miércoles, 29 de diciembre de 2010

SANTIAGO CARRILLO AL DESNUDO

Quizás no interese tanto a nadie, como a Santiago Carrillo, permanecer en un segundo plano, a resguardo de los focos indiscretos que ponen al descubierto su vida, sus obras y todos sus milagros. Quizás falló el Hada Azul, olvidándose de asignar a Carrillo su correspondiente Pepito Grillo que lo aleje de los problemas y lo aconseje ante situaciones difíciles. O a lo mejor es el propio Carrillo que, como Pinocho, no escucha a su Pepito Grillo particular y se mete adrede en todos los charcos que encuentra en su camino. Da la sensación de que a Santiago Carrillo le va la marcha y no le importa demasiado que hurguen en su pasado y le acosen por la calle o en los actos públicos en que intervine.
Le falta muy poco a Santiago Carrillo Solares para sentirse orgulloso de su pasado. Por eso no duda en afirmar en sus ‘Memorias’: “cuando hago el balance de mi trayectoria lo hago convencido de haber mantenido en lo fundamental una coherencia clara”. Y en otro párrafo agrega cínicamente: “Pero estoy muy tranquilo, habiendo hecho todo lo que he podido hacer; he cometido errores, pero no fundamentales”. Evidentemente su conciencia no le remuerde en absoluto. No le remuerde, no porque no haya cometido toda clase de crímenes y las atrocidades más espantosas. Es más sencillo que todo eso, no le remuerde, porque no la tiene.
Ahora el Ayuntamiento de Gijón provoca la ira de los que conocen la historia, y saben cómo se comportó Carrillo, durante la guerra civil ejerciendo de Consejero de orden Público en la Junta de Defensa de Madrid, y posteriormente ostentando el cargo de Secretario General del Partido Comunista de España. Porque los crímenes de Carrillo no se circunscriben a su etapa como Consejero de Orden público. Fue también inmisericorde, desde su exilio dorado tras el telón de acero, hasta con aquellos conmilitones suyos que pudieran hacerle sombra. Los crímenes execrables de Paracuellos del Jarama, y más aún, si cabe, los que perpetró contra sus propios compañeros, hacen de Carrillo un personaje extremadamente odioso y detestable. Y una persona así no está capacitada para convertirse, de la noche a la mañana, en hijo predilecto de Gijón ni de ningún otro sitio.
No se qué habrán visto en Santiago Carrillo los responsables de nuestro municipio para otorgarle semejante título. El papel jugado por Carrillo durante nuestra transición no es motivo suficiente para conseguir tal galardón. Pues a nadie se le escapa que, durante aquella época, actuó como actuó por puro interés personal. Carrillo nunca renegó de la revolución y su apuesta por la transición española fue claramente táctica. Se había dado cuenta de que su estrella, dentro del mundo comunista, había iniciado ya su declive. La descomposición misma del comunismo, como modelo ideológico, era ya imparable. Pues todos los intentos de socializar al resto de países que se habían mantenido fieles al capitalismo, habían resultado vanos e inútiles.
Buscando una mayor proximidad hacia las clases medias surgidas del capitalismo, aparece el intento de convertirse en partido de masas y poder así participar en elecciones pluripartidistas para tener opciones ciertas de gobierno. Así nace, de la mano de los comunistas franceses y de los italianos, lo que se conoció como eurocomunismo. A Santiago Carrillo le vino a pedir de boca el inicio en España de la transición democrática y la legalización del Partido Comunista. Con la restauración democrática y la implantación otra vez de los partidos políticos, encuentra en España todo un filón político muy oportuno para abandonar de una vez las incertidumbres en que le había sumido el comunismo soviético. De este modo podría contar con una base social muy amplia y no tendría problemas para implantar también aquí el eurocomunismo.
Es normal que quienes conozcan con detalle la trayectoria de Santiago Carrillo se opongan a que se le nombre sin más hijo predilecto de Gijón y de cualquier otra parte. Y es normal que le echen en cara todas sus atrocidades, que fueron muchas, aunque les tilden de extremistas de derechas, como hace Paz Fernández Felgueroso, alcaldesa del Ayuntamiento de Gijón. Los delitos de Carrillo son muy variados y van desde la conspiración abierta contra el orden democrático, hasta el ataque directo a las haciendas y a las personas con el resultado que todos conocemos. Comenzó su andadura criminal, siendo aún muy joven, tratando de encender la mecha de la Revolución de octubre de 1934 en Madrid, aunque aquí fracaso y terminó en la cárcel.
La vida política de Carrillo ha sido tan azarosa como larga y confesará muy ufano que ha mantenido siempre en alto la bandera de la resistencia antifascista. De ahí que no tenga por qué arrepentirse de nada. Siguiendo instrucciones directas de Moscú, que recibía a través del delegado de la Internacional Comunista y agente de Stalin, Vittorio Codovilla, dedica todo su esfuerzo en fusionar al PSOE y al PCE en un único “gran partido del proletariado” y a la formación de unas milicias armadas, los nefastos milicianos que desempeñaron un papel preponderante en la represión política y religiosa llevada a cabo durante la guerra civil.
Quizás no haya sido todo funesto lo derivado de la Ley de Memoria Histórica. Al menos ha servido para descubrir la historia auténtica de Santiago Carrillo. Este viejo e irredento comunista quería pasar por héroe de la Transición política, y esta inoportuna ley de Zapatero ha redescubierto nuevamente al auténtico criminal de Torrejón de Ardoz y de Paracuellos del Jarama. Los hechos son muy claros. Los responsables del Frente Popular recibieron de Moscú la consigna de aniquilar a la famosa “quinta columna” para evitar que las tropas de Franco encontraran ayuda dentro de Madrid. En cumplimiento de semejante consigna se acentuaron las detenciones, las torturas y los asesinatos, que ya se habían iniciado desde el comienzo de la Guerra Civil. Las llamadas sacas y las matanzas se aceleraron cuando Santiago Carrillo fue nombrado Consejero de Orden Público.
Entre los militares y hombres de carreras y aristócratas “paseados” o, como se dice en la declaración del compañero de fatigas de Carrillo, Ramón Torrecilla Guijarro, sometidos a “una evacuación…. definitiva”, nos encontramos con jovencitos, prácticamente niños que tenían la mala costumbre de asistir a misa. Por idénticas razones había también entre los asesinados, muchos sacerdotes y religiosos que tenían la osadía de creer en Dios. Y, cómo no, también había muchos seminaristas y muchas monjitas que, al parecer, representaban un gran peligro para la República. Cuando las tropas llamadas nacionales se aproximaron a Madrid, se acrecentaron los asesinatos de una manera notable. Fueron miles los presos civiles y militares que encontraron su “final de trayecto” en Torrejón de Ardoz y, sobre todo, en Paracuellos del Jarama.
Piensa Santiago Carrillo que, después de tantos años, ya no se acuerda nadie de sus crímenes. Olvida que hay documentos que lo incriminan directamente en las atrocidades cometidas en las checas madrileñas. Llega incluso a contarnos la patraña de que los generales Miaja y Rojo vivían “una solidaridad profesional con las familias de mandos del Ejército franquista que permanecían en Madrid” y que, por consiguiente, no le hubieran perdonado nunca si hubiera sido responsable de lo ocurrido en Paracuellos. Se declara inocente y achaca los asesinatos de esas columnas de presos por la carencia de medios de la Junta de Defensa para defenderlos en su paso por esos territorios, próximos a Madrid, donde tenían sus bases los “señores de la guerra”. De ahí que confiese cínicamente: “la única responsabilidad que puedo asumir, es decir, todo lo más que se me podría imputar es que no pudimos dar cobertura a esas columnas de presos porque no teníamos efectivos ni para defender Madrid”.
Los incontables crímenes de Carrillo continuaron aún después de terminada la Guerra Civil. Aquellos compañeros de partido o camaradas, como se decía entonces, que operaban en España un poco al margen de las directrices marcadas por el propio Carrillo y por Dolores Ibárruri, cómodamente instalados en el exilio, se les delataba a la Policía de Franco como le ocurrió al agente de la Komintern Heriberto Quiñones. Este procedimiento maquiavélico se repetirá con frecuencia con los que Carrillo consideraba disidentes, como es el caso de Jesús Monzón. A veces era algún enviado de Carrillo el que ajusticiaba directamente a los discrepantes, como les pasó, entre otros a Gabriel León Trilla y a Víctor García García. Pero, eso sí, en estos casos procuraba hacer creer a la familia que había sido la Guardia Civil la causante de su muerte.
A grandes rasgos, estos son los delitos y los crímenes de Santiago Carrillo que trata de ocultar o de disimular, pero de los que nunca se ha arrepentido. En su fuero interno aún piensa que rindió un gran tributo a la libertad y a la democracia, entendidas libertad y democracia como las entendía el propio Stalin. No se le pueden exigir responsabilidades por este tipo de delitos, pues fueron amnistiados por Franco primero en 1966 y posteriormente en 1977 al producirse la transición democrática. Pero sí podemos impedir que se olviden sus actos y que trate de justificar ante nosotros lo que realmente es injustificable. Todos sabemos que Santiago Carrillo ha blindado su conciencia y ha utilizado conscientemente la maldad por sistema. Y este modo de proceder, en realidad, le hace especialmente odioso a la sociedad responsable.

