jueves, 6 de diciembre de 2018

LAS ANDANZAS DEL PSOE


IX.-El tesoro del Vita





Los responsables del ‘Frente Popular’ perdieron claramente las Elecciones Generales de Febrero de 1936. Pero supieron sobreponerse y, utilizando descaradamente el fraude y la violencia, amañaron el resultado de las urnas y se apoderaron del Gobierno. Y eso les envalentonó y llegaron a pensar que había llegado el momento propicio de olvidarse para siempre de la derecha. Y para lograr semejante propósito,  no tenían nada más que obligar a esa molesta y acomplejada derecha a rebelarse y a levantarse en armas para aplastarla definitivamente desde el Poder.
Y comenzaron, sin más, a atosigarla insistentemente con provocaciones constantes, organizando un proceso revolucionario muy especial, en el que predominaban  los incendios provocados, los desórdenes y todo tipo de algaradas callejeras. Y por si todo esto era poco, se realizaban ocupaciones de fincas, se confiscaban propiedades particulares y, además, se practicaba la violencia política de manera indiscriminada. La derecha, claro está, no aguantó el envite y, como se esperaba, reaccionó violentamente, lanzando a una parte muy importante del Ejército contra las instituciones republicanas.
El levantamiento militar, es verdad, fracasó prácticamente en casi todas las ciudades españolas y, como es lógico, derivó en una cruenta y prolongada Guerra Civil. Pero quedó muy claro, desde un principio, que aquella insurrección era algo mucho más serio que la Sanjurjada del 10 de agosto de 1932. El ‘Frente Popular’ había sobrevalorado excesivamente sus propias posibilidades y, en consecuencia, había lanzado retos sumamente envenenados a la derecha y, ahora, era ya demasiado tarde para volverse atrás.
Tras los primeros enfrentamientos bélicos con los sublevados, el pesimismo y la desesperanza se fueron apoderando de los distintos Gobiernos de la República. El alzamiento militar, que desembocaría en la Guerra Civil Española, se produjo el 17 de julio de 1936. Y el presidente del Consejo de Ministros, Santiago Casares Quiroga, dimite el 19 de julio, porque fue incapaz de contener la rebelión. Ese mismo día, le sustituyó el sevillano Diego Martínez Barrio, que intentará formar un Gobierno de conciliación para evitar el inicio de la guerra. Habló con varios militares rebeldes y, como no logró nada positivo, dimitió el día 20 de julio.

domingo, 18 de noviembre de 2018

LAS ANDANZAS DEL PSOE



VIII.-El oro de Moscú

  

La llamada Ley de la Memoria Histórica, diga lo que diga José Luis Rodríguez Zapatero, nació con la malsana intención de distorsionar,  de manera interesada, nuestro pasado más  o menos lejano. Trataba precisamente, según dice, de ‘recuperar’ la memoria de las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista, rescatándolas del prolongado olvido al que han estado sometidas.
Ni Zapatero entonces, ni Pedro Sánchez hoy se han dado cuenta que, ‘recuperar’ la memoria, implicaba necesariamente algo más que recordar a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo. Implicaba también, cómo no, recordar otras hazañas del Gobierno socialista que lideraba Francisco Largo Caballero, incluida la confiscación del oro y de la plata, que atesoraba el Banco de España en sus cámaras acorazadas, y que terminó siendo el robo más grande de todos los que se cometieron en España a lo largo de toda su historia.
Y para colmar la insaciable ambición de Juan Negrín, su ministro de Hacienda entonces y presidente del Gobierno después, los socialistas de los ‘100 años de honradez’ continuaron asaltando bancos, palacios y catedrales, buscando afanosamente oro, divisas,  obras de arte y otros objetos de gran valor, que pudieran ser vendidos fácilmente en el extranjero. Y para que no se les escapara ni una onza de oro, ni una joya, ni tan solo un valor extranjero, continuaron reventando y desvalijando las cajas de seguridad, que estaban alquiladas tanto por personas particulares como colectivas, para decomisar su contenido en nombre de la República.
El tesoro que decomisaron al Banco de España, lo pusieron a buen recaudo en los polvorines de la base naval de Cartagena, y estuvo allí oculto hasta finales de octubre de 1936. Y sin embargo, los objetos valiosos confiscados posteriormente, quedaban ya bajo la custodia de la Caja General de Reparaciones, creada por Largo Caballero con ese fin, y eran controlados directamente por la administración central.
Entre los objetos requisados en la banca privada, y los robados a personas particulares, a miembros de la alta burguesía y de la aristocracia española, y también a los cabildos catedralicios y a otras instituciones, predominaba naturalmente el oro, las joyas, las divisas y los valores extranjeros. Había también, faltaría más,  muchas obras de arte de colecciones privadas y hasta algún que otro vehículo de lujo.

