sábado, 28 de septiembre de 2013

INCONVENIENTES DEL SISTEMA AUTONÓMICO

Los llamados Padres de la Constitución Española, pensando que así acababan con los movimientos del nacionalismo contestatario de algunas regiones de España, institucionalizaron una gestión parcialmente descentralizada con el Estado de las Autonomías. La labor de Gobierno queda estructurada en tres niveles básicos: el Estado central, las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos. El texto constitucional no especifica en absoluto el peso relativo de cada uno de esos tres niveles, circunstancia que aprovecha la casta política para dejar prácticamente sin competencias al Estado central, traspasándolas a las distintas Comunidades Autónomas.

La restructuración de dicho modelo de gestión fue radicalmente errónea. Como era de esperar, no contentó ni a tirios ni a troyanos, ni solucionó el problema que, de manera inocente, trataba de zanjar: las veleidades separatistas de algunos partidos políticos. Antes al contrario, el estado autonómico exacerbó aún más los ánimos independentistas de vascos y catalanes. La clase política terminará de aguar la fiesta, al ceder a las Autonomías competencias que, por su naturaleza, corresponderían exclusivamente al Estado, como es el caso de Sanidad, Educación y Justicia.

Por otra parte, esa descentralización irracional no mejoró en absoluto la atención al ciudadano de la calle. En realidad, no ha valido nada más que para acentuar enormemente las desigualdades entre los españoles, y para que los políticos monten sus chiringuitos particulares para colocar en ellos a sus familiares y amigos. Así que es normal que se dispare de manera irracional el gasto público, evidenciando la inviabilidad de las  Autonomías.

El estado autonómico se bandeaba, mal que bien, mientras estuvo en auge la famosa burbuja inmobiliaria. Al fallar esa fuente anormal de ingresos,  comenzaron a encenderse todas las alarmas al comprobarse la tajante incompatibilidad del sistema autonómico con el estado de bienestar. De ahí que vayan aumentando gradualmente los ciudadanos que piden la desaparición de las Comunidades Autónomas o, por lo menos, que devuelvan al Estado algunas de las competencias transferidas.

domingo, 22 de septiembre de 2013

HUYEN DE LA CATALUÑA DE ARTUR MAS

Seguro que, para preparar sus encendidas intervenciones en los mítines de las últimas elecciones de Cataluña, Artur Mas i Gavarró, acudió confiadamente a la Pitonisa de Delfos o a otro oráculo de infalibilidad contrastada para que le desvelaran el futuro inmediato de la supuesta nación catalana. Y la respuesta recibida debió ser tan concluyente que creyó que podía competir con el Orfeo mitológico en el arte de encantar a todo un pueblo. Orfeo era capaz de embelesar a hombres y dioses con su voz y el sonido de su lira. Unos y otros se reunían para oírlo y así descansaban sus almas. La naturaleza entera se conmovía al escuchar sus fascinantes acordes. La corriente de los ríos se paraba para disfrutar de su melodiosa voz y hasta las mismas rocas se animaban y salían a su encuentro. Así fue como enamoró a la escurridiza ninfa Eurídice.

Artur Mas no tañía la lira, pero pensaba que con su palabra arrastraría indefectiblemente a todos los catalanes para apoyar incondicionalmente su proyecto soberanista. Y nos remite a la masiva Diada del 11 de septiembre  de 2012, para demostrarnos que es así. De ahí que se le caliente la boca y, tratando a los catalanes como subnormales profundos, prometa recrear en Cataluña el imposible país de las maravillas. Según sus previsiones, una vez recuperen la independencia, los catalanes alcanzarán la felicidad plena y serán envidiados por todo el mundo. Con toda seguridad, Cataluña bajo su mando alcanzará su cenit en el año 2020, fecha en la que se pondrá a la cabeza de la Unión Europea, sin necesidad de pertenecer a ella.

Una vez liberada del yugo de España, Cataluña mejorará tanto, que desaparecerá prácticamente el fantasma del paro, creando abundantes puestos de trabajo y se reducirán a la mitad los accidentes de tráfico. Con la independencia, la vida de los catalanes dará un vuelco, aumentando milagrosamente su estado de bienestar: vivirán bastantes  más años con un nivel de vida muy superior al actual, descenderán significativamente las muertes por cáncer, se pagarán menos impuestos y hasta se aumentarán las pensiones. Con Mas al frente y con su deseada independencia, los catalanes se aseguran la felicidad plena y casi, casi la inmortalidad.

