martes, 29 de septiembre de 2009

EL CAMBIO CLIMÁTICO Y LA CRISIS ECONÓMICA


Lo malo no es que Zapatero nos haya hecho reír con su absurdo discurso en la ONU. Nosotros ya le conocemos sobradamente y sabemos de antemano lo que puede dar de sí. Lo malo es que se habrá carcajeado de él todo el mundo y, cómo no, de todos nosotros, por el tipo de persona que tenemos al frente de nuestro Gobierno. Es bochornoso que quien nos representa se despache, muy solemnemente, eso si, con tal tipo de simplezas. Es para ponerse uno colorado y sentir hasta vergüenza ajena.
Ya el mismo miércoles día 23, tan pronto le dieron cancha, sorprendió a propios y a extraños al afirmar que el cambio climático era el causante de la crisis económica. Seguro que los que le escuchaban tuvieron que hacer grandes esfuerzos para poder mantener la seriedad y la compostura que exige el protocolo. Semejante afirmación, para vergüenza nuestra, solamente se le puede ocurrir a José Luis Rodríguez Zapatero.
Son notables los esfuerzos del presidente para eludir cualquier tipo de responsabilidad en la crisis económica que padecemos, mucho más grave que la del resto de países. Dada su terquedad numantina en negar la crisis, no se arbitraron las medidas estructurales precisas para afrontarla convenientemente aminorando así sus efectos más perniciosos. Y ese empecinamiento del jefe del Ejecutivo en no tomar medidas a tiempo, terminó por meternos de lleno en ese pozo sin fondo del que va a ser muy difícil salir.
Pero Zapatero no tiene culpa de nada. Cuando ya no era posible negar la crisis, nuestra economía, para él, simplemente sufría las consecuencias de la crisis financiera internacional. Pero no había problema alguno, ya que los españoles estábamos mejor preparados que nadie para hacer frente a ese estado de cosas. E incluso insinuaba que saldríamos de la crisis antes que el resto de los países de nuestro entorno. Nuestra economía, gracias a sus oportunas previsiones, estaba a años luz por delante de Italia. Y en muy poco tiempo sobrepasaríamos también a Francia. Como iba de faroles, afirmaba, una y otra vez, que estábamos en la ‘Champion League’ de las economías mundiales.
Cuando se hizo patente que esta afirmación era una memez en toda regla, Zapatero comenzó a culpar de las particularidades de la crisis española a Bush, a los banqueros y a los especuladores patrios, al Gobierno de Aznar y, sobre todo, a la burbuja inmobiliaria. Como se trataba de una atribución de culpabilidades demasiado simplista, no convencía a nadie. De ahí que el dedo acusador siga apuntando directamente a Zapatero como principal responsable. Pero él, una vez más, se declarará inocente y buscará algún otro culpable, en este caso el cambio climático. Y si esto no es suficiente, terminará por culpar de la crisis económica a Marco o al abuelo de Heidi.
Aunque es algo muy inusual en él, hasta el mismo Zapatero advirtió su monumental metedura de pata. De ahí que a las pocas horas de afirmar que la crisis estaba originada por el cambio climático, da marcha atrás y señala que ese cambio climático es solamente una de las causas de la recesión, para apuntillar más tarde que “es mucho más devastador que la crisis”. A partir de este momento, el presunto calentamiento de nuestro planeta pasó a ser uno de los ejes del vacio discurso de Zapatero ante la Asamblea General de Naciones Unidas.
A todo esto, suficiente para convertir a los españoles en el hazmerreir de todo el mundo, hay que añadir el affaire de la foto familiar con los inquilinos de la Casa Blanca. Esto fue ya el remate del despropósito. Es inconcebible que Zapatero, tan soberbio, tan pagado de sí mismo y tan celoso de sublimar su imagen, hiciera tan espantoso ridículo en un acto público y oficial.
Quizás deba pensar en despedir asesores, aligerando así los excesivos gastos de las cuentas públicas. Pues si los asesores no le informaron del protocolo obligado para una fotografía oficial, o es que lo desconocen por no ser verdaderos especialistas en política de diseño, o es que les interesa solazarse con el ridículo del asesorado. Y para más INRI y que la befa sea más universal, viene el propio Zapatero después y prácticamente exige el secuestro de la fotografía en cuestión. De esta manera, la curiosidad de cualquier mortal queda plenamente asegurada y el morbo crece de manera incontenible tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
Allí, quiera o no quiera Zapatero, su familia representaba oficialmente a todas las familias españolas y, quizás, no todos sus miembros iban de acuerdo con los estándares sociales al uso. Y mal que nos pese, fuera de España, piensan que todos los españoles somos iguales y nos miden a todos con el mismo rasero. Y no somos todos iguales. A la hora de hacer el ridículo, evidentemente, unos son más iguales que otros.

Gijón, 26 de septiembre de 2009

José Luis Valladares Fernández

lunes, 28 de septiembre de 2009

ZAPATERO O LA OCASIÓN PERDIDA

Dicen en mi pueblo, y no les falta razón, que “una cosa es predicar y otra muy distinta dar trigo”. Ésta frase, sacada del refranero español, retrata perfectamente a Zapatero. Más que el presidente del Gobierno, parece un fraile que, desde el púlpito, nos pide solidaridad. Quiere que veamos en la inminente reforma fiscal, más que una molesta subida de impuestos, un acto generoso con quienes más sufren los duros efectos de la crisis económica. Quiere que seamos los de siempre, las castigadas clases medias, quienes, de un modo alegre y altruista, le proporcionemos los medios precisos, para que él pueda repartir pequeñas limosnas a tanto desheredado de la fortuna.
Pero en este caso, como en tantos otros, debería ser el primero en dar ejemplo. Es inconcebible que el principal responsable del Ejecutivo siga con sus gastos suntuarios, mientras nos pide a nosotros que aportemos ese pequeño óbolo al limosnero nacional. Su anunciada restricción de gastos se queda en un simple ahorro testimonial, mientras nuestra deuda pública aumenta de un modo incontrolado.
Ahora mismo, en este viaje oficial a Estados Unidos para que, entre otras cosas, se vuelva a producir esa conjunción planetaria cantada por Leire Pajín, ha perdido una ocasión magnífica de dar ejemplo. Teniendo en cuenta el agujero tan enorme que hay en las cuentas del Estado, desaprovecha lamentablemente la oportunidad de mostrarse austero y de ser solidario con los que menos tienen. En un viaje oficial como este, sufragado a costa del erario público, resulta abusivo que el presidente y señora metan de rondón a sus hijas para que hagan turismo a costa de los españoles.
No debemos extrañarnos de esto, ya que este modo de proceder es algo recurrente en Zapatero. Siempre ha sido muy poco escrupuloso cuando se le ofrece la posibilidad de utilizar los medios públicos para actividades estrictamente personales suyas o de su propio partido. Ahí están, por ejemplo, sus viajes puramente partidistas en el ya famoso ‘Falcon’ que pagamos los contribuyentes. Alegar motivos de seguridad, no justifica en absoluto el uso indebido de los bienes públicos para mitinear. Y de utilizarlos, los gastos originados por este motivo debieran ser sufragados por el propio PSOE.
La utilización del avión oficial es una constante en la desfachatez del presidente. Ha habido ocasiones que se sirvió del Mystére con fines exclusivamente privados. Recordemos el viaje familiar para ir a Londres con el fin de realizar unas compras en Harrods. Posteriormente volvió a utilizar un avión oficial, con destino a Berlín, para ver y oir a su esposa, Sonsoles Espinosa, que actuaba con la orquesta de Daniel Barenboim, en la Philharmonie de la capital alemana.
Al uso abusivo del avión oficial hay que agregar la única patrullera que la Guardia Civil tiene en Lanzarote y que utilizó desaprensivamente para acordonar y proteger la zona en la que su esposa daba rienda suelta a una de sus aficiones, la práctica del buceo.
Por lo que parece, Zapatero es incapaz de distinguir dónde termina una actuación privada y dónde comienza la pública. Quizás piensa que, por el puesto que ocupa, él está por encima del bien y del mal y que las normas solamente obligan a las clases que carecen de mando en plaza y a los plebeyos. Su afán de poder y excesivo amor propio, le llevan a actuar con la arbitrariedad del señor feudal que tiene derecho de pernada y a quien todos deben vasallaje. Y es precisamente él, el presidente del Gobierno, el primero que debiera dar ejemplo, utilizando esos bienes públicos con el más exquisito y honrado comedimiento.
Nadie como él está obligado a esos gestos de moderación y a tener en cuenta ese Código de Buen Gobierno, aprobado en Consejo de Ministros el 18 de febrero de 2005. En dicho Código, alentado por el propio Zapatero y que se reserva el derecho de saltárselo a la torera cuando le venga en gana o le interese, se establece que los miembros del Gobierno y los altos cargos de la Administración, ajustarán sus actuaciones a los siguientes principios éticos: “objetividad, integridad, neutralidad, responsabilidad, credibilidad, imparcialidad, confidencialidad, dedicación al servicio público, transparencia, ejemplaridad, austeridad, accesibilidad, eficacia, honradez y promoción del entorno cultural y medioambiental y de la igualdad entre hombres y mujeres.”
Las buenas intenciones, cuando se trata de próceres socialistas, suelen quedar en eso, en simples intenciones.

