martes, 27 de julio de 2010

DATOS BANCARIOS PREOCUPANTES

La grave crisis económica que padecemos ha dado lugar a que las habituales fuentes extranjeras de financiación se retraigan y se amplíen peligrosamente las restricciones del mercado interbancario. Y todo esto, claro está, es fruto de la elevada falta de confianza en la capacidad de recuperación de la economía en España. La mala gestión que ha hecho el Gobierno de la crisis, ha contribuido de manera notable en la generación de esa desconfianza. Perdió el tiempo miserablemente, primero negando la crisis y después, cuando ya no era posible negarla, resistiéndose a adoptar las medidas oportunas para frenar a tiempo los estragos que producía.
Los bancos y las cajas de ahorro se vieron obligados a suscribir excesiva deuda pública española, lo que ha dado lugar a que estas entidades financieras necesitaran de manera apremiante tener acceso a importantes cantidades de dinero para su desenvolvimiento rutinario y normal. Como las entidades financieras habituales y el mercado interbancario ya no sueltan ni un euro, las entidades financieras españolas hay veces que se encuentran en auténticas situaciones de emergencia. Para salir del paso, los bancos y las cajas de ahorro han tenido que recurrir, de forma masiva, al Banco Central Europeo (BCE) en busca de financiación. A finales de junio pasado, la deuda de la banca española con el Banco Central Europeo ascendía ya a la nada despreciable suma de 126.300 millones de euros.
Según datos del Banco de España, desde el mes de junio de 2009 hasta junio de 2010, la deuda de las entidades financieras españolas con el Banco Central Europeo subió nada menos que un 78,6%. Aunque se trata de un porcentaje sumamente elevado, no es tan llamativo como el producido entre los meses de mayo y junio del año actual. Solamente entre mayo y junio últimos, ese porcentaje alcanzó nada menos que un 47,5%. Son cifras que rompen todos los moldes y lastran la marcha normal de nuestra economía. Estos datos del Banco de España nos dan una idea clara de las enormes dificultades de las entidades bancarias españolas a la hora de encontrar quien les preste dinero.
Que los bancos y cajas recurrieron, de forma masiva, al Banco Central Europeo durante el último año y de manera más destacada en los meses de mayo y junio pasados, lo demuestra este hecho: de todos los fondos que el Banco Central Europeo puso a disposición de la banca europea, la banca española se ha quedado ella sola con la cuarta parte de los mismos. El reconocimiento expreso de la presidenta de Banesto, Ana Patricia Botín, no deja lugar a dudas. En la presentación de los resultados del primer semestre, confesó haber acudido al Banco Central Europeo en busca de dinero para poder invertir y obtener así alguna rentabilidad.
Es cierto que el Banco Central Europeo es el primer organismo interesado en que las economías de la eurozona funcionen y así hagan frente oportunamente a sus pagos. Pero este endeudamiento excesivo de las entidades bancarias españolas, combinado con la estratosférica deuda del Estado y el déficit público, debilitará a los bancos y a las cajas y los españoles seremos cada vez más pobres.

