domingo, 18 de noviembre de 2018

LAS ANDANZAS DEL PSOE



VIII.-El oro de Moscú

  

La llamada Ley de la Memoria Histórica, diga lo que diga José Luis Rodríguez Zapatero, nació con la malsana intención de distorsionar,  de manera interesada, nuestro pasado más  o menos lejano. Trataba precisamente, según dice, de ‘recuperar’ la memoria de las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista, rescatándolas del prolongado olvido al que han estado sometidas.
Ni Zapatero entonces, ni Pedro Sánchez hoy se han dado cuenta que, ‘recuperar’ la memoria, implicaba necesariamente algo más que recordar a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo. Implicaba también, cómo no, recordar otras hazañas del Gobierno socialista que lideraba Francisco Largo Caballero, incluida la confiscación del oro y de la plata, que atesoraba el Banco de España en sus cámaras acorazadas, y que terminó siendo el robo más grande de todos los que se cometieron en España a lo largo de toda su historia.
Y para colmar la insaciable ambición de Juan Negrín, su ministro de Hacienda entonces y presidente del Gobierno después, los socialistas de los ‘100 años de honradez’ continuaron asaltando bancos, palacios y catedrales, buscando afanosamente oro, divisas,  obras de arte y otros objetos de gran valor, que pudieran ser vendidos fácilmente en el extranjero. Y para que no se les escapara ni una onza de oro, ni una joya, ni tan solo un valor extranjero, continuaron reventando y desvalijando las cajas de seguridad, que estaban alquiladas tanto por personas particulares como colectivas, para decomisar su contenido en nombre de la República.
El tesoro que decomisaron al Banco de España, lo pusieron a buen recaudo en los polvorines de la base naval de Cartagena, y estuvo allí oculto hasta finales de octubre de 1936. Y sin embargo, los objetos valiosos confiscados posteriormente, quedaban ya bajo la custodia de la Caja General de Reparaciones, creada por Largo Caballero con ese fin, y eran controlados directamente por la administración central.
Entre los objetos requisados en la banca privada, y los robados a personas particulares, a miembros de la alta burguesía y de la aristocracia española, y también a los cabildos catedralicios y a otras instituciones, predominaba naturalmente el oro, las joyas, las divisas y los valores extranjeros. Había también, faltaría más,  muchas obras de arte de colecciones privadas y hasta algún que otro vehículo de lujo.

viernes, 2 de noviembre de 2018

LAS ANDANZAS DEL PSOE


VII.-El expolio del tesoro de los españoles

             
 Con la caída de Cataluña en manos del Ejército de Franco, la situación de la República era ya algo francamente irreversible y su desastroso final estaba ya cantado. Era inútil, por lo tanto, continuar con aquel enfrentamiento absurdo, que no valía ya nada más que para aumentar el sufrimiento de los españoles. No obstante,  Juan Negrín y su Gobierno querían seguir resistiendo a toda costa, ya que, como consecuencia de la llamada ‘Crisis de Los Sudetes’, era muy probable que estallara la Segunda Guerra Mundial.  Y entonces, podrían contar con ayuda exterior y, por lo tanto, volverían a tener chace en aquella ya larga Guerra Civil Española.
Pero sus esperanzas se evaporaron muy pronto, dando lugar a una terrible decepción. Esperaban impacientemente, que la ‘Crisis de los Sudetes’ no tuviera solución, y que el Tercer Reich invadiera Checoslovaquia el día 28 de septiembre, de acuerdo con la explícita amenaza de Hitler. Y para zanjar la crisis y evitar, en última instancia, la más que probable conflagración mundial, Benito Mussolini irrumpe en el escenario, y propone la celebración de una conferencia  entre los jefes de Gobierno de Alemania, Italia, Francia y Gran Bretaña. Los implicados aceptaron, sin más, la propuesta italiana, y acordaron celebrar una reunión, conocida con el nombre de Conferencia de Múnich.
Y el día 30 de septiembre por la noche, Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier aceptan un compromiso y firman los famosos ‘acuerdos de Múnich’, reconociendo el derecho de los alemanes a ocupar pacíficamente los Sudetes. Y de esta manera dejaron airada a Checoslovaquia, es verdad, pero alejaron momentáneamente el inmediato peligro de una nueva Guerra Mundial.
Cuando conoció esta noticia, Negrín sufrió una desilusión enorme. Pero pensaba que había que seguir resistiendo, porque intuía que aquel arreglo era muy provisional y extremadamente frágil, que retrasaría, eso sí, el conflicto bélico mundial, pero que terminaría estallando más pronto que tarde. Y como quería consultar con las demás fuerzas que integraban el ‘Frente Popular’, antes de tomar una decisión definitiva, propuso a las Cortes que se reunieran el 1 de febrero de 1939, en el castillo de San Fernando de Figueras (Gerona), que estaba a muy pocos kilómetros de la frontera francesa.