Gijón, 15 de diciembre de 2010

José Luis Valladares Fernández

domingo, 26 de diciembre de 2010

EL SISTEMA DE PENSIONES A DEBATE

Con la llegada de la actual crisis económica y la falta de una respuesta adecuada por parte del Gobierno se han trastocado muchas cosas, entre otras, la estabilidad del sistema de pensiones. No quiso José Luis Rodríguez Zapatero reconocer a tiempo el problema que se avecinaba y ahora pagamos todos las consecuencias. Hasta se atrevió a tachar desvergonzadamente de antipatriotas a quienes avisaban de que la crisis estaba ya haciendo estragos en nuestra economía. Y cuando ya no pudo negar la evidencia, no supo adoptar las medidas oportunas y las pocas que tomó fue ya demasiado tarde, por lo que resultaron totalmente estériles.
Así las cosas, algo habrá que hacer para prevenir la quiebra de la Seguridad Social y garantizar la percepción de las pensiones dentro de unos años. Son varios los puntos que inciden negativamente sobre nuestra economía y que contribuyen de manera notable en acrecentar las dificultades que hacen inviable el actual sistema de pensiones. Los cinco millones de parados por un lado, determinantes de que sean muy pocos los que, en este momento, están cotizando a la Seguridad Social. Por otro lado el excesivo déficit que soportamos que por lo que parece no hay manera de reducir, y el descalabro real de las finanzas públicas que han provocado un fuerte y peligroso incremento de la deuda pública y que en el año 2011 representará al menos el 72% del PIB. Esto sin contar el considerable endeudamiento de las entidades autonómicas y locales y la deuda privada.
Una recuperación económica que diera lugar a un aumento significativo de cotizantes a la Seguridad Social, se aplazaría al menos la urgencia en tomar medidas drásticas, que no gustan a nadie, sobre el sistema público de pensiones. Podría demorarse lo que ya ha comenzado a llamarse el “pensionazo”. Pero con este Gobierno, la solución a la crisis y la creación de empleo, visto lo visto, es totalmente imposible. Son incapaces de asumir el reto de la economía española de absorber a la mayor parte de esos cinco millones de desempleados. A la vista de estos datos, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo económico (OCDE) ha preparado un informe en el que advierte que nuestro modelo de pensiones “es demasiado generoso” y que el gasto público registrará un incremento sustancial como resultado del envejecimiento de la población. Para solucionar esto, recomienda retrasar la jubilación hasta los 70 años y computar toda la vida laboral para determinar la cuantía de la pensión.
El Gobierno, consciente de la gravedad del problema y a pesar de la oposición frontal de los sindicatos, quiere retrasar la edad legal de jubilación hasta los 67 años. Pretende además elevar el número de años cotizados para el cálculo de la pensión, de los 15 actuales, hasta los 20 ó 25 últimos. Esto supondría ya una rebaja media del 5% al 10% en las futuras prestaciones. Mantiene en cambio los 35 años actuales de cotización para tener derecho a la pensión máxima. Los sindicatos de la UGT y de CC.OO. ya han puesto el grito en los cielos y han amenazado con una nueva huelga general si por fin se adoptan las reformas anunciadas.
Sin embargo a la OCDE le parecen insuficientes y un tanto descafeinadas las modificaciones que pretende incluir el Gobierno. Dice que se hace imprescindible una reforma mucho más contundente que la anunciada. Esta organización de cooperación internacional considera “bienvenidos” los 67 años como nueva edad legal de jubilación tal como propone el Gobierno de Zapatero, e indica que hay que ir más lejos si es que se quiere mantener la sostenibilidad del sistema público. Dependiendo de la evolución de la esperanza de vida, con el tiempo habrá que retrasarla hasta los 70 años. Y es indispensable ampliar el periodo de cálculo a toda la vida laboral, para que el recorte medio de las futuras pensiones sufra un recorte de alrededor de un 30%.
Teóricamente todo esto estará muy bien, pero en las circunstancias actuales, a donde nos ha llevado la incuria de Zapatero, hay algo que no cuadra, que resulta demasiado extraño y llamativo. Queremos retrasar la edad de jubilación a los 67 años, cuando todos sabemos que son muy pocos los que se jubilan a los 65 años. Lo normal es que se prejubilen, como mucho, a los 55 años y otros incluso antes de cumplir los 50 años. Ahí está el caso actual de las Cajas de Ahorro que pretenden realizar ahora unas 20.000 prejubilaciones a costa de todos y todos entre los 54 y 55años. De todos modos, me parece una aberración que haya trabajadores en activo con más de 65 años, cuando tenemos a más de un 40% de la juventud en el paro.
Tampoco resulta ética y estéticamente correcto que se amplíe el número de años de 15 a 20 ó 25 para realizar el cálculo de la pensión y exigir los 35 años de cotización, o incluso más, para tener derecho a la pensión máxima, cuando hay un grupo privilegiado, los políticos que, de manera insultante, tienen derecho a esa pensión máxima cubriendo solamente dos legislaturas en El Parlamente o en El Senado. Y además, ya lo han dicho, no renuncian a esa gabela, ni admiten que se les rebaje el sueldo. Según esto, parece ser que la igualdad ante la ley de que nos habla la Constitución es un cuento, ya que unos son más iguales que otros.

Gijón, 21 de diciembre de 2010

José Luis Valladares Fernández

viernes, 24 de diciembre de 2010

FELICITACIÓN NAVIDEÑA

Las Navidades son fechas de Paz, de Amor y de Perdón. Quiero aprovechar la ocasión para felicitar estas fiestas efusivamente a todos los amigos que se aventuran a entrar en este blog.
Y tratando de ser coherente con la primera fase, felicito tambien a todos, a los socialistas tambien y,como no, a José Luis Rodriguez Zapatero.



¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!! ¡¡¡¡Y un año 2011 mejor que el que ahora termina!!!!

martes, 21 de diciembre de 2010

DOGMATISMO SECTARIO DEL GOBIERNO

De todos es conocida la historia de aquel famoso hidalgo, de sobrenombre Quijada o Quesada, que en “los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año)”, según nos cuenta Miguel de Cervantes, leía sin control todos los libros de caballería que caían en sus manos. Su curiosidad por este tipo de literatura fue tal, que hasta enajenó parte de su hacienda para hacer acopio de tales libros. Y los leía con tal fruición, sobre todo los del famoso Feliciano de Silva, que se pasaba las noches en claro, hasta que se le secó el cerebro y perdió el juicio por completo.
No parece que José Luis Rodríguez Zapatero sea un ávido lector de ningún tipo de lectura, y menos de aquella que trate de temas de hidalguía y caballerosidad. Pero da la sensación de que, imitando a Don Quijote, también él ha perdido el juicio, aunque aún no sabemos el motivo. Si es cierto que, desde que es presidente del Gobierno, más que remediar situaciones, las complica y suele ir de despropósito en desproposito. Al famoso hidalgo Don Quijote, le dio por hacerse caballero andante y salir en busca de aventuras para acrecentar su honra, rescatando damas y deshaciendo toda clase de entuertos, aunque para ello tuviera que presentar batalla a esos fornidos gigantes que veía en los molinos de viento.
Al parecer, a Rodríguez Zapatero le ha dado por encerrarse en el camarote de los hermanos Marx con alguno de sus palmeros, para estudiar la fórmula que le permita irnos cocinando a fuego lento, a base de Memoria Histórica, de laicismo y de otras zarandajas por el estilo. Convencido de que él es el propio Groucho redivivo, se empecina en salvar lo que previamente ha hundido. Pero como carece del ingenio del auténtico Groucho Marx, los resultados son cada vez más catastróficos. Trata de elaborar proyectos y dictar reformas para frenar el desconcierto mayúsculo de nuestra economía, pero sin término medio, o llegan tarde o no hacen otra cosa que acelerar la descomposición de España.
Desgraciadamente no podemos esperar otra cosa de Zapatero y tampoco de su Gobierno, ya que, para no desentonar con el presidente, está formado de manera exclusiva por gente de andar por casa, que o no van más allá de una vulgar medianía o son perfectas nulidades. Obligados a reducir gastos por imposición directa de Bruselas, no se les ocurre otra cosa que restringir las dotaciones dedicadas a inversiones productivas y a gastos sociales, aumentando simultáneamente los gastos corrientes y burocráticos. Y además siguen con su política nefasta de conceder subvenciones absurdas, como la que acaban de dar ahora a Marruecos, de nada menos que 800.000 euros para organizar un festival de Hip Hop. A parte del dinero empleado en comprar votos, que ha sido mucho, y lo dilapidado para procurarse amistades y en domesticar a los dirigentes sindicales, se han fundido absurdamente millones de euros en los famosos Plan E que los Ayuntamientos dedicaron a construir desde acuarios hasta canchas de pádel y en reconstruir y ensanchar aceras.
Se trata de un Gobierno dogmático y tan simplón que, cuando sube el paro, lo achacan a que aumenta la población activa y, en consecuencia, a que son más las personas demandantes de empleo. Nunca es debido, según ellos, a la destrucción de empleo ocasionada casi siempre por su mala gestión. Si se trata de valorar la marcha negativa de nuestra economía, entonces aparecen como culpables indefectiblemente Aznar, Bush e incluso Ronald Reagan y, como no, los banqueros y los insaciables especuladores. La sumisión ciega y oportunista de los palmeros de Zapatero les lleva a eximirle de toda culpa y, faltaría más, ponen todo su empeño en promocionar su imagen.
Es tan presuntuoso nuestro presidente del Gobierno, que ha llegado a afirmar que no se puede hablar de derechos sociales con el Partido Popular. Se basa Zapatero para tan peregrina afirmación en que este partido, nunca ha hecho políticas sociales, ni siquiera cuando Aznar estuvo al frente del Ejecutivo. Según la torpe percepción del presidente actual, ésta ha sido siempre una labor realizada exclusivamente por el PSOE. Y es lo que, según dice, está haciendo él, a pesar de las dificultades que impone la persistente crisis económica. Por lo visto debe ser muy social recortar los ingresos de los más débiles, como son los trabajadores públicos y los pensionistas, y favorecer el aumento de las listas del paro, mucho más, por supuesto, que favorecer la creación de empleo que es lo que hizo Aznar. Indemnizar a los parados, según parece, está más de acuerdo con una buena política social que el darles un puesto de trabajo.
Como en tiempos de Felipe González, corren otra vez malos tiempos para las pensiones. Entonces estuvieron a punto de hacer crac, pero se conjuró el peligro con la llegada de Aznar a La Moncloa. Con su política liberal, José María Aznar, además de crear casi cinco millones de nuevos empleos, fue capaz de estabilizar y levantar la situación de quiebra técnica de la Seguridad Social. Más aún, creó en 2003 el denominado Fondo de Garantía de las Pensiones, al que por ley debía ir a parar el superávit de la Seguridad Social de cada año. Ahora con Zapatero hemos vuelto a la situación de los tiempos de Felipe González. Al aplicar ciegamente el dogmatismo ideológico propugnado por el socialismo, se ha vuelto a disparar el paro y estamos ya por encima de los cinco millones de parados. Esta situación ha provocado una alarmante disminución de las cotizaciones.
Como a pesar de todo, nuestro Gobierno quiere mantener el demencial tren de gastos actual, al recaudar mucho menos dinero y aumentar los gastos para hacer frente a los subsidios de paro, no le queda otra que emitir deuda hasta unos niveles que resultan altamente peligrosos e inasumibles. Los manejos especulativos sobre nuestra deuda soberana, la poca credibilidad del Ejecutivo y las subidas fiscales hacen que los inversores duden de nuestra solvencia. Esto ha supuesto una huida masiva de capitales y una subida del déficit exterior hasta límites insospechados. Nuestra deuda externa supera ya el billón de euros y, al gastar alocadamente más de lo que producimos, nuestra necesidad de financiación extra sigue aumentando de manera notable.
No es de extrañar que el Estado, en estas circunstancias, trate de acaparar la mayor parte del capital disponible, que no es mucho, para financiar la deuda en que se ha embarcado. De ahí que los responsables del Ministerio de Hacienda hayan puesto los ojos en ese Fondo de Garantía de las Pensiones. Hasta ese momento, la mayor parte de ese Fondo estaba invertido en deuda alemana y francesa, que son activos de máxima seguridad. Como no es fácil colocar nuestra deuda, el Gobierno comete la torpeza de vender esos bonos germanos y galos del Fondo de Garantía e invierte su importe en la devaluada y problemática deuda española. Rodríguez Zapatero y su Gobierno tienen muy a menudo estas genialidades.