viernes, 2 de noviembre de 2018

LAS ANDANZAS DEL PSOE


VII.-El expolio del tesoro de los españoles

             
 Con la caída de Cataluña en manos del Ejército de Franco, la situación de la República era ya algo francamente irreversible y su desastroso final estaba ya cantado. Era inútil, por lo tanto, continuar con aquel enfrentamiento absurdo, que no valía ya nada más que para aumentar el sufrimiento de los españoles. No obstante,  Juan Negrín y su Gobierno querían seguir resistiendo a toda costa, ya que, como consecuencia de la llamada ‘Crisis de Los Sudetes’, era muy probable que estallara la Segunda Guerra Mundial.  Y entonces, podrían contar con ayuda exterior y, por lo tanto, volverían a tener chace en aquella ya larga Guerra Civil Española.
Pero sus esperanzas se evaporaron muy pronto, dando lugar a una terrible decepción. Esperaban impacientemente, que la ‘Crisis de los Sudetes’ no tuviera solución, y que el Tercer Reich invadiera Checoslovaquia el día 28 de septiembre, de acuerdo con la explícita amenaza de Hitler. Y para zanjar la crisis y evitar, en última instancia, la más que probable conflagración mundial, Benito Mussolini irrumpe en el escenario, y propone la celebración de una conferencia  entre los jefes de Gobierno de Alemania, Italia, Francia y Gran Bretaña. Los implicados aceptaron, sin más, la propuesta italiana, y acordaron celebrar una reunión, conocida con el nombre de Conferencia de Múnich.
Y el día 30 de septiembre por la noche, Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier aceptan un compromiso y firman los famosos ‘acuerdos de Múnich’, reconociendo el derecho de los alemanes a ocupar pacíficamente los Sudetes. Y de esta manera dejaron airada a Checoslovaquia, es verdad, pero alejaron momentáneamente el inmediato peligro de una nueva Guerra Mundial.
Cuando conoció esta noticia, Negrín sufrió una desilusión enorme. Pero pensaba que había que seguir resistiendo, porque intuía que aquel arreglo era muy provisional y extremadamente frágil, que retrasaría, eso sí, el conflicto bélico mundial, pero que terminaría estallando más pronto que tarde. Y como quería consultar con las demás fuerzas que integraban el ‘Frente Popular’, antes de tomar una decisión definitiva, propuso a las Cortes que se reunieran el 1 de febrero de 1939, en el castillo de San Fernando de Figueras (Gerona), que estaba a muy pocos kilómetros de la frontera francesa.

miércoles, 17 de octubre de 2018

LAS ANDANZAS DEL PSOE


VI.-Estalla la Guerra Civil

Incapaces de superar el fracaso revolucionario que soportaron en octubre de 1934, los magnates de la izquierda republicana, y de manera muy especial los del PSOE, acudieron a las elecciones generales del 16 de febrero de 1936, con ánimos evidentes de revancha. Y si no ganaban las elecciones, estaban plenamente decididos a reconquistar el poder por la fuerza. Escuchemos, si no, lo que dijo Francisco Largo Caballero en el Cinema Europa, apenas unos días antes de celebrarse las elecciones: “Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia, pues antes que el fascismo preferimos la anarquía y el caos”.

Y por si no estuviera aún lo suficientemente claro, escuchemos nuevamente a Largo Caballero. En el mitin que se celebró en Alicante el 19 de enero de 1936, el líder del PSOE y de la UGT proclamó, sin tapujos y sin rodeos: “Quiero decirles a las derechas que, si triunfamos, colaboraremos con nuestros aliados; pero si triunfan las derechas nuestra labor habrá de ser doble, colaborar con nuestros aliados dentro de la legalidad, pero tendremos que ir a la guerra civil declarada. Que no digan que nosotros decimos las cosas por decirlas, que nosotros lo realizamos”.  

