miércoles, 30 de marzo de 2011

JOSÉ BLANCO OTRA VEZ A LO SUYO

Las actuaciones del actual ministro de Fomento, José Blanco, llaman siempre la atención. Desde que asumió el cargo de escudero de José Luis Rodríguez Zapatero, se subió a la parra y se ha convertido en el insultador mayor del Reino. Y como casi siempre, sus airadas invectivas van dirigidas invariablemente contra el Partido Popular. Es tal la obsesión que tiene con Rajoy y sus huestes que sus insultos son habitualmente de grueso calibre. Sus discursos políticos serían pura baratija si los despojamos de las acostumbradas diatribas  que lanza de manera enconada contra el principal partido de la oposición. Pero eso sí, el inquilino del Ministerio de Fomento no tolera que le insulten, ni siquiera que se dirijan a él con el cariñoso apelativo de ‘Pepiño’, en vez del consabido ‘don José’. 

Es cierto que desde que ‘Pepiño’ -¡perdón! ‘don José’- fue aupado a la categoría de Ministro, se esforzó por pulir su figura, tanto física como intelectualmente. Sus trajes compiten ahora en calidad y hechuras con los de lo más granado de la jet de las finanzas y la aristocracia. Hasta se sometió a una operación oftalmológica para librarse de esa estampa vulgar que proporcionan siempre las gafas utilizadas por los miopes. También trató de moderar su lenguaje, en la medida que su exigua preparación cultural se lo permitía. Sus invectivas comenzaron a ser deliberadamente mucho más cautas y sus insultos más comedidos y circunspectos. 

Continuó, eso sí, hablando de ‘conceto’, ‘ojeto’,  ‘trayeto’ y otros vocablos por el estilo, no porque no sepa cual es la pronunciación correcta –‘correta’ que diría José Blanco-,   sino por alguna imposibilidad física, que a veces se tienen, para pronunciar alguna letra determinada. Y ha vuelto, no se por qué, a sus antiguas y acostumbradas vilezas, sobre todo contra Mariano Rajoy. Una de dos: o intenta defender a ultranza a un José Luis Rodríguez Zapatero de las críticas que le llueven por no dar una a derechas, o es una reacción incontrolada  por la notable caída  del PSOE en las encuestas. El caso es que José Blanco ha vuelto a bucear en el pozo de las insidias y las bajezas más extremas, descendiendo imbécilmente  hasta la ofensa personal, como en el caso del plumero..

Según las expresiones habituales de José Blanco, Mariano Rajoy es un "político antiguo que representa como nadie lo más arcaico y retrógrado" de la derecha europea. Incluso va un poco más allá y dice que “Rajoy es un patriota ni siquiera de hojalata, es un patriota de pacotilla”. La mala marcha del PSOE en las encuestas,  le ha llevado a recordar sus años de secretario portavoz del partido en Ferraz y a recuperar su lenguaje de entonces y ha llamado 'frikis' y anarcoides a las gentes del Partido Popular, por criticar la limitación a 110 kilómetros por hora la velocidad en autopistas y autovías. Durante un acto de campaña en Sevilla, ante el Comité Director  del PSOE-A,  Blanco criticó agriamente al PP por oponerse ante una medida provisional para ahorrar energía, diciendo que ya no se sabe si el comportamiento de sus dirigentes es de unos “‘frikis’ o de unas personas anarcoides”.

"Entre 'frikis' y anarcoides anda el juego", ha continuado José Blanco, para quien los populares realmente son unos "irresponsables porque irresponsable es en este momento" no apoyar provisionalmente una medida que tiene como objetivo ahorrar energía, abaratar los costes para el consumidor, y que, en definitiva, es imprescindible para España. "Sólo los 'frikis' y anarcoides pueden seguir con un comportamiento que es más propio de personas que no aspiran a gobernar que de personas que tienen la ambición de gobernar el país", ha dicho refiriéndose al Partido Popular.  Y no paró aquí la cosa. Ante esos mismos militantes socialistas continuó con sus diatribas contra el partido mayoritario de la oposición: “dentro de unos días veréis cómo dicen que la consecuencia de que no haya abastecimiento de petróleo es de Zapatero porque en España no hay pozos de petróleo por Zapatero", sentenció. 

