jueves, 28 de octubre de 2010

ESPECTÁCULOS CIRCENSES DE ZAPATERO

A excepción de en la indumentaria, José Luis Rodríguez Zapatero se asemeja en todo al profesor Bacterio, famosísimo biólogo que traía por la calle de la amargura a Mortadelo y Filemón, ya que sus inventos y ensayos fracasaban siempre de manera estrepitosa. Ha abusado tanto de sus supuestos poderes mágicos, que ni con los trucos de Magia Borrás es ya capaz de reconducir la situación económica de España. Convencido de la inutilidad de su lucha, utiliza todos sus esfuerzos en aparentar, ante propios y extraños, que ya hemos iniciado definitivamente el camino de la recuperación y que, como mucho en un plazo siempre de unos tres o cuatro meses, comenzará a crearse empleo. Lo malo es que ya no le cree nadie, ni los españoles ni los extranjeros.
El pecado capital de Zapatero es patente: cree estar en posesión de la verdad absoluta y a la vez siente un enorme desprecio por quienes no admiten su infalibilidad. Vive permanentemente en un mundo irreal y tremendamente utópico. Piensa que no hay nadie capacitado para darle consejos, por lo que no escucha a nadie, salvo a los aduladores de turno que exageran sin medida sus supuestas y pretendidas virtudes. En una palabra, Rodríguez Zapatero padece la enfermedad que los antiguos griegos denominaron Hybris. Esto es, estamos ante un personaje orgulloso, sumamente desmesurado y prepotente. Como ha ido mucho más allá de lo razonable, las previsiones electorales le han devuelto de golpe a la cruda realidad, dejando al descubierto todas sus enormes miserias. Se trata de una oportuna y obligada cura de humildad o, como dirían en la Grecia clásica, se ha encontrado ya con su correspondiente Némesis. Por lo que vemos, en Zapatero se cumple aquel proverbio antiguo, atribuido a Eurípides, que rezaba así: “Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco”.
Consciente de lo que se avecina, Rodríguez Zapatero se revela contra los augurios y para evadirse de ellos y acallar contestaciones dentro de su propio partido, realiza una amplia remodelación del Gobierno al que da intencionadamente un perfil más político, pensando que así recortará la distancia que, según las encuestas, le separan hoy día del Partido Popular. Sin embargo mantiene íntegro el equipo económico, a pesar de ser la economía el escollo más grave en que ha tropezado una y otra vez. La primera pista de lo que va a ocurrir en el futuro nos la dará el resultado de las próximas elecciones catalanas. Si, a pesar de los espectáculos circenses a que nos tiene acostumbrados Zapatero, se cumplen las previsiones que auguran un enorme descalabro socialista en Cataluña, es muy posible que el revés se extienda también, incluso agravándose, a las municipales y autonómicas del mes de mayo de 2011.
Y esto es lo que trata de evitar Rodríguez Zapatero con esa remodelación del Gobierno. Algunos de los cambios realizados tienen muy poca significación y responden a eventos puramente circunstanciales, como es el caso de la ministra de Exteriores, el de Trabajo y la de Sanidad. Quiso recompensar a Trinidad Jiménez del revolcón sufrido en las Primarias de Madrid, aunque para ello tuviera que sacrificar a Miguel Ángel Moratinos. El ministerio de Trabajo quedaba vacante, ya que Celestino Corbacho iba en las listas socialistas de las próximas elecciones catalanas. Al quedar libre el ministerio de Sanidad por el ascenso de Trinidad Jiménez, aprovecha la circunstancia para apartar a Leire Pajín de la secretaría de Organización del PSOE, nombrándola para ocupar el puesto vacante. En la secretaría de Organización no daba la talla y, además, molestaba a José Blanco. Vistas así las cosas, el nombramiento de Rosa Aguilar para el ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino, tampoco tiene mayor trascendencia. Si acaso, arañar algún voto entre las gentes que viven muy de cerca los problemas que afectan al medio ambiente.
El ascenso a vicepresidente primero y portavoz del Gobierno de Alfredo Pérez Rubalcaba, sin dejar de ser ministro de Interior y el nombramiento de José Ramón Jáuregui como ministro de la Presidencia, si pueden tener consecuencias nada baladíes. El tándem Rubalcaba-Jáuregui, a instancias de Zapatero, tratarán de jugar un papel muy importante ante un eventual acuerdo con la banda terrorista de ETA. El abandono de la violencia de ETA es la única esperanza que le queda al presidente del Gobierno. En el acuerdo con Iñigo Urkullu, que tan caro ha resultado a los españoles, dejaba entrever su intención cobarde y miserable de negociar con los etarras.
Un acuerdo con el mundo aberzale sería algo extremadamente vergonzoso. Pero aún así lo buscará con ahínco, para presentar un escenario político sin amenazas terroristas cuando lleguen las elecciones generales de 2012. Entonces usaría esta circunstancia de manera rastrera para tapar su fracaso en la crisis económica. Y para conseguirlo, nadie mejor que Alfredo Pérez Rubalcaba, antiguo Portavoz de los GAL, de Filesa, Malesa y Time-Export, el enredador del 11M, patrocinando los asaltos a las sedes del Partido Popular y el encubridor del caso Faisán. Rubalcaba es todo un maestro consumado en el contubernio y en la conspiración y que sabe moverse como nadie en el interior de las cloacas del Estado. Todo un personaje siniestro y manipulador, genéticamente incapaz de decir una sola verdad y que, si hay algún beneficio de por medio, no tiene problemas para saltarse la legalidad vigente. Por eso es el clavo ardiendo al que se agarra desesperadamente Zapatero para ver si así puede salir del atolladero en que está metido.
Ramón Jáuregui es el complemento perfecto para conseguir esos acuerdos con la izquierda aberzale, ya que tiene unas excelentes relaciones con el PNV y ha manifestado en público estar a favor de valorar positivamente los pasos dados por las huestes de Otegui. Quieren que Jáuregui se convierta en una especie de “delegado político” de Zapatero para gestionar desde Madrid el soñado proceso de paz. De momento Patxi López, con quien no mantiene muy buenas relaciones Ramón Jáuregui, ya ha sido relegado por Zapatero a un segundo plano. Quizás la falta de entendimiento entre Patxi López y Jáuregui, nos evite el bochorno de que se firme ese simulacro de paz, ya que, a las primeras de cambio, la banda criminal de ETA volvería a lo que ha hecho siempre, la extorsión y el atentado. La firma de una paz simulada significaría, además, un enorme desprecio para las víctimas del terrorismo.

