lunes, 16 de diciembre de 2019

HABLEMOS CLARO



         IV.- Sánchez metido a calzador en la Presidencia del Gobierno


           No podemos olvidar, que José Luis Rodríguez Zapatero llegó a La Moncloa a  bordo de un tren despanzurrado y que, una vez instalado en la Presidencia del Gobierno, intentó formar una alianza multipartidista contra la derecha, una especie de Frente popular, muy parecido al de 1936. Pero se encontró con un inconveniente prácticamente insalvable ya que, en el espectro político español de 2004, no había partidos revolucionarios. Y un Frente Popular, formado exclusivamente  con CIU y con el PNV, sería demasiado inestable.

Y ante la imposibilidad de realizar semejante propósito, buscó la manera de dar una nueva orientación a la mentalidad y a la cultura de los españoles, para provocar una ‘ruptura’ completa con el sistema político derivado de la Constitución de 1978. Pretendía enlazar directamente la legitimidad de su Gobierno con la II República, prescindiendo por completo, claro está, de la famosa ‘Transición’ que, según Zapatero, silenció a los que perdieron la Guerra Civil y fueron cruelmente represaliados por los que la ganaron.

Para dar voz a los que lograron superar una situación tan extrema, sobreviviendo a la represión de los victoriosos, Rodríguez Zapatero nos sorprendió con la polémica Ley de Memoria Histórica, que es un ataque manifiesto a la ‘Transición’. Hasta entonces, según el promotor de esa Ley, solamente existía la historia oficial, la que contaban los vencedores. Las víctimas reales de aquel conflicto bélico, sin embargo, estaban sometidas a un silencio verdaderamente vergonzoso y traumático, ya que no podían hablar del pasado.

Y gracias a esa promulgación de la Ley de Memoria Histórica, los perdedores se encontraron con la posibilidad aparente de recuperar su memoria y de transmitir detalladamente aquellos desafortunados sucesos, tal como los vieron con sus propios ojos. Y al poder expresar abiertamente lo que vivieron durante aquellos años, volvieron a recobrar la dignidad pérdida, logrando por fin cerrar unas heridas, que llevaban demasiado tiempo abiertas.

Cuando Zapatero, contra todo pronóstico, ganó las elecciones de marzo de 2004, se encontró con una economía en pleno auge. Pero como los socialistas son siempre unos manirrotos, que no saben nada más que repartir pobreza, comenzó muy pronto a incrementar desmesuradamente el gasto público y a intervenir directamente en la economía del país. El resultado catastrófico no tardó en llegar. No tardó mucho en hundir a España en el mayor de los desastres económicos que conocemos desde la pasada Guerra Civil.

Como la situación económica era totalmente caótica, Rodríguez Zapatero se vio obligado a adelantar las elecciones unos meses. Se celebraron el 20 de noviembre de 2011, y las ganó, cómo no, Mariano Rajoy con una mayoría absoluta más que considerable. Los ciudadanos optaron mayoritariamente por Rajoy, creyendo que enderezaría los desaguisados e insensateces de Zapatero. Dieron por hecho que, en primer lugar, arreglaría la hecatombe económica que asolaba a España, y que después, haciendo honor a su palabra, derogaría  las distintas  leyes ideológicas, promovidas por Zapatero.