El pasado día 20 de marzo, José Blanco volvió a la carga contra el partido popular, y esta vez a cuenta de la guerra en Libia. En un mitin en Málaga, mientras los aliados bombardeaban las defensas de Muamar el Gadafi, Blanco quiso establecer diferencias entre la intervención en Libia y la guerra de Irak del año 2003. De ahí que afirmara tajantemente que "aquí no hay foto de las Azores, lo que hay es una resolución de las Naciones Unidas; aquí no hay mentiras, sino que hay una violación masiva de los derechos humanos, y vamos a liberar el pueblo de Libia". Y agregaba, elevando la voz: "Vamos a trabajar, no para iniciar una guerra, sino para acabar con ella”.  Y sin ningún empacho proclama: “podemos sentirnos orgullosos del papel que España va a jugar en Libia”. Y es que sencillamente, según Blanco, estamos trabajando “para liberar al pueblo de Libia”.

Ante una posición tan timorata, es preciso aclarar algunos extremos, que están ahí, en la historia, para quien quiera estudiarlos. Aunque Zapatero y sus acólitos no quieran reconocerlo, lo que ocurre ahora en Libia es muy similar a lo que sucedía en  Irak, antes del derrocamiento de Sadam Husein. Si el coronel Gadafi estaba masacrando brutalmente a las tribus de Cirenaica y las del desierto por atreverse a pedir democracia,  Sadam Husein había tratado de exterminar al pueblo kurdo. Solamente en Halabja, se llevó por delante, de una sola tacada, a unos 5.000 kurdos, liquidados despiadadamente con armas químicas prohibidas. La respuesta del mundo occidental, en ambos casos,  fue la acción bélica para restablecer el orden, según confesión de los participantes.

Dicen que ahora, al contrario que en el caso de Irak, hay una resolución de la ONU autorizando la intervención militar en Libia. Pero hay que aclarar que dicho documento está redactado intencionadamente de un modo tan obtuso que cada país miembro puede interpretarlo como quiera. De lo contrario no hubiera sido aprobado por el Consejo de Seguridad. En Irak sin  embargo, y por el mismo motivo,  dejó que los países miembros derrocaran al tirano. Una vez conseguido el objetivo y finalizada oficialmente la guerra, la ONU redacta ya la resolución 1511, pidiendo claramente  a los países miembros que intervengan  en la reconstrucción de Irak. 

Fue entonces, y no antes, cuando España manda a Irak un buque-hospital para intervenir en tareas exclusivamente humanitarias. Y eso, por mucho que ladraran los de las pancartas de entonces, no es ir a la guerra. En Libia sin embargo, si que hemos ido a la guerra, al intervenir tan directamente para frenar los ánimos de revancha del coronel Gadafi. Es verdad que ahora, por desgracia, no hay foto de Las Azores. Aquella foto indicaba claramente que España contaba en el concierto internacional, se la consultaba, se contaba con ella. Ahora no estamos en la foto de París porque hemos pasado a ser el chico de los recados. Zapatero no ha sido capaz de conseguir algo más,   aunque haya cambiado a toda prisa el traje de pacifista por el de combate.

Gijón, 25 de marzo de 2011

José Luis Valladares Fernández

sábado, 26 de marzo de 2011

LA ACCIÓN POPULAR EN PELIGRO

Parece ser que el Gobierno, que preside José Luis Rodríguez Zapatero, busca desesperadamente la rehabilitación del juez Baltasar Garzón. Lo necesitan en la Audiencia Nacional, como agua de mayo,  para enjaular definitivamente a ese molesto faisán,  que se les esta yendo de las manos. De ahí que el Ejecutivo, según revela La Gaceta, haya comenzado ya a presionar insistentemente al presidente del Tribunal Constitucional, Pascual Sala, para que, por lo menos, restrinja las funciones de la acción popular. Y de hecho, ya han comenzado los contactos entre los diversos magistrados de este Tribunal, para ver cual es la posición de cada uno de sus miembros.