Gijón, 25 de octubre de 2010

José Luis Valladares Fernández

lunes, 25 de octubre de 2010

LOS GASTOS SOCIALES DE ZAPATERO

Está visto que José Luis Rodríguez Zapatero hace oídos sordos ante el clamor, prácticamente unánime, de la sociedad española que pide con insistencia su dimisión o el adelanto de las Elecciones Generales. No soportan ya más los descalabros económicos que tienen que afrontar como consecuencia de la cabezonería y la irresponsabilidad del presidente del Gobierno. Quieren que deje paso a otra persona mejor preparada, o que sea el pueblo quien la elija, para que se enfrente lo antes posible a los retos que ofrece nuestra complicada situación económica.
Pero Zapatero no quiere darse por enterado y está dispuesto a seguir en la poltrona presidencial al precio que sea. Aunque para lograrlo, tenga que romper la caja única de la Seguridad Social o desmembrar aún más a España, alentando Estatutos como el de Cataluña o transfiriendo dinero y competencias sin orden ni concierto. Prefiere escenificar el consabido mito de Sísifo y verse condenado por los dioses a empujar una y otra vez a España hasta lo más alto de la cima del bien estar social y ver como, antes de llegar arriba, vuelve a caer estrepitosamente en lo más hondo de la depresión económica. Él sabe que es incapaz y que todos sus esfuerzos por solucionar el problema van a resultar inútiles, pero le reconforta el saber que se le amplia el plazo de su mandato.
Ahí está el PNV y Coalición Canaria (CC), dispuestas ambas formaciones políticas a echarle una mano, posibilitando así su continuidad en el Gobierno hasta el año 2012. El PSOE cerró ese acuerdo con el PNV para la aprobación de los Presupuestos para 2011 con nocturnidad y alevosía, ocultando al pueblo soberano el verdadero alcance de esa operación. Por el apoyo del PNV se pagó un precio demasiado alto que, en la práctica, agrava aún más nuestros problemas económicos y da pie a un deterioro mayor de la convivencia mutua y de la solidaridad interregional. Es el propio portavoz de los socialistas, José Antonio Alonso, el que nos indica que el acuerdo comporta “veinte traspasos a la comunidad autónoma vasca”, entre los que destaca “las políticas activas de empleo”, la Inspección de Trabajo, las políticas de formación del Instituto Social de la Marina, el tráfico marítimo y las agencias de viaje. Y también un mejor trato a ETA, según confesó el nacionalista Joseba Egibar.
Con este pacto, dice José Antonio Alonso, tendremos la “estabilidad institucional indispensable para seguir luchando y salir de la crisis económica”. Seguro que con este acuerdo, en el que se barajan grandes cantidades de dinero, lejos de ayudarnos a salir de la crisis, nos va a hundir aún más en la miseria. El importe total de la operación rondará aproximadamente los 1000 millones de euros, que se dice pronto. Solamente el traspaso de las políticas activas de empleo superará, casi seguro, la cifra de 500 millones. A esta importante cantidad de dinero habría que sumar unos 120 millones de euros que se van a comer las inversiones directas en diversas infraestructuras. Y las 19 transferencias restantes acordadas supondrán aproximadamente otros 300 millones de euros.
Otro tanto ha hecho Rodríguez Zapatero con Coalición Canaria. Para apoyar los presupuestos, el presidente canario, Paulino Rivero, le demandaba generosidad y Zapatero fue extremadamente generoso con ellos, aceptando sin discusión todas las exigencias planteadas. Coalición Canaria verá colmado su deseo de desbloquear la reforma del Estatuto de Autonomía. Recibirán de inmediato todas las competencias pendientes, se reconoce que el mar de Canarias forma parte integrante de la Comunidad Autónoma y suya será la competencia en el perímetro de las doce millas marinas. Se rebajan notablemente las tasa aeroportuarias en Canarias y todos los aeropuertos de las islas mantendrán intactas las bonificaciones que se aplican actualmente. Recibirán, además, 70 millones de euros para desarrollar su propio plan de empleo y se les ha garantizado mantener durante 2011 los planes de infraestructuras educativas y turísticas y, cómo no, las políticas activas de empleo.
Está visto que José Luis Rodríguez Zapatero, o es un inconsciente, o es un irresponsable redomado. Y que por asegurarse un año más en La Moncloa, se deja chantajear miserablemente por peneuvistas y canarios, aunque sabe de sobra que semejantes acuerdos complican aún más nuestra situación económica. Como ahora ya no puede hacer referencia al “decretazo” de Aznar, ya que él fue obligado directamente por Estados Unidos y por Bruselas a ir bastante más lejos en las restricciones, toma un nuevo rumbo y quiere hacernos creer que nadie ha aumentado el gasto social tanto como él. Ahí está su afirmación de hace unos días: estos “son los Presupuestos con mayor gasto social de la historia”
Zapatero es así y no se corta ni un pelo cuando manipula el lenguaje de manera tan desvergonzada como en esta ocasión. Solamente un irresponsable, dotado de mucha cara dura, puede atreverse a pregonar, que ese mayor gasto que ocasiona el aumento desorbitado del paro es un gasto social positivo. Alguna de las medidas adoptadas por el Gobierno para paliar los efectos de la crisis económica, fueron contraproducentes y contribuyeron a generar más paro. Otras, que podían haber sido beneficiosas, se tardó en tomarlas por la impopularidad que pudieran reportar y por culpa de la oposición de los sindicatos mayoritarios. Este hecho, que no es más que una mala gestión de la crisis, disparó la pérdida de puestos de trabajo, llegando a contabilizarse casi 5 millones de parados oficiales. Si a estos agregamos los camuflados, bien porque no habían trabajado antes o porque, al realizar cursos de formación, están trabajando para el país, entonces los que no tienen un puesto de trabajo, pasan bastante de los 5 millones.
El aumento del gasto que se produce por el mayor número de parados con derecho al cobro de las indemnizaciones correspondientes no es nunca un gasto social positivo, ya que se produce como consecuencia lógica de la destrucción desmesurada del empleo y de la riqueza de España. Es evidente que con este gasto no se mejora en absoluto el estado de bienestar. En todo caso, se trataría de un gasto socialista ya que, desde el Gobierno, no han sabido frenar los desajustes económicos y mucho menos han propiciado un marco oportuno que diera confianza y seguridad a las empresas para crear empleo. Pero Zapatero es así, y aunque tenga que violentar el diccionario, el siempre quiere ofrecer algo mejor que lo logrado por Aznar durante su Gobierno. Pero una vez analizada la frase, esa supuesta mejoría con respecto a la etapa del ex presidente del PP y del Gobierno de España, se convierte en un auténtico baldón para la ejecutoria de Rodríguez Zapatero.