Barrillos de Las Arrimadas, 19 de julio de 2010

José Luis valladares Fernández

sábado, 24 de julio de 2010

EL EJEMPLO DE LA SELECCIÓN ESPAÑOLA

Prácticamente ya se han apagado los ecos de las celebraciones por la conquista del campeonato mundial de futbol. La euforia por la consecución de esa copa mundial deja paso, de nuevo, a la cruda realidad económica que nos afecta. Tan solo nos queda el hecho accidental de que somos campeones del mundo, pero sin consecuencias prácticas para solucionar nuestros problemas económicos pendientes. Y es que la alegría dura muy poco en la casa del pobre. Se trata de un simple evento deportivo, sumamente meritorio, eso sí, pero sin más valor práctico para hacer frente a la crisis que el ejemplo dado por ciertas actitudes muy concretas de los deportistas para conseguir el campeonato.
Los miembros de la selección española, al contrario que nuestro Gobierno, encabezado por José Luis Rodríguez Zapatero, se han empeñado en rescatar la marca España, en unir generosamente el espíritu, el sacrificio, la inteligencia y los esfuerzos de todos los componentes del equipo. Rodríguez Zapatero, en cambio, sigue empeñado en romper la unidad que se necesita para conseguir cualquier logro. Y desde las filas socialistas se han dado cuenta de que todas estas virtudes fueron básicas para conseguir ese triunfo. Ahí está como ejemplo el juicio emitido por Leire Pajín en su blog al día siguiente de conseguir el campeonato del mundo. “El 11 de julio del 2010 permanecerá imborrable en nuestra historia. Qué gran noche, inolvidable!!! Ha sido épico. Humildad, trabajo en equipo, profesionalidad, deportividad, talento, imaginación, resistencia, tesón, y por encima de todo unidad hasta el final”.
La bloguera planetaria va aún más lejos a la hora de resaltar la unidad de la selección española: “Ayer España vibraba con la roja, unida desde la pluralidad en un mismo sentimiento, en un solo país”. Y agrega, no sé si muy convencida de lo que dice, “Cómo tenemos que aprender de ese espíritu en el debate político”. Hasta el propio Zapatero, en la recepción organizada en el complejo de La Moncloa, reconoció expresamente que se había conseguido la copa del mundo gracias a la unidad, al tesón y al esfuerzo común de toda la selección y al buen hacer del seleccionador nacional. Quiso, eso sí, aprovecharse del triunfo, al decir que la conquista del título se debía, además, al buen hacer de todo el país. No fue capaz, en cambio, de lanzar al aire un ¡Viva España!, como hubiera sido lógico.
Tendría que aprender mucho Rodríguez Zapatero del comportamiento de nuestra selección de futbol, de la compenetración encomiable de los jugadores entre sí y con el entrenador. Y muy especialmente de la manera con que el seleccionador del Bosque afrontaba sobre la marcha, sin pérdida de tiempo, los problemas que se presentaban sobre el césped. Pero Zapatero piensa que estos cánones seguidos por los componentes de la selección, no son aplicables a los problemas de la sociedad española, sean estos políticos o económicos. Lo que es sumamente eficiente en competiciones deportivas, por lo que parece, resulta ser un lastre muy pesado a la hora de gestionar los intereses nacionales. De ahí que Zapatero, en vez de poner el acento en la unidad, en la conjunción de intereses, lo ponga en la dispersión, en resaltar las posibles diferencias, sean estas fingidas o reales.
Si España era ya en la práctica un auténtico gallinero, difícil de gobernar por la insolidaridad interregional lógica que ocasiona la división autonómica, Zapatero la ha hecho totalmente irrespirable exacerbando esa insolidaridad hasta límites insospechados en beneficio propio. Para apaciguar los ánimos en vísperas de las elecciones catalanas, por lo que parece, está dispuesto a reconocer, de manera oficial, que Cataluña es una “realidad Nacional”. No sería de extrañar que intentara cambiar la Ley del Poder Judicial, descentralizándola para que así tenga cabida el consejo catalán de justicia. Entre tanto y no, para soslayar la sentencia del Tribunal Constitucional, introduce diferencias en el concepto de nación. Aunque sin valor jurídico, los catalanes pueden seguir considerándose nación, nación política, por sentimiento y para dar cauce a las aspiraciones históricas de un pueblo, según explica el presidente del Gobierno. Para Zapatero, la sensibilidad catalana y los derechos históricos de Cataluña son superiores a los de los demás pueblos de España.
La distribución administrativa de España en Autonomías, con privilegios de los ciudadanos de una Comunidad Autónoma sobre los de otra, es prácticamente infumable y, además, extremadamente cara. El coste de nuestro sistema autonómico está fuera del alcance de nuestra economía y es causa evidente de nuestro progresivo empobrecimiento. Únicamente en Alemania, entre los países de nuestro entorno, tienen un sistema parecido al nuestro. Alemania es una federación de dieciséis estados o Länder. Aunque cada Länder tiene personalidad estatal propia, solamente la ejercen entre sí y, como tales, carecen de representación en el extranjero, la cual es asumida exclusivamente por el Estado federal.
Pero así y todo, nos encontramos con unas diferencias substanciales entre el sistema español de Comunidades Autónomas y los Länder alemanes. Para empezar, Los Länder tienen todos exactamente los mismos poderes y Las mismas competencias. Los Länder alemanes, además, fueron impuestos por los aliados de la segunda Guerra Mundial para restar capacidad política y económica a la propia Alemania. El sistema autonómico en España, por el contrario, fue obra de los propios españoles. Con esta distribución administrativa, se pretendía acallar al independentismo y al nacionalismo sociológico español. Algo que evidentemente no se consiguió.
La voracidad de los independentistas y nacionalistas de toda índole, sobre todo los catalanes, no ha tenido límite. Conscientes de la debilidad de José Luis Rodríguez Zapatero, han sabido bandearse para conseguir prebendas en exceso y competencias que debieran estar siempre en manos del Estado. De este modo hemos llegado en España a tener lamentablemente ciudadanos de primera, ciudadanos de segunda y hasta ciudadanos de tercera. Con estos problemas dentro de la selección nacional de futbol, hubiera sido imposible ganar el campeonato del mundo.

Barrillos de Las Arrimadas, 16 de julio de 2010

José Luis Valladares Fernández
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lunes, 19 de julio de 2010