Gijón, 24 de septiembre de 2009

José Luis Valladares Fernández

jueves, 24 de septiembre de 2009

¿SOLIDARIOS O TONTOS?

Tenemos un presidente del Gobierno con una capacidad enorme para sorprender á cualquiera que se interese por nuestra situación económica. Resulta que la mayoría de la sociedad española es ahora masoquista, ya que están sumamente agradecidos a Zapatero, por darles la oportunidad de ser solidarios. Hay una mayoría de la sociedad, nos dice, que acepta la subida de impuestos porque se trata de “ciudadanos que saben y que están de acuerdo en hacer un pequeño esfuerzo” ahora que estamos metidos en una crisis.
Y no terminan aquí las incongruencias de Zapatero en la sesión de control del Senado. Acto seguido, con un tono de enfado notable y como quien habla ex cáthedra, acusa al Partido Popular de “no haber hecho nunca una política de solidaridad”. De ahí que a los populares “les suena tan extraño” que el Gobierno acuda a la solidaridad con los ciudadanos, subiéndoles la tributación.
Para empezar, no hay solidaridad si no hay libertad; si te la imponen desde arriba, ya no es solidaridad, es imposición. Esto debiera saberlo el presidente del Gobierno. De todos modos, con el dinero ajeno, yo también soy muy solidario. Desde luego, yo no se que tiene de solidario tratar de solucionar la crisis y el desempleo con simples y banales cataplasmas. La solidaridad estaría en buscar, primero, la manera de poner freno a ese constante y feroz aumento del paro y, después, que los ciudadanos puedan vivir honradamente de su trabajo. De rebote quedarían solucionados muchos de los problemas económicos que nos afectan.
Con más moral que el Alcoyano, Zapatero continuó soltando simplezas en su contestación a las preguntas del portavoz del PP, García Escudero. A falta de razones más convincentes, se lamentó de la “demagogia coyuntural” de los responsables del Partido Popular. Y, como si tuviera razón, continuó con su perorata asegurando que, todos los ciudadanos, y sobre todo los grupos de pensionistas, parados y mileuristas, están mucho más protegidos socialmente con su política que con el PP.
Reitera, sin convicción, que la subida de impuestos tiene unas características especiales que ni el mismo se lo cree: será “moderada”, “responsable” y “en una parte temporal”. Más aún, con esta subida de impuestos, según confiesa, además de mantener la protección social, busca reactivar una inversión productiva y, al menos para 2012, cumplir lo exigido por el Pacto de estabilidad y crecimiento, manteniendo el déficit público por debajo del 3% del Producto Interior Bruto, como exige la Comisión Europea.
Zapatero nos da a entender que sigue en sus trece y con esa propaganda triunfal a la que es adicto, continúa con sus ocurrencias y recetas mágicas para enderezar lo que no tiene enderezamiento posible. La protección social de la que presume se reducirá a unas simples y exiguas limosnas que no solucionan nada. No habrá dinero para efectuar inversiones productivas y rentables que generen trabajo y, mientras no haya cambios estructurales, no logrará ahormar nuestro déficit público. Como le dijo García Escudero, en lugar de frenar la “sangría del paro”, la subida de impuestos logrará “justo lo contrario: menos ahorro, menos consumo, destrucción de empresas y más paro”. Con razón dijo Aznar desde Colombia: "No es dificil gestionar mejor la crisis, pero es dificil hacerlo peor".
Que Zapatero coja el toro por los cuernos e introduzca las reformas estructurales necesarias que aumenten nuestra productividad y nuestra competitividad, por ejemplo, es misión imposible. Con gastar dinero cree que ya está todo arreglado. Es un manirroto que despilfarra a manos llenas el dinero, que no es de él, en ministerios superfluos que hasta carecen de competencias, en multitud de altos cargos inútiles, en infinidad de asesores, en regalárselo a dictadorzuelos extranjeros, como es el caso del presidente de Bolivia, Evo Morales y hasta en propaganda excusada. Es muy generoso con el dinero ajeno.
Tampoco hay manera de que nos de detalles de esa supuesta subida de impuestos. Se limita a generalizar sin especificar el alcance real de esa pretendida modificación fiscal y se ampara en infinidad de requiebros vulgares para eludir todo tipo de aclaraciones. Además de obviedades manifiestas, repite una y otra vez que se trata de una subida impositiva “limitada y temporal” y que gobernar es tomar decisiones que “unas veces son más amables y otras exigen más compromiso y responsabilidad”. Como mucho, nos remite a la futura Ley de los Presupuestos Generales del Estado, donde, dice, se concretarán todos los detalles de dicha reforma.
El presidente del Gobierno repite a todas horas, aunque sin convicción, que esta subida de impuestos a quien más va a afectar es a los ricos, que el IRPF no se va a tocar. Se habla de una subida de dos puntos en el IVA. ¡Demagogia barata! Pagarán el pato, como siempre, los que tengan menos poder adquisitivo. Si desaparece la desgravación de los famosos 400 euros, ya se tocó el IRPF. Y nada hay más insolidario que cargar la mano sobre el IVA y sobre los demás impuestos indirectos, ya que serán los pobres los que se lleven la peor parte. Y en España hay muchos pobres ya y que aumentarán, sin duda, como consecuencia del errático Gobierno de Zapatero.
A Zapatero le interesa escudarse en el embeleco de la recuperación. Trata de aguantar como sea, y esperar a que otros países salgan de la crisis. Está convencido de que cuando Alemania y Francia abandonen la recesión, nos arrastrarán también a nosotros prácticamente sin poner nada de nuestra parte. Y gana tiempo tratando de hacernos creer en los brotes verdes de la ministra de Economía, Elena Salgado, conocida hoy como la “bien manda”.
Alemania y Francia atisban ya ese cambio de signo en sus economías. Y otros países de nuestro entorno también, ya que, para su suerte, no tienen a un Zapatero rigiendo sus destinos económicos. España tendrá que esperar tiempos mejores. En esto coinciden todos los pronósticos, incluso el de personas tan poco sospechosas como Joaquín Almunia. Dadas las circunstancias específicas de nuestra crisis, mucho tendrán que cambiar las cosas para remontar de nuevo el vuelo. Lo primero, Zapatero tendría que cambiar de chip y abandonar ese izquierdismo rancio que le ha llenado de complejos absurdos que le tienen maniatado.