Gijón, 17 de octubre de 2010

José Luis Valladares Fernández

jueves, 21 de octubre de 2010

EL RESPETO SE GANA, NO SE IMPONE

Hace ya tiempo que José Luis Rodríguez Zapatero perdió el norte por completo y se comporta irresponsablemente, como si fuera un adolescente de aquellos que se echaron a la calle en Francia en la primavera de 1968. Aquellos jóvenes estudiantes, para quienes los postulados de izquierdas eran auténticos dogmas de fe, pretendían cambiar con algaradas la realidad política y social que condicionaba la vida de los pueblos. Rodríguez Zapatero también pretende alterar los usos y costumbres tradicionales del ciudadano español, aunque sin utilizar los alborotos de aquellos jóvenes imberbes del mayo francés. Zapatero quiere lograrlo con prohibiciones absurdas y mediante insospechados y desatinados decretos.
El relativismo moral de Zapatero le empuja a destruir la unidad de España y a descafeinar a nuestro ejército, despojándole de sus características más esenciales, como es el honor y el amor a la patria, para convertirlo en una simple ONG. Nuestra tradicional y milenaria cultura es para él una autentica pesadilla. Por eso busca desesperadamente la manera de borrar de ella cualquier referencia a la cruz y a la religión cristiana, aunque sea ésta la mayoritaria entre los españoles. Como niega la posibilidad de que existan hechos o principios universales que podamos compartir todos, propugna una nueva cultura, e incluso una religión siempre que se adapte a las exigencias del un estricto relativismo más estricto. La moral y la ética carecen de principios y de valores absolutos. Por eso desprecia todo lo que signifique autoridad cultural o moral y le molesta que disfrutemos de la libertad que nos permite ser nosotros mismos.
La famosa Alianza de Civilizaciones, que propugna zapatero, plagiando descaradamente hasta la frase en sí, busca la forma de subvertir los valores del cristianismo. Para conseguirlo, tratan de pasar página y romper con la tradición cultural que hemos heredado de nuestros mayores. Quieren deshacerse, al precio que sea, de los “mores maiorum” de los antiguos romanos, para quienes las costumbres de sus ancestros eran de importancia capital en la vida jurídica. Más aún, llegaron a ser una de las principales fuentes del Derecho, cuya vigencia además llegó hasta nosotros a través de la denominada Ley de las XII Tablas.
Como Rodríguez Zapatero no tiene más norte que su ideología, estropea todo cuanto toca. El sectarismo que le carcome le ha llevado, entre otras muchas cosas, a poner en peligro la unidad de España, a empobrecer a las clases medias y a hacer que se tambalee el Estado de Bienestar que cree que ha inventado él. Gestiona muy mal la crisis económica, lo que da lugar a un aumento alarmante del número de parados. Para poder seguir despilfarrando dinero, congela las pensiones y recorta el sueldo de los trabajadores públicos. A la vez, eleva irresponsablemente el IVA y los demás impuestos, provocando así un estancamiento del consumo, lo que viene a agravar nuestra situación económica.
No hemos corrido mejor suerte con nuestras relaciones con los demás países. Hemos perdido la mayor parte de nuestro peso político en el contesto internacional, que había sido logrado en legislaturas anteriores a base de esfuerzo, sacrificio y buen hacer. Con Zapatero y con su ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, perdimos toda capacidad de marcar nuestra propia política y, para no quedar totalmente aislados, nos vemos obligados a compadrear con regímenes tan poco recomendables como el de Chávez, Evo Morales y los hermanos Castro. En los foros internacionales ya no significamos nada, donde, para mayor inri, hacemos el papel de correveidile de los tiranos de Cuba y Venezuela. Para que no nos falte nada, a los continuos desplantes de Hugo Chávez, se unen ahora los despropósitos del ministro principal de Gibraltar, Peter Richard Caruana.
Todo esto provoca un descontento generalizado con la gestión del Gobierno y una desconfianza creciente en la persona de quien lo dirige. No es de extrañar que las gentes llanas del pueblo, las que de verdad sufren los desaguisados del Gobierno, aprovechen cualquier ocasión para silbarles y abuchearles a rabiar, y se desgañiten pidiendo frenéticamente su dimisión del principal responsable, como sucedió el pasado día 12 en el desfile de la Fiesta Nacional. Abucheos y silbidos que fueron aumentando a medida que se desarrollaba el acto y que ni Zapatero, ni sus esbirros, supieron encajar adecuadamente.
La ministra de Defensa, Carme Chacón, preparó muy mal la parada militar, ya que, por tratar de blindar a Rodríguez Zapatero, excitó más los ánimos de los asistentes al acto. Eliminó las tribunas destinadas al público, y lo alejó incomprensiblemente del recorrido del desfile. Por si fuera esto poco, prescindió de las oportunas pantallas de televisión que facilitarían a los asistentes el seguimiento del desarrollo de los diversos actos. Y remataron el despropósito los responsables de la megafonía, que me imagino recibieron órdenes, elevando a tope el volumen de la música militar, para que la monumental bronca no pudiera llegar a las televisiones. Esa especie de cordón sanitario, además de inútil, resultó ridículo y en realidad no sirvió nada más que para cabrear más al respetable y que arreciara su bronca.
Para que el dislate fuera completo, tuvieron que salir a escena Carme Chacón Piqueras y José Blanco, lamentando en público el abominable comportamiento del respetable. Según la ministra de Defensa, fue obra de “reventadores” profesionales que se citaron a través de las distintas redes sociales y mediante los consabidos SMS para torpedear el desfile de la Fiesta Nacional. Es Carme Chacón la que tilda de indeseables y “reventadores” de actos oficiales a los que, arrastrados por su hartazgo del Gobierno, tuvieron la osadía de gritar con todas sus fuerzas aquello de “fuera, fuera” y “Zapatero, dimisión”. Ni la conversión de Saulo cuando iba camino de Damasco fue tan rápida y tan contundente como la de la ministra de Defensa. De manera sorprendente, Chacón deja de ser la Rubianes que anunciaba una de sus camisetas y se transforma de inmediato en el portaestandarte de las esencia patrias. Esto la lleva a defender a ultranza al ejército, a todos sus símbolos y a la bandera española. De ahí que esté dispuesta a prohibir por decreto este tipo de algaradas. ¡Vaya cambio más drástico!
José Blanco no se quedó atrás y dice que “la derecha y la derecha extrema” no “respetan nada” y les “vale todo”. "La derecha y la derecha extrema –dice Blanco- utilizan cualquier oportunidad para lanzar gritos contra el presidente, pero ya estamos acostumbrados a que no respeten nada, ni siquiera el homenaje a las víctimas y a los fallecidos". Por lo que parece, todo el que no está conforme con la gestión de Rodríguez Zapatero y le abuchea, es de esa infumable extrema derecha. Son de extrema derecha por lo tanto los más de cinco millones de personas que no tienen trabajo. Son de extrema derecha los millones de trabajadores públicos y funcionarios que han visto reducido su sueldo, y también todos los pensionistas a quienes han congelado incomprensiblemente su pensión. La sinvergüencería de algunos es tal que no se dan cuenta que el respeto y los aplausos hay que ganarlos, no imponerlos por la brava