Gijón, 19 de diciembre de 2010

José Luis Valladares Fernández

viernes, 17 de diciembre de 2010

DONDE LAS DAN, LAS TOMAN

Hace ya mucho tiempo, allá por el sigo IV antes de C., a Antístenes y a Diógenes de Sinope se les ocurrió reinterpretar, aunque no con mucho acierto, las enseñanzas impartidas diariamente por Sócrates en el Ágora de Atenas. Así apareció en la antigua Grecia una nueva filosofía que, en realidad, no tenía nada que ver con la doctrina socrática y que conocemos con el nombre de filosofía cínica. De siempre, el cinismo ha sido un distintivo característico de los socialistas. Y entre ellos, como discípulos aventajados de Antístenes, nos encontramos con los socialistas españoles y sus palmeros. Manejan como nadie la anaideia, que es el nombre mitológico que los antiguos griegos daban al daimon o espíritu de la desvergüenza y la provocación. A cinismo no hay quien los iguale y lo practican de un modo extremadamente irreverente e inmisericorde.
Hay veces que se cansan de lanzar escupitajos a los adversarios políticos, tachándoles de corruptos, unas veces con razón y otras sin ella, sin pensar que ese escupitajo les puede caer encima. Es el caso del portavoz del PSOE en Valencia, Ángel Luna y del fiscal del “caso Palma Arena”, Pedro Horrach. El “caso Gürtel” que, al menos en sus derivaciones valencianas ha sido intencionadamente magnificado, ha servido a Ángel Luna para lanzarse sin contemplaciones a la yugular de Francisco Camps. Está bien que se investigue el alcance del “caso Gürtel” y sus implicaciones y se pidan toda clase de responsabilidades. Pero sin contravenir las más elementales normas judiciales, respetando siempre los principios básicos de presunción de inocencia y no condenar a nadie antes que lo haga el juez.
Por lo que se ve, no todos los casos de corrupción son iguales, ni todos merecen la misma publicidad aunque sean más graves. En el “caso Pretoria” de Santa Coloma, por ejemplo, media mucho más dinero que en el “caso Gürtel” y no ha sido tan aireado como este ni en la prensa ni en la televisión. A unos se les detiene ante las cámaras de televisión, mientras que a otros se hace de tapadillo para que no trascienda. En el “caso Gürtel” valenciano se han violado todos los derechos, menudeando las filtraciones judiciales sin el menor sentido de responsabilidad, provocando la indefensión de los encausados. Todos hemos visto por televisión al personaje menos indicado, Ángel Luna, exhibiendo ufano, desde la tribuna de oradores, un documento de la Brigada de Blanqueo de Capitales del Cuerpo Nacional de Policía que estaba bajo secreto sumarial.
No acaba aquí la desfachatez del portavoz del PSOE en las Cortes Valencianas. Después de un duro debate sobre temas económicos y a pesar de haber trascendido ya su implicación en un claro caso de cohecho, se atreve a lanzar una pequeña piedra desde la tribuna de oradores, mientras pronunciaba aquella frase evangélica que, según San Juan, dirigió Jesús a los letrados y fariseos: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. El portavoz socialista y antiguo alcalde de Alicante perdía su control ante Camps y le dirigía epítetos de grueso calibre. Lo habitual era que lo tratara de delincuente por el dudoso asunto de los trajes. Y como suele suceder a quien no duda en escupir para arriba, a Ángel Luna le cayó encima su propio escupitajo, ya que fue imputado por el TSJ valenciano por un delito de cohecho.
Al parecer, según desveló en su día La Gaceta, Ángel Luna adjudicó al empresario Enrique Ortiz obras por valor de 7,2 millones de euros. La compensación por estas obras, según revela ´Intereconomía’, se produjo dos años y medio después de que Luna dejara la alcaldía alicantina. Entre noviembre de 1997 y febrero de 1998, el empresario Enrique Ortiz, uno de los principales imputados en el “caso Brugal”, abonó una factura de 698.600 pesetas por la reparación de un piso propiedad de la mujer de Luna. Tampoco ha justificado Ángel Luna el pago de un Audi A6 que previamente había pertenecido a Ortiz. Como es normal, Ángel Luna se defiende afirmando que él pagó todas sus facturas, aunque no las conserva.
Un caso de cinismo similar a este lo tenemos en el caso del segundo fiscal Anticorrupción de Baleares, Pedro Horrach. Pedro Horrach, fiscal del “caso Palma Arena”, imputó un delito de falsedad documental a Jaume Matas, para el que solicitó tres millones de euros de fianza, que el ex presidente de Baleares tenía que depositar en 24 horas. Y se da la circunstancia de que el mismo fiscal, que se muestra intransigente con Jaume Matas, según se descubre ahora, escrituro dos casas muy por debajo de su valor de mercado. Se trata de un sobreático de 217 metros cuadrados, comprado en 1999 y un chale de 118 metros cuadrados construidos adquirido en 2006. Y no terminan aquí las andanzas irregulares del segundo fiscal Anticorrupción, Pedro Horrach, ya que el precio que consignó en el Registro de la Propiedad, también fue notablemente inferior a la tasación hecha por el banco BBVA.
El segundo fiscal Anticorrupción no se despacha solamente con este delito de falsedad documental. También se ha dedicado a negocios particulares de intermediación, incurriendo manifiestamente un una incompatibilidad, prevista en el estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal. Los hechos son estos. Se interesó primero, a través de Internet, por la compra de un hotel en Panamá y posteriormente por la compra de una fábrica de alimentos, ubicada también en Panamá. Y en ambas ocasiones, los correos electrónicos que buscaban ese contacto personal o pedían datos aclaratorios, partieron de un ordenador perteneciente al Ministerio de Justicia.
Tanto la conducta del portavoz del PSOE valenciano, Ángel Luna, como la del fiscal del “caso Palma Arena”, son sumamente cínicas o de auténtica cara dura. Ambos personajes, como todos los que presumen de progres, suelen actuar con este tipo de cinismo extremo, pero son incapaces de imitar la conducta de los creadores de la escuela cínica. Los creadores de la corriente filosófica cínica despreciaban las riquezas y todo aquello que pudiera ocasionarles preocupaciones materiales. Consideraban que hasta la misma civilización y sus diferentes formas de vida eran un mal del que había que prescindir. La felicidad y la libertad se conseguían llevando una vida simple y carente de necesidades.