Gijón, 22 de septiembre de 2009

José Luis Valladares Fernández

sábado, 19 de septiembre de 2009

LA SIMBOLOGIA DEL PUÑO EN ALTO

Con motivo de la farsa política de Rodiezmo y desde un animado chat, Mariano Rajoy supo sacarle punta a la llamativa foto de personas que aparecían disfrazadas de obreros. Uno de los internautas le pide a Rajoy su opinión por el hecho de que gente importante del PSOE aparezca en la foto de esa guisa. La respuesta no se hizo esperar: “¡Esta si que es buena!”. Y echando mano de su proverbial sorna gallega agregó: “mientras no me lo estampen en la cara… me da igual”. A continuación, y ya en serio, da su acertado parecer: produce tristeza que “personas que apenas superan los 30 años estén con el puño en alto”. Y apostilló: “¿Qué pasaría si apareciese alguno con la mano extendida?”.
La patulea pretendidamente progre del PSOE, al sentir el escozor de la acertada puya, se lanzó sin miramientos a la yugular de Rajoy. En su mayoría, se trata de personas que practican la liturgia del pañuelo rojo al cuello y el puño en alto con un arrobo angelical extraordinario, por si esto les sirve para seguir medrando a costa de los presupuestos del Estado. Y, claro, no toleran que alguien les diga a la cara, lo que ellos mismos reconocen en su fuero interno. De ahí el enfado y el desmedido ardor con que atacan al presidente del PP.
Y a éste furibundo ataque de miembros del PSOE, se suman descaradamente sus palmeros de siempre, los agradecidos voceros mediáticos, el mundo de la farándula y cuantos viven al son que marcan las subvenciones. Estaría muy bien que Miguel Ángel Vázquez se aplicase a sí mismo la receta que él recomienda a Mariano Rajoy, el dicho de Groucho Marx: “Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente”. Ya que es él y no Rajoy quien desconoce la historia o se empeña en leerla al revés.
Habrá que recordar a toda esta gente que ambos gestos, levantar el brazo con la mano abierta o el puño cerrado, tienen un padre intelectual o filosófico común, o al menos el abuelo: G. F. Hegel. Hegel, como consecuencia de la guerra de los Treinta Años, se encuentra con una Alemania muy atrasada política y económicamente. En realidad, no existía como estado moderno. Hasta la propia justicia estaba marcada por un poder feudal, sumamente despótico y arbitrario. No había libertad, y la censura marcaba límites a la propia libertad de expresión. Y hasta la misma cultura era objeto de repudio y de desprecio.
Ante esta situación, Hegel se revela y emprende la tarea de desarrollar la idea o concepto de un Estado racional y moderno. Para ello, acude a la dialéctica. Una vez superada la dicotomía planteada por Kant sujeto-objeto, busca la manera de mostrar al ser en su totalidad y llega a la conclusión de que la nación es una mera abstracción. Por lo tanto no existe. El Estado, en cambio, si existe ya que responde a una realidad totalmente comprensible, con poder y con estructura propios y que utiliza las leyes y las normas para comunicarse con los ciudadanos.
Dejando a un lado toda otra disquisición filosófica, este concepto del Estado da origen a los totalitarismos que hemos vivido a lo largo de la historia. El desarrollo completo de la teoría hegeliana del Estado se la debemos a los numerosos seguidores o discípulos que tuvo Hegel, dejando cada uno sus tics personales. Dentro de estos nos encontramos con dos tendencias muy claras. La más ortodoxa, representada por Nietzsche, Wagner, Stöcker y F. Naumann, conjuga muy bien el nacionalismo y el socialismo obteniendo una perfecta síntesis “Nacional-social”. Llevado posteriormente esto a la práctica, dio origen al nacionalsocialismo o al fascismo, doctrina política que pretendía instaurar un corporativismo estatal totalitario y una economía claramente dirigista.
La otra corriente o tendencia, representada por D. Strauss, B. Bauer y sobre todo por K. Marx y F. Engels, pone el énfasis en el método dialéctico aplicado a la realidad. Este desarrollo cristaliza en lo que conocemos como marxismo. El marxismo, al igual que el fascismo o el nazismo, es también totalitario. En ambos regímenes políticos, la libertad brilla por su ausencia y el estado ejerce todo el poder de un modo absoluto. Marxismo y fascismo, en la práctica tienen el mismo modelo político. Ambos se hacen representar por lo que conocemos por partido único, que se funde con las instituciones del Estado. Ambos sistemas exaltan la figura del jefe, que tiene un poder ilimitado y se manifiesta a través de la autoridad ejercida de un modo jerárquico. La única diferencia que encontramos entre un sistema y otro es el racismo. El fascismo o nacionalsocialismo basa su desarrollo en supuestos étnicos claramente racistas, mientras que el marxismo, no.
El saludo fascista, que es una simple variante del saludo romano, fue adoptado primero por el Partido Nacional Fascista de B. Mussolini y más tarde incorporado por el Nacionalsocialismo, como gesto de lealtad hacia su líder Adolf Hitler.
El saludo con el puño en alto nace con la II Internacional en 1889. El 14 de julio de ese año se celebra en París el Congreso que dio origen a esta II Internacional, cuyo objetivo era borrar las diferencias surgidas entre la tendencia marxista y la anarquista pilotada por Bakunin. Aunque el anarquismo quedó fuera de la unidad del mundo obrero, el socialismo y el comunismo impulsan unidos de nuevo la lucha obrera. El puño en alto pasó a ser un gesto de connivencia entre socialismo y comunismo y que representa la lucha obrera o, más concretamente, la lucha de clases. Se trata de un elemento que simbolizaba claramente la confrontación entre clases sociales.
Los partidos socialistas de los países de nuestro entorno que tienen cierta relevancia, hace ya años que abandonaron ese gesto del pasado, tan anacrónico como el saludo fascista. Es más, si el PSOE prescindiera de semejante mímica, creeríamos que su abandono del marxismo, en tiempos de Felipe González, fue real y sincero y no una manifestación oportunista.
Hasta sería de agradecer que en el PSOE, los encargados de remozar la imagen del partido, aceleren la finalización del nuevo logotipo que tienen en proyecto. La rosa blanca sobre un fondo rojo estaría más acorde con los tiempos actuales que el anacrónico puño y la rosa. El puño, aunque ahora se empeñen en negarlo, siempre ha sido un símbolo de clara confrontación de clases sociales.
Aunque espero equivocarme, Ciprià Ciscar y los que se ocupan de renovar la imagen del PSOE, lo van a tener muy difícil, ya que aún hay, dentro del partido, muchas personas ancladas en la prehistoria y que miran a toda esta parafernalia con verdadero romanticismo. Incluso, añoran aquellos tiempos y hasta cantan la internacional con verdadera pasión. Se da la curiosa paradoja de que estos progres de guardarropía llevan en el corazón al partido de clase y se comportan como si se tratase de una sociedad limitada, encargada de gestionar el hipotético estado de bienestar y, a la vez, aspiran al enriquecimiento personal. Pero, eso sí, con ínfulas de pobres y de simples obreros. Hay otros que simplemente se dejan llevar, y no piensan que el puño y la internacional son el santo y seña del marxismo. Doctrina ésta que tiene a sus espaldas millones y millones de muertes, muchas más que el fascismo.
La desaparición del puño del emblema del PSOE significaría un buen paso hacia la modernidad. Con rosa o sin rosa, el puño sobra. Lo mismo que el puño en alto: prescindir de ese gesto anacrónico, sería un acto de coherencia con el tiempo en que vivimos y, sobre todo, con el proyecto político avalado por la socialdemocracia.