Gijón, 16 de octubre de 2010

José Luis Valladares Fernández

lunes, 18 de octubre de 2010

AHORA YA, NI TALANTE NI SONRISAS

Está visto que José Luis Rodríguez Zapatero, nuestro presidente del Gobierno, carece del más elemental sentido del ridículo. Si abre la boca, o es para desdecirse de algo que había dicho con anterioridad, o para soltar alguna astracanada absurda que no viene ni a cuento, pero que nos avergüenza a todos los españoles. A veces se siente poeta y entonces, en vez de parecer poético, se vuelve tremendamente patético. Recordemos, por ejemplo, aquel 17 de diciembre, cuando salió en Copenhague con aquello de “La tierra no pertenece a nadie, salvo al viento”.
Todavía resuenan en Nueva York las tremendas carcajadas que, en septiembre de 2008, soltaron los asistentes a la rueda de prensa de Zapatero, cuando anunció que habíamos dejado atrás a la Italia de Berlusconi y que el amigo Sarkozy estaba muy nervioso porque le estábamos dando alcance. A primeros de septiembre pasado, volvió a repetir hazaña en Oslo, donde esbozó su nueva teoría sobre el empleo y el desempleo al afirmar que "Una persona cuando está formándose está trabajando para un país, esto es lo que hemos descubierto de la crisis, que la formación y la innovación es fundamental". Y continuó con su soflama: “el paro disminuirá a finales de 2010”. Y agregó: tal cómo hemos vivido la crisis, España es el país ideal para ensayar políticas de empleo.
Cada vez que veo en la televisión a Rodríguez Zapatero, afirmando con rotundidez cosas que ni él mismo cree, me recuerda a uno de los personajes más interesantes de la novela titulada “Cándido o el optimismo”, escrita por Voltaire. Ese personaje era Pangloss y ejercía de tutor de Cándido, protagonista de la novela. Según Pangloss, vivimos en el mejor de los mundos posibles. Es cierto que, al final de la novela, y después de haber sufrido muchos infortunios, confiesa que ha sufrido muchas desgracias, pero como había mantenido una vez que todo sucedía para bien, sigue manteniéndolo ahora, aunque ya no cree en sus propios argumentos. Y Zapatero hace igual. Comenzó cantando las excelencias de nuestra economía y ahora, a pesar de los resultados adversos que se producen una y otra vez, seguirá confesando que todo va sobre ruedas, que somos los que estamos mejor preparados para afrontar la crisis y otras muchas cosas por el estilo.
No se cansa Zapatero, ni tampoco sus acólitos, de confesar públicamente que ya hemos salido de la crisis económica, que estamos creciendo aunque moderadamente y que este crecimiento será cada vez más importante y, por consiguiente, en muy breve espacio de tiempo comenzaremos a crear empleo. La realidad es muy tozuda y no hace más que desmentir y echar por tierra el aparente optimismo oficial. El repunte abultado del consumo en los pasados meses de mayo y junio, que llevó al Gobierno a batir palmas, ahora vemos que no fue más que un espejismo, ocasionado por la anticipación de compras para evadir la subida del IVA y aprovecharse de las subvenciones para la compra de coches. El mes de julio, y sobre todo agosto y septiembre, nos han devuelto a la cruda realidad.
La economía española está tremendamente ligada al consumo y depende de él de manera muy considerable. Ahí está el dato del segundo trimestre de este año, en el que esa dependencia llegó al 79%, un porcentaje demasiado elevado. Una contracción del consumo reportará con seguridad una contracción de la propia economía. Y ya sabemos cómo va el volumen de ventas, sobre todo el minorista, que está bajo mínimos y no hay visos de que levante cabeza. Y en esto evidentemente tiene parte de culpa la cabezonería del propio Gobierno con la inoportuna subida del IVA y de otros impuestos. Fallamos además en indicadores tan importantes como la productividad y la competitividad industrial. Prácticamente, ya no competimos con casi nadie en Europa.
Nuestro Gobierno, que no ha hecho más que derrochar dinero, se ve ahora obligado a efectuar duros recortes en el gasto público por imposición directa de Bruselas y de Estados Unidos. Hay que reducir, como sea, el abultado déficit público al 6% a finales de 2011, lo que, dadas las circunstancias, no va resultar nada fácil. Para intentarlo, las cuentas del Estado sufrirán un recorte del 7,9% en el gasto no financiero. Los créditos disponibles para los diversos ministerios también se verán reducidos en un 15,6%, pasando de 78,4 millones de euros a solamente 66,2 millones. Las mismas inversiones reales caerán un 38,3%, pues de los 9.390 millones de euros bajarán a 5.793 millones. La misma inversión en infraestructuras disminuirá un 29,6% al pasar de 24,2 millones a 17 millones. El volumen elevado de dinero destinado a ayudas y subvenciones, previsiblemente, no va a ser tocado.
El Gobierno espera que sea el consumo y las inversiones privadas quienes suplan esos recortes del sector público. Y para paliar el hundimiento notable del esfuerzo inversor en infraestructuras lo fía todo a un complicado programa de inversiones público-privadas, muy difícil de realizar. Piensan en el Gobierno, al menos así lo indicó la ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, que el ahorro realizado durante estos años de crisis por las familias, “se va a reconducir al consumo privado”. Afirmación excesivamente optimista, ya que las familias disponen cada vez de menos dinero para cubrir sus necesidades y serán muy celosas de sus ahorros, dada la enorme desconfianza que genera el Gobierno de Zapatero.
A pesar de las demoledoras previsiones de los distintos organismos nacionales e internacionales, con relación al desarrollo de nuestra economía, Zapatero y toda su corte se empeñarán en hacernos creer que caminamos decididamente hacia la recuperación. Zapatero lo está diciendo desde el día mismo en que no tuvo más remedio que reconocer la crisis. Como ya ha dicho más de una vez que estábamos en el buen camino, siguiendo la táctica de Pangloss y para no dejar de ser el Zapatero que conocemos, ahora no habrá manera de que cambie su discurso, aunque piense lo contrario.
De momento, según su propia estimación, nuestra economía crecerá un 1,3% en el año 2011. Y la demanda nacional en su conjunto contribuirá con cuatro décimas al crecimiento del PIB. La aportación exterior al PIB nacional será del 0,9%. Como vemos nada nuevo. Pero esto no se lo cree nadie, ni el Fondo Monetario Internacional, ni el gobernador del Banco de España. Por algo Miguel Ángel Fernández Ordoñez pidió a Zapatero inútilmente que elaborara un Plan B por si sus previsiones presupuestarias no se cumplían. El jefe del Ejecutivo va tan sobrado que ignoró de plano el consejo. Y si se le fuerza un poco, jurará y perjurará que estamos otra vez en la “champions league” de la economía. Pero, para nuestra desgracia, la realidad seguirá siendo respondona, y como ya no le quedan ni restos de talante, terminará por congelársele hasta la sonrisa. ¡Qué le vamos hacer!