Gijón, 15 de Diciembre de 2010

José Luis Valladares Fernández

lunes, 13 de diciembre de 2010

POLÍTICA LIBERAL FRENTE A SOCIALISMO

Decía Winston Churchill que “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo de los ignorantes y la prédica de la envidia. Su misión es distribuir la miseria de forma igualitaria entre las gentes del pueblo”. Aunque esta frase del antiguo premier británico describe perfectamente, sin más, las consecuencias del socialismo, no está de más completarla con otra de Margaret Thatcher, también ex-primer ministra británica, “El socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero…de los demás”. Y si repasamos la historia reciente, y no tan reciente de España, veremos que tanto Churchill como la dama de hierro no han hecho más que describir los resultados prácticos que se derivan de esta ideología.
Refiriéndonos exclusivamente a España, tenemos la experiencia de la llegada de los socialistas a la presidencia del Gobierno durante la II República. En septiembre de 1936, ya en plena Guerra Civil es nombrado presidente del Gobierno y ministro de la Guerra, Francisco Largo Caballero. Con Largo Caballero se dilapidó parte de las mejoras económicas logradas durante la dictadura de Primo de Rivera, con el que había colaborado lealmente. Largo Caballero fue el personaje de la República que puso todo su esfuerzo en hacer inevitable la Guerra Civil. Durante su presidencia, por iniciativa del ministro de Hacienda, Juan Negrín, se produjo la incautación de las reservas de oro del Banco de España, que de aquella no era más que una Sociedad Anónima, y su traslado posterior a Rusia.
El empobrecimiento total de España llegaría con el propio Juan Negrín Cabrera, elevado a la jefatura de Gobierno por Manuel Azaña el 17 de Mayo de 1937, por instigación directa del ala prietista del PSOE. Indalecio Prieto y sus seguidores, aprovechando el descontento y las ruidosas protestas de los comunistas y, como no, la predisposición de Manuel Azaña, forzaron la dimisión de Largo Caballero y prácticamente impusieron para sustituirle a Juan Negrín. Su estancia al frente del Gobierno de la República no pudo ser más nefasta. Hasta sus propios correligionarios, una vez finalizada la contienda civil, le hicieron responsable de la prolongación inútil de la guerra y le achacaron las atrocidades cometidas por las distintas checas. Y como al perro flaco, todo son pulgas, se le acusó de connivencia con el Partido Comunista de España y de una escandalosa subordinación a los planes de la Unión Soviética, por lo que en 1946 se le expulsa sin más del Partido Socialista.
España comienza la década de los 40 en la más extrema pobreza y su recuperación fue demasiado lenta y prolongada en el tiempo, como consecuencia del aislamiento a que se sometió al régimen de Franco. España se vio privada hasta de la ayuda norteamericana que, con el nombre de Plan Marshall, recibieron generosamente la mayor parte de los países europeos. Se necesitó mucho tesón y buena dosis de sudor y lágrimas para revertir la situación económica. Por fin la espera y los enormes sacrificios terminaron por dar sus frutos. Fueron las circunstancias internacionales las que propiciaron ese cambio esperado en la política de Estados Unidos. El triunfo de Mao en la Guerra Civil de China, el desencadenamiento de la ofensiva comunista en Corea y la deriva, cada vez más manifiesta, de Rusia hacia la denominada guerra fría, sirvieron para revalorizar la posición política y estratégica de España. Con la firma en septiembre de 1953 del denominado Pacto de Madrid, comienza de verdad la ayuda a España, en forma de defensa mutua, de cooperación económica y de asistencia técnica.
Ahora ya, de manera más desahogada, comienza nuestro repunte económico, que con el Plan de Estabilización, el abandono definitivo del tipo de economía autárquica y maltusiana, la liberación progresiva del comercio interior y la expansión de los intercambios comerciales internacionales, logramos un boom económico desconocido en España hasta entonces. El turismo y las remesas de los emigrantes, contribuyeron también, de una manera notable en ese extraordinario desarrollo económico y en una industrialización mucho más afianzada. Todo esto dio lugar a una mayor riqueza y a una mejor distribución de la misma. Hasta los mismos trabajadores comienzan a disponer, de manera visible, de unos recursos económicos algo más cercanos a los disfrutados por los países europeos de nuestro entorno.
Esta situación se mantendría, aunque con altibajos, hasta la llegada a la presidencia del Gobierno de Felipe González Márquez. Felipe González fue el primer presidente socialista de la democracia. A él se debe el famoso “plan de empleo juvenil” que dio lugar a los llamados contratos “basura” por estar muy poco remunerados y porque su extinción no daba derecho a prestaciones sociales. Expropió el holding industrial de Rumasa, la mayoría de cuyas empresas al final fueron regaladas prácticamente a amigos ocasionales del equipo de Gobierno socialista. Recortó las prestaciones por desempleo y puso en práctica el primer “medicamentazo” para ahorrar fondos públicos que necesitaba para cubrir otros flancos.
Durante la presidencia de Felipe González se llevó a cabo la conflictiva reconversión industrial, el socorrido recorte de las pensiones, la flexibilización del mercado de trabajo y la movilidad geográfica, provocando de este modo un enfrentamiento directo con Nicolás Redondo, enfrentamiento que dio lugar a las huelgas generales de 1988 y 1994. Descapitalizó la Seguridad Social, poniendo en peligro el cobro de las pensiones. Trató, eso sí, de ampliar y modernizar las infraestructuras, pero financiándolas a base de aumentar la deuda pública hasta limites peligrosos.
Por si todo esto fuera poco, el Gobierno de Felipe González se dedicó a ejercer el terrorismo de Estado contra ETA y su entorno, por mediación de aquellas agrupaciones armadas parapoliciales que dirigían altos funcionarios del Ministerio del Interior y que se presentaban como los GAL y que se mantuvieron activos de 1983 a 1987. El mantener la actividad de estos grupos exigía enormes desembolsos, dejando al descubierto otras necesidades más perentorias. Al lado de esto, nos encontramos con la mayor corrupción de la historia española. Además de casos personales como Luis Roldan y otros que daban buena cuenta de los llamados fondos reservados, nos encontramos con la trama de empresas, Filesa, Malesa y Time-Export dedicadas a la financiación irregular del PSOE. Cuando por fin pierde Felipe González las elecciones en 1996, deja el Gobierno con una deuda de 60 billones de pesetas, 5,5% de déficit público, una inflación del 3,5% y una tasa de paro del 23%.
Cuando José María Aznar se hace cargo de la presidencia, tiene que empezar otra vez de cero. La Seguridad Social tenía un déficit del 0,7% del PIB, 500.000 millones de pesetas contantes y sonantes. Lo que le obligó a pedir préstamos a varias entidades bancarias para poder hacer frente al pago de las pensiones durante los primeros meses de su Gobierno. A base de controlar los gastos superfluos, la situación económica fue revertiendo y en los ocho años de su mandato, la deuda del Estado se redujo en 18 puntos, pasando del 68,1% del PIB de 1996 al 50,1% en 2004. Esta reducción de la deuda supuso un ahorro anual en intereses de 1.700 millones de euros. En 1996, la renta española estaba en el 78% de la media europea, exactamente el mismo porcentaje que en 1976. En 2003, la renta española se situaba ya en el 86% de esa media. Entre 1997 y 2000, crecimos un 4,2%, un punto por encima de la media de los países occidentales. Durante la segunda legislatura de Aznar seguimos creciendo un 2,5%.
La creación de puestos de trabajo fue otro de los logros importantes de la política liberal del Gobierno de Aznar. En 1996 solamente estaban afiliados a la Seguridad Social 12,3 millones de personas, las mismas prácticamente que en 1976. Sin embargo en 2004 los cotizantes a la Seguridad Social eran ya 16,6 millones de personas. Desde 1996 hasta 2004, por consiguiente, pasaron a engrosar la lista de afiliados 4,3 millones más de trabajadores. Hubo años en que se generaron en España tantos empleos como en toda Europa. De este modo, la tasa de paro bajo del 23% al 13,6%. Hasta el número de trabajadores con contrato indefinido creció nada menos que en 3,3 millones. Todos los indicadores económicos que comprobemos, veremos que evolucionaron positivamente. La austeridad en el gasto, la liberación y las privatizaciones dieron otro aire a la economía española, siendo posible emprender una nueva política fiscal, con impuestos más bajos y supresión de algunos, como el Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE) y el de Sucesiones en las Comunidades Autónomas gobernadas por el Partido Popular.
Pero en 2004, y de la manera que todos sabemos, llega a La Moncloa José Luis Rodríguez Zapatero y, claro, volvemos a los dogmas y a los postulados del socialismo, aplicados irresponsablemente de una manera más sectaria que Felipe González. De este modo, el empobrecimiento de la sociedad y el deterioro del Bienestar Social se producirán de una manera más rápida e integral. Desde el primer momento, desde que puso los pies en La Moncloa, comenzó a gastar sin el menor control y a gastar bastante más de lo que se recauda. Durante los primeros años, aparentemente todo iba bien, ya que el Partido Popular había dejado las arcas llenas, pero llegó lo inevitable.
A Rodríguez Zapatero se le fue la mano en el manejo de la chequera y, cuando se dio cuenta, en la caja del Tesoro ya no quedaban ni telarañas. Gran parte del dinero de la caja lo empleó en comprar la amistad de tanto déspota como anda por ahí suelto, como Fidel y Raúl Castro, Hugo Chávez, Evo Morales y el Sultán de Marruecos, entro otros, que aunque se dicen amigos suyos, de vez en cuando le sueltan por la espalda alguna que otra puñalada trapera. Otra parte importante de dinero la utilizó para sobornar a unos dirigentes sindicales insaciables para comprar la paz social. Y entre los beneficiarios de estas suculentas entregas de dinero no podían faltar los de la ceja y demás miembros de la farándula y multitud de ONGs afines que, según indican, lo invierten después en las cosas más peregrinas, entre las que se encuentra la "corrección del pie zambo congénito" en la zona Este de la República Democrática del Congo o la promoción del “acceso a la salud sexual y reproductiva” del colectivo gay del Perú.
La política de gasto desenfrenado, bastante por encima de lo que en realidad se recauda, nos ha llevado a un desequilibrio presupuestario notable, que el Gobierno ha intentado enjugar emitiendo deuda pública. Como nuestro endeudamiento es ya tan alto y los gastos tan desmesurados, que los inversores tradicionales desconfían de nosotros y pende sobre nuestra economía la espada de Damocles en forma de intervención europea de nuestra economía. Nuestra credibilidad económica es nula y ahora Zapatero esta cumpliendo con el papel tradicionalmente derivado de cualquier forma de socialismo: en vez de riquezas, está repartiendo ya, a manos llenas, pobreza y miseria entre los ciudadanos españoles.