Es cierto que la acción popular viene  avalada por nuestra Constitución, en su artículo 125, donde se reconoce expresamente el protagonismo del pueblo en cualquier asunto penal. Se trata, ni más ni menos, de una institución procesal que complementa de manera eficaz la acusación pública, y que interviene sin el control preciso del Ministerio Fiscal. Y esto es precisamente lo que más molesta al Gobierno que preside Rodríguez Zapatero: que pueda actuar al margen de la fiscalía y, encima,  sin necesidad de ser una víctima real del delito. De ahí que recabe los buenos oficios de Pascual Sala para limitar la acción popular para que no pueda en modo alguno acusar y ni solicitar la apertura de juicio oral cuando no haya fiscal o acusador particular.

Tanto la acción popular como el juez de instrucción llevan ya tiempo en el punto de mira del Gobierno. Quiere que ambas instituciones queden reducidas a la más mínima expresión. Y de hecho, la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que está preparando  Francisco Caamaño, según todos los indicios, va en ese sentido.  Simultáneamente está presionando al Tribunal Constitucional para que limite al máximo el ejercicio de la acción popular, para que el monopolio de la acusación pública quede exclusivamente en manos del Ministerio Fiscal. No quiere que se repitan casos similares al de Filesa que, por culpa de acusaciones particulares, no fue posible archivar el caso, a pesar de que el Ministerio Fiscal no acusaba.

A nadie se le escapa que, con un recorte de funciones de la acusación popular por parte del Tribunal Constitucional, se allanaría el camino para que Garzón regresara nuevamente al Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional.  Como es lógico, se volvería a hacer cargo de los casos más polémicos, como el del chivatazo del Bar Faisán. Y además, por si esto fuera poco, conseguirían archivar la comprometida querella contra la Hípica Almenara, propiedad de la familia del actual presidente del Congreso de los Diputados, José Bono. Esta querella fue interpuesta por la asociación Ciudadanía Anticorrupción y admitida a trámite, en contra del criterio de la Fiscalía, por  el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 6 de Toledo. Se imputa a los administradores de dicha Hípica dos presuntos delitos, uno societario y otro por falseamiento de las cuentas anuales.

Si el Tribunal Constitucional cediera a las insistentes presiones del Ejecutivo y elimina de hecho la acción popular, solamente podrían acusar el Ministerio Fiscal y la llamada acusación particular o parte perjudicada. En consecuencia, la Justicia perdería definitivamente la poca credibilidad que le queda ante los ciudadanos españoles. Es cierto que son Jueces y Magistrados los encargados de impartir justicia, y lo hacen en nombre del Rey, pero no es menos cierto, como indica la Constitución Española, que la justicia emana del pueblo. De ahí que las limitaciones que se adopten,  para que la acción popular no pueda acusar ni solicitar la apertura de juicio oral en contra del criterio del Ministerio Fiscal, sería un timo y una monumental tomadura de pelo al propio pueblo soberano. Sería tanto como reírse de la democracia.

Gijón, 21 de marzo de 2011

José Luis Valladares Fernández

martes, 22 de marzo de 2011

NI LIBERTAD, NI TOLERANCIA

Después de más de 130 años de historia, el socialismo español sigue siendo, en realidad, fiel a sus orígenes. Los cambios que se han ido introduciendo a lo largo de los años en su estructura y en su doctrina son, pura y sencillamente,  cambios  cosméticos  para seguir subsistiendo. El comportamiento político de los socialistas actuales desmiente que el abandono del marxismo, producido oficialmente en tiempos de Felipe González, haya sido real y sincero. Su actitud intelectual es muy similar a la de los socialistas de la República Española, que presumían sin complejos de su carácter claramente marxista y revolucionario. Como en los mejores tiempos de Francisco Largo Caballero, las manifestaciones cristianas continúan siendo, cuando menos, claramente sospechosas e incluso rechazadas de manera frontal.

