sábado, 25 de junio de 2016

LA LARGA HISTORIA DEL PSOE



II

Como Pedro Sánchez es un secretario general del PSOE sin estirpe y con muy poca casta, trata de consolidar su propia posición, exagerando intencionadamente las bondades de su partido político. Y ¡hombre!, el partido socialista tiene, faltaría más, algunas cosas buenas, pero también tiene detrás una historia francamente turbia y complicada. Para empezar, fue fundado clandestinamente un 2 de mayo de 1879,  en la taberna Casa Labra de Madrid por el linotipista Pablo Iglesias Posse, apoyado por un pequeño grupo en el que predominaban los tipógrafos.

Y Pablo Iglesias,  que había sido marcado por una vida azarosa y llena de estrecheces y desgracias, dejó su impronta en el partido, condicionando fatalmente su orientación política. De ahí que el PSOE mantuviera, a lo largo de los años, notables diferencias con la mayoría de las formaciones socialdemócratas occidentales. Siempre ha sido un partido mucho más antidemocrático  y totalitario que el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) o el Partido Socialista Francés. El PSOE siempre se ha significado precisamente por su intolerancia, su sectarismo y su odio profundo.

En todas sus intervenciones públicas, el fundador del PSOE dejaba traslucir invariablemente su carácter rencoroso y agresivo, y no quedaba satisfecho si no generaba crispación social. Queda perfectamente retratado, cuando en el primer congreso del partido, celebrado en Barcelona en 1888, dijo a sus compañeros: "La actitud del Partido Socialista Obrero con los partidos burgueses, llámense como se llamen, no puede ni debe ser conciliadora ni benévola, sino de guerra constante y ruda".

Y por si aún no había quedado completamente clara su actitud, cuando Pablo Iglesias, intervino por primera vez  en el Parlamento, admitió, sin más, su implicación en la Semana Trágica de Barcelona y defendió con toda vehemencia la actuación del famoso terrorista Francisco Ferrer Guardia, auténtico promotor de aquellos desmanes. Y asegura que la quema generalizada de iglesias y conventos barceloneses quedaba ampliamente justificada por el carácter antisocial de los clérigos y de todos los religiosos.

Y el fundador del Partido Socialista Obrero Español y de la Unión General de Trabajadores continuó su perorata,  afirmando públicamente que su partido acatará la legalidad, siempre y cuando ésta le beneficie. “El PSOE – dijo- viene a buscar aquí (al Parlamento), a este cuerpo de carácter eminentemente burgués, lo que de utilidad pueda hallar, pero la totalidad de su ideal no está aquí. La totalidad ha de ser obtenida de otro modo. Mi partido está en la legalidad mientras ésta le permita adquirir lo que necesita; fuera cuando ella no le permita alcanzar sus aspiraciones”

El asombro y la estupefacción de los parlamentarios llegó al máximo cuando Pablo Iglesias, elevando el tono de su discurso incendiario, se dirige directamente al todavía presidente del Gobierno, Antonio Maura, con estas amenazadoras palabras: “hemos llegado al extremo de considerar que antes que Su Señoría suba al poder debemos llegar al atentado personal”. Y aunque el presidente del Congreso le pidió insistentemente que retirara esas palabras, el fundador del PSOE se negó y se reafirmó en ellas. Y a los 15 días de esta amenaza, un joven socialista de 18 años, Manuel Posa Roca, tiroteó a Maura en Barcelona, hiriéndole gravemente.

miércoles, 8 de junio de 2016

LA LARGA HISTORIA DEL PSOE


I

En la noche del pasado 20 de diciembre, nada más conocerse los resultados de aquellas elecciones, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, compareció en la sede de Ferraz, ante los medios de comunicación, con un aspecto que denotaba realmente cansancio, abatimiento y una desmoralización profunda. Y todo por culpa del  batacazo propinado por  las urnas, ya que obtuvo un  resultado que quedaba muy lejos de sus expectativas electorales, el peor, con mucho, de los cosechados a lo largo de la historia política del PSOE.

Pero al sentirse arropado por sus partidarios que, al grito de  “¡Presidente!, ¡Presidente!”, trataban de animarle, el líder socialista intenta recuperar el ánimo y recomponer su semblante. Después de agradecer a los votantes socialistas el apoyo que le han dado, confiesa que se siente “enormemente orgulloso de liderar al PSOE”. Y al valorar el resultado de las elecciones generales, es cuando descubre, ¡qué imaginación!, que “es verdad que España quiere izquierda, es verdad que España quiere cambiar". Y es Pedro Sánchez, claro está, el elegido para encabezar esa coalición de izquierdas.

A pesar de lo inapelable de su derrota, el máximo dirigente del PSOE comienza a creer que, con la ayuda de Podemos y de toda su pandilla de confluencias, puede realmente llegar a formar un Gobierno progresista que ponga “fin a las políticas injustas de la derecha”. E ilusionado con semejante perspectiva, cierra su intervención de aquella noche viéndose ya en La Moncloa. No es de extrañar que, a partir de entonces,  tratara de alentar a sus seguidores, afirmando categóricamente que “hemos hecho historia, hemos hecho presente y el futuro es nuestro".

Y cuando llegó la hora de la verdad y había que sentarse con Podemos para concertar acuerdos  de cara al proceso de investidura para contar con su apoyo, el secretario general del PSOE se encontró con un Pablo Iglesias excesivamente hosco e intratable. Estaba dispuesto, cómo no, a transigir con el famoso “Gobierno del cambio”, pero siempre y cuando se acepten sin rechistar ciertas pretensiones. Además de otras exigencias  inasumibles para el PSOE, se postula como vicepresidente del propio Sánchez,  reclama los principales ministerios para su formación política y para IU y  quiere controlar el CNI y, por supuesto, los medios de comunicación.

El dirigente socialista acudió, rebosando optimismo, a los encuentros que tenía concertados con Pablo Iglesias para recabar los apoyos que necesitaba para su   investidura como presidente del Gobierno del cambio. Pero el líder de Podemos, que está buscando la manera de comer la tostada a Pedro Sánchez, juega al despiste e introduce nuevas imposiciones, entre otras, la famosa plurinacionalidad de España. Pide al líder del PSOE que se comprometa a realizar los correspondientes “encajes constitucionales para construir un futuro de convivencia”, para  que las comunidades autónomas, que lo deseen, puedan decidir libremente su futuro.