jueves, 28 de noviembre de 2019

HABLEMOS CLARO


III.- Vendido a los intereses de quienes quieren romper España


Ni que decir tiene, que la naturaleza fue extraordinariamente pródiga con Pedro Sánchez, el  presidente del Gobierno que padecemos, dotándole de una apariencia física realmente envidiable. Es alto, garboso y esbelto como mandan los cánones clásicos. Tiene unas facciones tan proporcionadas y una figura tan anatómicamente perfecta, que sus compañeros de partido no han dudado en apodarle “el guapo”.

Al verse dotado de un aspecto físico tan fascinante, creyó sin más que también poseía unas cualidades intelectuales, éticas y morales muy superiores a los demás mortales. Y esto, claro está, acrecentó aún más su orgullo y su desmedida vanidad. Y comenzó a comportarse como si fuera la reencarnación del mítico cazador Orión, que se vanagloriaba apasionadamente de su gran valor, afirmando que no había en la Tierra ni monstruos, ni fieras, capaces de vencerle o causarle el más mínimo espanto. Y Orión, cómo no, pagó muy cara su arrogancia, ya que terminó muriendo por la mordedura de un simple escorpión.

Ni que decir tiene que Pedro Sánchez es presumido y jactancioso a rabiar. Como no podía ser menos, su ego insaciable le obliga a buscar la manera de mejorar constantemente su propia imagen. Y esto le ha llevado, cómo no, a estudiar y a ensayar cuidadosamente sus poses y cada uno de sus gestos o ademanes, antes de realizarlos en público. Y como vive permanentemente en la apariencia, piensa que, con esa parafernalia ritual, mejora notablemente su imagen.

Pero como Sánchez es un presidente de pacotilla, que cuenta con pocas luces, es incapaz de comprender que, todo lo que salga de esas gesticulaciones o muecas es claramente artificial, y en modo alguno, sirve para optimizar su perfil. Tiene, es verdad, una buena fachada, una planta física más que aceptable, pero poca cabeza. Hay tanto orgullo y tanta ambición en su cerebro, que no queda hueco suficiente para una inteligencia normal y un mínimo de sentido común.

Tuvimos muy mala suerte con el malhadado presidente del Gobierno. Fue impuesto por  los enemigos internos de España y se comporta normalmente como un niño antojadizo y muy mal educado, que tiene que salir siempre con la suya. Vive perennemente esclavizado por su desmedido afán de poder y por aparentar lo que no es. Y si se encapricha por algo, recurrirá incluso a la nocturnidad y a la alevosía para conseguirlo, como ocurrió con la famosa Moción de Censura, para entrar de manera totalmente irregular en La Moncloa.

sábado, 16 de noviembre de 2019

HABLEMOS CLARO


II.- El peligro de bolivarianización de España a la vista  


El mitológico Narciso era un mozalbete extremadamente guapo, alegre y tan apuesto, que volvía realmente locas a todas las jovencitas griegas que lo conocían. Y como solo se quería a sí mismo, las rechazaba destempladamente cuando se dirigían a él. Y ese comportamiento tan despectivo, fue motivo más que suficiente para que Némesis, la diosa de la justicia y la venganza, le infligiera un castigo ejemplar. Así que, cuando Narciso fue a refrescarse a una fuente, Némesis hizo que se enamorara perdidamente de su propia imagen, que se reflejaba en el agua, sin poder apartar sus ojos de ella.

Al vanidoso Pedro Sánchez, convertido circunstancialmente en mandatario de La Moncloa, le está pasando lo que al Narciso mitológico. No se preocupa nada más que de sus intereses coyunturales. Y ese desmedido endiosamiento le ha llevado a pensar, que está muy por encima de los demás mortales y que, por lo tanto, puede hacer libremente  lo que se le antoje sin tener que rendir cuentas a nadie.

Pero no contaba con Fortuna, la diosa de la suerte, que no tolera en modo alguno ese aire injustificado de superioridad, decide actuar directamente para acabar de una vez con la petulancia y la chulería del secretario general del PSOE. Y consiguió su propósito, haciéndole perder su ya escaso prestigio, y privándole hasta de la más mínima cualidad positiva, tanto moral como humana. Y redondeó la faena, incrementando en él considerablemente la ambición, el resentimiento y, por supuesto, la ignorancia.