Para empezar, las Elecciones Generales de febrero de 1936 se celebraron en un ambiente de intimidación y de violencia francamente insoportable, preparado intencionadamente por el Frente Popular. Siguiendo instrucciones precisas de los máximos responsables de la izquierda, la clase trabajadora se echó a la calle para alterar el orden y provocar el desconcierto Pensaban que así hundirían a la derecha y podrían despedirse definitivamente de la República burguesa.

Pero llega el escrutinio oficial y, antes de completar el recuento de los votos, pudieron comprobar que los resultados no eran tan halagüeños como habían esperado. Era evidente que, si querían ganar aquellas elecciones, tendrían que entrar a saco en el recuento para cambiar papeletas y adulterar fraudulentamente el resultado final. Y para lograr su propósito, multiplicaron los alborotos e intensificaron aún más la violencia callejera. Y a base de intimidar y de coaccionar a unos y a otros, lograron hacerse con los documentos electorales de muchas localidades, antes de finalizar el escrutinio.

Así las cosas, con el “pucherazo” o, si se quiere, con el fraude electoral, la izquierda completa a su antojo el evidente desaguisado electoral. Alteraron impunemente el resultado final del recuento de votos, anularon a placer actas de diputados de derechas, modificaron otras y sustituyeron a diputados electos de partidos políticos minoritarios por otros de izquierda que habían salido derrotados. Hacerse así con una mayoría absoluta aplastante, era sumamente fácil.

miércoles, 3 de octubre de 2018

LAS ANDANZAS DEL PSOE


V.-La llegada del Frente Popular



Al perder el PSOE las elecciones de noviembre de 1933 y, por lo tanto, la remota posibilidad de hacerse con el poder absoluto, Francisco Largo Caballero, con el apoyo expreso de sus huestes, prescinde decididamente del sistema institucional representativo y comienza a preparar con toda meticulosidad una insurrección violenta. Y la pone en marcha un año después, el 5 de octubre, cuando pasan a formar parte del Gobierno tres ministros de la coalición conservadora de la CEDA

El despliegue militar, puesto en marcha por el Gobierno de Alejandro Lerroux y por los máximos responsables de la CEDA, cortó en seco la peligrosa revuelta, orquestada interesadamente por los socialistas. Intentaban, claro está, sustituir la tambaleante Republica española por otra totalmente marxista, compuesta exclusivamente por obreros y campesinos, similar en todo a la soviética. Los revoltosos, los que protagonizaron la revolución, sufrieron un tremendo fracaso que no supieron, o no quisieron digerir adecuadamente y sin mostrar el más mínimo arrepentimiento.

Los dirigentes del PSOE, es verdad, en vez de reflexionar y aceptar sumisamente la reprimenda que se habían ganado a pulso, rumiaron en silencio su contundente derrota. Pero no se les ocurrió jamás renunciar a su sueño de volver a atentar contra la vigente legalidad republicana, si encontraba una nueva oportunidad. Y esa ocasión se presentó inesperadamente con las Elecciones Generales de febrero de 1936, cuando la República aún no se había recuperado del duro golpe que sufrió con el levantamiento de octubre de 1934.

El Gobierno de Alejandro Lerroux, y la CEDA, que articulaba José María Gil Robles, pudieron dejar fuera de juego a todos esos contumaces golpistas, ilegalizando al PSOE y, por supuesto, a los demás partidos que participaron activamente en aquella sublevación. Pero no lo hicieron, porque la derecha, cuando tiene que tomar una decisión transcendental, suele acomplejarse y dejarse dominar por los escrúpulos y termina normalmente arrugándose y desistiendo. Y los partidarios de la subversión, cómo no, esperaban impacientemente, con las espadas en alto, que llegara su nueva oportunidad.

sábado, 22 de septiembre de 2018

LAS ANDANZAS DEL PSOE


IV.-Estalla la Revolución de Octubre de 1934




Según el dictamen generalizado de toda la izquierda española, la derecha no debe llegar nunca al Gobierno, ni por accidente. Y si alguna vez gana unas elecciones, es porque el pueblo soberano comete un error imperdonable, que es lo que ocurrió lamentablemente en las Elecciones Generales del 19 de noviembre de 1933.

En esas elecciones, se impuso claramente la coalición conservadora de la CEDA de José María Gil Robles, ya que se hizo con el 24,3% de los votos y 115 actas de diputado. La opción centrista del Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, que consiguió el 21,6% de los votos y 102 escaños, ocupó el segundo lugar. El Partido Socialista Obrero Español, sin embargo, fracasó en el intento de hacerse con el poder para imponer a los españoles una copia del marxismo que ya había triunfado en Rusia. Tuvo que conformarse con el 12,5% de los apoyos electorales que no dio nada más que para 59 diputados.

