario. Ahí está, como ejemplo, la repetida promesa de crear dos comisarías conjuntas. La dejadez y la indolencia de Zapatero nos han costado a los españoles, durante estos tres últimos años en suelo marroquí. , más de 700 millones de euros, empleados oportunamente en la mejora de infraestructuras
La cobardía de Zapatero es similar a su deseo de labrarse una imagen particular impecable, revestido de todas las cualidades atribuibles a los grandes e insustituibles estadistas, y aún más si cabe. De ahí que rehúya el enfrentamiento con la prosaica realidad, que aparece tozudamente en la vida de cada día. Ya dio muestras sobradas de este complejo absurdo, cuando se empeñó una y otra vez en negar la evidencia de nuestra crisis económica. Supondría que aceptar la verdad podría salpicarle de algún modo. Llegó incluso a frivolizar, tildando de poco patriotas y malos españoles, a los que afirmaban tal circunstancia. Según su apreciación, nuestra economía era, aún en 2008, una de las más solventes de la Unión Europea.
Es la misma circunstancia la que le ha llevado a afirmar, una y otra vez, que nuestros soldados en Afganistán están allí exclusivamente en misión de paz, cumpliendo más o menos las funciones propias de una ONG cualquiera. Los casi cien militares fallecidos en ese escenario bélico, pertenecientes al Ejército y a la Guardia Civil, murieron como consecuencia de un accidente o víctimas de un incomprensible acto terrorista. La realidad es muy distinta. Los mismos militares, que allí defienden valientemente su libertad y la nuestra, confiesan sin ambages que aquello es una guerra declarada, tan cruel y peligrosa como cualquier otra guerra reconocida.
A parte de no valorar en toda su dimensión el mérito de los militares que han dejado allí su vida al servicio de la libertad, encima, evita asistir a sus funerales de Estado. Con el de los dos últimos miembros de la Guardia Civil que murieron en Afganistán, son ya cinco consecutivos a los que no ha asistido. Teme –y por algo será- la posibilidad de alguna protesta o recriminación contra su persona. El temor a que alguien pueda increparle o abuchearle, es algo superior a sus fuerzas. Ya no asiste ni a la fiesta minera de Rodiezmo, donde otros años cosechaba abundantes aplausos ya que, como actualmente no tiene nada que vender, teme una reacción adversa hasta de su propia gente. Se inventa cualquier escusa para no asistir y se acabó el problema.
Otra muestra palpable de la cobardía innata de Rodríguez Zapatero la tenemos en el trato de guante blanco que tiene su Ejecutivo con los terroristas y los piratas. Los españoles figuramos desgraciadamente en la agenda de estos desalmados para ser objeto de un posible secuestro, ya que saben que España, en la actualidad y sin demasiados remilgos, ofrece pingües cantidades de dinero público por la liberación de los secuestrados. No importa que se trate de un barco pesquero que faena lejos de nuestros mares o un grupo de cooperantes.
La cobardía de Zapatero llega hasta tal extremo, que es incapaz de dar la cara por los intereses de España y de los españoles. A la hora de tomar una decisión, optará siempre por una ambigüedad claramente calculada e hipócrita. Es su manera habitual de afrontar sus obligaciones institucionales para aparentar que es, lo que desgraciadamente no es.