Gijón, 15 de septiembre de 2009

José Luis Valladares Fernández

miércoles, 16 de septiembre de 2009

EL DISCO RAYADO DE ZAPATERO

Los que ya no somos de ayer y peinamos canas, nos acordamos de una serie de televisión de la década de los 70 en la que aparecía un cómico “sui generis” que se hacía llamar Felipito Tacatún. Zapatero imita bastante bien a ese personaje hispanoamericano, que siempre terminaba su sketch con una mueca rara y diciendo: “yo sigo”. A Zapatero, en realidad, solamente le falta esa mueca forzada, ya que en la práctica, aunque no lo diga, él sigue.
Zapatero sigue improvisando fórmulas totalmente ineficaces, si es que no son contraproducentes. Sigue equivocándose hasta cuando trata de rectificar. Sigue con sus frases panfletarias y rimbombantes que no tienen nada que ver con la realidad y sigue ocultándonos la realidad sobre nuestra auténtica situación económica. Él quiere vendernos, como sea, la mula ciega.
En la otrora fiesta minera, convertida hoy en pura farsa política, que tradicionalmente organiza la UGT en la localidad leonesa de Rodiezmo, Zapatero volvió por sus fueros con esas frases huecas e infumables que no dicen nada, pero que suelen embaucar a su gente. Ahí está su afirmación inicial de que el Gobierno no improvisa en economía, que únicamente se limita a dar respuesta a los problemas que van surgiendo. “No improvisamos -dice, tratando de eludir las críticas del Partido Popular”-: damos respuesta a los problemas”. Y más adelante agrega: "Sabemos donde vamos; eso es gobernar cerca de lo que pasa; no improvisamos, sino que estamos todo el día explorando posibilidades para luchar contra la crisis, apoyar a las empresas y escuchar a los trabajadores y a los sectores más afectados".
Parece ser que, para José Luis Rodríguez Zapatero, el problema no está en el paro, en esa pérdida de puestos de trabajo tan descomunal que padecemos. Y eso que acaba de afirmar Celestino Corbacho que, de seguir así, el número de parados llegará al 20% de la población activa. Para Zapatero, el problema radical está en que hay personas que dejan de percibir prestaciones. Y, claro está, acude de inmediato a remediar la situación con simples paños calientes. Para ello, les asigna esa limosnita de 420 euros, dinero que aún no tiene y que detraerá, por lo que parece, de los ahorros de personas que no andan muy sobradas. La soberbia del jefe del Ejecutivo no le deja ver que es mucho más efectivo crear las condiciones para que se creen puestos de trabajo, que repartir esos donativos irrisorios.
El incesante aumento de las listas del paro se agrava con la importante caída del nivel de afiliación en la Seguridad Social. En el mes de agosto nos encontramos con 142.244 menos cotizantes que en el mes anterior. Y para solucionar todo esto no bastan las circunstanciales cataplasmas ideadas por Zapatero. Hace falta algo más. Hacen falta medidas estructurales que corten de raíz esa pérdida tan brutal de empleo, o al menos la ralentice y que el número de afiliados a la Seguridad Social crezca o se estabilice.
Se atreve a decir, sin ponerse colorado por ello, que está convencido de que España saldrá de la crisis económica al mismo tiempo que los demás países de nuestro entorno. Se reafirma, además, en su compromiso de mantener las políticas sociales ya iniciadas. Y para ello, hasta casi emplea un juramento:
"Tenéis mi palabra y mi compromiso de mantener la política social avanzada y la protección social”. Subrayó incluso que, con decisiones de este tipo, es como el Gobierno responde cuando hay dificultades económicas.
Lo malo es que la palabra de Zapatero se cotiza muy poco y no es en absoluto fiable. Hoy dispone que se desgraven 400 euros a la hora de rendir cuentas a Hacienda y mañana anula esa desgravación. Hoy anula el impuesto sobre el patrimonio y mañana lo instaura de nuevo. Hoy dice que no se tocarán los impuestos y mañana los sube. ¡Ni que la falta de seriedad la llevara grapada en su propio ADN!
Continuando con su evidente mal genio y enfado, defendió a ultranza su ya famoso Plan E y nos dice que hay que entenderlo como una medida de choque, destinado a paliar la pérdida de empleos en el sector de la construcción. Y la realidad nos demuestra que este Plan E ha sido un simple parche con escaso valor para mantener la ocupación laboral que se buscaba.
Continuando con su innata frivolidad, y siguiendo en la misma línea de apuestas por las políticas sociales, anuncia para el año próximo un aumento notable en becas para estudiantes y en ayudas para que los jóvenes dispongan de una vivienda digna. También anunció que las pensiones normales mantendrán su poder adquisitivo, como si esto dependiera de él y no estuviera ya garantizado por ley. Par las pensiones mínimas, promete un incremento especial, pero sin determinar su cuantía.
Zapatero hace hincapié en que cuenta con los trabajadores para poner en marcha su proyecto, recalcando que, en una situación tan difícil como la actual, el Gobierno se encuentra en la tesitura de elegir una opción. Y esto es lo que ha hecho, elegir el aumento de las prestaciones a los desempleados y rechazar el abaratamiento del despido. Agradece, ¡faltaría más!, la actitud ejemplar de los representantes sindicales. Para los empresarios, a quienes no escucharon, críticas acervas por no haberse dejado llevar al huerto de un modo incondicional.
Los asistentes, como manda la tradición, corearon sus frases y aplaudieron a rabiar. Aquí caben unas preguntas: ¿aplaudirían con el mismo ardor, si la inmensa mayoría de los allí presentes no vivieran del momio y del presupuesto? ¿Responderían igual si vivieran de su trabajo o formaran parte de las listas del paro? Seguro que no. Los que allí estaban eran casi todos obreros de diseño, enardecidos con las palabras del jefe al que rodeaban con verdadero mimo.
Ahora, como ya es costumbre, comenzarán los voceros habituales del partido, con el coro y el acompañamiento de toda la trompetería mediática afín, a repetir, por activa, por pasiva y hasta por perifrástica, toda esta retahíla de despropósitos anunciados por Zapatero. Es lo que suelen hacer, sin echar tiempo en analizar si Zapatero tiene razón, o no. En este caso concreto y antes de aprobar las medidas, deberían tener en cuenta el montante de las partidas destinadas a cubrir la crisis y a satisfacer las promesas electorales del Gobierno. Solamente para el año 2009, esa cantidad asciende a la escalofriante cifra de 50.000 millones de euros, cifra algo mayor que el déficit presupuestario registrado hasta julio y que se duplicará desde aquí hasta finales de año. Solamente la prestación de los 420 euros para quienes han dejado de percibir el paro, ya asciende hasta los 1.300 millones de euros.
Todo este enorme gasto va a ser tan ineficaz como los 8.000 millones de euros empleados en el Plan E y, a la larga, tremendamente perjudiciales para nuestra recuperación económica, por las emisiones de la deuda pública que esto comporta. Ya en 2008, la emisión de deuda bruta superó en un 116% a la del año 2007. Y en el presente año de 2009, solamente hasta julio, la deuda del Estado emitida supera en un 157% a la emitida en ese mismo período en 2008. Cantidades inasumibles y que, diga lo que diga Zapatero, lastran nuestra economía, demorando en el tiempo nuestra deseada recuperación.