Aunque la CEDA pasó a ser la primera fuerza política del Parlamento, los 115 escaños conseguidos no eran renta suficiente para formar Gobierno. En vista de las circunstancias, las huestes de Gil Robles decidieron  secundar  institucionalmente al partido de Lerroux, a la vez que mantenían un control extremadamente férreo sobre el mismo.

La derrota electoral sentó rematadamente mal a los responsables máximos del PSOE, ya que trastocaba todos sus planes. Pensaban utilizar el poder para transformar pacíficamente la “república burguesa” española, en una “república socialista” de obreros y campesinos, similar en todo a la soviética. Y esto, de momento, ya no era posible.

Y al no poder implantar el socialismo por las buenas, deciden hacerlo por la brava, utilizando audazmente la fuerza y la rebelión. Sustituyen, por lo tanto, la “vía parlamentaria” por la “vía insurreccional” y, siguiendo instrucciones directas de Francisco Largo Caballero, empiezan a organizar, con toda meticulosidad, un golpe de Estado contra la propia República. Y sin descuidar el correspondiente avituallamiento de armas, comienzan a buscar cómplices y a crear adeptos entre las diferentes organizaciones obreras y campesinas. Querían estar listos para echarse a la calle en cuanto mediase  la más mínima provocación reaccionaria.

Y esa provocación, como era previsible, no tardó en llegar. El 1 de octubre de 1934, la CEDA retira definitivamente su apoyo al Gobierno de Ricardo Samper Ibáñez, y exige entrar a formar parte del mismo. Para resolver la crisis gubernamental,  el presidente de la República, Alcalá Zamora, recurre nuevamente a Alejandro Lerroux que, el día 4 de octubre, forma un nuevo Gobierno, incluyendo a tres ministros de la coalición que dirige Gil Robles.

LAS ANDANZAS DEL PSOE

III.- Preparación  del golpe de Estado contra la República





Los personajes políticos, manifiestamente grises y mediocres, suelen ser extremadamente vanidosos y se muestran siempre insatisfechos con los puestos conseguidos. Y como Pedro Sánchez no es una excepción, procura disimular su escasa talla intelectual, exagerando intencionada y desmedidamente las bondades de su partido político. El Partido Socialista, es verdad, tiene algunas cosas buenas, aunque no tantas, ni tan portentosas como proclaman sus voceros oficiales.

Aunque no guste a los responsables del partido, el PSOE tiene, detrás de sí, una  historia francamente turbia y truculenta, que tratan sistemáticamente de ocultar, imponiendo desde el poder una versión de la historia que, con relativa frecuencia,  no tiene nada que ver con la realidad. Y para acabar de un plumazo con la libertad de expresión y hasta de investigación, y aplicar descaradamente ‘su verdad’, no dudan en utilizar leyes tan totalitarias y antidemocráticas como la famosa Ley de la Memoria Histórica.

Durante el régimen republicano español, el comportamiento de la plana mayor del PSOE fue tan siniestro y tan deplorable, que los socialistas de hoy día intentan ocultar los hechos reescribiendo la historia o declarando por decreto la verdad oficial, que aceptará obligatoriamente toda la ciudadanía. Olvidan, claro está, que la veracidad de una opinión depende de los hechos contrastados, y no de la voluntad de quien manda.

Y los hechos están ahí. Si después de casi 140 años de existencia, el PSOE conserva aún muchos tics de la intolerancia, del sectarismo y del odio profundo, heredado de su fundador Pablo Iglesias Posse, ¿qué podríamos decir de los dirigentes socialistas del año 1933, que todavía estaban sin desbravar? En noviembre de ese mismo año, los socialistas acudieron en solitario a las elecciones generales, confiando plenamente en conseguir una mayoría suficientemente amplia que les permitiera gobernar, para  proceder inmediatamente a transformar la “república burguesa” en una “república socialista”.

En aquellas elecciones, el fracaso del PSOE fue tan inapelable como la derrota que sufrió la izquierda republicana. Y al verse fuera del nuevo Gobierno republicano, los responsables máximos del PSOE comprendieron que no tenían posibilidad alguna de llegar al socialismo pacíficamente y por las buenas y deciden conseguir su propósito por la brava, utilizando resueltamente la fuerza y la rebelión. Y siguiendo la batuta de Francisco Largo Caballero, sustituyen, sin más, la “vía parlamentaria” por la “vía insurreccional”.