Barrillos de Las Arrimadas, 30 de agosto de 2010

José Luis Valladares Fernández

lunes, 6 de septiembre de 2010

TOQUE DE ATENCIÓN AL GOBIERNO

El Gobierno actual de España, además de muy poco serio, está dando muestras sobradas de una irresponsabilidad planetaria. Hasta el Banco Central Europeo, muy recientemente, se ha visto obligado a llamarle la atención, exigiéndole más austeridad y menos optimismo. Le ha pedido claramente que, a la hora de elaborar los nuevos presupuestos, sea más austero, se deje de optimismos tontos y sea más realista en sus previsiones económicas para, de este modo, evitar sorpresas negativas y desagradables.
Pero, por desgracia para nosotros, éste es el Gobierno que tenemos, un Gobierno cuajado de medianías y alguna que otra nulidad, que fue hecho por Rodríguez Zapatero a su imagen y semejanza. Tanto el jefe del Ejecutivo, como sus ministros, no dudan en realizar anuncios, a veces sumamente arriesgados y comprometidos, sobre la marcha de nuestra economía. Ahí está, por ejemplo, lo dicho por José Luis Rodríguez Zapatero en Mallorca, después de su despacho con el Rey. Le faltó tiempo para anunciar nuevos gastos en obras públicas. Dio a entender que se trataba de una inversión prioritaria, que se llevaría a cabo al margen de la necesaria reducción del déficit público.
Estas declaraciones de Zapatero llevaron inmediatamente la desconfianza a dichos mercados financieros, desconfianza que, sin pérdida de tiempo, disparó la prima de riesgo de los bonos españoles. Antes de hablar Rodríguez Zapatero, esa prima de riesgo o diferencial con respecto a la rentabilidad de la deuda alemana estaba en 150 puntos. Los detalles del presidente del Gobierno sobre la reanudación de ciertas obras públicas, dieron pie a que se dudara de la capacidad de España para cumplir los objetivos de recorte del asfixiante déficit público. Esto originó, prácticamente de un día para otro, que la prima de riesgo subiera casi un 18%, pasando de los 150 a los 175,4 puntos básicos.
Esta circunstancia obligó al secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, a salir a la palestra para intentar tranquilizar a los mercados financieros. Con esa intencionalidad, Campa puso todo el énfasis en que el objetivo de rebajar el déficit público en 2011 al 6% del PIB es “incondicional”. Por lo tanto, si la economía española no se comporta de acuerdo con lo previsto, el Gobierno adoptaría nuevas medidas de ajuste del gasto, ya que es absolutamente prioritario el compromiso de alcanzar, en el próximo año, la reducción del déficit público al 6% del PIB comprometido. A pesar de las intencionadas declaraciones del secretario de Estado de Economía, la prima de riesgo de los bonos españoles pierde la mejora que había logrado provisionalmente gracias a la publicación de las sospechosas pruebas de solvencia de la banca europea.
La irresponsabilidad es una constante en los miembros del Gobierno. Rara vez calibran el alcance y la transcendencia de sus palabras, y esto porque no quieren o porque no saben hacerlo. Últimamente ha sido el ministro de Fomento, José Blanco, quien ha dado la nota al considerar que son muy bajos los impuestos que pagamos los españoles. “Si queremos unos servicios de primera también tenemos que tener tributos como los europeos”, dijo. Y continuó reflexionando en voz alta: “España (…) cuenta con una base impositiva muy baja en relación con la media de los países europeos”. Habrá que advertirle a José Blanco que no es lo mismo presión fiscal que esfuerzo fiscal. Entre un concepto y otro hay una notable diferencia, pero exigirle al ministro de fomento que vea esa diferencia, sería lo mismo que pedirle peras al olmo. Su capacidad intelectual quizás no dé para tanto.