EL ABISMO ECONÓMICO CADA VEZ MÁS CERCA

Es evidente que la historia está ahí para aprender de ella y evitar así la repetición continuada de errores. Pero nuestros políticos, y muy especialmente las cabezas pensantes del PSOE actual, dan la espalda con demasiada frecuencia a los acontecimientos pasados, o como mucho los falsean torpemente de acuerdo con sus intereses particulares. Este desconocimiento de la historia, unido al hecho frecuente de que no abunda en demasía el sentido común, da origen a muchas torpezas, cuyas consecuencias podemos pagar muy caras.
Ya en la antigua Roma, cuando gobernaba el Primer Triunvirato, tenemos precedentes claros de los males que nos acucian en nuestros días y que Cicerón trató inútilmente de prevenir. La obra literaria de Marco Tulio Cicerón, y toda su actividad pública, debiera ser un referente para los que nos gobiernan. Mucho antes de que se inventara la Economía como ciencia y, por supuesto, mucho antes de que se hablara del Estado de Bienestar, escribió unas recomendaciones para que los políticos de entonces las aplicaran y evitaran así el desastre ya previsible del pueblo romano. Ni más, ni menos, las recomendaciones que debieran seguir, al pie de la letra, nuestros Gobernantes. “El presupuesto -escribía Cicerón- debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada y la ayuda a otros países debe eliminarse para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente -añadía- debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado”.
Estos problemas, que afectaban a la Roma Imperial de hace ya bastante más de 2000 años, no son muy distintos a los que soportamos los españoles en la actualidad. Pero el Triunvirato formado por Cesar, Pompeyo y Craso, que gobernaba entonces en Roma, desoyó las recomendaciones de Cicerón y aquello terminó como era previsible que terminara. Es, ni más ni menos, la misma postura que adopta ahora José Luis Rodríguez Zapatero, haciendo oídos sordos a las recomendaciones de los expertos económicos. No hay manera de que tome medidas estructurales a tiempo, aunque sean antipáticas, que reviertan nuestra crítica situación económica. Con simples ocurrencias, en vez de medidas adecuadas y efectivas, terminaremos como los griegos o de una manera muy similar.
Las recomendaciones de Cicerón son de plena actualidad y plenamente aplicables a nuestra situación económica actual. Decir que “el presupuesto debe equilibrarse” es tanto como decir que no se puede gastar más de lo que se ingresa. La recomendación del orador romano de que se disminuyera la deuda pública se traduce actualmente por reducir el gasto público. Por lo tanto, menos coches oficiales, menos gastos suntuarios a costa del erario público y, claro está, menos viajes pagados de nuestros políticos, sobre todo cuando son estrictamente privados o de partido. “La ayuda a otros países debe disminuirse” también. Así que se deben suprimir esas subvenciones absurdas, como las concedidas a los gays y lesbianas de Zimbabue o aquellas otras destinadas a la “corrección del pie zambo congénito” de la República Democrática del Congo.
“La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado”. Entonces, lo mismo que ahora, hay mucha gente que vive de papá estado y se olvida de algo tan bonito, aunque azaroso, como es la iniciativa privada. La Autocracia, lo mismo que la Servidumbre, estaban en manos de un populacho que no trabajaba y Vivía a costa del Estado. A parte de holgar, se ocupaban de facilitar la labor a los del Triunvirato, Cesar, Pompeyo y Craso, para controlar la cabeza de la República. Exactamente lo que han hecho aquí, en favor de Zapatero, los que se han apuntado a vivir cómodamente de las subvenciones.
Desaparecido Cesar de manera traumática, Roma seguía caminando firmemente hacia el desastre económico y Cicerón, que se adelantó con mucho a su tiempo, continuó denunciando valientemente tal circunstancia. Prueba de ello son las famosas filípicas y la epístola que escribió a Octavio Augusto, al que pone a caldo, ya que le culpa de que el pueblo romano perdiera de nuevo la libertad, reconquistada con la muerte de Cesar. En dicha carta, se muestra extremadamente duro con Marco Antonio. Le tilda de ambicioso y dice de él que “aspiraba a un poder más extenso de lo que consiente un pueblo libre; dilapidaba los fondos del Estado, agotaba el tesoro, disminuía las rentas, prodigaba el derecho de ciudadanía” y hasta “imponía leyes” arbitrariamente.
Las malas prácticas políticas que achaca Cicerón a Marco Antonio son calcadas prácticamente, muchos siglos después, por José Luis rodríguez Zapatero. Y si el comportamiento de los responsables del Poder en la antigua Roma llevó al Imperio al más absoluto de los fracasos económicos, es de esperar que España corra exactamente la misma suerte. De momento, y como consecuencia lógica de las ocurrencias disparatadas de Zapatero y de su política irresponsablemente atrabiliaria y mesiánica, ya hemos dejado de ser autónomos y hemos pasado a ser un país tutelado desde el exterior. No somos ya nosotros los que tomamos las decisiones económicas que juzguemos oportunas. Es la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional los que nos marcan, a partir de ahora, las líneas maestras de nuestra depauperada economía nacional. Poe suerte o por desgracia, desde el punto de vista económico, hemos pasado a ser un simple protectorado.
A pesar de esta tutela, ganada a pulso por la actuación torpe de nuestro Gobierno, Zapatero ya ha dado muestras de que busca cualquier resquicio para seguir despistando dinero para mantener adhesiones y gratificar complicidades. No en vano es ahora todo un experto en deuda y en déficit público. Su orgullo y su ambición le impiden aceptar que ha estado equivocado y que, con su actuación, nos ha llevado al borde del abismo económico. Podemos aplicarle con toda justicia, lo que, en dicha epístola, dijo Cicerón de Marco Antonio: “¡lástima que su cordura no sea tanta como su ambición!”