Gijón, 16 de septiembre de 2009

José Luis Valladares Fernández

domingo, 13 de septiembre de 2009

¿NUEVO ATRACO DE LA SGAE?

Con la Sociedad General de Autores de España (SGAE), vamos de sorpresa en sorpresa. En el mes de agosto pasado nos enteramos que esta sociedad, dando muestras de su afición por lo ajeno, exigía al ayuntamiento de Zalamea de la Serena la bonita cantidad de 14.000 euros. Javier Paredes, alcalde de la localidad, calificaba esta pretensión, con toda la razón del mundo, de “burrada” y de casi un atraco a mano armada”.
El primer edil de Zalamea razona su enfado. Se trata, nos dice, de una representación popular de Calderón de la Barca, que se titulaba ‘El alcalde de Zalamea’ y que llevan acabo, de modo desinteresado, un grupo de vecinos de la localidad. Esta sería la decimosexta edición. Se trata, nos dice el regidor municipal, de una recuperación patrimonial del sentimiento del pueblo y esta representación, además, ha sido declarada fiesta de interés Turístico Regional. No se trata de recaudar fondos. Es más, la taquilla no llega ni para cubrir los gastos originados por la representación.
Pero la SGAE no entiende de estas cosas. Todo su afán se centra en hacer caja como sea. Todo lo demás no le interesa.
Un caso parecido les ocurre a la Asociación de Vecinos Zaidín-Vergeles, que organiza el Festival Zaidín Rock de Granada. Este año celebra la 29 edición y la SGAE les exige el pago de unos 6.000 euros por festival en concepto de derechos de autor.
Como el festival, a pesar de que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento y la Diputación de Granada y de la Junta de Andalucía, no da para tanto, a este colectivo vecinal se le ocurrió una idea muy original: pedir a la SGAE el patrocinio de este evento musical. Esta sería la única posibilidad de hacer frente a los derechos de autor.
Aunque estos dos casos anteriores son sumamente llamativos, tiene bastante más enjundia la siguiente noticia que lleva ya días circulando en la red. La SGAE pretende obligar a las bibliotecas públicas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon, destinado a resarcir a los autores de dichos libros del desgaste del préstamo.
La SGAE, ahora sí, ha llegado al colmo del despropósito. El mercantilismo de esta sociedad, que dice representa los intereses de los autores, la llevaría a poner freno a una de las mejores actividades que puede proporcionar una biblioteca, como es el promover la lectura. El préstamo de libros despierta en la gente joven la afición por la lectura y quien se aficiona a leer, termina por ser un habitual comprador de libros.
Es inconcebible que la SGAE pretenda defender los intereses de los autores, cargándose la principal y más interesante de las funciones que deben desarrollar las bibliotecas. Sin los préstamos de libros, muchos de los escritores serían unos perfectos desconocidos que para vivir, en vez de dedicarse a escribir, tendrían que buscarse otro medio de vida. El mejor servicio que una biblioteca puede proporcionarles, es difundir su obra haciendo llegar sus libros, mediante el correspondiente préstamo al mayor número de personas posibles.
Flaco favor les hace la SGAE a los escritores, dificultando la difusión de su obra con esa desquiciada pretensión de cobrar a las bibliotecas por libro prestado. Nadie compra libros de autores desconocidos, a menos que sea un perfecto patán. A los paletos solamente les interesa el aspecto de los mismos. Si están bien encuadernados, les valen hasta las guías de teléfono. Quieren lucirse ante sus amistades, y para ello procuran llenar los anaqueles del mueble de su salón con libros que tengan lomos muy elegantes y vistosos.
La mejor propaganda que puede recibir cualquier autor, y que además es gratuita, se la proporcionan estas bibliotecas que difunden su obra de un modo admirable prestando sus libros. El fomento de la lectura proporciona a los escritores la mejor de las promociones posibles, reportándoles un buen número de ventas de ejemplares. Y si la Sociedad General de Autores de España empieza a cobrar por este servicio, habrá bibliotecas que cancelen este servicio. Esto ocasionará que disminuyan los lectores y por consiguiente, con el tiempo, disminuirán también los compradores de libros.