Es cierto que el famoso movimiento de “Cristianos por el Socialismo”, creado en el Chile de Salvador Allende en 1972, comenzó a implantarse en España al año siguiente y, poco a poco, se fue extendiendo por toda la península. Era una nueva manera de vivir  la fe desde una opción socialista, utilizando de manera explícita el típico análisis marxista de la historia. Aunque “Cristianos por el Socialismo” se esforzó denodadamente por conquistar amplios espacios de pensamiento y de reflexión, nunca logró afianzarse con solidez más que en ambientes exclusivamente socialistas o comunistas. Normal que fuera así, pues nunca se buscó una manera razonable de compatibilizar Fe y materialismo. Los creyentes de izquierda debían abstenerse simplemente  de hacer públicas en la Iglesia sus propias convicciones políticas.

Los partidos políticos adscritos a la ideología de izquierdas alentaron intencionadamente la implantación de “Cristianos por el Socialismo” entre sus filas, pensando que de esta manera contaban con una valiosa avanzadilla dentro de la Iglesia. Pero dicho movimiento apenas si hizo adeptos entre los católicos tradicionales, ya que es obvia la visión puramente materialista que el socialismo militante tiene del ser humano. “Cristianos por el Socialismo” tampoco influye de manera real entre los socialistas, ya que se trata de una corriente  muy minoritaria. De ahí que la mayor parte de las leyes promulgadas por el socialismo, referidas a  la concepción del ser humano, sean frontalmente incompatibles con la auténtica doctrina cristiana, imposibilitando así una relación fluida y constructiva con la Iglesia en un “marco de diálogo y serenidad”.

Aún suponiendo su buena voluntad, los socialistas cristianos carecen de poder real, dentro de su partido,  para frenar eficazmente esa carrera desenfrenada emprendida por el socialismo mayoritario para modificar de manera sustancial el sustrato moral en España. Aunque protestaran, que públicamente al menos no lo hacen, no iban a ser escuchados, ya que el socialismo conserva ese carácter anticlerical con el que nació y que, de una manera u otra, condiciona todas sus actuaciones. Y los miembros de la cúpula dirigente, aunque a veces jueguen al despiste y se vayan a Washington a rezar con Obama, aprovechan cualquier ocasión para molestar a los pacientes católicos y, en definitiva a la Iglesia.

Tenemos bien reciente el caso de la basílica pontificia de la Santa Cruz del Valle de los Caídos que, sin explicación alguna, se cerró al culto religioso por orden gubernamental, aunque, dada la admirable respuesta de la ciudadanía, no han tenido más remedio que dar marcha atrás. Donde sí están teniendo éxito desgraciadamente es en las universidades públicas. A pesar de que la Universidad debiera ser todo un templo  de la libertad y de la tolerancia, se aprovechan de la pasividad de algunos rectores, y a veces de su connivencia y complicidad, para contagiar de ese anticlericalismo a los grupos más radicales de los estudiantes. Y estos grupos de indeseables, que presumen de “progres” y utilizan la intolerancia como bandera, son cada día más activos y más numerosos.

El primer ataque laicista serio ocurrió en la Universidad de Barcelona, el 10 de noviembre del pasado año, precisamente tres días después de la visita del Papa a Barcelona. En esa fecha, un grupo de jóvenes fanáticos, con una actitud más propia de la guardia pretoriana de Adolfo Hitler que de alumnos universitarios, comenzó a boicotear los actos católicos que se celebraban  en la capilla de la Facultad de Económicas  de la Universidad de Barcelona. Los actos vandálicos fueron en aumento, logrando así provocar el cierre temporal de dicha capilla. También fue cerrada al culto la capilla de la Universidad de Valladolid, aunque aquí, el responsable del cierre fue el nuevo rector Marcos Sacristán. Para justificar su actuación, aduce unas circunstancias sumamente peregrinas: se cierra, dice, por motivos de seguridad y porque la Universidad es una institución pública y no es lógico privilegiar a una opción religiosa sobre las demás restantes.