Y acto seguido, comienzan a organizar cuidadosamente un golpe de Estado contra la propia República, para hacerse con el poder, para instaurar en España una dictadura proletaria, parecida en todo a la que había en la Unión Soviética. Y dan el primer paso, echando de la Ejecutiva de la UGT a Julián Besteiro y a sus adeptos, porque eran claramente reacios a utilizar la estrategia “revolucionaria”.

domingo, 29 de julio de 2018

DE CAMINO HACIA NINGUNA PARTE


Hasta hace muy pocos años, la línea institucional del Partido Popular era extremadamente clara y estaba marcada indefectiblemente por unos valores morales y sociales iguales, o muy similares a los predicados por la religión católica. Y aunque siempre hubo algún que otro verso suelto que, de manera individual y esporádica, se dejaba llevar por la comodidad o por algún otro interés particular oculto e inconfesable, los responsables del partido utilizaban invariablemente la cordura,  salvaguardando escrupulosamente los valores tradicionales del humanismo cristiano.

Pero la situación comenzó a cambiar progresivamente tras la consolidación de Mariano Rajoy como presidente del partido. Optó por primera vez a la Presidencia del Gobierno en las elecciones generales de marzo de 2004, y fue claramente derrotado por José Luis Rodríguez Zapatero. Encabezó nuevamente la lista del Partido Popular en las elecciones de marzo de 2008, y volvió a cosechar otra contundente y dolorosa derrota, que produjo todo un terremoto entre los miembros de la cúpula del partido.

La moral de Mariano Rajoy sufrió un duro golpe con este nuevo  e inesperado fracaso electoral. El abatimiento y desánimo del líder de los populares llegó a ser tan profundo, que ya estaba barajando seriamente la posibilidad de arrojar la toalla y abandonar la política o emular a Saturno, el dios de la agricultura y la cosecha de la mitología romana, cuando fue privado de la corona del Empíreo y expulsado del cielo  por su propio hijo Júpiter. Y decidió, claro está, repetir la gesta de Saturno.

Tan pronto como Saturno se vio destronado y reducido a la condición de un simple mortal, corrió a ocultar  su derrota a Italia, junto al rey Jano que lo acogió amigablemente y hasta llegó a compartir con él la soberanía de su reino. Mariano Rajoy, sin embargo, en vez de ir a Italia, marchó a México, para rumiar allí a solas su frustración y su tremendo fracaso.

Y es en México, concretamente en Monterrey, donde Rajoy experimenta una transformación tan magnífica como sorprendente. Una de dos, o encontró allí, como Saturno, a un benéfico rey Jano dispuesto a protegerle,  o fue bendecido directamente por la sombra benéfica del propio Moctezuma. El caso es que regresó a España con una fuerte dosis de moral y con nuevos bríos. Y como no quería tener competencia, comenzó a organizar el XVI Congreso del Partido Popular con toda meticulosidad, para evitar que alguien pudiera disputarle la Presidencia del partido.

Comenzó, eso sí, culpando de todos los males del Partido Popular a los liberales y a los conservadores, a quienes pidió insistentemente, y con todo descaro, que abandonaran la formación política. Y como quería un partido sumiso y sin  “doctrinarios”, comenzó a relegar a las viejas glorias y a rodearse de gente oportunista y sin apenas solera. No quería en su entorno a quien pudiera torpedear su propósito de renovar el partido y de abrirlo  hacia otros horizontes mucho más amplios, incluido el centro izquierda.

lunes, 16 de julio de 2018

LAS ANDANZAS DEL PSOE




II.- El PSOE en sus primeros años


El fundador del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y de la Unión General de Trabajadores (UGT), Pablo Iglesias Posse, tuvo una infancia y una juventud excesivamente dura y llena de privaciones. Es verdad que comenzó a trabajar muy pronto, pero como el salario de aprendiz de tipógrafo era tan exiguo, vivía junto a su familia de una manera precaria y austera. Y esa precariedad le dejaría seriamente marcado para todo el resto de su vida.