Barrillos de Las Arrimadas, 14 de julio de 2010

José Luis Valladares Fernández

jueves, 15 de julio de 2010

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN PELIGRO

Para un intelectual, imbuido hasta el extremo de la dialéctica hegeliana como Karl Marx, era absurdo echar tiempo, como hacían los utopistas, en organizar la Tierra Prometida, descrita al detalle por los socialistas primitivos. Si el proceso dialéctico conduce ineludiblemente al socialismo, esa Tierra Prometida se impondrá de manera inevitable. De ahí que pensara Marx, que hasta la propia ciencia debiera abstenerse de realizar estudio alguno sobre el carácter y la esencia del socialismo. Se debe prescindir incluso de pensar e investigar científicamente la organización y menos aún el funcionamiento de la economía socialista. Con predicar la llegada del nuevo paraíso terrenal para todos los desheredados de la tierra, negar el carácter necesario y universal de la lógica y hasta del propio pensamiento, es ya más que suficiente.
A pesar de las recomendaciones de Marx, los que marcan la pauta actualmente dentro del socialismo, al menos en España, buscan transacciones entre sus ideas socialistas y otros intereses o aspiraciones particulares que no encajan muy bien en el ideario socialista. Al lado de la doctrina, más o menos ortodoxa y tradicional del socialismo, como es ofrecer un porvenir venturoso a los ciudadanos y la futura humillación de los ricos y poderosos, se muestran como auténticos utopistas. Las utopías sobre el papel pueden ser incluso hasta muy atractivas, pero a la hora de aplicarlas aparece casi siempre su carácter abstracto y son prácticamente inaplicables a la cruda realidad cotidiana.
Al no funcionar la utopía surge la idea del complot y aparece indefectiblemente la opresión. Cuando algo no funciona o funciona mal, es que hay alguna fuerza reaccionaria que la sabotea. Y esto ocurre en cualquiera de los campos de la vida, sean estos políticos, económicos o estén en la esfera de lo ético o moral. Los que actualmente se presentan en España como el no va más del progresismo de izquierdas, si pudieran, nos llevarían a todos los españolitos a vivir minuciosamente uniformados como los incas en su antiguo imperio. Las casas de los incas eran todas iguales, vestían todos de la misma manera y hasta los peinados eran idénticos. No había lugar para las diferencias. Hasta la misma hora de la comida y hasta el propio menú estaban perfectamente establecidos por ley.
Y con un reconocido utopista, como Zapatero, al frente del socialismo español, no es de extrañar que intenten controlarnos desde que nacemos, hasta más allá de nuestra muerte. Desde su llegada a La Moncloa, el Gobierno no ha hecho más que poner coto a la libertad de los españoles. Es verdad que los socialistas son muy amigos de esa libertad, de su propia libertad, pero no de la del prójimo que pueda coartar la suya. Si por los socialistas fuera, y vaya que si lo intentan, pondrían en marcha un sistema igualitarista integral que afectaría a todos, menos a ellos y a sus amigos. Tratan de crear un igualitarismo que les ayude a perpetuarse indefinidamente en el poder. De ahí que quieran hurtar a los padres el derecho que tienen a educar a sus propios hijos, para así hacer de ellos sumisos sectarios, adoctrinándoles adecuadamente desde la cuna. Ese es el fin que se persigue con la malintencionada asignatura de Educación para la Ciudadanía.
No podemos esperar de los socialistas españoles, salvo honrosas excepciones, que crean en el honor, en la lealtad, en el amor y mucho menos en la honestidad. Y de Rodríguez Zapatero, menos que de nadie. El presidente del Ejecutivo desconoce cualquier otra manera de hacer política que no esté basada en el rencor y en el odio. La mayor parte de los proyectos de ley enviados por el Gobierno socialista al Parlamento, empezando por la Ley de Memoria Histórica y terminando con la nueva Ley de interrupción Voluntaria del Embarazo, están informadas por una abundante dosis de odio visceral a los que defienden unos valores tradicionales y una moral transcendente. Es por eso que no solamente rivalizan con la Iglesia Católica y con todo lo que huela a cristianismo, sino que también han declarado la guerra sin cuartel a todas aquellas instituciones y medios de comunicación que no acatan ciegamente las ocurrencias de Zapatero. Ahí está el trato que, desde el Gobierno, se ha dado a la Cadena Cope y a Intereconomía, muy diferente por cierto del recibido por la Ser, la Cuatro y la Sexta.