Gijón, 7 de octubre de 2010

José Luis Valladares Fernández

viernes, 15 de octubre de 2010

TODO FUE UNA FARSA

Que la supuesta huelga del pasado día 29 de septiembre fue una farsa, lo demuestran los comportamientos posteriores a la misma de los líderes sindicales y del propio José Luis Rodríguez Zapatero. Más que huelga general, fue una auténtica mascarada, organizada de común acuerdo entre Gobierno y sindicatos. Fue en la inauguración del 40 Congreso Confederal de UGT, cuando Zapatero termina su discurso diciendo “necesito vuestro apoyo y vuestro cariño”. Y ese apoyo y cariño se mantiene aún después de la huelga, a pesar de que el presidente no haya respetado nada de lo que prometió en ese discurso.
En aquella ocasión, Rodríguez Zapatero culpó de la crisis al propio sistema financiero y no dudó en afirmar que “no vamos a tolerar que los trabajadores paguen sus excesos y abusos”. Y aún fue más lejos y recalcó que “no vamos a permitir que esta crisis sirva para recortar derechos” de los trabajadores. Los hechos están ahí. Han sido los trabajadores y los pensionistas los que en realidad han pagado el pato de la crisis. A los jubilados se les congela la pensión y a los trabajadores públicos, además de congelarles los salarios, se los ha rebajado considerablemente. Pero aún así, el apoyo y el cariño sindical se mantienen ahora, lo mismo que antes de la pretendida huelga. Apoyo y cariño que no era gratis, ni mucho menos, ni antes ni ahora. Desde la llegada de Zapatero a La Moncloa, la moneda de cambio siempre han sido las subvenciones, que se han ido actualizando al alza año tras año. Desde el año 2005, hasta la fecha, las ayudas directas del Gobierno a los sindicatos de UGT y CC.OO., se han incrementado en más de un 50%.
En el año 2009, metidos ya de lleno en la crisis económica, el Gobierno les hizo el suculento regalo de 193 millones de euros, que se repartieron de manera prácticamente equitativa entre UGT y CC.OO. La central liderada por Cándido Méndez se llevó 96.117.905 euros y las huestes de Fernández Toxo un poquito más, 96.183.980 millones. Este dinero, considerado como el precio de la paz social, es prácticamente el doble de lo que recibieron estas dos centrales sindicales durante 2008. A esta cantidad, de por sí extremadamente enjundiosa, hay que agregar las subvenciones otorgadas por las diferentes Comunidades Autónomas y las demás ayudas que se llevan las fundaciones de estos sindicatos.
No se habían apagado aún los ecos de la huelga, cuando el Gobierno lleva al Parlamento los Presupuestos Generales del Estado para 2011. En los mismos, las partidas de los ministerios se recortan en una media de un 15%, y desaparece nada menos que un 40% del dinero destinado a infraestructuras, pero no se tocan las ayudas previstas para los sindicatos. Así que se repartirán, por el mismo concepto, más de 20,5 millones de euros provenientes de las cuentas públicas. Exactamente lo mismo que en 2010. Se trata de una partida denominada “a familias e instituciones sin ánimo de lucro”. Y esto no es más que el aperitivo.
Tanto en 2010 como en 2011, además de estos más de 20,5 millones, los sindicatos cuentan con otras jugosas gabelas que, bajo diferentes títulos, van recibiendo oportunamente. Destacan entre ellas las partidas destinadas a Formación Profesional para el Empleo, las que reciben para la Modernización del Mercado Laboral, para Planes Intersectoriales de Formación y para Planes Sectoriales. Ya en Mayo recibieron el regalo de casi 16 millones de euros, destinados a “la realización de actividades de carácter sindical. Según balance realizado por el Gobierno, entre el 1 de abril de este año y el 30 de junio, la UGT del Servicio Público de Empleo Estatal, se ha embolsado además 1,5 millones de euros adicionales.
Tan disgustado estaba el Ejecutivo con las cúpulas de los sindicatos mayoritarios por la huelga, que al día siguiente de la misma, les regala 850.000 euros. En el Boletín Oficial del Estado del día 30 de septiembre se publica una resolución en la que Medio Ambiente concede a la Federación Agroalimentaria de CC.OO. 90.000 euros para que actualice su página web. También se embolsa otros 90.000 euros la misma federación de UGT para realizar una aplicación informática que facilite el seguimiento de la igualdad en las empresas.
Otros 200.000 euros fueron a parar a la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos, dependiente de la UGT, para una "Red de unidades de dinamización e información en el medio rural". Las dádivas gubernamentales continúan engrosando las cuentas de los dos principales sindicatos. Es todo un suma y sigue, un goteo constante, dirigido a conservar intacto ese apoyo y ese cariño que estos sindicatos dedican a Rodríguez Zapatero. Por eso, ya en el mes de octubre y para la "adquisición de competencias en comunicación lingüística", CC.OO se lleva casi 6.000 euros y las huestes de Cándido Méndez otros 3.085 euros.
Hasta el Ministerio de Educación, en cinco partidas diferentes, entrega a UGT de Ceuta 250.000 euros y a CC.OO, a través de la Fundación Formación y Empleo Miguel Escalera, otros 210.000 euros. Dinero que deben destinar ambas centrales sindicales a desarrollar programas de cualificación profesional durante el curso 2010-2011. Hay otras partidas muy enjundiosas que se embolsan las organizaciones que encabezan Fernández Toxo y Cándido Méndez, destinadas a la manida Memoria Histórica, estudios sobre modas y hasta videojuegos. Cualquier circunstancia es buena para provisionar a las arcas sindicales. Ayer mismo, día de la Fiesta Nacional, el Boletín Oficial del Estado se despachó con otro aporte de más de 220.000 euros para que ambas centrales costeen proyectos de “responsabilidad social”.
No es de extrañar que estos sindicatos, con esta lluvia de millones que les proporciona el pesebre de Zapatero, se olviden de los trabajadores, cuyos intereses debieran defender y se ocupen exclusivamente de aumentar estas ayudas y se dediquen con todo descaro a la especulación para rentabilizar sus inversiones. No dudan en utilizar los mismos instrumentos financieros de los ricos que tanto critican, a los que además responsabilizan de la actual crisis económica. Se han convertido en auténticas empresas y sus cúpulas, más que a la defensa del mundo laboral, actúan como auténticos empresarios y, sin el menor escrúpulo, se dedican a invertir en capital de riesgo y en el sector inmobiliario.
Los sindicatos mayoritarios, UGT y CC.OO., han participado en los últimos años en varias sociedades de inversión de capital variable (SICAV), sujetas a una tributación del 1% en el Impuesto de Sociedades. Gestionan, además, las pensiones de todos los trabajadores de Iberia y de otras compañías (Montepío Loreto), y se reparten amigablemente los puestos directivos de las sociedades controladas por esta mutua, como Inversiones Ítaca y Aranjuez Bolsa. Participan con el 90% en una sociedad de inversión y con el 10% en un fondo de capital de riesgo.
Lo más sangrante de la actividad de estos sindicatos es que imiten a los empresarios más desaprensivos, realizando como ellos auténticos contratos basura. Desde 2008 han huido por sistema de los contratos indefinidos con sus propios empleados. El 64% de los mismos han sido contratados de manera precaria o temporal. El 43% de estos empleos precarios, son contratados a tiempo parcial, lo que quiere decir que tienen una jornada inferior a las 40 horas semanales. Y los salarios con que retribuyen a sus empleados tampoco son muy sobrados. Sus percepciones netas no van más allá de los 900 euros mensuales. Todo un ejemplo para los demás empresarios.