Gijón, 13 de septiembre de 2009

José Luis Valladares Fernández

ZAPATERO Y LA IMPROVISACIÓN

Las salidas de pata de banco de Zapatero son tan frecuentes que, de no ser por su influjo negativo en la vida diaria de los españoles, pasarían completamente desapercibidas. Pero sus actos y hasta sus dichos, por el puesto que ocupa, tienen un peso enorme en la economía y hasta en la moral de todo un pueblo. Y lo peor de todo es su inconsciencia, al no darse cuenta de la trascendencia que puede tener cualquiera de sus actuaciones.
Pese a su manifiesta mediocridad, piensa que está tocado por algún poder, poco menos que divino, que le coloca por encima de los demás españoles. Ni que fuera el superhombre redivivo de Nietzsche que, al estar por encima del mal y del bien, tiene todo el derecho del mundo a marcar el camino al resto de los mortales.
Comienza Zapatero su periplo ideológico, cuando aún era Jefe de la oposición, imitando a aquel tribuno de la plebe llamado Ponto Aquila que, en vez de seguir el ejemplo del resto de los magistrados, permaneció sentado cuando pasaba Cesar en su carro triunfal celebrando la victoria de Munda. La falta de respeto de Zapatero, permaneciendo sentado en aquel desfile cuando pasaba la bandera de Estados Unidos, fue un acto estrambótico que comenzó a pasarnos factura tan pronto fue aupado a la presidencia del Gobierno. Trabajos que realizábamos para los norteamericanos, y que tenían su importancia en nuestra economía, comenzaron a esfumarse y ser derivados intencionadamente a otros países.
A penas se dio importancia entonces a esa fuga de encargos que habitualmente venían recibiendo, de manera muy destacada, algunos astilleros españoles. Y es muy posible que, de aquella, la desaparición de algún que otro trabajo ocasional careciera de importancia. Era abundante aún la reserva de puestos de trabajo creados en las dos legislaturas anteriores y las arcas del Estado disponían de abundantes fondos que milagrosamente alcanzaban para todo, incluso para gastos suntuarios y absurdos.
Pero Zapatero, con su voluntarismo político y creyendo en su cometido mesiánico, comienza a ejercer de Rey Mago repartiendo dinero y traspasando a las Autonomías hasta las competencias que debieran ser exclusivas del Estado, acentuando así la dislocación de España. Nos ha devuelto a la España invertebrada descrita por Ortega y Gasset. A Zapatero se deben los acuerdos que hicieron posible, primero la redacción del estatuto catalán y después la aprobación del mismo, a pesar de su flagrante anticonstitucionalidad. Es más, somos muchos los que pensamos que, de acuerdo con los nacionalistas catalanes, se ha maniobrado bajo cuerda desde instancias gubernativas para que el Tribunal Constitucional lo declare plenamente constitucional o, al menos, que no haga mucha sangre con su sentencia. Hay precedentes de cuando la expropiación de Rumasa.
El traspaso a las Autonomías de las competencias de educación, las fiscales y las económicas ha dado lugar a un puzle de España, un tanto arbitrario e imposible de casar. La necesaria cohesión estatal ha desaparecido, por obra y gracia de Zapatero, dando lugar a que personajes de segundo orden jueguen a jefecillos de Estado. Imposible así poner orden en este país, desquiciado por la irresponsabilidad del jefe del Ejecutivo.
A los gastos desaforados de las Autonomías hay que unir los realizados a manos llenas por nuestro manirroto presidente del Gobierno. Tal es así, que en las arcas del Estado no quedan ya más que telarañas y documentos de deuda pública, a la que cada día es más difícil hacer frente. Los ingresos del Gobierno no alcanzan ya ni para pagar los intereses. Pero, dado el sectarismo congénito que, según todos los indicios, padece Zapatero, jamás reconocerá que caminamos indefectiblemente hacia la quiebra del Estado y seguirá dilapidando lo que no tenemos.
Al sectarismo manifiesto de Zapatero debemos sumar su izquierdismo patológico, obteniendo así un coctel sumamente peligroso que hará que tiemblen hasta los cimientos de nuestra economía. Y aunque, a ojos vista, nuestro déficit se disparará, él seguirá despilfarrando dinero para que los sindicatos cierren su boca, y para que los titiriteros y demás componentes del gremio de la ceja reciban su premio. A todo esto hay que agregar lo que se gasta en propaganda, dentro y fuera de nuestras fronteras, los rescates de los bancos, las limosnas que ofrece a los que se han quedado sin trabajo y hasta lo gastado en el inútil Plan E.
Llega un momento en que el ahogo económico se hace insoportable y entonces, con la ayuda de sus voceros mediáticos, se ve obligado a preparar el ambiente para una nueva subida de impuestos. Y esto, en vez de solucionar el problema, lo agranda considerablemente al prolongar la crisis en el tiempo, provocando más paro y agravando la recesión en que nos ha metido.
Como carece de ideas, basa toda su actuación en las ocurrencias del momento y en las improvisaciones. Así, aprovechando la posible pandemia de la gripe A, justifica la inminente subida de impuestos para ayudar a adquirir la vacuna específica que se necesita, ya que hay que ser solidario con los que, por su estado de salud o por su trabajo, necesitan una prevención efectiva contra esa enfermedad. También nos recuerda que estamos obligados a participar, según él, en las ayudas sociales que necesitan los que, por culpa de la crisis, lo están pasando mal. Con esto queda sobradamente justificada la nueva subida de impuestos.
Esta anunciada subida de impuestos le sirve, además, para dar carnaza a los suyos y para encender los ánimos de esa izquierda palurda que se cree cualquier cuento demagógico. Esa subida de impuestos solamente afectará a los ricos y a los de las rentas muy altas. Es dinero, nos dice, que se substrae a los ricos y se utiliza para ayudar a los pobres. Muy bonito si fuera verdad. Pero esto, dicho así, enfervoriza hasta límites insospechados a esos progres que aún creen en el manido evangelio socialista. No piensan que al rico de verdad, al que posee un elevado capital y vive de él y lo explota, no le afectan estas variaciones fiscales, pues no cobran por nómina ni reciben una pensión a final de mes.
Quienes en realidad terminan pagando el pato, como casi siempre, son las sufridas clases medias. Estas sí dependen de una nómina o de una pensión ganada después de una larga vida laboral. Según aclaró José Blanco más tarde, serán “clases altas” las que, en el impuesto del IRPF, declaren unos ingresos por “encima de los 50.000 euros”. No deja de ser ésta una manera muy curiosa de falsear el concepto de “clases altas”. Ocultan, quizás interesadamente, si hay alguna especie de tope a partir del cual graven los ahorros logrados a lo largo de los años. Posiblemente piensen aplicar esa subida de impuestos sin contemplaciones a cualquier ahorro, por mínimo que sea, sin tener en cuenta las privaciones sufridas para lograrlos y las necesidades actuales del titular. Aparte de que, por ese dinero, ya tributó en el momento de conseguirlo.
Pero Zapatero, consciente de las ampollas que podía levantar ésta nueva carga fiscal, salió con una nueva ocurrencia para tranquilizar a los posibles contribuyentes. Esta subida de impuestos, dijo, será “limitada y temporal”, a sabiendas de que lo de “temporal” es una mentira flagrante. Para no hacer más sangre y no acongojar a los ciudadanos, agravó aún más la mentira, al afirmar que “lo peor de la recesión económica y de la destrucción de empleo ha pasado”. Pero ya sabemos que las ocurrencias y las improvisaciones de Zapatero carecen del más mínimo reflejo en la realidad.
Podemos ver alguno de estos ejemplos que, además, hacen referencia a temas fiscales. Deleitó a sus oyentes del Comité Federal del PSOE, ahora hace cuatro años, cuando afirmó de modo contundente: “sí, bajar impuestos a la renta del trabajo es de izquierda”. Poco después recibió la respuesta correcta de Gaspar llamazares que, por una vez, dijo una verdad como un templo: “bajar los impuestos no es de izquierdas, nunca lo ha sido ni lo será”. No hace mucho, en el mes de junio pasado, a raíz de elevar los impuestos del tabaco y de la gasolina, afirmó ufano que en 2009 no se tocarían los impuestos ni habría cambios del el IRPF. Si ahora, como parece, no se pueden desgravar ya los famosos 400 euros y desaparece el dichoso Cheque Bebe ¿Dónde queda aquel progresismo social con el que tanto presumió? Zapatero se corrige a sí mismo sin el menor pudor, como mucho, a la vuelta de la próxima esquina.
A Zapatero se le hace la boca agua cada vez que habla del gasto social. Le conmueven las necesidades vitales de los más desfavorecidos y, faltaría más, acude de inmediato en su auxilio. Pero se da la circunstancia de que estos gastos sociales, muchas veces necesarios, con frecuencia se convierten en gastos antisociales. Con estos gastos llamados sociales, sin otras medidas correctoras de acompañamiento, no sirven más que para aumentar la penuria de esta pobre gente y prolongar su agonía. Habría que recordarle a Zapatero aquel sabio proverbio chino: “no des peces al que tiene hambre, enséñale a pescar”
El verdadero gasto social no está en esas limosnas, está en el dinero invertido en crear el ambiente propicio para generar nuevos puestos de trabajo. Los empresarios, que en realidad son los que crean empleo, necesitan confianza y unas mínimas condiciones adecuadas para ello. Con el enfado y las diatribas lanzadas contra la cúpula del empresariado porque no se ha dejado llevar al huerto, como hizo el otro día de muy mal humor el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, se complican mucho más las cosas. Se da la circunstancia de que, en esta ocasión, son los empresarios los que tienen toda la razón del mundo.
El tremendo agujero deficitario en que nos ha metido Zapatero, nada menos que un 10% de déficit, nos sitúa en el furgón de cola de la economía en Europa e imposibilita nuestra salida de la crisis, pese a los brotes verdes y a las señales tan claras que ve nuestro presidente en el horizonte. Con ese volumen de deuda tan tremendo no hay posibilidad de la cacareada Economía Sostenible, ni de gaitas, diga lo que diga Zapatero.