Con motivo de la celebración en Madrid del día del Orgullo Gay, Intereconomía aprovechó el evento y emitió un spot que, en resumen, pedía que los no Gays estuvieran también orgullosos de su condición sexual durante todos los días del año. Dicho spot fue tildado de “homófobo” por los organizadores de la mascarada Gay y han pedido el cierre de la emisora. Y el ministro de Industria, Turismo y Comercio, Miguel Sebastián Gascón, presto a mantener las esencias del progresismo miope y utópico, sanciona al Grupo de Intereconomía con una multa de 100.000 euros, por considerar que el spot era un insulto para los Gays.
El spot que apareció en Intereconomía-TV no es en absoluto “homófobo” como quieren hacer ver cuatro indigentes intelectuales, ni hay en él ni desprecio, ni menoscabo para el colectivo Gay. Quienes sí los han vejado y ofendido gravemente son aquellos que han organizado y participado en semejante carnavalada por las calles de Madrid. La algarada callejera, con la guisa que se llevó a cabo, las pintas desvergonzadas y los slogans ofensivos contra quienes han optado por otra opción sexual distinta a la suya, lejos de aportar una mayor comprensión y respeto, con el desaire que provocan, lo más que pueden ocasionar, por simple reacción, es un mayor rechazo. En otros tiempos, los Gays eran fuertemente discriminados, cosa que hoy día, en general, no ocurre. En la actualidad, tanto los heterosexuales como los homosexuales que se comportan con normalidad, gozan de idéntico respeto y dignidad.
Seguro que la sanción impuesta al Grupo de Intereconomía no fue por emitir tan intranscendente spot. El spot fue simplemente la disculpa. Se trata de amordazar, ni más ni menos, a este grupo de comunicación que se resiste a acatar recomendaciones gubernamentales y ser un poco la voz de su amo. Si la sanción administrativa se debiera al comentado spot, el Ejecutivo tendría que haber sancionado, de manera más evidente, a la emisora de televisión que retrasmitió la manera aberrante de cocinar un Cristo. Emisión que, por razones lógicas, ofendió a muchas más personas que a las que pudiera haber molestado el spot de Intereconomía.
Tampoco se le ocurrió a Miguel Sebastián sancionar administrativamente a la Cuatro, cuando Manolo Lamas, enviado a Hamburgo para retransmitir una final de futbol, se burló repugnantemente de un pobre mendigo callejero. Esta misma cadena de televisión, hace muy pocas fechas, volvió a hacer el ridículo al reírse de una muchacha pobre de Paraguay, que vive prácticamente en un vertedero de basura. Y a pesar de que este pequeño reportaje obligó al embajador español a pedir disculpas al Gobierno paraguayo, nuestro Ejecutivo aún no ha dado señales de vida, ni esperamos que lo haga. Se trata, claro está, de emisoras prestas a ejercer de lacayas del zapaterismo más abyecto. El ministerio de Industria, convertido últimamente en algo así como una oficina siniestra para censurar lo que se salga del “pensamiento único”, más que castigos, les impondrá alguna medalla por su ayuda en el desarrollo de esa especie de ingeniería social, ideada por Zapatero para cambiar los usos y costumbres de la sociedad española.
No es este el caso del Grupo de Intereconomía que no admite mordazas y se considera con todo el derecho del mundo a opinar libremente y que nadie le imponga un ideario. Además, se considera con pleno derecho a criticar lo criticable del Gobierno. Y se da la circunstancia de que este Gobierno, de todos los de la democracia, es el que más críticas ha merecido y, sin embargo, es claramente el más reacio a admitir que le critiquen. Ni libertad de expresión, ni de opinión, ni gaitas. Este Gobierno no está dispuesto a consentir que los grupos de comunicación piensen por sí mismos y en todo momento quiere ser él quien fije lo que es políticamente correcto. Y por lo que parece, Miguel Sebastián es el máximo guardián de las excelencias de la nueva forma de pensar por decreto, como Rubalcaba es el sumo comisario del Estado policial que quieren implantar. Que se lo pregunten, sino, al presidente de la Diputación de Alicante y a los concejales de Orihuela. Alfredo Pérez Rubalcaba está haciendo méritos, más que sobrados, para convertirse en el Rasputín del siglo XXI