Al igual que en la Universidad de Barcelona, la Universidad de Madrid comenzó a soportar la actuación malvada de estos grupos de jóvenes fundamentalistas que acosan despiadadamente a los universitarios católicos. El propio Cardenal Antonio María Rouco Varela se vio obligado a suspender una conferencia en la Autónoma, por las amenazas de estos universitarios ganados para el laicismo más radical. El acoso de estos mozalbetes exaltados, con más pintas de energúmenos que de universitarios, se fue intensificando constantemente, y fue adquiriendo especial dureza en la Universidad Complutense. Y el primer objetivo de estos  mozalbetes sectarios, al igual que en Barcelona, son las capillas católicas adscritas a la Universidad, y preferentemente las cinco que dependen de la Complutense.

El acoso a los sentimientos católicos en la Universidad, por parte de estos grupos laicistas, es constante y buscan sin desmayo la desaparición de todos los espacios religiosos que mantiene la Iglesia Católica dentro de las instituciones universitarias. Por eso, haciendo gala de mal gusto,  las asaltan impunemente y hasta las profanan de manera obscena, como es el caso de la capilla del campus de Somosaguas. Y de paso, insultan y se burlan de cuantos católicos encuentran en su interior. Todo un ataque miserable, perfectamente programado,  contra la libertad religiosa y la libertad de conciencia.

Esta visto que, como consecuencia de la política implantada por los socialistas, la Universidad cada vez es menos una escuela de educación. Ha desaparecido de ella desgraciadamente toda muestra de  respeto y de civismo, y su lugar va siendo ocupado por  la más desaforada ley de la selva. Y entretanto el rector de la Complutense, Carlos Berzosa, da muestras fehacientes, si no de connivencia complaciente con los hechos, sí, al menos, de una exagerada pasividad ante el comportamiento belicoso de estos intolerantes inmaduros. En vez de sobrar estas capillas en los centros públicos de enseñanza tal como él ha insinuado, quien de verdad sobra es el propio Berzosa, un  rector advenedizo que no sabe o no quiere garantizar la libertad en el ámbito de la Universidad Complutense.  

Gijón, 17 de marzo de 2011

José Luis Valladares Fernández

viernes, 18 de marzo de 2011

REGALOS MILLONARIOS DEL GOBIERNO

Podemos ver claramente, por el Boletín Oficial de Estado del pasado día 5 de marzo, que la magnanimidad de nuestro Gobierno carece de límites prefijados. No tenemos trabajo, ni dinero, y subsistimos endeudándonos más allá de lo razonable. Aún así, el presidente del Gobierno deja a un lado su irreductible aversión a la religión católica y se dedica a practicar auténticas obras de caridad cristiana. Aunque parezca mentira, sigue al pie de la letra  el mandato evangélico,  recogido por San Mateo: “no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. (…) Poned los ojos en las aves del cielo, que ni siembran, ni siegan, ni recogen en graneros y vuestro Padre celestial las alimenta”.

Sin tener en cuenta nuestras necesidades económicas, José Luis Rodríguez Zapatero abre su tómbola, y de la mano de la titular del Ministerio de Exteriores y de Cooperación, Trinidad Jiménez, reparte alegremente, sin el menor rubor, el dinero de los contribuyentes. Y los más beneficiados son, como siempre, organismos públicos de países tan democráticos como Marruecos, Cuba,  Bolivia u otros por el estilo. Ciñéndonos exclusivamente al cuarto trimestre del pasado año de 2010, el dinero distribuido por Trinidad Jiménez alcanzó la bonita cifra de 148 millones de euros.  Hay además, concedidas como ayudas, otras muchas cantidades, tal como se indica  en este mismo Boletín Oficial del Estado en otro apartado distinto. 