Gijón, 13 de octubre de 2010

José Luis Valladares Fernández

martes, 12 de octubre de 2010

MEMORIA HISTÓRICA SESGADA

La Ley de Memoria Histórica, además de inoportuna, es una ley tremendamente sectaria, cuyos objetivos políticos son claramente revanchistas. Además de cuestionar peligrosamente el consenso ejemplar de nuestra transición política, nos devuelve a aquella época trágica de la historia hispánica en que había buenos y malos peleándose entre sí. La Disposición adicional tercera de dicha ley lo dice bien claro: se trata de recuperar “la memoria histórica de la Segunda República, la represión de la dictadura franquista y la lucha por las libertades”. Me rio yo de las libertades de aquel estalinismo feroz que, a toda costa querían implantar en España, para lo que trataban de embaucar al pueblo incauto de entonces, ofreciéndole un paraíso utópico e imposible.
La memoria histórica, además, nos ha salido muy cara. En los últimos 5 años, el Gobierno de Rodríguez Zapatero ha incrementado un 180% las subvenciones supuestamente destinadas para recuperar los restos mortales de las víctimas del franquismo y para ayudar a los represaliados por la dictadura. La realidad de este dispendio sectario, sin embargo, es muy diferente a lo que se dice en los medios oficiales. Todas esas subvenciones, como otras muchas, han ido a parar a manos de ciertos sindicatos y de determinadas asociaciones ligadas o afines al propio PSOE. Y lo han gastado exclusivamente, como era de esperar, en simple propaganda y no en ayudar a las familias que desean recuperar los restos de sus seres queridos.
Es normal que, sin aspavientos ni acusaciones, se recuperen todos los restos humanos que aún sigan en esas fosas comunes, sin distinción de bando o de colores, y se les restituya su dignidad, dándoles una sepultura más digna. Todos ellos merecen nuestra consideración, ya que fueron víctimas de la barbarie bélica que se desató desgraciadamente en nuestro país. Pero la Ley de Memoria Histórica no fue redactada para eso. Tiene esta ley una clara intencionalidad política. Se trata de reintroducir nuevamente la peligrosa discordia que dio al traste con el entendimiento entre unos ciudadanos y otros. Está claro que aún no hemos sido capaces de abandonar toda la carga ideológica que propició el infierno bélico de aquellos años. De ahí que haya todavía ayuntamientos como el de Córdoba que, a pesar de la terrible crisis económica, invierta 160.000 euros en la recuperación del camino histórico que utilizaban los maquis en aquella provincia.
Es claramente injustificable también el comportamiento del Ejecutivo, ante el hallazgo casual, el 11 de febrero de 2008, de una fosa común en Alcalá de Henares, en terrenos del cuartel de la Brigada Paracaidista. Se trata previsiblemente de una fosa común de la Guerra Civil. Como apareció dentro de unas instalaciones militares, el Ministerio de Defensa, de manera preceptiva, debiera haber informado inmediatamente de semejante hallazgo. Tampoco Rodríguez Zapatero hizo honor a su promesa solemne, durante la promulgación de la Ley de Memoria Histórica, de facilitar toda la información disponible sobre los terrenos en los que se localicen restos de víctimas de la guerra civil.
Aunque, según todos los indicios, se intentó ocultar la aparición de estos restos humanos, un soplo al diario ABC lo hizo imposible. Este periódico publicó los primeros datos el día 5 del mes de Marzo de ese mismo año. Y, si seguimos la cronología de los hechos, podemos pensar fundadamente que trataron de que la memoria histórica, se trocara, sin más, en una auténtica desmemoria histórica. Querían evitar, a toda costa, la molesta aparición de víctimas debidas, según todos los indicios, a la represión inmisericorde de la NKVD, con la aquiescencia culpable del Gobierno de la República.
Es de suponer que esta fosa común, hallada en Alcalá de Henares, tenga su origen en la inhumación de las víctimas masacradas en esa zona durante la guerra civil. Se da la circunstancia que dicha fosa apareció en unos terrenos, conocidos con el nombre de Barberán y Collar, donde tenía su asiento el cuartel general de la aviación republicana. Y no es solamente esto. En esa zona operaba, además, la 46ª División, bajo el mando, nada más y nada menos, que de Valentín González, alias “el Campesino”, que imbuido de los modos y maneras estalinianas, se distinguió precisamente por su agresividad y dureza.
El hallazgo casual de esta fosa tiene, sin lugar a dudas, un morbo muy especial, ya que es muy posible que, entre esos restos, se encuentren los del troskista Andrés Nín. Aquí es donde, efectivamente, se pierde su pista. Andrés Nín fue detenido en Barcelona el 16 de Junio de 1937 y trasladado a Alcalá de Henares donde fue salvajemente torturado por el estaliniano Orlov, jefe a la sazón del NKVD, sin que el gobierno republicano mostrara ningún reparo. Ni huyó a Salamanca, ni fue raptado por agentes de la GESTAPO, como quiso hacernos creer el propio Juan Negrín. Sencillamente fue asesinado después de ser salvajemente torturado.
Supimos de la existencia de esos restos por el diario ABC, pero aún hoy día no sabemos qué se hizo con ellos. Por lo que parece volvieron al mundo del silencio y del olvido. De todos modos, con Andrés Nín y sin Andrés Nín en esta fosa, las personas a las que pertenecen esos restos merecerían, creo yo, una reparación o recuperación histórica de su memoria, tal como propugna dicha ley. Debiera ser así con ley y sin ley de Memoria Histórica, ya que todos fueron víctimas lamentables de la Guerra Civil. Da igual que fueran nacionales o republicanos, o que perdieran la vida simplemente por odio y envidias, o por asistir a actos religiosos o por el enorme delito de creer en Dios. Todos ellos murieron por defender una idea determinada, acertada o no, en una época demasiado convulsa. Y todos ellos forman parte de esa supuesta Memoria Histórica, diga lo que diga Zapatero. Pues no solamente hubo represión en la parte dominada por los franquistas. En ambos bandos se cometieron bastantes atrocidades que, vistas en perspectiva y desapasionadamente, no encuentran justificación alguna.
Este Gobierno que padecemos, al frente del cual está Rodríguez Zapatero, se empeña en mirar al pasado que les ha sido ideológicamente adverso. Creen que retirando estatuas, placas y escudos y cambiando el nombre de muchas plazas y calles, ya se cambia la historia. Con esa su fijación por revolver el pasado, están arruinando su futuro y el de todos los españoles. Los hechos pasados nos pueden gustar más o menos, nos pueden afectar muy directamente o tocarnos de refilón. Pero están ahí y debemos respetarlos, ya que, de una manera u otra, han contribuido a fijar nuestra propia idiosincrasia.

Gijón, 1 de octuble de 2010

José Luis Valladares Fernández

sábado, 9 de octubre de 2010

MEMORIA ¿HISTÓRICA O POLÍTICA?