Gijón, 13 de diciembre de 2010

José Luis Valladares Fernández

viernes, 10 de diciembre de 2010

SUBYUGADOS POR MOHAMED VI

Con la política de continuas genuflexiones de nuestro Gobierno ante el rey de Marruecos, no vamos a ninguna parte. Mohamed VI, que es plenamente consciente de nuestra debilidad, tratará, de exprimirnos al máximo para beneficiarse de nuestra entrega voluntaria. El rey alauita no nos da tregua. Cuando no nos agrede en Ceuta, lo hace en Melilla o nos envía a la península cantidad de pateras llenas de inmigrantes irregulares que, con el tiempo, se convertirán en colonizadores nuestros. El caso es poner en solfa nuestros intereses allí donde más duelan. Y José Luis Rodríguez Zapatero, de manera invariable, le pedirá perdón por las molestias y, si llega el caso, le concederá alguna que otra importante subvención en compensación por haberle enfadado.
Ya comenzó en diciembre de 2001, cuando era simplemente el líder de la oposición, dejándose fotografiar con Mohamed VI ante el mapa que llaman el “Gran Magreb”, donde además del Sáhara, forman parte de Marruecos Ceuta, Melilla, Canarias y hasta parte de la península. Por supuesto que Zapatero criticó siempre el pescozón que dio José María Aznar al rey alauita por el atrevimiento de ocupar el islote de Perejil. Como reparación al golpe sufrido por los marroquíes a los pocos días de la invasión del islote como consecuencia de la Operación Romeo-Sierra, montada por Aznar para recuperar la soberanía, Zapatero condecora al ministro marroquí de interior de entonces, Driss Jettou, máximo responsable de las fuerzas que tomaron Perejil, con la Gran Cruz de la Orden de Carlos III.
El sultán de Marruecos, al que sin ninguna duda aún le duele la manera expeditiva utilizada por José María Aznar para recuperar la soberanía del islote, se encuentra ahora con una auténtica bicoca con el Ejecutivo que dirige Rodríguez Zapatero. No habrá dinero en las arcas públicas para cubrir nuestras necesidades básicas, ni para comer siquiera, pero habrá, de vez en cuando, algún buen montón de millones que, con la consabida disculpa de ayuda al desarrollo u otras gaitas, se irán directos a potenciar los negocios privados del corrupto Mohamed VI. Solamente Aznar, hasta ahora, ha sabido poner freno a este ambicioso Comendador de los Creyentes. Claro que entonces éramos alguien dentro del concierto internacional, algo que por desgracia han dilapidado Zapatero y sus secuaces.
Tremendamente expansionista como su padre Hassan II, aspira a incluir dentro de su sultanato las ciudades de Ceuta y Melilla. Y como sigamos con este entreguismo suicida, no tardará en imitar a su padre, organizando una nueva marcha verde sobre estas dos ciudades tan españolas del norte de África. Ya vimos a que boicot sometió a Melilla el verano pasado con la banal disculpa de una actitud violenta de la policía española, ejercida en la frontera sobre ciudadanos marroquíes. Aunque de momento, su principal inquietud es engullirse definitivamente el territorio del Sahara Occidental.
El antiguo Sahara Español, en la actualidad, está ocupado casi íntegramente por Marruecos, aunque su soberanía no ha sido reconocida por nadie. El resto está controlado por la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática, que sí ha sido reconocida por un buen número de países. Los esbirros de Mohamed VI, tratando de acabar con las últimas resistencias saharauis, se emplean a fondo en el desmantelamiento del campamento de la Dignidad, instalado muy cerca de El Aaiún. En esta acción dieron muestras sobradas del desprecio que sienten las fuerzas marroquíes por los derechos humanos. No es de extrañar que se produjeran numerosos muertos, entre los que hay que contar a un joven nacionalizado en España.
Ante tal salvajada, el Gobierno español reacciona de manera vergonzosa poniéndose del lado de Marruecos, dando por buena la versión de estos y negando validez a lo que contaban testigos presenciales. Y esto a pesar de ser conscientes del bloqueo informativo ejercido por Marruecos, impidiendo el acceso al Sahara Occidental a los periodistas, a observadores independientes e incluso a los miembros de cualquier ONG. Trató hasta de dulcificar la resolución dictada por el Parlamento Europeo que, aunque de manera velada, se pronuncia contra el Gobierno marroquí, por su permanente y sistemática violación de los derechos del pueblo saharaui.
Más descafeinada es la declaración que el PSOE logró consensuar con los demás miembros de la Cámara en el Congreso de los Diputados. Se trata de una moción extremadamente cautelosa, en la que se “insta al Gobierno a condenar los incidentes violentos ocurridos en Agdam Izik y en El Aaiún con ocasión del desalojo el 8 de noviembre del citado campamento”. Como se ve, evita expresamente la condena a Marruecos y menos interferir en las relaciones con nuestro vecino del sur. Se limita a expresar de manera cuidadosamente respetuosa, “su preocupación ante las informaciones sobre violaciones de derechos humanos en el territorio del Sáhara Occidental”. Pide a Marruecos, eso sí, “que respete el libre acceso de la prensa, los observadores independientes y las organizaciones humanitarias al Sáhara Occidental y su libre circulación dentro del territorio”.
Ante esta morigerada petición del Parlamento español al Gobierno de España, Marruecos reacciona destempladamente y anuncia que “reexaminara” sus relaciones con España. Las declaraciones a la prensa, hechas por el ministro de Comunicación y Portavoz del Gobierno, Khalid Naciri, no pueden ser más claras. La moción que ha aprobado el Parlamento español, dijo, "se caracteriza por su hostilidad hacia Marruecos" y "contiene expresiones anti marroquíes que son inaceptables". Lo que requiere, aseguró, una revaluación del conjunto de nuestras relaciones con España “en todos los ámbitos”. Además de una sentada ante la Embajada de España en Rabat, diversas organizaciones juveniles marroquíes, con el apoyo de las correspondientes autoridades, anunciaron una marcha sobre Ceuta para el pasado día 4, que al final no se realizó.
Esta reacción chulesca del Gobierno de Marruecos, presidido por Abbas El Fassi, es toda una bofetada al Ejecutivo de España que, por lo que hemos visto, Zapatero y sus ministros, encajaron estoicamente, poniendo incluso hasta cara de fiesta. Y todo, aunque nos suene muy raro, con tal de mantener la buena relación de vecindad. No importa lo que nos hagan, Marruecos es el país del mundo, después de Perú, que más ayuda española ha recibido durante estos últimos años. Pese a la crisis económica que nos golpea y a los continuados desplantes, España entregará a Marruecos, durante esta segunda legislatura de Zapatero, cerca de 400 millones de euros a fondo perdido. Una media de 100 millones por año. Se trata de ayudas para la reproducción y educación sexual; planes de igualdad para la mujer marroquí; planes culturales e infraestructuras; y como no, hasta casas con placas solares en el desierto.
Ante los marroquíes, y con la disculpa de proteger intereses nacionales nuestros en Marruecos, el Gobierno de Zapatero se arrastra por el suelo, abandonando hasta el último resquicio de dignidad. Todo es boato ante el sultán de Marruecos y sus huestes. ¿Qué es lo que deben a semejante sátrapa y vampiros, que no sepamos aún, aunque lo sospechemos? ¿Hay alguna ayuda inconfesable, relacionada con el espinoso asunto del 11M? ¿O es que quizás nos prestó unos cuantos súbditos suyos para que, una vez ‘suicidados’, pudieran utilizarse como culpables?