Hay algunas cantidades que, por su importe, ya llaman la atención. Es el caso del Ministerio de Educación de Marruecos que se vio favorecido con 12.000.000 de euros como apoyo para reformar su sistema educativo. Marruecos recibió otro donativo de 500.000 euros para construir y equipar un laboratorio de investigación de patologías de animales acuáticos en Tánger. La República de Mali también ha recibido una ayuda sumamente generosa. Su Ministerio de Finanzas se lleva un pico muy jugoso de 11.000.000 millones de euros, como apoyo presupuestario al sector de la salud. El propio Ministerio de Salud de Mali se ha visto agraciado con 1.850.450 euros para su programa de salud reproductiva en la región de Kayes. A esto hay que sumar otros 180.000 euros para el Museo Nacional de Mali, destinados a promocionar expresiones culturales contemporáneas de dicha República.

Como no podía ser de otra manera, Evo Morales se ha llevado también otra buena tajada. En concreto, el Ministerio de Educación de Bolivia recibió 4.600.000 euros, como apoyo al sector de educación. Bolivia se lleva, además, otras cantidades de dinero nada despreciables:   200.000 euros para fortalecer sus políticas interculturales; 395.000 euros para que el Gobierno Autonómico de La Paz los emplee para el desarrollo económico de la región. Hasta la Asociación de Concejalas de Bolivia se vio agraciada con 69.200 euros para la capacitación de sus miembros. Para no ser prolijos, Bolivia se ha beneficiado de otros 593.600 euros, para varios proyectos, entre los que destacan la ampliación del Museo Nacional de Arte, la rehabilitación del patrimonio arquitectónico de Sucre y el desarrollo del patrimonio rural del Departamento de Potosí.

Cuba recibió una pedrea de nada menos que 3 millones de euros, para que los hnos. Castro los gasten en el desarrollo rural del oriente cubano, en caminar hacia una cultura de igualdad de género y en la reconstrucción de viviendas, entre otras cosas.  Llama la atención que, el bolivariano Hugo Chávez  de Venezuela, solamente recibiera 725.000 euros, destinados para la capacitación de jóvenes vulnerables, para apoyar técnicamente al desarrollo de la Administración Pública y para la sostenibilidad  ambiental. En realidad, todas y cada una de las Repúblicas de Centroamérica y Sudamérica han sido agraciadas, unas más y otras menos, con importantes cantidades de dinero público. Muchos pueblos africanos y asiáticos, faltaría más,  también han entrado en el reparto generoso de nuestro Gobierno.
No cabe duda de que los 15.200.000  euros que se llevó la República de Haití, es quizás la donación más justificada, porque en parte servirá para paliar parte de los terribles efectos del terremoto del 12 de enero de 2010. Sin embargo, la utilidad de muchos de los proyectos sufragados con importantes ayudas es, cuando menos, francamente cuestionable. Ahí está, por ejemplo, la ayuda de 600.000 euros que se ha llevado la misión diplomática de la Autoridad Nacional Palestina instalada en España para favorecer su relación con las autoridades españolas. Los palestinos, además, se han visto agraciados  con 237.500 euros para reforzar la seguridad en territorios palestinos, más otros 700.000 euros para construir una residencia de ancianos en Jericó.

A la vista de los datos que aparecen en el BOE citado, al Ejecutivo que preside Rodríguez Zapatero le interesa sumamente todo lo que huele a “afro”, aunque sea en tierras de Iberoamérica. De no ser así, sería poco comprensible el sorprendente regalo de más de un millón de euros, a costa de los contribuyentes españoles, para favorecer la interculturalidad entre indígenas y afro-ecuatorianos, para la celebración del Año Internacional y la Cumbre Mundial  de los Pueblos Afro-descendientes y consolidar la organización de mujeres afro-caribeñas, entre otros proyectos. 