En junio de 1870, cuando aún no había cumplido los 20 años, Pablo Iglesias es elegido por los tipógrafos madrileños para ocupar un cargo de delegado en el consejo local de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT) o Primera Internacional de los Trabajadores. Con esta elección, el futuro fundador del PSOE pasó a ser miembro oficial de una organización obrera de corte internacional. Y esto, claro está, fue determinante para que comenzaran a lloverle las complicaciones. Fue duramente perseguido, llegando a pisar la cárcel y tuvo que soportar hasta el despido de las distintas imprentas donde trabajaba.

La Asociación Internacional de los Trabajadores, fundada en Londres en 1864, estaba formada inicialmente por sindicalistas ingleses, franceses e italianos, de todas las orientaciones políticas. Aunque en un principio, colaboraban muy estrechamente los partidarios de Karl Marx y de Mijaíl Bakunin, no tardaron mucho en surgir discrepancias tan insalvables, que terminaron con la ruptura  de esa organización.

Los marxistas respaldaban la lucha por la revolución social mediante la conquista del poder del Estado, mientras que los bakuninistas o anarquistas propugnaban el poder de decisión por medio del consenso. Al estallar el conflicto entre ambas posturas, Pablo Iglesias mantiene su fidelidad a la línea marxista que, de aquella, era minoritaria en España. Tras la escisión de ambos bloques, colabora activamente en la creación de la Nueva Federación Madrileña.

En 1874, Pablo Iglesias asume la presidencia de la Asociación General del Arte de Imprimir, en la que había ingresado en 1873. Y nada más llegar a la presidencia de esta organización, comienza a preparar la creación de un nuevo partido político de corte netamente obrero y socialista. Su trabajo intenso y clandestino durante varios años culmina el 2 de mayo de 1879 con la fundación del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en la comida de fraternidad que organiza en la taberna Casa Labra, situada en la calle Tetuán de Madrid. A esa comida asistieron 25 comensales, casi todos tipógrafos.

En un principio, el partido socialista nació sin la E de español, ya que para el abuelo, que es como se conocía a Pablo Iglesias, el marxismo no puede estar ligado al concepto de nación. Para los marxistas convencidos de aquella época, en la sociedad no había nada más que dos clases totalmente antagónicas, la burguesía y el proletariado. La E de español, por lo tanto no encajaba en modo alguno en la ortodoxia de la doctrina marxista. Y de hecho, los primeros socialistas fueron extremadamente reacios a dar al partido la calificación de español.

sábado, 23 de junio de 2018

LAS ANDANZAS DEL PSOE

I.- El PSOE llega al poder por la puerta falsa




Es verdad que Mariano Rajoy, como todo buen gallego, ha intentado siempre pasar desapercibido. No le gusta mucho  ser el centro de las miradas y se siente tremendamente incómodo cuando se le presiona. Le cuesta enormemente tomar decisiones, sobre todo, si las circunstancias le obligan a decir que NO. Y para reducir lo más posible los enfrentamientos, sigue la estrategia de dejar que los problemas se pudran y terminen desapareciendo o solucionándose solos.

Y cuando un problema grave pasa excesivo tiempo en el pudridero, sin darle una solución alternativa, pudre demasiado y, por consiguiente, termina enquistándose y originando peligrosas complicaciones. Es lo que ha pasado, ni más ni menos, con la última explosión del separatismo catalán. Cuando los secesionistas se echaron a la calle, conculcando claramente la legalidad vigente, el presidente Mariano Rajoy intentó solucionar el problema, aplicando el artículo 155 de la Constitución.

Con la aplicación del artículo 155, es verdad, se puso fin a la legislatura catalana y se destituyó a Carles Puigdemont y a todo su Gobierno y se convocaron nuevas elecciones. Pero no se solucionó nada. Los independentistas siguen ahí,  con su desafío permanente a la integridad territorial de España, y empeñados, cómo no, en crear una República Catalana totalmente independiente. En esta ocasión, al menos, el artículo 155 no resultó efectivo. Fracasó realmente, porque no se aplicó tal como viene en la Constitución. Había sido intencionadamente descafeinado, antes de aplicarlo en Cataluña, para no herir demasiado.

Y aunque el atrevimiento y la audacia del nacionalismo catalán continuaban creciendo descaradamente, el Gobierno español seguía con su intervención administrativa de mano blanda, y, si llegaba el caso, mirando para otro lado. Y aunque Ciudadanos sabe perfectamente  que Mariano Rajoy no es partidario de dejar su plácida siesta para ser más exigente con los golpistas, aprovecha la circunstancia para reivindicar medidas mucho más duras, que no van a conseguir, pero que les van a ser muy útiles para seguir mejorando en las encuestas a costa, claro está,  del ensimismado Partido Popular.