Barrillos de las Arrimadas, 31 de agosto de 2009

José Luis Valladares Fernández

jueves, 10 de septiembre de 2009

LOS EMBROLLOS DE ZAPATERO

La afición de Zapatero por entrar a ciegas en todos y cada uno de los charcos políticos que encuentra en su camino es enorme. Será sumamente difícil encontrar a alguien que le iguale. Es incapaz de sortear esos charcos y, como niño travieso, pisa uno tras otro con verdadera fruición. Y cuando siente en sí mismo la desagradable salpicadura busca la manera de salir inmediatamente de la ciénaga. Pero carece de la habilidad precisa para salir airosamente de esa charca sin salpicar a cuantos le rodean.
Cuando, por su torpeza, ve que aún sigue chapoteando en el fango, improvisa un nuevo intento de salida con una frase, más o menos rimbombante, que no dice nada, pero que moviliza a todo un ejército de voceros que la repiten sin parar a diestro y siniestro. Cuando vea que la charca sigue bajo sus pies, nos sorprenderá con otra improvisación tan torpe como la anterior. Lo de Zapatero es eso, improvisar y elaborar pretendidas genialidades que no son más que vulgares ocurrencias.
Mientras la situación heredada se mantuvo boyante, no llamaban la atención sus hilarantes chuscadas. Cuando la falta de previsión y los alegres y excesivos gastos nos hunden en la ruina, aparece el auténtico Zapatero, el Zapatero de las frases huecas que no hace más que jugar al despiste.
Así llegamos al año 2007, ahogados por esas dos crisis, la financiera mundial y la nuestra propia que originaba más parados que todo el resto de Europa. Zapatero no lo duda y sale a la palestra con todo su optimismo, afirmando que no hay crisis. Que solamente se trata de una desaceleración económica. Frase que repetirían hasta la saciedad todos los miembros de la troupe socialista. Se han convertido, al igual que los tinglados mediáticos afines, en el eco de un presidente sobrepasado por los hechos.
Como la realidad es tozuda y la crisis seguía haciendo estragos, muchos responsables políticos pedían soluciones y medidas estructurales y eficaces que paliaran nuestros males económicos. La reacción de Zapatero no se hizo esperar. Y a la frase anterior de que no hay crisis, que se trata únicamente de una desaceleración económica, le pone una coletilla: solamente dicen que hay crisis los malos españoles, los del cuanto peor, mejor. Y de modo automático, todo el coro anterior hará suya inmediatamente esta coletilla. Hay que repetir a los cuatro vientos las ocurrencias del jefe.
Andando el tiempo, y como ya no es posible negar la crisis, Zapatero acuña una nueva frase: lo peor ya ha pasado, hemos tocado fondo y, aunque con dificultades, se auguran buenas perspectivas. Frase que resume la ministra de Economía, Elena Salgado, con aquello de los brotes verdes y que sus voceros repiten una y otra vez.
Ahora nos habla de la sostenibilidad de la economía, palabra que repiten sin descanso, como si fueran monos de imitación, todos sus adeptos y seguidores. Hasta, según dice, quiere promulgar la Ley de sostenibilidad económica. Y la economía no se sostiene a base de mantener un aumento descontrolado de la deuda pública, ni gastando a manos llenas lo que no se tiene. Para que la economía vaya bien, a lo que hay que atender no es a la sostenibilidad de la economía en sí, lo que hay que sostener es el crecimiento económico.
Pero Zapatero es así, inventa frases que resultan hueras y se irroga el derecho a desdecirse cuando se le antoje. Lo suyo son las trapacerías y los embelecos y así nos va.

Gijón, 7 de septiembre de 2009

José Luis Valladares Fernández

martes, 8 de septiembre de 2009

CUBA Y LA POBREZA A LA CUBANA


En estos últimos días, las pantallas de televisión españolas nos han presentado a un Fidel Castro muy mejorado, en animada conversación con un grupo de abogados venezolanos, re cien graduados en la Universidad de Carabobo. Y la prensa ha rivalizado en difundir profusamente este hecho. Primero apareció una fotografía para, pocas horas después, difundir ese vídeo con un Fidel Castro muy diferente al que habíamos visto en la última grabación anterior unos cuantos meses antes.
Es evidente que, con estos dos documentos -fotografía y vídeo-, tratan de hacer de la imagen de Fidel todo un símbolo de unidad para lidiar los malos tiempos que se viven en la isla. Los responsables políticos cubanos, ante el estado económico tan crítico, quieren enfervorizar de nuevo el entusiasmo de los ‘fidelistas’, para acallar a los disidentes y prestar un apoyo a las decisiones del presidente Raúl Castro.
Pero la mejoría progresiva de Fidel Castro va marcando el creciente deterioro de la vida y de la convivencia en la isla caribeña. A los males, comunes al resto de países, se unen las complicaciones casi suicidas que aporta el castrismo. El último discurso de Raúl Castro, ante la Asamblea Nacional cubana, no deja lugar a dudas. Y las medidas que en él anuncia son terroríficas, hasta para el cubano fiel a la situación política.
Comienza diciendo que hay que trabajar más y anuncia una serie de recortes sociales que impone el bajo crecimiento de la economía cubana. Solamente esto ya es suficiente para agravar las penurias inmensas que vienen soportando los cubanos desde tiempo inmemorial. Pero hay otras cosas, aún peores, que se derivan de esa alocución política. Entre otras, se cierra la puerta a toda posible liberalización del sistema que, durante tantos años, se ha mantenido en Cuba a base de sudor y lágrimas. Más aún, anuncia que la dirección del partido tratará de asegurar, aunque sea por la brava, la irreversibilidad del régimen sociopolítico que impera en la isla.
Y no acaban aquí las desgracias que han de afrontar aún los cubanos, con las nuevas pautas anunciadas por el presidente Raúl Castro. Una de ellas, y que es como para echarse a temblar, la tenemos en el gran reto que se ha marcado de construir un modelo económico a la cubana, que es tanto como patentar la manera de ser pobres en cuba.
La continuidad de la revolución y el socialismo sancionado por los hermanos Castro garantizan un ahondamiento seguro en esa miseria y pobreza genuinamente cubana. Complican aún más la situación, y obligan a multiplicar los recortes sociales, el excesivo peso del Estado y del propio ejército sobre las cuentas cubanas.
Los cubanos que habían abrigado ciertas esperanzas de apertura política con la renuncia de Fidel Castro a la presidencia a favor de su hermano Raúl, por desgracia, deberán esperar a tiempos mejores. Que, de momento, no será posible evadirse de ese brutal yugo castrista.
Para que no quede ninguna duda, ahí están las palabras del propio Raúl Castro, dirigiéndose a la secretaria de Estado Hillary Clinton y a los representantes de la UE: “A mí no me eligieron presidente para restaurar el capitalismo en Cuba ni para entregar la Revolución. Lo fui para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo”.
Además de estar sometidos a tan infamante tiranía, los pobres cubanos se verán obligados a apretarse aún más el cinturón, pues, según Raúl, los números y las prioridades mandan. “Los gastos en la esfera social –dijo- deben estar en consonancia con las posibilidades reales y ello supone suprimir aquellos de los que sea posible prescindir”. Esto lleva aparejado, entre otras medidas, la supresión de la doble moneda, la eliminación de varios servicios gratuitos y algún que otro subsidio que venía percibiendo hasta ahora parte de la población cubana. Por si esto fuera poco, según sus palabras, también habrá restricciones en educación, en sanidad y en todos aquellos apartados que entran en los presupuestos. Se trata de eliminar todos los gastos que resulten insostenibles.
Teniendo en cuenta todo esto, es lamentable que haya países, entre los que se encuentra España, que se pongan del lado del tirano que ha secuestrado la soberanía del pueblo y margine, de plano y descaradamente, a tanto disidente que quiere recuperar la libertad y la democracia. El pueblo cubano merece mejor suerte.