El esfuerzo fiscal de los ciudadanos no tiene nada que ver con el porcentaje de los ingresos de los contribuyentes que van a parar al Estado. Esto es, si se quiere, presión fiscal y ésta si está por debajo de la media europea. El esfuerzo o carga fiscal es otra cosa muy distinta, es el sacrificio económico que hace el ciudadano para pagar esos impuestos. Y este es tanto mayor, cuanto menor es el nivel de su renta. Y España es el segundo país de la Unión Europea que cuenta con el salario más bajo. De ahí que el esfuerzo fiscal de los españoles, calculado en función del sueldo medio, esté 21,89 puntos por encima de la media de la Eurozona. Solamente Italia y Portugal nos superan en ese esfuerzo fiscal, Italia con 30,55 puntos sobre la media y Portugal con 65,33 puntos. También se puede medir el esfuerzo fiscal por el número de días que el ciudadano medio español tiene que trabajar al año para satisfacer lo que se lleva Hacienda, bastantes más de los que tienen que trabajar la mayoría de los ciudadanos europeos.
Aún no conocemos el alcance de las preocupantes declaraciones de José Blanco. Puede ser un simplemente globo sonda o puede ser un adelanto intencionado de la actuación futura del Gobierno, para así edulcorar convenientemente, en la medida de lo posible, una próxima subida de impuestos. En cualquier caso, estas palabras sembraron el desconcierto y la preocupación entre los ciudadanos particulares y el mundo empresarial. Pues todo el mundo es consciente de que si se tiene en cuenta el poder adquisitivo real de cada uno, los españoles son los que pagan más impuestos de toda la zona euro. La reiteración en que la próxima subida de impuestos afectará exclusivamente a las rentas más altas, no calman los ánimos, ya que siempre terminan pagando los mismos.
La falta de seriedad del Gobierno es evidente una vez más. Primero provoca el incendio y después encarga a alguien que ejerza de bombero. Esta vez es la propia ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, la encargada de quitar hierro a las declaraciones del ministro de Fomento. En su comparecencia, eso sí al lado de José Blanco, Elena Salgado afirma que las modificaciones fiscales que entraron en vigor el día 1 de julio pasado, como el aumento del IVA y la no deducción de los 400 euros en el IRPF, ya proporcionan una “base de ingresos suficientes” para alcanzar los objetivos sobre el déficit público. Recalcó, una y otra vez, que en principio no hará falta hacer retoques, ya que el Gobierno cuenta con “capacidad recaudatoria suficiente” para cumplir con sus compromisos durante este año y todo el año 2011.
En cualquier caso, si hace falta algún retoque, afirma Elena Salgado, las subidas de impuestos nunca serán generalizadas. Como mucho, “algún pequeño ajuste para favorecer la equidad”, pero siempre “sin ánimo recaudatorio, sino como unas contribución”, que afectaría, claro está, a los ciudadanos con mayor capacidad económica. Pura retórica que no va a ningún sitio, ya que al Gobierno le preocupa muy poco la equidad y buscará prioritariamente enjugar la diferencia actual, existente entre el gasto público y los ingresos. Y esto tratará de conseguirlo aumentando las cargas fiscales y, no reduciendo el gasto. Estamos otra vez, eso sí, ante la demagógica consigna de subir impuestos a los ricos. Es una afirmación que queda muy bien de cara a la galería, que realmente tiene mucha carga plástica, pero nada sustancial. Se trata más bien de un simple recurso para consumo interior y para buscar desesperadamente el aplauso de los suyos.
Está visto que Zapatero y sus acólitos van por libre y piensan que están por encima de las normas establecidas, previamente consensuadas y que, por lo tanto, pueden permitirse cualquier cosa. Aún no se han enterado que la política por sí sola no sirve para generar riqueza. Eso es cosa de los empresarios. A los responsables políticos solamente les corresponde crear las condiciones óptimas para que el mundo empresarial pueda desenvolverse adecuadamente y, de paso, crear abundantes puestos de trabajo. Y para conseguirlo, el Gobierno debe ante todo generar confianza. Y esto se consigue, tal como le indica el responsable del Banco Central Europeo que le ha llamado la atención, conteniendo el gasto y no subiendo arbitrariamente los impuestos. Es tremendamente lamentable que ni Zapatero, ni sus ministros, se hayan dado cuenta aún que nuestro problema no es de ingresos, que dicho problema es claramente de gastos. Estamos donde estamos porque, desde un principio, se han dedicado a gastar a manos llenas y sin control alguno.

Barrillos de Las Arrimadas, 23 de agosto de 2010-08-22

José Luis Valladares Fernández