Y según Artur Mas, en la Cataluña independiente es inevitable el milagro cultural y económico. Las universidades catalanas  estarán entre las 200 mejores del mundo. La economía en Cataluña, una vez liberada del pesado lastre de la dependencia española, cambiará radicalmente sus reglas y comenzará a crecer a un ritmo superior al de Europa. Según sus previsiones, se crearán 60.000 empresas y más de 100.000 puestos de trabajo. La deuda catalana que, según Oriol Junqueras, es  extremadamente elevada por culpa de España, desaparecerá para dejar paso al mayor superávit de Occidente.

Pero es muy posible que Artur Mas, si no cambian por completo las cosas, terminará fracasando como el mismo Orfeo. Muerta  Eurídice por la mordedura de una serpiente, Orfeo decide bajar a los infiernos para pedir al dios de los muertos que le devuelva a su querida compañera. Embelesado por su lira, Hades accede a su petición, aunque con una condición: que no volviera su cabeza para mirar a Eurídice, hasta que esta no hubiera rebasado los confines del reino de los muertos. Ya estaba su esposa traspasando la última puerta del inframundo y Orfeo se olvida de la condición impuesta y, lleno de impaciencia, mira hacia atrás para ver el esplendoroso rostro de su amada. En ese momento, Eurídice se convierte nuevamente en sombra y Orfeo es expulsado del infierno y condenado a vivir separado de su esposa.

viernes, 13 de septiembre de 2013

LOS POLÍTICOS NO CONOCEN LA CRISIS

La casta política está perdiendo, de manera muy rápida, hasta los últimos vestigios del poco prestigio que le queda. Con su desacertada actuación se ha ganado a pulso la desafección y la animadversión de la mayor parte de los ciudadanos. Se ve palpablemente que no han leído “Las 48 leyes del poder” del escritor americano Robert Greene y, si lo leyeron, o no han querido hacerle caso, o no han sido capaces de asimilar sus acertadas recomendaciones. Los políticos suelen emboscarse y aislarse en su mundo particular, porque piensan que así defienden mejor sus excesivos privilegios.

La torpeza de nuestros políticos no tiene límites y se empeñan en imitar torpemente al mitológico Eetes, viejo rey de la Cólquide, empeñado en defender a ultranza el famoso vellocino de oro que le entregó Frixo. El rey Eetes colgó dicho vellocino de un roble en el bosque sagrado de Ares, y encargó su custodia a un temible dragón y a dos monstruosos toros, inmunes a cualquier ataque, y que vomitaban llamas por sus narices. Creyó que así tenía a buen recaudo el preciado vellocino. Pero llegó el valiente y apuesto Jasón al mando de unos Argonautas y, con la mediación de Medea, dio esquinazo al viejo rey y se llevó sin problemas ese valioso trofeo.

Piensan los políticos que son muy listos y que pueden dedicarse tranquilamente a conseguir nuevas y mejores bicocas, para disfrutarlas personalmente ellos y sus familiares y amigos. Piensan que, por su dedicación en exclusiva a la política y por sus supuestos desvelos, los ciudadanos deben apoyarles incondicionalmente y dedicarles toda clase de sacrificios. Y no quieren que nadie les dispute el usufructo de las gangas que van acumulando. No se dan cuenta que, con el abuso continuado de su posición privilegiada, terminan indefectiblemente con la paciencia de los ciudadanos. Y aunque hasta ahora no haya sido así, puede aparecer el Jasón correspondiente y la Medea de turno para acabar con esa situación tan injusta.

La situación política es extremadamente preocupante en España. La codicia de los políticos les ha hundido en el más absoluto de los descréditos. La mayor parte de los españoles ha llegado al convencimiento pleno de que, si la casta política se distingue por algo, es por su ineficacia y por su cinismo. Son muy pocas las personas que confían  en los gestores de la cosa pública y procuran guardar con ellos cada vez más distancia. Las encuestas  son muy claras a este respecto. Inquieta más la situación política que padecemos que el propio terrorismo, que ya es decir. Solamente el paro preocupa a la sociedad más que la política.

viernes, 6 de septiembre de 2013

¿VISIONARIOS O CARADURAS?

En la mitología romana nos encontramos con Jano, el rey más antiguo del Lacio. Era natural de Tesalia, y cuando llegó a las orillas del Tiber, advirtió que las gentes de aquellas tierras llevaban una vida prácticamente salvaje. No tenían religión ni disponían de leyes que moderaran el trato social entre unos y otros, y terminaba imponiéndose siempre el más fuerte y más desvergonzado. Con la llegada de Jano, comienzan a cambiar las cosas.