Decía con mucho acierto el periodista italiano, Diño Basili, que “la utopía no tiene en cuenta las lecciones del pasado, arruina el presente y sueña el futuro que no vivirá”. Y nuestro presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, queda claramente reflejado en esa frase. No aprende con la historia, destruye cuanto toca y, por si esto fuera poco, espera que, con el paso del tiempo, todos sus sueños utópicos se conviertan en realidad. Aspira a que la realidad se adapte a sus sueños y no al revés. Y si la realidad, por ser extremadamente terca, va por libre y no se ajusta a sus deseos, ¡peor para la realidad!
La guerra fratricida que se libró en España entre los años 1936 y 1939, lejos de servirle para prevenir los errores de aquella aciaga época, le estimula a dar rienda suelta a otros caprichos y desvaríos personales malintencionados. A toda costa quiere retrotraernos a los peores tiempos de la República, variar el resultado bélico y, bajo nuevos supuestos, reiniciar otra vez la transición. De ahí que su maldad y su odio visceral le lleven a buscar por sistema, de manera calculada, el enfrentamiento de la sociedad. No otra cosa pretende Rodríguez Zapatero con la mal denominada Ley de Memoria Histórica. Busca, de manera interesada, reflotar viejas rencillas y enfrentar posiciones más o menos diferentes.
Quiere borrar de un plumazo todo aquello que, a lo largo de los años, ha contribuido a forjar nuestra actual idiosincrasia. Trata de devolvernos, con su Memoria Histórica, a una época que creíamos ya olvidada, sin importarle lo más mínimo las consecuencias que de esto puedan derivarse. Para empezar, más que de memoria histórica, se trata de una ley de memoria política y que ha dado al traste con la voluntad de entendimiento que dio origen a nuestra Constitución. Ni que intentara actualizar la famosa “Damnatio memoriae” practicada en la antigua Roma, que implicaba, cuando moría el emperador, juzgar minuciosamente todos sus actos, y si resultaban inadecuados, se destruían sus estatuas y sus escudos y hasta se borraba su nombre de los registros públicos.
No es misión de la historia juzgar hechos ocurridos. La historia se limita a narrarlos y a explicarlos y, si se quiere, a mostrar las motivaciones que los originaron. Claro que hay muchas maneras de narrar los hechos históricos, dependiendo de las personas que lo hagan. Hay historiadores que, imitando a Tucídides y a Jenofonte, se limitan a narrar los hechos tal como sucedieron en realidad, ateniéndose siempre a documentos y fuentes fiables ya contrastadas. Otros, como Julio Cesar, se dejan llevar por los aspectos más favorables a su interés personal, introduciendo el virus de la propaganda interesada y perdiendo, de este modo, buena parte de su credibilidad. Queda por fin el grupo de los áulicos o corifeos que distorsionan conscientemente la historia, adobando los hechos de acuerdo con las pautas marcadas desde instancias superiores. Y, lamentablemente, para narrar lo sucedido en nuestra guerra civil y en la larga etapa de posguerra, abunda el historiador áulico que altera y distorsiona la realidad histórica a la carta.
Está muy claro que la Segunda República, al menos en su última etapa, no puede presumir de demócrata. Nace de manera irregular tras unas elecciones municipales que, por añadidura, perdieron los republicanos lo que puede etiquetarse como golpe de Estado. Posteriormente la izquierda, dando siempre muestras sobradas del respeto que sienten por la democracia y por las instituciones, se levanta en armas en 1934 contra la derecha que había ganado limpiamente las elecciones. Todo un golpe de Estado, esta vez contra la República, para ganar por la fuerza lo que le negaron las urnas y que, por fortuna, fracasó estrepitosamente.
El golpe de gracia a la tambaleante República se lo dio el Frente Popular en las elecciones de Febrero de 1936, al ahogar definitivamente cualquier atisbo de democracia y de libertad. Para empezar, estas elecciones se realizaron en un clima de elevada violencia. Y a pesar de esto, de los 9.716.705 de votos emitidos, el Frente Popular solamente consiguió 4.430.322 votos. Los partidos de derechas obtuvieron 4.511.031 y el centro 682.825. De los votos que faltan, la mayoría fueron nulos o en blanco y unos pocos destinados a candidatos que carecían de significación política. Los actos de fuerza y los pucherazos hicieron el resto para adulterar fraudulentamente los resultados del escrutinio.
Las intenciones de la coalición del Frente Popular eran muy claras. Había que importar cuanto antes la revolución soviética, de acuerdo con los planes establecidos por Largo Caballero que, por cierto, soñaba con convertirse en el Lenin español. Esto requería la sustitución de la República nacida en 1931 por otra de corte popular y totalitaria con la implantación de la Dictadura del Proletariado. Para lograrlo, había que seguir paso a paso el plan establecido por Largo Caballero en uno de sus mítines preelectorales. “Si triunfan las derechas –dijo- nuestra labor habrá de ser doble, colaborar con nuestros aliados dentro de la legalidad, pero tendremos que ir a la guerra civil declarada. Que no digan que nosotros decimos las cosas por decirlas, que nosotros lo realizamos.”
El alzamiento militar o “plebiscito armado” liderado por Franco, en un principio, más que un golpe de Estado contra la República, fue un intento de poner coto a aquel estado de cosas montado por el Frente Popular. Posteriormente hubo un cambio radical en su postura, quizás porque llegó al convencimiento de que hacía falta que pasaran muchos años para dar lugar a una auténtica reconciliación entre ambos bandos contendientes. Ciertas actitudes actuales, como esta de la Memoria Histórica, corroboran que aún hoy, después de tantos años, esa reconciliación es muy precaria y está condicionada por caprichos sumamente insólitos e imprevisibles.
La extorsión y el crimen se habían hecho ya dueños de la situación para ese 18 de julio de 1936, haciendo inviable la convivencia social y la vida democrática más elemental. El sectarismo de los responsables del grupo político dominante creó una situación tal en España, que se hizo inevitable el enfrentamiento bélico. Y esa atroz guerra civil la ganó quien la ganó, no sé si por méritos propios o por deméritos de sus oponentes. ¿Qué hubo represión después de finalizada la contienda? Normal después de una guerra fratricida como aquella. Claro que, si la victoria hubiera caído del lado del Frente Popular, posiblemente la represión hubiera sido mayor y más inhumana ya que, a los motivos estrictamente políticos, habría que añadir el odio de este bando a la religión e incluso a la cultura tradicional española.
A Rodríguez Zapatero le importan muy poco los muertos de la Guerra Civil. Los utiliza exclusivamente para ocultar su indigencia intelectual y moral. Y para ello, nada mejor que rehacer la transición a su aire. Es lamentable que, a estas alturas, hayan puesto en solfa el espíritu ejemplar de nuestra transición política a la democracia. Los logros esperanzadores de entonces han sido dilapidados irresponsablemente devolviéndonos al bochornoso pasado en que había buenos y malos, donde, en vez de adversarios políticos, había enemigos encarnizados. Y ahora se han invertido los papeles, los malos son aquellos que no se resignaron a que España fuera una simple colonia del estalinismo y que, en buena medida, evitaron que compartiéramos la pobreza y las miserias de los pueblos satélites de la Rusia soviética de entonces. Por el contrario, los buenos son los otros, los que pusieron todo su empeño en instaurar aquí el idílico paraíso soviético que, con la dictadura del proletariado, nos iba a colmar de felicidad.

Gijón, 24 de septiembre de 2010

José Luis Valladares Fernández

martes, 5 de octubre de 2010

DE VUELTA A LA BARBARIE SINDICAL

La huelga del pasado día 29 de septiembre nos demuestra fehacientemente que la izquierda española, y todos los progresistas de boquilla que pululan por ahí, han perdido el norte y se han reinstalado en el marxismo más arcaico y terrible de la égida bolchevique y estalinista. Como nuevos chequistas o talibanes trasplantados a España, se dedican nuevamente a ejercer la violencia y a estigmatizar a todos aquellos que se atreven a disentir, de manera atrevida, de lo que opinan las trasnochadas cúpulas sindicales y el Gobierno socialista. Quieren cerrar el paso a cuantos decididamente se empeñan en caminar por libre y no hacer caso a las recomendaciones emanadas de los aledaños del poder.
No se muy bien si pretenden devolvernos a los gloriosos umbrales de la filosofía griega, donde predominaba el mito que, en realidad, no es otra cosa que la fe del vulgo, época en la que prevalecía la credibilidad simplona y se aceptaba ciega e irreflexivamente todo lo que viniera del divino oráculo. Pues muchos de los acólitos de Zapatero parecen estar sumidos frecuentemente en estado de éxtasis frenético, como la pitia o la pitonisa de turno. O puede ser que quieran retrotraernos a tiempos más cercanos, aunque más aciagos y convulsos, como los de La Segunda República Española. En tiempos de esta República, sus homónimos políticos gozaban de patente de corso y, como buenos estalinistas, practicaban sin trabas el terror y la violencia más extrema e irracional.
Nos espera un futuro económico muy gris. Es más, con Zapatero en La Moncloa, apoyado por Cándido Méndez y Fernández Toxo, no hay futuro posible para los españoles. Llevamos ya siete años que, en vez de acercarnos, nos alejamos cada vez más del nivel de vida de los países más ricos de nuestro entorno. Ahora ya no competimos más que con aquellos países que, por su estilo de vida, se parecen mucho a los pueblos que llamamos tercermundistas. Y menos mal que ya hay muchos españoles que están abriendo los ojos y cerrando sus oídos a los cantos de sirena del neo socialismo que nos invade. La prueba la tenemos en la última manifestación en Madrid del 1 de mayo, a la que no asistieron ni todos los liberados sindicales de la capital, y en el resultado de la pasada huelga general del 29 de setiembre. Eran muchas las personas que, a pie de calle, renegaban de la huelga y de los piquetes que, con inusitada violencia, impedían a mucha gente desarrollar normalmente su actividad laboral.
Es evidente que la huelga general fue un tremendo fracaso para los sindicatos y para el Gobierno. Como era de esperar, todo quedó en un lamentable y deprimente espectáculo. Organizan esta mascarada prácticamente por entregas y de común acuerdo entre los sindicatos mayoritarios y el Gobierno. Tanto UGT como CC.OO., que han perdido totalmente su credibilidad por su apoyo irracional al Gobierno, pretenden recobrarla ahora paralizando al país con ese acto de fuerza. Con la huelga general, que financia el propio Gobierno, buscan desesperada, pero inútilmente lavar su cara ante esos trabajadores que cada vez les dan más la espalda. José Luis Rodríguez Zapatero quiere también aprovechar la circunstancia para simular ante los demás miembros de la Comunidad Europea que tiene graves problemas con los sindicatos por culpa de la Ley de Reforma Laboral aprobada.
Queda muy claro que, en esta aparente refriega, los sindicatos y el Gobierno han buscado siempre el empate, huyendo ambos de todo intento de hacerse sangre mutuamente. También es patente que, ni Cándido Méndez, ni Ignacio Fernández Toxo, han sido capaces de restañar sus heridas con los trabajadores, ya que en ningún momento han puesto fin a esa ya larga y absurda complicidad con la política económica del Gobierno, tan desastrosa para el mundo del trabajo. Las declaraciones de Rodríguez Zapatero, anunciando la continuidad del diálogo con los sindicatos y el beso que se dan después de la huelga María Teresa Fernández de la Vega y Cándido Méndez, lo confirman ampliamente. Hasta la posterior guerra de porcentajes entre Gobierno y Sindicatos se ha hecho con desgana y ha resultado totalmente irrelevante.
Conscientes los líderes sindicales de UGT y CC.OO. de su escaso predicamento ante el mundo laboral, y para no quedar con todas sus vergüenzas al aire, recurren al uso de la violencia. Se dejan llevar por su inveterado sectarismo ideológico y acuden sin remordimiento alguno al juego sucio sindical. Necesitaban apremiantemente paralizar Madrid y conseguir un seguimiento aceptable de la huelga. De ahí la utilización profusa de piquetes, llamados informativos, que no son más que un despreciable ejército de mastuerzos armados con toda clase de objetos contundentes, dispuestos a doblegar como sea la voluntad de los que querían trabajar. En todas las huelgas generales aparece ese vandalismo coactivo, que yo no sé por qué, pero forma parte de la idiosincrasia de los sindicatos de clase. Lo que sí es cierto que en ninguna otra huelga alcanzó un protagonismo tan alto y una extensión tan desmesurada como en esta.
Esta huelga pasará a la historia como la más violenta de todas. Con la ausencia de policía de todos los centros neurálgicos de transporte, se facilito considerablemente la labor coactiva de los piquetes. A pesar de la inusitada violencia desplegada por estos grupos vandálicos, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, se mantuvo constantemente al margen de la misma. Renunció voluntariamente al cumplimiento de su deber como ministro, dejando que se conculcara el derecho a trabajar de muchos ciudadanos, para no desagradar a los sindicatos. No quiso limitar la capacidad saboteadora de estos cafres violentos, para no desperdiciar futuros apoyos y mantener así intactas todas sus posibilidades de suceder al ya quemado presidente del Gobierno. Es la meta que, al parecer, se ha fijado últimamente. Le falta honestidad y le sobra ambición política.

