VII.-
Evolución de la ‘Memoria Histórica’
Si hemos de ser sinceros, tendremos que
reconocer que Mariano Rajoy tiene mucha culpa de los problemas que acucian
actualmente a los españoles. Con sus frecuentes delirios y sus veleidades socialdemócratas,
destrozó a la derecha y allanó el camino a estos aprendices de brujo, que
tratan de implantar en España un régimen bolivariano, como el de Venezuela o el
de la Bolivia de Evo Morales.
En el programa electoral del 20 de noviembre de
2011, Rajoy se comprometía a entrar a saco en el proyecto político de José Luis
Rodríguez Zapatero, anulando la mayor parte de sus leyes ideológicas y
modificando convenientemente las otras. Y los ciudadanos, que estaban hasta las
narices de las payasadas circenses de Zapatero, le dieron una mayoría absoluta
más que notable. Pero se olvidó muy pronto del compromiso adquirido, y terminó
la legislatura sin cumplir ninguna de esas promesas. Y los electores, claro
está, se sintieron vilmente engañados por el
líder del Partido Popular.
Y Mariano Rajoy, como era de esperar, pagó muy caro esa especie de desprecio hacia
los votantes tradicionales del Partido Popular. El castigo que recibió en las
elecciones generales de 2015 fue realmente morrocotudo, ya que no sacó nada más
que 123 escaños, 63 menos que en las elecciones de 2011. Y con 123 escaños era
inútil pretender formar Gobierno. Se repitieron las elecciones en junio de 2016
y Rajoy volvió a cosechar un resultado claramente insuficiente. Consiguió 14
escaños más que en 2015.
Hay que reconocer que, con 137 diputados, no
había posibilidad de formar un Gobierno mínimamente estable. No obstante se
presentó y obtuvo la investidura el día 29 de octubre, gracias a la abstención
de la mayor parte de los diputados del PSOE. Y ocurrió esto, porque Pedro
Sánchez, que era visceralmente contrario a la abstención, fue obligado a
dimitir como secretario general del partido y posteriormente, aunque con
lágrimas en los ojos, entregó su acta de
diputado unas horas antes de producirse la votación de investidura.
Y al contar este Gobierno con tan pocos apoyos,
estaba expuesto a que pasara lo que realmente pasó, que Mariano Rajoy no pudo
completar su segunda legislatura. Aguantó, es verdad, la moción de censura del
14 de junio de 2017, interpuesta por Pablo Iglesias, el nuevo integrante de la
casta política. No tuvo la misma suerte el 1 de junio de 2018, en la que el
redivivo Pedro Sánchez, contra todo pronóstico, le gana la tostada y le
suplanta en la Presidencia del Gobierno.