Desde el primer momento, Jano procuró moderar la barbarie y la agresividad de aquellas gentes y suavizar visiblemente sus costumbres, consiguiendo formar con ellos auténticas sociedades pacíficas, a la vez que los integraba en las ciudades que iba fundando. Se ocupó de darles un conjunto de leyes para garantizar convenientemente la convivencia y la cooperación continuada entre unos y otros. Supo inculcarles, además, un amor acendrado a la justicia y a disfrutar comportándose honestamente y siendo solidarios con sus vecinos. Fue ayudado en tan noble tarea por Saturno, que escogió el Lacio para vivir cuando fue arrojado del cielo.

Por lo que parece, la actuación benéfica de Jano,  rey del Lacio, con la apreciable ayuda de Saturno, alcanzó también a una buena parte del noreste de la península Ibérica y que hoy conocemos como Cataluña. Muchos de esos pueblos catalanes, los más importantes al menos, tuvieron que ser fundados directamente por Jano. De no ser así, no habría modo de explicar la sucesión continuada de hechos tan memorables y fastuosos, como el descubrimiento de América por ejemplo, y que otros pueblos serían incapaces de protagonizar.

El mismo emperador Carlomagno no hubiera podido crear la llamada “Marca Hispánica” al sur de los Pirineos si, en su lucha contra los musulmanes en el valle del Ebro, no hubiera contado con el apoyo eficaz de un buen número de aguerridos y valientes guerreros, procedentes todos ellos de la población nativa de las montañas de lo que hoy es Cataluña. Los reyes carolingios, cómo no, elegían siempre condes autóctonos, catalanes por lo tanto, para Gobernar los territorios de la “Marca Hispánica”, por su eficacia en la defensa de las fronteras con los berberiscos y por su acendrada y contrastada lealtad a la corona.

No es de extrañar, pues, que los nacionalistas se pavoneen y estén extremadamente orgullosos de su pueblo por sus extraordinarias e innumerables proezas, tanto intelectuales como políticas y económicas. Para todos ellos, y sobre todo para sus líderes, es francamente intolerable que España quiera arrebatarles sus mejores y más excelsas gestas, para atribuírselas después a personas que, además de no ser catalanes, se manifiestan siempre contra  Cataluña.

Entre los nacionalistas aparecen con relativa frecuencia animosos trovadores y juglares, que cantan incasablemente las sorprendentes y asombrosas hazañas realizadas por catalanes ilustres. El actor Toni Alba es uno de esos vates que, desde twitter, fustiga  a los catalanes tibios que contemporizan  peligrosamente con actitudes típicamente españolas. También vapulea, de manera inmisericorde,  a los que no han tenido la suerte de nacer catalanes. Los que han nacido en Cataluña, dada su superioridad intelectual, son invariablemente envidiados y odiados por los españoles.  “Nos odian –dice Toni Alba- porque somos catalanes”. Y es que España, según suele expresarse este incorregible actor, lleva más de 300 años sembrando “odio contra Cataluña”.

Además de estos rapsodas populares como Toni Alba, en Cataluña hay también personas, de corte más intelectual, que se desviven por recuperar aquellas partes de la historia catalana que, según ellos, fueron intencionadamente tergiversadas o usurpadas para alterar el curso de la historia. Este grupo de supuestos historiadores o especialistas está capitaneado por Jordi Bilbeny, que es el jefe del Instituto Nueva Historia desde 2008. Especializado en filología catalana y en heurística histórica, Bilbeny comenzó a estudiar a fondo el verdadero papel de Cataluña en la historia española y universal.

Intuía Jordi Bilbeny que, muchos de los documentos históricos aparecidos desde el siglo XVI en adelante, habían sido convenientemente censurados y manipulados, con la intención perversa de restar protagonismo a Cataluña y a la Corona de Aragón en beneficio de la Corona de Castilla. Y comienza a examinar detalladamente el hecho histórico más relevante de aquella época: el descubrimiento de América por Cristóbal Colón. Se encuentra con numerosas contradicciones e incoherencias en los textos oficiales referidos al Almirante y a sus proezas.