Gijón, 3 de octubre de 2010

José Luis Valladares Fernández

sábado, 2 de octubre de 2010

SE ROMPE LA CAJA ÚNICA Y LO QUE HAGA FALTA

Está visto que nuestro presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, es capaz de cualquier cosa para aferrarse al cargo el mayor tiempo posible. Aunque es consciente de su ineptitud, se agarra al sillón de mando como una lapa, sin que le importen en absoluto las deplorables consecuencias derivadas de su paso por la presidencia del Gobierno. Por unas migajas de poder, aunque le resulten sumamente amargas, es capaz de envilecerse de manera miserable. Como para prolongar la agonía de su desastroso mandato, necesita ayuda ajena a su propio grupo político, se arrastra indigna e irresponsablemente ante los nacionalistas e independentistas irredentos.
Para garantizarse un año más en La Moncloa, Zapatero ya ofreció Euskadi, ahí es nada, la bonita cifra de 472 millones de euros, para así salvar los presupuestos generales del próximo año. De realizarse esta entrega de dinero que, al parecer, lleva aparejada la transferencia de las políticas activas de empleo, se multiplican las desigualdades entre los españoles, rompe la solidaridad interregional y, aunque lo niegue el Gobierno, se pone en peligro la caja única de la Seguridad Social. Y como lo que importa a Rodríguez Zapatero, cueste lo que cueste, es la permanencia en la poltrona presidencial, de aquí a que se vote la nueva Ley de Presupuestos Generales, los vascos, y quizás Coalición Canaria, sacarán alguna que otra tajada importante a cambio del voto favorable a dicha Ley.
Por de pronto, los responsables del Partido Nacionalista Vasco siguen tensando interesadamente la cuerda. No otra explicación tienen las palabras de Andoni Ortuzar, presidente del PNV vizcaíno, anunciando que el traspaso al país vasco de las competencias sobre políticas activas de empleo es la “condición previa para sentarse a negociar” esos Presupuestos Generales, para los que el Gobierno “no tiene nuestros votos asegurados”. Frases que demuestran claramente que aún quieren más y que no les importa en absoluto las consecuencias que se puedan derivar de semejantes concesiones. “Nos da igual –sentenció desvergonzadamente Ortuzar- si se rompe o no la caja de la Seguridad Social”.
Desde el Gobierno central se niega categóricamente que con el traspaso de esas competencias al país vasco se ponga en peligro la caja única. Dicen que con este acuerdo con el PNV no sale ni un solo euro de dicha caja. Ocultan maliciosamente, y este es el problema, que en esa caja dejará de entrar el dinero que se recaudaba en Euskadi para la Seguridad Social y que después se repartía solidariamente entre todas las regiones de España. A partir de ese acuerdo, ese dinero se quedará íntegramente en el país vasco. Es evidente que el compromiso adquirido con el PNV rompe la solidaridad interregional y, como no, deja gravemente malparada a la caja de la Seguridad Social, y pone en peligro la pensión de la mayor parte de los jubilados de España.
Esta caja única, que ahora quieren romper, ha garantizado hasta ahora que los jubilados de toda España hayan tenido asegurada su pensión. Pues no podemos olvidar que nos hemos dado un sistema esperpéntico de autonomías, por otra parte carísimo y prácticamente insostenible, con el que hemos creado nada menos que diecisiete modelos públicos autonómicos, cada uno con su perfil económico determinado. De acuerdo con los datos disponibles hasta el pasado mes de agosto, más de la mitad de esas autonomías, entre las que se encuentra el País Vasco, registran déficit en sus respectivas cuentas de la Seguridad Social. Pues en ellas hay menos de dos cotizantes por pensionista, siendo por lo tanto su tasa de dependencia mucho menor que la nacional, que alcanza el 2,57 de media.
Las consecuencias no pueden ser más claras. Si el modelo público actual fuera gestionado independientemente por cada Comunidad Autónoma, media España sería incapaz de hacer frente a las pensiones actuales. La regionalización de la Seguridad Social en 17 modelos autónomos haría inviable costear esas prestaciones en Cantabria, Castilla y León el propio País Vasco, Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura, Andalucía y sobre todo en Asturias y Galicia. Si los jubilados de estas regiones cobran hoy puntualmente su pensión, se debe ante todo al superávit logrado en las autonomías que tienen una tasa de dependencia superior a 2, entre las que destacan Madrid, Murcia y Canarias que tienen más de 2,5 cotizantes por cada pensionista.
Para mantener la sostenibilidad del sistema público de pensiones, es preciso mantener intacta esa caja única de la Seguridad Social. Gracias a ella, los jubilados han cobrado oportunamente las prestaciones a que tienen derecho. Sería lamentable que la insolidaridad de algunos grupos políticos y la ambición y la irresponsabilidad de José Luis Rodríguez Zapatero dieran al traste con el sistema que, hasta ahora, ha dado unos resultados aceptables. Los jubilados de algunas regiones serían los primeros que sufrirían las consecuencias de semejante torpeza.

Gijón, 1 de octubre de 2010

José Luis Valladares Fernández