Estando así las cosas, llega la polémica sentencia del Caso Gürtel que, barriendo interesadamente para casa, da por hecho que el Partido Popular se había financiado de manera completamente ilegal. Y Albert Rivera, que anda siempre a la que salta, utilizó esa sentencia como excusa para poner fin al pacto de legislatura y obligar al Gobierno a convocar elecciones anticipadas. Cegado por las recientes consultas demoscópicas, creyó que, yendo ahora a unas elecciones, tenía asegurado el triunfo. Pero no pensó jamás, que podía sucederle lo mismo que a la jovencita del cuento de la lechera.

No olvidemos que Pedro Sánchez llevaba ya tiempo, buscando desesperadamente la manera de llegar a La Moncloa. Con las elecciones, había salido siempre escaldado. Necesitaba urgentemente algo más determinante y fiable que las elecciones, necesitaba encontrar un camino corto, un atajo para poder satisfacer su viejo sueño. Estaba, por lo tanto, al acecho, esperando una oportunidad distinta. Y mira por dónde, esa oportunidad se la brinda, nada más y nada menos, que el mismísimo líder de Ciudadanos, con su inesperada deslealtad institucional.

lunes, 4 de junio de 2018

ASALTO EXPRÉS A LA MONCLOA



Hace ya cierto tiempo, que Pedro Sánchez se había propuesto convertir en realidad su ambicioso sueño de alcanzar, no importa cómo, la Presidencia del Gobierno. Como sabía que, con unas elecciones, no llegaría nunca a entrar por la puerta principal en la Moncloa, recurrió al tortuoso camino de los despachos. Y ni así lograba su propósito. Pero al perder Mariano Rajoy el apoyo electoral de Ciudadanos por la polémica sentencia sobre Gurtel, el líder socialista ¡qué le vamos a hacer!, volvió a la carga, desenterró inmediatamente su hacha de guerra, y presentó una moción de censura en el momento menos oportuno.

Como no tenía apoyos propios suficientes, el máximo dirigente del PSOE recurrió entonces a los herederos de ETA y a los golpistas y supremacistas catalanes, para utilizarlos como trampolín para entrar en La Moncloa como sea, por la puerta de atrás o por  la ventana. No le importó en absoluto romper las hostilidades cuando necesitábamos, más que nunca, la unidad de todos los constitucionalistas para solucionar debidamente el problema catalán y para consolidar la recuperación económica de España.

Trató, es verdad, de justificar su disparatada decisión, apelando una vez más a la consabida ética. Dice Pedro Sánchez, que Mariano Rajoy  “está inhabilitado” para seguir al frente del Gobierno por el caso Gurtel, y que España  necesita un impulso ético para restablecer la añorada decencia. Y dando muestras inequívocas de un cinismo y una hipocresía insuperables, se erige a sí mismo y a su partido en regeneradores de la vida política para acabar definitivamente con la corrupción. Pero oculta intencionadamente que el PSOE tiene, en este momento, causas abiertas en casi todos los territorios autonómicos de España.

Es verdad que son muchos y muy lamentables los casos de corrupción protagonizados por miembros destacados del Partido Popular. Y es lógico y perfectamente comprensible que, afiliados de aquellos partidos que estén libres de corrupción, protesten airadamente, pidan elecciones anticipadas, y hasta exijan responsabilidades políticas y penales para todos esos indeseables, que se han valido de sus cargos para lucrarse de manera ilegal. Pero es francamente llamativo y totalmente incomprensible, que lo haga un responsable destacado de un partido como el PSOE, que ha batido todos los records de corrupción.

sábado, 21 de abril de 2018

LA HISTORIA PARA LOS HISTORIADORES



Para el escritor estadounidense Charles Bukowski, representante máximo del ‘realismo sucio’ y de la literatura independiente, “el problema en el mundo es que la gente inteligente está llena de dudas, mientras que la gente estúpida está llena de certezas”. Y es evidente que José Luis Rodríguez Zapatero estaba completamente lleno “de certezas”, cuando llegó a La Moncloa a bordo  de uno de aquellos trenes de la red de Cercanías de Madrid, despanzurrados por alguien que aún no sabemos, en la madrugada  de aquel fatídico 11 de marzo de 2004.