Analizando detenidamente esas contradicciones, queda patente, según Bilbeny, que el descubrimiento de América fue obra de un noble catalán, llamado Cristòfor Colom. Pero se le dio el nombre de Cristóbal Colón y se dijo que era genovés, con la torcida intención de atribuir a Castilla una de las más memorables hazañas realizada por Cataluña. Según la historia oficial, las carabelas que participaron en tan extraordinaria gesta partieron del puerto de Palos de la Frontera (Huelva), cuando en realidad lo hicieron, según Jordi Bilbeny,  del puerto de Pals d'Empòrda, que es un municipio de Gerona. Y las tres naves llevaban, faltaría más, la senyera catalana como estandarte. Y aquí, en Pals d'Empòrda, fueron reclutados precisamente los hermanos Pinzón.

Aclaradas debidamente las manipulaciones para ocultar la verdadera identidad  y origen  de Cristóbal Colón, Bilbeny consideró la posibilidad de indagar en la vida de otros personajes históricos, sobre cuya identidad oficial hay dudas razonables, como Santa Teresa de Jesús, Velázquez,  San Ignacio de Loyola y Cervantes. Se decidió finalmente por Miguel de Cervantes. Nada más comenzar el estudio, comenzaron a aparecer las consabidas contradicciones, urdidas interesadamente por la propaganda oficial.

Y Jordi Bilbeny, después de analizar detenidamente  la documentación reunida, concluye que el origen catalán  de Miguel Cervantes es incuestionable. Aunque en realidad se llamaba Joan Miquel Servent,  utilizaba el nombre de Cervantes para ocultar que era hijo de Miquel Servent, que había sido condenado a morir en la hoguera por la Iglesia Reformada de Calvino por sus ideas heréticas sobre la Trinidad.

Afirma Bilbeny que Cervantes, en su obra,  es muy crítico con la política castellana y, sin embargo, muestra cierta “tendencia catalanofilia”. Esto y los “errores lingüísticos” que aparecen profusa y repetidamente en su obra, nos demuestra que fue escrita en catalán. Y Castilla, como ha hecho siempre, procuró hacerse con el prestigio de la creación de una obra maestra y universal como el Quijote, perjudicando, claro está, a Cataluña. Por eso se censuró la obra y se tradujo después al castellano, aunque de una manera un tanto deficiente.

Los descubrimientos de Jordi Bilbeny continuaron imparables y además de certificar el origen catalán del descubrimiento de América y de la obra más importante de Miguel de Cervantes, fijó también la autoría catalana de La Celestina. Sus conclusiones sobre el Lazarillo de Tormes son al menos sorprendentes, y  apenas si coincide nada con lo que nos enseñaron durante nuestra época de estudiantes. Hasta ahora, desconocíamos quien era realmente su autor. A lo largo de los tiempos, se ha atribuido a distintos personajes, entre los que tenemos al entonces superior de los jerónimos, fray Juan de Ortega, a Diego Hurtado de Mendoza, o a uno de los hermanos Valdés, Juan o Alfonso.

Según Jordi Bilbeny, el Lazarillo de Tormes fue escrito en valenciano y no en castellano, posiblemente por el dramaturgo Joan Timoneda. Dice que en el texto se encuentran muchos giros propios de esa lengua y en que, detrás de los lugares donde se desarrolla la acción, se adivinan topónimos propios de  Valencia. El lugar de nacimiento del protagonista, por ejemplo, sería Tormos y no Tormes. Esta obra fue censurada y prohibida en un principio por la Inquisición, y tuvo que ser adecuadamente expurgada para que se permitiera su publicación.

Que Jordi Bilbeny atribuya a un autor valenciano la autoría del Lazarillo de Tormes puede parecer una concesión graciosa del catalanismo a culturas ajenas a la suya. Pero no es así. Para los nacionalistas contaminados manifiestamente con una ideología hostil y reaccionaria como Bilbeny, Valencia forma parte de lo que ellos llaman Paisos Catalans; y tanto el idioma valenciano como el mallorquín no son más que una variante del catalán. Su sectarismo trasnochado les lleva a propugnar la existencia de la nación política, en este caso la catalana, formada por la comunidad lingüística del catalán en sus diversas formas.

Es normal que nos preguntemos si estos supuestos historiadores están plenamente convencidos de sus propias afirmaciones. Si es así y se creen sus propios embustes, más que historiadores, son unos auténticos visionarios románticos que sueñan la historia a su medida, en vez de contarla. Y si son conscientes de que nada de lo que cuentan es verdad, y siguen mintiendo y engañando indiscriminadamente a los incautos que se crucen en su camino, entonces son unos fantoches y unos sinvergüenzas.

Barrillos de Las Arrimadas, 20 de agosto de 2013


José Luis Valladares Fernández