Barrillos de Las Arrimadas, 8 de julio de 2010

José Luis Valladares Fernández

domingo, 11 de julio de 2010

DE ROBIN HOOD A SHERIFF DE NOTTINGHAM

Decía Margaret Thatcher que el socialismo tiene un complicado problema con el manejo de los dineros públicos, ya que sus responsables, sin darse cuenta, acaban siempre quedándose sin fondos. La desenfrenada política de gastos de José Luis Rodríguez Zapatero, aunque de modo involuntario, da la razón a la Dama de Hierro. Son muy pocos los socialistas que, cuando llegan a la presidencia de un país, se encuentran con las arcas públicas tan llenas como Zapatero. Y ninguno de ellos, estoy seguro, fue capaz de vaciarlas tan rápido como él.
Desde su llegada a La Moncloa comenzó su carrera contra reloj a darle giro a la herencia que recibió del anterior presidente, José María Aznar, y lo hizo tan bien que, al poco tiempo, ya no quedaban en las arcas públicas ni telarañas. Con optimismo inusitado, digno de mejor causa, comenzó a dar giro a grandes cantidades de dinero, pensando que no se iba a terminar nunca. Zapatero jugaba encantado a ser el Robín Hood de la política y de lo social. Cubrió, como no, muchas necesidades sociales, exactamente igual a como lo hubiera hecho otro presidente cualquiera. Pero al lado de esos gastos necesarios, se le fue la mano en mamandurrias absurdas para cultivar en el extranjero amistades poco recomendables y, cómo no, para comprar apoyos y voluntades en el interior. Que se lo pregunten si no, a esa reata de sátrapas y dictadores hispanoamericanos, a los complacientes titiriteros y demás miembros oportunistas de la farándula y a los del contubernio sindical español.
Todo fue sobre ruedas mientras hubo dinero en caja. Agotado este, se acabó la fiesta. Todo se fue al garete, hasta el tan celebrado talante del presidente. Fue tan poco previsor Zapatero que, ni aún gastando más de lo que se ingresaba, pensó que se agotaría el dinero. Cuando, como era de esperar, la caja quedó vacía, se congeló la fácil sonrisa del presidente y comenzó a pedir sacrificios a los ciudadanos para poder seguir él con sus gastos suntuarios. Aquí es donde Zapatero sufre una transformación radical, deja de ser definitivamente el Robín Hood soñado para convertirse en el odiado sheriff de Nottingham.
A partir de entonces, ya inmerso en el lamentable papel del sheriff de la película, Zapatero se lanza a recaudar fondos entre quienes menos pueden y tienen menos poder de reacción. Ahí está, como muestra evidente del nuevo rumbo, la congelación de las pensiones, el recorte y congelación del sueldo de los trabajadores públicos. Y no termina aquí el atrevimiento de un Zapatero manirroto que carga aún más las tintas sobre los más débiles y los que menos pueden. Lo único que le importa ahora es conseguir dinero para seguir ejerciendo de Rey Mago. Es lo único que sabe hacer, despilfarrar el dinero que necesitan los parados, los indigentes y todos aquellos que viven en la más estricta austeridad y les cuesta llegar a final de mes.
Para acallar las protestas de los que, a pesar de sus obligadas estrecheces económicas, soportan la principal carga de las alegrías derrochadoras del Gobierno, Zapatero blande el anuncio de que va a crear un impuesto especial para esos hipotéticos ricos que después nunca aparecen. El mero anuncio de este pretendido impuesto ilusiona a los suyos, y ya no les duele lo que les sustrae el jefe de la secta.
Como todo este dinero es poco para lo que acostumbra a repartir Zapatero en prebendas, algunas sumamente peregrinas, no duda en acrecentar peligrosamente la deuda pública, hipotecando a toda la ciudadanía española. En los años 2008 y 2009, la deuda pública se incrementó un 47%, registrando el aumento más alto desde 1993. Del total de la deuda pública emitida en 2009, que asciende a la escalofriante cifra de 559.648 millones de euros, el 78% corresponde a la Administración central, el 15,4% a las comunidades autónomas y el 6% a las corporaciones locales. La deuda pública por habitante en España, en el año 2009, alcanzaba la friolera de los 11.972 euros, 24.293 euros si solamente tenemos en cuenta a la población activa.
El agujero de las cuentas públicas, con su crecimiento desorbitado, es una muestra palpable de la facilidad con que se le va el dinero a Rodríguez Zapatero. Solamente en los primeros cinco meses de 2010, en términos de caja, el déficit público alcanzó la nada despreciable suma de 22.878 millones de euros, cifra notablemente superior a los 19.102 millones que se registraron en el mismo periodo del año 2009. Si seguimos así, llegará en breve el día en que los ingresos estatales no alcancen para pagar los intereses de nuestra deuda.
Desde hace unas fechas, la Unión Europea ha comenzado a tutelar nuestra economía para tratar de poner un poco de orden a todo este desastre económico a donde nos lleva este Gobierno de ineptos. Esperamos que con sus oportunas imposiciones nos aparte del camino seguido por Grecia. El presidente del Gobierno español, con este despilfarro desmedido y absurdo seguido hasta ahora, viene a dar la razón al utopista Claude Henry de Rouvroy, conde de Saint-Simón que, al considerar que el Gobierno es un mal, aboga por su sustitución por una administración de industriales.