También se han acordado del cambio climático y, con tal motivo, concedieron a Uruguay un donativo de 295.000 euros y a Vietnam le despachan 500.000 euros para que se vayan adaptando a ese tipo de cambios. La previsión de nuestro Gobierno ha tenido en cuenta a varios países para resarcirles con distintas e importantes cantidades de dinero, por los daños sufridos con los huracanes, los tifones y las tormentas tropicales. También, cómo no, hay entregas muy peregrinas al mundo cultural. Nos encontramos, por ejemplo con el desembolso  de cerca de tres millones de euros para fomentar la industria audiovisual iberoamericana y construir un espacio escénico.  El Ministerio de Exteriores y de Cooperación ha regalado, a nuestra costa, 180.000 euros al Centro de Promoción de las Expresiones culturales Contemporáneas de la República de Mali y 145.000 a la República del Congo para la conservación de su patrimonio fotográfico. Vivir para ver.

Gijón, 11 de marzo de 2011

José Luis Valladares Fernández

lunes, 14 de marzo de 2011

ZAPATERO, UNO MÁS EN LA CADENA


La crisis económica tan brutal que nos azota ha llevado a muchas familias a experimentar el trago amargo de la pobreza. Son ya más de nueve millones de personas las que, de una manera u otra, se han visto arrastradas a la más  estricta miseria y se encuentran con verdaderos  problemas para llevar a casa el sustento necesario para su familia. Buena prueba de ello son las colas que se forman diariamente a las puertas de los comedores de Cáritas y las personas que, a escondidas, buscan alimentos caducados en los contenedores de basura que están situados en las inmediaciones de los grandes supermercados. Y las personas que frecuentan hoy día los comedores de Cáritas y las que se aventuran a hurgar en los contenedores de basura no tienen precisamente el aspecto de los clásicos indigentes que se veían por esos sitios antes de la crisis.

La propia crisis económica y la mala gestión que ha hecho de ella el Gobierno, han propiciado que en España, a partir del año 2008, el cambio de signo del ciclo económico se haya producido de una manera muy brusca. Tras un largo periodo de crecimiento, donde producción y empleo aportaban riqueza continuamente, nos encontramos ahora ante un panorama tan crudo como real. Es como si hubieran vuelto de nuevo las siete “vacas flacas” del sueño del faraón de Egipto, que nos cuenta el Génesis,  para devorar a las “vacas gordas”. Hemos llegado ya a una situación verdaderamente dramática y no hay perspectivas a la vista de que esto pueda  mejorar.

Somos los campeones del paro en Europa. Contamos con más de 5 millones de ciudadanos  que se han quedado sin un puesto de trabajo. Hay ya más de 1,8 millones los hogares con todos sus miembros activos en paro. El porvenir de la Juventud no es nada halagüeño, ya que hay más de un 43% de jóvenes sin posibilidades reales de encontrar un puesto de trabajo. No les queda más remedio que abandonar su tierra y emigrar al extranjero, si es que quieren labrarse un futuro,. No es menos grave que más de un 20,8% de la población se vea obligada  a vivir por debajo del umbral de la pobreza y que nos encontremos con que uno de cada cuatro niños esté en riesgo cierto de pasar hambre. Ante estos hechos, es perfectamente normal que mucha gente vea en José Luis Rodríguez Zapatero al peor de los cuatro jinetes  del Apocalipsis.

Además del enorme desastre que el presidente del Gobierno ha provocado en nuestra economía, las personas sensatas le acusan también de querer destruir todas y cada una de las instituciones básicas por las que se ha regido tradicionalmente la sociedad española. Su obsesión principal es la de transformar hasta la misma idea de España, imponiendo por la brava, al conjunto de los ciudadanos, su infame proyecto cultural. Se trata de sustituir nuestra cultura milenaria, tan enraizada en el cristianismo, por una especie de humanismo ateo donde evidentemente no hay cabida para nuestros valores tradicionales, donde sobran las ideas de bien o de virtud. Hasta  lo que siempre se ha tenido por malo, e incluso por irracional, puede  convertirse sin más en algo bueno,  si así lo determina la mayoría con sus votos.