Barrillos de las Arrimadas, 27 de agosto de 2009

José Luis Valladares Fernández

viernes, 4 de septiembre de 2009

EL DINERO Y LA DEGRADACIÓN SINDICAL

Con Nicolás Redondo en la Secretaría General de la UGT, el Gobierno de Felipe González arrostró más problemas de lo esperado. La dignidad personal y la responsabilidad contaban para Redondo más que el dinero y que las conveniencias políticas. Los constantes rifirrafes entre el máximo responsable de la UGT y el PSOE propiciaron una unidad sindical desconocida hasta entonces. Gracias a esta unidad de acción fue posible la huelga general de 1988 que, durante 24 horas, paralizó el país contando con el apoyo mayoritario de los trabajadores.
Con la llegada de Cándido Méndez a la Secretaría General y de José Luis Rodríguez Zapatero a la Moncloa, la situación cambia radicalmente. Las obligaciones derivadas del cargo, y hasta la misma responsabilidad, la dignidad, e incluso la honradez personal, pasan a un segundo plano cuando se interponen otros intereses en el camino, sean estos ideológicos o crematísticos. La UGT, de la mano de Cándido Méndez, pasó a ser una simple alfombra del PSOE. Zapatero ha encontrado en Cándido Méndez al mejor doméstico posible. Y CC OO, que no ha roto esa unidad de acción con la UGT, sigue la estela de la central sindical socialista, consciente de que esa es la manera de obtener más y mejores beneficios.
José Luis Rodríguez Zapatero es todo un maestro manejando dádivas y aguinaldos de todo tipo para comprar voluntades y asegurarse así lo que se ha llamado la paz social. Prestaciones que según “Expansión” el Gobierno incrementó significativamente en cuanto apareció la crisis económica. Comenzó reanudando la devolución del patrimonio sindical incautado, aunque, eso sí, mostrando un favoritismo descarado con la UGT. Aparte de estos substanciosos emolumentos, los voraces sindicatos mayoritarios se las han arreglado para sacarle a Zapatero otras no menos suculentas y pingües subvenciones.
A estas dos centrales sindicales les llueve dinero a manos llenas de los Presupuestos Generales del Estado por los motivos más diversos. Ambas cúpulas oligárquicas, que se apresuraron a traicionar descaradamente a sus bases, cobran por realizar actividades de carácter sindical y formativo. Cobran también por participar en órganos consultivos y hasta por formar parte de la mesa general de la función pública.
Y como ni la UGT, ni CC OO, quieren poner en peligro el abundante momio de que disfrutan, se han puesto incondicionalmente del lado del Ejecutivo, aparcando los intereses de los trabajadores. Los sindicatos que se declaran obreros, y que se desviven por su protección, al igual que los partidos que siguen este ejemplo, no hacen otra cosa que despojarlos miserablemente de todos sus derechos. Los dirigentes actuales de las organizaciones mayoritarias solamente ven en las reivindicaciones de los asalariados una oportunidad de negocio muy rentable, ya que por ley son sus únicos valedores reconocidos. Utilizan hasta los conflictos con la llamada patronal para hacer caja.
¡Y quieren pasar por sindicatos representativos y de clase! ¡Ni que cabalgara de nuevo el antiguo sindicato vertical, con la democracia orgánica incluida! Pero, y esto sí que es cierto, los intereses de los trabajadores están ahora tan mal defendidos como entonces, o incluso peor. Ahí están los parados para demostrarlo, con los que no pierden el tiempo ni para pedir al Gobierno que, en vez de limosnas de hambre, faciliten la creación de puestos de trabajo. Lo que de verdad mola a la nueva casta directiva de los agentes sociales es el cobro de esas cuantiosas subvenciones que proporciona el Estado y las que provienen de los fondos europeos. Todo es poco para la ambición de las avarientas cúpulas de la UGT y CC OO.
Ya en tiempos de Felipe González, en el año 1986, la UGT recibió en dos entregas más de diez millones de pesetas, como devolución del patrimonio incautado. José Luis Rodríguez Zapatero, consciente del poder de persuasión de las entregas de dinero, continúa en 2005 con la devolución de ese patrimonio sindical. Pero, eso sí, favoreciendo descaradamente a la UGT. A la CNT, que en 1936 contaba con muchos más afiliados que la central socialista, le devolvió cuatro millones de euros. A la UGT, en cambio, se le entregan unos 150 millones de euros. Prácticamente el importe que dicha central debía al ICO, por el crédito pedido para solucionar el descubierto de la cooperativa de viviendas PSV.
Aparte de estas cantidades en concepto de devolución del patrimonio histórico incautado, las centrales sindicales reciben otras fabulosas cantidades de dinero, reflejadas en los Presupuestos Generales del Estado y que pasa a ser dinero opaco en las arcas de esas organizaciones. Disponemos de los datos oficiales de 2007 que son los últimos que conocemos y que no pueden ser más elocuentes. Eso sí, la distribución es proporcional a la representatividad de cada organización.
La realización de actividades de carácter sindical y formativo reportó a CC OO la nada despreciable cifra de 6,29 millones de euros. La UGT, por este mismo concepto, recibió 6,06 millones. Los otros sindicatos recibieron cantidades notablemente inferiores. Por la participación de estas dos organizaciones sindicales en órganos consultivos de diferentes ámbitos y relacionados con el Ministerio de Trabajo, CC OO ingresa 1,14 millones de euros y la UGT 0,98 millones. No dispongo de las cantidades que estos sindicatos percibieron en ese ejercicio por su participación en la mesa general de la función pública. Pero fueron cantidades significativas.
Como se trata de recursos públicos que van a parar a las insaciables manos de los sindicatos mayoritarios, tenemos todo el derecho del mundo a exigirles transparencia. Debemos saber la cantidad íntegra de dinero público que reciben y en qué lo invierten. Debiéramos conocer con exactitud los liberados de cada organización y hasta las retribuciones que perciben. No es de recibo que se comporten con ese obscurantismo propios de organizaciones de países dictatoriales. La democracia exige claridad y transparencia.

Barrillos de las Arrimadas, 25 de agosto de 2009

José Luis Valladares Fernández