Gijón, 5 de diciembre de 2010

José Luis Valladares Fernández

lunes, 6 de diciembre de 2010

EUTANASIA ENCUBIERTA

El pasado 19 de noviembre, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, Alfredo Pérez Rubalcaba anuncia formalmente que el Gobierno está preparando una ley de muerte digna para los enfermos terminales que “no tiene nada que ver con la eutanasia”. "La eutanasia –señala Rubalcaba- es una decisión de alguien, que por la razón que sea, decide morirse y la Ley que vamos a aprobar es para aquellos enfermos terminales que lo único que les queda por delante es un calvario por vivir". Esta Ley de Muerte Digna, cuyo proyecto se presentará en marzo del próximo año, únicamente pretende, según confiesa el vicepresidente primero del Gobierno, la protección adecuada de “los pacientes, los familiares y los médicos”.
El propio Pérez Rubalcaba, lo mismo que los demás miembros del Gobierno, se cuidan mucho de disociar de este proyecto toda referencia a la eutanasia, e insiste una y otra vez en que se trata de garantizar plenamente los derechos que tienen los pacientes terminales a morir de manera digna y sin dolor. Quieren dejar muy claro que esta regulación va dirigida exclusivamente a aquellas situaciones en las que el enfermo morirá irremediablemente y con grandes sufrimientos. No es una ley de eutanasia afirma insistentemente Rubalcaba. “La eutanasia es una decisión de alguien que sencillamente decide morirse”. Aquí se trata de aquel que “está desahuciado clínicamente y la espera un calvario antes de morir. Ahora la medicina tiene mecanismos para que la muerte sea digna y sin dolor”.
Posteriormente a esta rueda de prensa, en uno de sus mítines preelectorales en Cataluña, Rubalcaba no duda en erigirse en garante de los derechos sociales y de la vida y de la muerte dignas. “Somos los socialistas -dice- los que nos ocupamos de que la gente tenga una vida digna, y ahora también una muerte digna. Si se puede morir sin dolor y sin hacer sufrir a los demás, ¿por qué no usar la ciencia para esto?” Tiene su gracia que nos hable ahora de dignidad quien, durante el ejercicio de sus responsabilidades públicas, pasó olímpicamente de practicar la más elemental decencia política.
El vicepresidente del Gobierno olvida voluntariamente que en España está funcionando, a pesar de la falta de medios económicos suficientes, la llamada medicina paliativa. Esta especialidad médica se ocupa muy directamente de paliar el sufrimiento, tanto físico como moral, de las personas que, por haber sufrido un deterioro irreversible en su salud, requieren un cuidado permanente. Nace esta especialidad médica en Londres a finales de la década de los 60, en el centro médico creado por la doctora Cicely Saunders para atender a los enfermos terminales. Ante los evidentes resultados benéficos obtenidos en ese centro, se comenzarán a utilizar esos tratamientos en todo el mundo.
La Organización Mundial de la Salud describe perfectamente cual es el alcance de la atención prestada a los enfermos terminales: "Los Cuidados Paliativos son un modo de abordar la enfermedad avanzada e incurable que pretende mejorar la calidad de vida tanto de los pacientes que afrontan una enfermedad como de sus familias, mediante la prevención y el alivio del sufrimiento a través de un diagnóstico precoz, una evaluación adecuada y el oportuno tratamiento del dolor y de otros problemas tanto físicos como psicosociales y espirituales”. Aplicando correctamente estos principios, es absolutamente innecesaria esa ley de muerte digna que quiere sacar de la manga el Gobierno para colarnos la eutanasia por la puerta de atrás.
Entre la aplicación actual de los cuidados paliativos al enfermo en situación terminal y el proyecto de muerte digna explicado por Pérez Rubalcaba hay una diferencia esencial. Los cuidados paliativos prestados por los servicios médicos procuran mejorar la calidad de vida y evitar el sufrimiento de los enfermos y dejar que sea la propia naturaleza la que fije el día y la hora del fallecimiento. El proyecto de ley previsto por el Gobierno soluciona el problema del dolor, de manera irreversible, acelerando la muerte del enfermo. Quiere oficializar la práctica puesta en marcha por el doctor Luis Montes en el servicio de urgencias del Hospital Severo Ochoa y acortar, por ley, la vida de este tipo de enfermos. Se trata, ni más ni menos, de legalizar subrepticiamente la eutanasia disfrazándola con otros nombres más piadosos.
La determinación tomada por el Gobierno de introducir, precisamente ahora, la eutanasia, aunque de manera eufemística le den otro nombre, tiene doble intención. Por un lado, se trata de dar carnaza a los medios para que no critiquen la política de saltimbanqui de Zapatero en cuestiones económicas y en las relaciones con otros países, sobre todo con Marruecos. Además, con esta manera tan expeditiva de dignificar la muerte de los enfermos terminales, acelerando artificialmente su fallecimiento, alivian las maltrechas finanzas de la sanidad pública. Y sin remilgos éticos, al igual que ya hicieron un día con el aborto, provechan la oportunidad para imponer por la brava la eutanasia.
Con la disculpa de evitar sufrimientos insoportables a estos enfermos desahuciados, querrán hacernos ver que el acelerar su muerte es un acto piadoso y caritativo. Dirán que para realizar este tipo de actos de compasión se requiere el consentimiento del enfermo o de sus familiares. Pero al final, como pasó en el Severo Ochoa de Madrid en la época en que el Dr. Montes era el jefe del servicio de urgencias, se pasaportea a los enfermos, sin autorización de nadie, por puro interés crematístico. Es más barato, claro está, provocar la muerte de quien ha llegado a esta situación extrema, que aliviar su sufrimiento a base de cuidados paliativos y esperar a que sea la naturaleza la que determine su fallecimiento.