Como consecuencia del descontento de algunos barones del PSOE con Rodríguez Zapatero, se comenzó a especular con la posibilidad de que éste decida no presentarse de nuevo a la reelección para presidente. La locuacidad de Ramón Jáuregui en Radio Nacional de España, aunque sin micrófonos de por medio, da a entender que anunciará su renuncia en el Comité Federal del próximo día 26 de marzo. Esto ha desatado la euforia de mucha gente, pensando que el malo de la película es el actual presidente del Gobierno. Una euforia quizás muy prematura, ya que aún es muy problemático que Zapatero resuelva excluirse voluntariamente de la contienda electoral del próximo año. Y si opta dejar el camino libre para que sea otro el que luche por la presidencia del Gobierno, estaremos en el mismo caso, ya que Rodríguez Zapatero, es simplemente uno más en la cadena. El enemigo es el socialismo español que aún sigue defendiendo  los mismos principios que Pablo Iglesias y Francisco Largo Caballero. 

El socialismo en España sigue aún anclado  doctrinalmente en los tiempos de la República. Cualquier otro socialista que acceda a la presidencia del Gobierno en lugar de Zapatero, trataría de imponer igualmente esa visión laicista de la vida y de desterrar de nuestra cultura cualquier referencia a la religión cristiana. Los valores morales serían relativizados igualmente, a nada que se descuide la sociedad. Todos ellos defienden los mismos postulados. Unos irían de frente como Zapatero, mientras que otros lo harían de manera mucho más sibilina. Pero todos, eso sí, buscando el mismo resultado cultural e ideológico. Y desde el punto de vista de la economía, tampoco íbamos a mejorar nada.

Los socialistas españoles, en efecto,  no han sido capaces de prescindir inteligentemente de los axiomas formulados por Carlos Marx y por Federico Engels, que conducen inevitablemente a la pobreza. De ahí que rechacen, entre otras cosas, la propiedad privada de los medios de producción y dediquen todo su esfuerzo en crear una organización social fundada en una economía eminentemente colectiva. Piensan que hay suficientes bienes en la tierra para colmar las aspiraciones de todos los hombres, pero que están mal repartidos porque hay instituciones sociales que funcionan mal y dan mucho más a los ricos que a los pobres. Y son precisamente los socialistas los que deben corregir esto desde las estructuras del Estado, buscando una fórmula más equitativa en la redistribución de la riqueza. 

La experiencia nuestra del paso de los socialistas por la presidencia del Gobierno desde el establecimiento de la democracia ha sido de manera clara muy deprimente. Se estrenó Felipe González en 1982,  con el apoyo fervoroso de millones de votantes, y la experiencia fue altamente catastrófica.  Unos años después, el paro había alcanzado cotas escandalosas, y en 1996, España estaba prácticamente en la quiebra. No había  dinero ni para pagar las pensiones. El siniestro atentado del 11 de marzo de 2004, preparado quizás para provocar un cambio de signo en el Gobierno, dio inesperadamente el triunfo a José Luis Rodríguez Zapatero. Y después de siete años en el Gobierno,  nos ha devuelto al  desastre en que nos dejó Felipe González.

Zapatero, eso sí, como es un visionario convencido, ha huido de las exquisiteces y se ha lanzado a la piscina sin flotador. Felipe González era más diplomático y disimulaba mejor  sus aviesas intenciones. A ambos les molestaba  enormemente el cariz cristiano de nuestra cultura. Y el posible sucesor que salga de las filas socialistas, hará lo mismo porque es algo que está en el  guión. Utilizará más el disimulo, como Felipe González, o irá más a pecho descubierto, como Zapatero; pero si llega al Gobierno, tratará de poner todo tipo de trabas   a los sentimientos religiosos de los ciudadanos. Y por supuesto se despreocupará de nuestro futuro, ya que el mañana jamás contó para ellos. Como los jacobinos de la Revolución Francesa, los socialistas sacrificarán  siempre el porvenir al presente, gastando a lo loco mientras haya algo que gastar. Pertenecen a una saga que es así.

Gijón, 8 de marzo de 2011

José Luis Valladares Fernández