viernes, 24 de abril de 2015

EL INJUSTO IMPUESTO DE SUCESIONES

Para cubrir sus propios gastos y ofrecer a los ciudadanos un Estado de Bienestar aceptable, los Gobiernos necesitan un dinero, que recaudan normalmente a través de los impuestos. Por lo tanto, no es de extrañar que, a veces, se dejen llevar de un desmedido afán recaudatorio, y disparen peligrosamente la presión fiscal. Piensan que así aumentan los ingresos, y no es verdad. Para empezar, las subidas de impuestos, cuando son excesivas, molestan y empobrecen a los contribuyentes. Y estos, al contar con menos dinero, reducen su consumo, limitan sus inversiones y, por lo tanto, crean menos riqueza.

Las subidas de impuestos, no siempre se traducen en una mejora de la recaudación. La famosa curva, desarrollada por el economista Arthur B. Laffer, nos demuestra que puede ocurrir exactamente lo contrario y que son las rebajas fiscales las que, en realidad, pueden generar un aumento de los ingresos. Si el tipo impositivo sobrepasa un punto determinado del eje de abscisas, la recaudación reflejada en el de ordenadas comenzará a disminuir. Pero aún hay algo más: una presión fiscal demasiado alta, puede desincentivar a los trabajadores, espantar a los inversores y, por supuesto, intensificar considerablemente la economía sumergida

Pero la voracidad recaudatoria de algunos Gobiernos puede ser tan alta, que no piensan nada más que en hacer caja. Y entonces, además de elevar exageradamente los tipos fiscales ya existentes, crean de vez en cuando otros impuestos nuevos. Hoy día, es verdad, pagamos tasas por casi todo. Tenemos, cómo no, el ineludible  impuesto sobre la Renta de las Personas físicas (IRPF). Y además, tributamos por la propiedad inmobiliaria, por las transacciones económicas que realicemos, por los bienes y servicios que tenemos y por otras muchas cosas. Está penalizado, faltaría más,  el consumo de hidrocarburos, el tabaco, el alcohol, y algunos otros artículos.

Aunque protesten los contribuyentes, muchos de esos impuestos, es verdad, están plenamente justificados. Hay otros que son injustos y descabellados, como ocurre con la figura impositiva de Sucesiones y Donaciones, que grava dos formas distintas  de recibir una herencia, que puede ser mortis causa cuando hay una sucesión por medio, o inter vivos si se trata de una donación. En cualquiera de los dos casos, estamos indudablemente ante un tributo un tanto absurdo y muy poco razonable.

domingo, 12 de abril de 2015

PRECEDENTES HISTÓRICOS DE PODEMOS

La historia es muy terca y, si los ciudadanos no despiertan, se repetirá una y otra vez, ocasionando siempre las mismas o parecidas desventuras y los mismos infortunios. Dicho de otro modo:  “los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”, como reza esta frase lapidaria, atribuida a Cicerón y que se ha citado en infinidad de ocasiones. Si no reconocemos nuestros fallos pasados, volveremos a cometer evidentemente los mismos errores y las mismas equivocaciones de otras veces.

Hace ya casi ochenta años que los españoles tuvieron que soportar la desastrosa actuación de un Frente Popular, extremadamente sectario y radical, que hizo mucho daño a todos los españoles. Fue en realidad una coalición electoral, creada por la izquierda marxista para afrontar las elecciones generales de febrero de 1936. No olvidemos que, de aquella, las organizaciones políticas, llamadas también “fuerzas obreras”, que formaban parte de esa coalición, obedecían ciegamente las consignas que llegaban de Moscú, aunque estuvieran en contra de los intereses generales de España.

Ahora es Podemos el partido que quiere crear otro Frente Popular, muy similar al de 1936, que les sirva en bandeja la ocupación y el control del poder, de todo el poder. Quieren acabar de una vez con lo que ellos denominan el “régimen del 78”, que ha servido de rodillo a socialdemócratas, populares y liberales para preservar en España el viejo proyecto capitalista. Estamos evidentemente ante un partido de la izquierda radical que si no está a sueldo del régimen bolivariano, acata obedientemente todos sus dictados. Y trata, cómo no, de montar en España un “contrapoder”, que aglutine  en un frente común a las distintas mareas ciudadanas con otros partidos y colectivos alternativos que estén dispuestos a dejar fuera de juego a la, hasta ahora,  poderosa casta política.

Muchos españoles no ven en Podemos nada más que un partido político que aspira, como cualquier otro partido, a convertirse en una alternativa política en las próximas elecciones generales. Pero Podemos no se adapta a la trayectoria de los demás partidos que respetan escrupulosamente la Constitución. Podemos la utilizaría, eso sí, para llegar a La Moncloa y, una vez instalados en el poder, la romperían y todos los españoles tendríamos que doblegar necesariamente la cerviz y amoldar nuestros actos al monstruoso esquema mental de los que formaron parte de la siniestra banda de Somosaguas.