Gijón, 25 de noviembre de 2010

José Luis Valladares Fernández

viernes, 3 de diciembre de 2010

ABRÓCHENSE LOS CINTURONES

En los mítines electorales de Cataluña, José Luis Rodríguez Zapatero, echo el resto y, además, ha buscado el apoyo explícito de Felipe González. Uno y otro acusaron al Partido Popular de ser el causante único de las dificultades económicas por las que atraviesa España. La culpa de la desconfianza generalizada de los inversores extranjeros que les lleva a recelar de la solvencia española, según Zapatero, se debe a la falta de patriotismo de los Populares. Mariano Rajoy y los suyos, por pura ambición política, dice, están invalidando los tremendos esfuerzos realizados por el Ejecutivo para sacar a España de la crisis y colocarla de nuevo entre los países más prósperos de nuestro entorno.
Es enormemente “lamentable y vergonzoso”, vocifera Zapatero, que el partido Popular insinúe que España seguirá los pasos de Irlanda y será el siguiente país en ser rescatado. Y sin cambiar su semblante de enfado, advierte que "si creen que así hacen daño al Gobierno, no lo van a conseguir porque el PP no tiene ninguna credibilidad internacional". Y se empeña en manifestar que España no necesita ayudas y puede valerse por sí misma. No hacen falta más medidas, según indica que las anunciadas en el pasado mes de mayo. El rescate de España, afirma una y otra vez, queda absolutamente descartado y es absurdo pensar que, para ajustar el déficit, se tengan que tomar medidas extremas. Pues, según indicó la vicepresidenta segunda, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del pasado día 26 de noviembre, "Contamos con una mejor situación de lo que habíamos previsto en el calendario de emisiones. Tenemos más recursos líquidos para financiar de aquí a final de año". Y añadió: "Nuestras necesidades de financiación están cubiertas, no vamos a suspender ninguna subasta".
Es evidente que los hechos no respaldan las afirmaciones de Rodríguez Zapatero, y mucho menos las proclamas de su vicepresidenta segunda, Elena Salgado. Es un hecho que, tras el rescate de Irlanda, los inversores comenzaron a huir precipitadamente de España. La percepción de riesgo en la deuda española se generalizó rápidamente, lo que obligó al Tesoro a doblar la rentabilidad de las letras para poder colocarlas. Para detener el éxodo, casi generalizado, de los inversores extranjeros y facilitar la colocación de la deuda española se necesitaba la intervención directa del jefe del Ejecutivo para tranquilizar a los mercados. Para ello era preciso comprometerse con una política de austeridad y emprender sin demora las reformas estructurales exigidas, desde hace tiempo por la Unión Europea.
Pero a Zapatero solamente se le ocurre reunir en La Moncloa a un grupo de 37 empresarios, dirigentes todos ellos de las mayores empresas del país. Aparte de la foto correspondiente, que tanto valor tiene para Zapatero, les ha pedido que defiendan la fortaleza de España, algo que, según indicó, ya vienen haciendo habitualmente, pero que en este contexto de crisis hay que poner más convicción para lograr una mayor competitividad. Les repitió lo que viene diciendo desde mayo pasado, pero que no se traduce en las reformas estructurales que precisa nuestra economía. Vuelve a prometer que acelerará el proceso de reforma del sistema financiero para solucionar el problema de las cajas y que urgirá la puesta en práctica de inmediato de la reforma laboral y la reforma de las pensiones. Y para que nada cambie y todo siga igual, anunció la creación de una Comisión Nacional de la Competitividad, que será independiente y estará formada por personalidades de relieve. Estamos otra vez ante la engañifa de un comité de sabios.
La reunión con estos dirigentes ha supuesto un gran paso hacia adelante y, con seguridad, tendrá efectos positivos en la confianza, según confiesa Zapatero. “Hoy es un día que se ha fortalecido la confianza” y se atrevió a pedir que se aceleren las reformas en todos los países de la zona euro, como en el caso de España, ya que nosotros “lo sabemos hacer y lo haremos para recuperar la confianza”. Todo esto no es más que palabrería hueca que, si se quiere, suena muy bien, pero el problema sigue ahí latente y que ya dio lugar a nuestra parcial intervención durante el pasado mes de mayo, por parte de Bruselas. Ahora ya no es el Partido Popular el que desconfía de la actuación del Gobierno. Ha sido la propia Comunidad Europea la que duda de nuestra solvencia y pone en entredicho el cumplimiento de la reducción del déficit en 2011.
Para Zapatero es más importante buscar culpables que aportar soluciones. En este caso concreto, es Aznar el máximo culpable de todo este desbarajuste, por su política económica cuando estaba al frente del Gobierno. También, como no, acusa a los especuladores por sus ataques a la economía española. A estos, les advierte Zapatero que, si siguen apostando contra España, “van a perder hasta la camisa”. Zapatero no se da cuenta que la situación económica, más que mala, es dramática. Vive permanentemente en el país de maravillas y no se entera de los riesgos constantes que corremos. La situación del pasado mes de mayo puede repetirse, pero agravada, porque la deuda pública a la que debemos hacer frente es notablemente superior.
Como consecuencia del volumen de nuestra deuda, cada vez mayor, la tensión en los mercados internacionales sigue creciendo, ya que, por mucho que diga Zapatero, se sigue desconfiando de nosotros.. Solamente en los cuatro primeros meses de 2011, necesitaremos 73.000 millones de euros para hacer frente, de momento, a la deuda soberana y a la deuda bancaria. Y los intereses a los que debe hacer frente el Tesoro en 2011 suman la elevada cantidad de 27.461 millones de euros, lo que supone un gasto del 2,5% del PIB. La deuda del sector público que a finales de 2007 sumaba la cantidad de 380.660 millones de euros, en el segundo trimestre de 2010 ya rozaba los 600.000 millones de euros, lo que supone un 62,8% del PIB. De seguir esta progresión, en el mejor de los casos, el Tesoro finalizará 2011 debiendo una cantidad cercana al 70% del PIB.
Todas estas circunstancias, nada halagüeñas para nosotros han hecho que se disparara la prima de riesgo para los bonos y sobrepase la barrera sicológica de los 300 puntos básicos con respecto a sus homólogos alemanes. De este modo, el interés del bono alemán se mantiene en torno al 2,65%, mientras que el español se eleva al 5,7% de interés. A todo esto, la Comunidad Europea sigue desconfiando de Rodríguez Zapatero, y da por hecho que España incumplirá su compromiso de reducir el déficit público al 6% del PIB en 2011. Y es normal que así sea porque nunca ha hecho honor a su palabra. Como además va a aumentar el paro, es normal que la población acumule más deuda con los bancos y, en consecuencia, termine por paralizarse el consumo
Seguirán diciendo que España no es Irlanda, ni mucho menos Grecia. Pero no podrán negarnos que cada vez nos estamos pareciendo más a estos países. Se ha hundido la bolsa y la deuda pública cada vez pesa más y no hay dinero para las amortizaciones y para pagar los elevados intereses que genera la deuda pública. Si a esto añadimos los agujeros que están soportando los bancos y las cajas, se agudiza el problema y no habrá manera de convencer a los acreedores que recuperaran el dinero de sus inversiones. Y si no se les convence de que España es solvente, no tardaremos en seguir los pasos de Irlanda y hacer frente a los problemas económicos que comportan estas intervenciones. De momento debemos estar atentos ya que en Bruselas están advirtiendo a nuestro Gobierno, que son necesarios nuevos ajustes y que, como viene siendo habitual, pagaremos los mismos.

Gijón, 30 de noviembre de 2010

José Luis Valladares Fernández