Y Fortuna, la hija omnipotente de Júpiter, fue aún más lejos y convirtió al decepcionante Sánchez en una nulidad, en un inepto integral, que estropea inevitablemente todo lo que toca, y que, muy a su pesar, ha pasado a ser poco menos que el hazmerreír de toda Europa. Y gracias a la oportuna intervención de la diosa de la suerte, todo lo que atañe a este aprendiz de brujo se ha transformado obviamente en una farsa o en un fraude manifiesto.

Hay que tener en cuenta, que Pedro Sánchez llegó a la Presidencia del Gobierno sin pasar por las urnas, lo que ya es un enorme fraude. Entró en La Moncloa de manera claramente fraudulenta, con el apoyo expreso de los comunistas, los independentistas y los terroristas, ya que todos ellos son enemigos patrios y buscan intencionadamente la ruptura de la unidad de España. Todo en Sánchez es fraude, su doctorado es un fraude y, como no podía ser menos, también es un fraude la moción de censura, su Gobierno y, cómo no, su manera de relacionarse con los ciudadanos y, sobre todo, con los medios de comunicación.

Y no podemos esperar nada bueno de un personaje tan falso como Pedro Sánchez, que asumió circunstancial y traicioneramente la Presidencia del Gobierno sin ser elegido por nadie. La conocida e incontrovertible Ley de Murphy dice muy claramente que, “Si algo puede salir mal, saldrá mal”. Y los hechos son inapelables y confirman que, desde entonces, todo está saliendo bastante mal.

miércoles, 6 de noviembre de 2019

HABLEMOS CLARO


I.- Pedro Sánchez justifica su asalto al poder por la corrupción.





Los aficionados a la mitología griega, conocen sobradamente a  las tres famosas Mineidas. Estas tres hermanas, llamadas Iris, Climena y Alcitoé, eran muy buenas bordadoras y expertas tapiceras. Y cuando llegó la solemne fiesta de Dionisio, o de Baco, para el que prefiera la mitología romana, todos los habitantes de Orcomenes, menos las Mineidas, se prepararon para participar activamente en los festejos.

Con la disculpa de complacer a Minerva, la diosa de las artes, las  Mineidas no quisieron saber nada de la fiesta y utilizaron resueltamente las horas, que debían dedicar al dios del vino, en el manejo de su huso y sus lanzaderas. Y cuando más ensimismadas estaban en su trabajo, una nube de humo y un fuerte olor de mirra y azafrán invade su estancia. Y comienzan a oír un ruido estridente  de tambores y trompetas, entremezclado con aullidos de bestias feroces.

Tremendamente asustadas, las Mineidas intentaron huir para ocultarse en el escondrijo más recóndito de su palacio. Pero todo fue inútil, ya que la venganza de Dionisio, o de Baco, que tanto más da, las transformó en murciélagos, sin darles tiempo a reaccionar. Y todo, por negarse a participar en las orgías  o bacanales que se celebraban en honor del dios del vino.

A partir de ese momento, las Mineidas, comenzaron a comportarse como auténticos quirópteros, esas criaturas nocturnas, que huyen siempre de la luz, aunque vivan en los medios humanos. Rondan alrededor de las casas y tienen que aprovechar la obscuridad de la noche para salir de sus guaridas y emprender el vuelo. O sea que, para alimentarse, utilizan continuamente la nocturnidad y la traición o alevosía más aviesa.

Y el comportamiento de Pedro Sánchez,  el tuercebotas que nos gobierna, se asemeja bastante al de esos conocidos mamíferos voladores, los murciélagos. Su demostrada ineptitud le lleva a satisfacer su ego desmedido, recurriendo a la nocturnidad y al chantaje ventajista. En octubre de 2016, cuando le defenestraron de la Secretaria General del PSOE, recorrió cantidad de kilómetros, para camelar al mayor número posible  de militantes de base, especialmente jóvenes y conseguir su apoyo. Y  gracias a esa treta, volvió a recuperar el cargo de secretario general en las primarias del 21 de mayo de 2017.

Con semejante triunfo, que sacó de quicio a muchos viejos socialistas, el jactancioso Pedro Sánchez se envaneció por completo y comenzó a pensar que, si usaba inteligentemente la marrullería y el amaño, tenía el mundo entero a sus pies. Esa victoria ante los barones de su propio partido estimuló aún más su ambición y su hambre de notoriedad, y comenzó a soñar, sin más, con La Moncloa. Y para colmar satisfactoriamente sus anhelos más íntimos, tenía que sustituir ya a Mariano Rajoy en la Presidencia del Gobierno, sin esperar a una nueva convocatoria electoral.