Barrillos de las Arrimadas, 4 de julio de 2010

José Luis Valladares Fernández

miércoles, 7 de julio de 2010

LA SUBIDA DEL IVA Y EL CONSUMO

La censurable actitud de José Luis Rodríguez Zapatero, negando primero la crisis económica y después, cuando ya era imposible negar la evidencia, siendo extremadamente remiso en adoptar las medidas exigidas por tan grave situación, fue tremendamente perjudicial para todos los españoles. Se limitó a improvisar medidas aisladas, algunas improcedentes, y todas ellas a destiempo. Pero, como además, tomaba estas medidas por entregas, prácticamente con cuenta gotas, resultaban perfectamente inútiles. La gravedad de la crisis era tal, que se hubieran necesitado reformas de más hondo calado.
Como Zapatero piensa que las crisis económicas guardan cierta semejanza con los fenómenos atmosféricos, esperaba que pasara de un momento a otro, como pasan las nubes de verano, sin necesidad de molestarse en adoptar reformas ni coyunturales y mucho menos estructurales. Pero en vez de pasar, la crisis se fue agravando hasta tales extremos, que hemos puesto en peligro la estabilidad del euro y hasta del dólar americano. De ahí que la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, para evitar males mayores, se encargaran directamente de gestionar nuestra crisis. A partir de ahora, nuestro Gobierno se ve obligado a seguir ciegamente las instrucciones que le dicten desde el exterior, aunque vayan directamente contra el propio ideario de Zapatero.
Algunas de las medidas tomadas por Zapatero, con anterioridad a nuestra intervención desde Bruselas, carecían de sentido y hasta eran claramente perjudiciales para nuestra economía. Una de ellas, la subida del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA). Esta subida del IVA fue tomada unilateralmente por Zapatero en contra del consejo unánime de los economistas. Se trata de un impuesto indirecto, sumamente injusto, pues afecta de modo directo sobre el consumo de los contribuyentes y no sobre sus rentas. Todos los impuestos indirectos inciden sin más sobre la producción, el tráfico o el consumo. Y el impuesto indirecto más importante y el más conocido es, sin lugar a dudas, el IVA. El Impuesto sobre el Valor Añadido es, además, una de las fuentes principales de los ingresos tributarios que percibe el Estado.
Se trata de un impuesto a todas luces regresivo, y que grava directa y exclusivamente los actos de consumo, cuyo pago recae sin más sobre el consumidor final, sin tener en cuenta la solvencia económica del mismo. De ahí que paguen exactamente igual los trabajadores, los parados, los menesterosos, que aquellos otros a los que les ha sonreído la fortuna. En estas circunstancias, la subida del IVA es tremendamente perjudicial e inoportuna, ya que complica aún más nuestra situación económica.
En la actualidad, y de manera creciente, son muchos los ciudadanos con dificultades para llegar a final de mes. Y a partir del próximo 1 de julio, se acrecentará el número de pobres y serán más las dificultades que encuentre mucha gente para consumir. Los más débiles, los más desfavorecidos por la fortuna, los que en realidad más han sufrido con la crisis, se verán obligados a reducir de manera drástica su consumo. Esta subida del IVA, nada menos que en dos puntos, es todo un castigo para el consumo y terminara por ser una auténtica rémora para nuestro despegue económico. No será posible salir de esta crisis sin normalizar previamente el consumo, condición imprescindible para que las empresas se recuperen y empiecen de nuevo a crear empleo.
La disculpa aportada por el Gobierno para justificar esta subida del IVA es demasiado peregrina. Dice Zapatero, y repiten con él todos sus palmeros, que el IVA en España es el más bajo de toda la Unión Europea. Y dan cifras para justificar su decisión. En España, hasta ahora, el IVA general era del 16%, y el reducido del 7%. En Francia, sin embargo, soportan el 19,6% en el IVA general, mientras que el reducido se queda en un discreto 5,5%. En Alemania, la carga impositiva por el concepto del IVA, es muy similar a la de Francia: el 19% en el IVA general y el 7% en el reducido. A partir del próximo 1 de julio, con los dos puntos de subida, nos situaremos en el 18% en el IVA general y el reducido ascenderá al 8%, un punto más que hasta ahora.
Los voceros del Gobierno acentuaron deliberadamente las diferencias en el IVA entre España, Francia y Alemania, silenciando con malicia las considerables diferencias del poder adquisitivo, claramente a favor de franceses y alemanes. El poder adquisitivo de España es más bien bajo, ya que dentro del ranking de la Unión Europea ocupamos la decimoquinta posición con 96 puntos, un 4% por debajo de la media comunitaria. Francia, en cambio, con 111 puntos nos supera nada menos que en un 15% en poder adquisitivo. Con Alemania, la diferencia es aún mayor, ya que con 121 puntos, nos supera en un 25%. Hasta la Italia de Berlusconi nos aventaja en un 7% de nada.
Con un poder adquisitivo relativamente alto, son mucho más livianos los efectos negativos que puedan provocar unos impuestos indirectos demasiado elevados. Como en España ese poder adquisitivo es más bien bajo, tenemos que ser cautos a la hora de efectuar compras. Si a este freno de la actividad mercantil, unimos la escandalosa cifra de parados, tendremos excesivamente complicada nuestra salida de la crisis. Pues estos dos puntos de subida del IVA van a ser determinantes para que los españoles sean mucho más remisos en el consumo.
Ante una perspectiva clara de empeoramiento de la economía española, y encima con menos dinero para gastar, es normal que la gente sea reacia a gastar más allá de lo estrictamente necesario. Y es evidente que si el consumo no se normaliza, no hay posibilidad de recuperación económica. Tampoco ayuda en esa dirección la credibilidad que nos ofrece el Gobierno, con un presidente sin rumbo, rodeado de unos ministros de poco pelo y menos recorrido. La misma estructura del Estado Español, al no disponer de una unidad de mercado y una unidad fiscal, complica aún más nuestra situación económica y nos lleva al más absoluto de los pesimismos y a la retracción responsable del consumo. Seguimos el camino opuesto al de la Comunidad Europea que tiende hacia la unidad de mercado o mercado único, mientras que en España cada vez acentuamos más la división.

Gijón, 22 de junio de 2010

José Luis Valladares Fernández

domingo, 4 de julio de 2010

EL AGUJERO DE LAS CUENTAS SIGUE CRECIENDO

La reducción del déficit en España, con el Gobierno que padecemos, es más bien una misión imposible. El gasto sin control, el derroche disparatado, es algo innato y tan habitual en José Luis Rodríguez Zapatero que, si cerrara ahora el grifo, dejaría de ser Zapatero. Si atendemos a sus obras, es evidente que Zapatero no cree en Dios. Pero esto no es óbice para que crea en los milagros. Ahí están, si no, sus palabras del pasado día 27 de junio, en la reunión del G-20 celebrada en Toronto, que están llenas de un preocupante optimismo.
Después de oír al secretario del Tesoro norteamericano, que urgía a España a reducir el déficit, con medidas “rápidas” que tranquilicen a los mercados, Rodríguez Zapatero defendió sus recetas para salir de la crisis, en especial la reforma laboral y la nueva ley de cajas que está en estudio. El presidente del Gobierno destacó las medidas de ajuste fiscal ya aprobadas, que van a reducir significativamente el déficit y, a la vez, propiciar un nuevo impulso hacia una recuperación económica definitiva.
Una vez más, Zapatero confunde los deseos con la realidad. Trata de obviar el cariz específico de la crisis española, en la que tanto tiene que ver él con su criticable comportamiento. De ahí que insista, una y otra vez, en que se trata de una grave crisis financiera similar a la de los otros países. Por eso Zapatero defendió en el G-20 la necesidad de “poner deberes” al sistema financiero. Pero nuestra crisis, la crisis económica española, tiene otros componentes que la hacen mucho más devastadora que la del resto de países de nuestro entorno: la falta de competitividad de nuestra industria, la desorbitada deuda pública y la pasividad de un Gobierno que ha optado por no tomar medidas impopulares.
Está visto que Zapatero se comporta como un hombre anuncio, que lanza consignas a un lado y otro y, con muy buenas palabras, promete continuamente las soluciones más variadas. Soluciones que después, por desgracia, no aparecen por ninguna parte. Busca con su palabrería hueca que el FMI y la Unión Europea suelten las decenas de miles de millones que necesita para ir haciendo frente a la deuda pública, cueste lo que cueste, y así poder llegar a final de la legislatura. Y el ajuste, si hay que hacerlo, ya se hará o que lo haga quien venga detrás. Mientras tanto y no, Zapatero alardea constantemente de una austeridad de lo más exquisito en cuanto a las políticas de gasto se refiere.
Pero a pesar de todo, el despilfarro continúa y no parece tener fin. El déficit público alcanzó la no despreciable suma de 22.878 millones de euros, en términos de caja, durante los primeros cinco meses de 2010. El agujero de las cuentas públicas sigue creciendo y roza ya los 23.000 millones de euros, cifra notablemente superior a los 19.102 millones de euros que se registraron en el mismo periodo del año 2009.
El Gobierno, en cambio, eligió otra óptica para quitar hierro a estos pésimos datos y minimizar así en lo posible el agujero de las cuentas del Estado. Para ello deja de lado las cifras reales y acude a simples estimaciones, al computar los ingresos y los pagos cuando se comprometen y no en términos de caja. De este modo rebajan el déficit de esos primeros cinco meses de este año a la engañosa cifra de 18.818 millones de euros, el 1,79% del PIB. Pues los ingresos estimados de ese periodo ascienden a 51.688 millones de euros, un 15,6% más que en el mismo periodo de 2009, mientras que los gastos alcanzaron los 70.506 millones, un 9% más que en los mismos meses del año precedente.
El endeudamiento público exagerado, más que a las medidas de apoyo y al estímulo a la actividad, responde a la caída de la actividad económica. Donde más se ha notado este impacto ha sido en las Comunidades Autónomas y sobre todo en los Ayuntamientos, tan ligados unas y otros al ciclo de la construcción. El frenazo inmobiliario ha dado lugar a esos déficit tan elevados en las administraciones periféricas, tanto autonómicas como municipales. A pesar de la precaria situación en que se mueve la economía española en la mayoría de los grandes municipios y en las Autonomías, aún no se ha puesto en marcha un riguroso control del gasto tendente a frenar el crecimiento del déficit. Ni el propio Estado se ha molestado hasta ahora en controlar los suntuosos gastos municipales y autonómicos.
La deuda de los entes territoriales, en el tramo final de 2009, aumentaba ya a un ritmo endiablado del 29%. Y en el primer trimestre del año actual, no le va a la zaga y ha aumentado en un 28% para las Autonomías y en un 15% para los Ayuntamientos. En estos momentos, la deuda acumulada por las Autonomías sobrepasa ampliamente los 95.000 millones de euros, algo más de un 9% del PIB. En los Ayuntamientos, la deuda acumulada ronda el 3,5% del PIB. La deuda a proveedores de las Comunidades Autónomas, en estos momentos, es superior a la deuda griega. Como no se ha hecho nada para frenar el gasto ni por las autoridades autonómicas ni por el Gobierno central, la escalada alcista del déficit y de la deuda ha sido extremadamente elevada desde hace dos años para acá.
Nuestro Gobierno se las ve y se las desea para colocar deuda entre los inversores extranjeros y la que coloca, lo hace a base de multiplicar los costes, ofreciendo rentabilidades tan sumamente altas que resultan ya prohibitivas para el Estado. Renovar nuestra deuda, nos cuesta nada menos que 200 puntos más que a los alemanes. Y es que el agujero en las arcas públicas es de tal calibre que, sin recortes drásticos en los gastos habituales del Ejecutivo, que será poco menos que imposible la recuperación económica española. Al grave problema de los números rojos en las cuentas públicas se unen la subida generalizada de impuestos y el estancamiento del consumo, que previsiblemente se acentuará aún más con la subida del IVA, con lo que se lastrará aún más nuestro despegue económico. Con estas premisas, no será posible frenar la caída libre del Producto Interior Bruto en nuestro país.

Barrillos de las Arrimadas, 1 de julio de 2010

José Luis Valladares Fernández