En realidad, Zapatero era un personaje muy normal, un poco apocado si se quiere, pero extremadamente  dócil y disciplinado. Es verdad que presentó personalmente su candidatura para liderar al PSOE. Pero como no esperaba nada, porque sabía que no era nada más  que un simple candidato de relleno, como Rosa Diez y como Matílde Fernández, hizo un discurso de presentación breve y hasta simplista, en el que abogaba  por un “cambio tranquilo” y por “una España plural, más laica, más solidaria y más justa”.

Durante la celebración del XXXV Congreso Federal del PSOE, la corriente oficialista trató de entronizar a José Bono en la Secretaria General del partido. Los miembros de esa corriente, por qué no decirlo, sabían perfectamente que,  entre los asistentes a ese histórico Congreso, había muchos delegados críticos, que rechazaban abiertamente la candidatura del dirigente manchego. Pero estaban completamente seguros del aplastante triunfo del candidato oficial, porque pensaban que ese grupo de respondones dispersaría sus votos entre la  Nueva Vía  de Zapatero, el guerrismo de Matilde Fernández y el inconformismo de Rosa Díez.

Los representantes del viejo aparato del partido no pensaron jamás, que un novato como Rodríguez Zapatero pudiera desarmarles tan rápidamente su bolera. No tuvieron en cuenta que los guerristas que apoyaban a Matilde Fernández, odiaban a Bono en la misma medida que lo temían. No es de extrañar, por lo tanto, que los partidarios de esa corriente contestataria se dejaran arrastrar por un discurso espontaneo y atrevido, aunque lleno de simplezas, como el que pronunció Zapatero para presentar se candidatura. Y aquí, habría que añadir algo más: que Zapatero contaba con la inestimable ayuda del trabajo sucio de José Blanco.

Y contra todo pronóstico, se produce la traición de los delegados del ala izquierdista del partido, los guerristas, y dejan al candidato oficial, José Bono, compuesto y sin novia. Y eligen sorprendentemente a José Luis Rodríguez Zapatero como nuevo Secretario General del PSOE. En aquel 22 de julio del año 2000, el nuevo líder del PSOE podía haber repetido con toda tranquilidad, cómo no, el Veni, vidi, vici que pronunció Julio Cesar, después de derrotar a Farnaces II del Ponto en la batalla de Zela.

jueves, 15 de marzo de 2018

LOS SUEÑOS DEL NACIONALISMO CATALAN



VIII  – Fracasa la creación del Estado Catalán en 1873


Poco tiempo después de ser coronado como Rey de España, Felipe V, el animoso,  pone rumbo a Cataluña, llegando a Barcelona el 12 de octubre de 1701. Ese mismo día, se reúne con los tres brazos de las Cortes catalanas, el eclesiástico, el militar o noble y el real o de las villas en un convento franciscano y jura, ante ellos, que guardará fielmente todas las leyes y fueros del Principado. A continuación,  declara que quedan oficialmente abiertas esas Cortes catalanas.
En la sesión de clausura de las Cortes catalanas, que se celebró  el 14 de enero de 1702, el rey Felipe V volvió a renovar su juramento a los fueros de Cataluña y los súbditos catalanes, en señal de agradecimiento, le ofrecieron espontáneamente su fidelidad. Pero los dirigentes catalanes comenzaron a sospechar que el nuevo Rey de España era tan absolutista y tan centralista como su abuelo el rey Luis XIV. Y si esto era así, podían volver a recibir un trato tan vejatorio como el que soportaron durante su absurdo vasallaje del Rey de Francia. Para no correr semejante riesgo, rompen con Felipe V, y se posicionan del lado del archiduque Carlos.
Con esa inesperada ruptura, el ya Rey de España se sintió vilmente traicionado y, nada más producirse la capitulación de la ciudad de Barcelona, comenzó a aplicar el correspondiente castigo a los catalanes por atreverse a acometer tamaña iniquidad. Y la venganza de Felipe V llegó, como era de esperar, en forma de decreto. El 16 de enero de 1716, cuando hacía ya más de un año que había finalizado la Guerra de Sucesión Española, promulgó el famoso Decreto de Nueva Planta de Cataluña, para crear unas nuevas instituciones, de inspiración claramente castellana, que sustituían a las tradicionales del Principado catalán.
A partir del Decreto de Nueva Planta, el Principado de Cataluña, como estado que formaba parte del complejo Estado compuesto de la Monarquía Hispánica, dejó de existir y paso a ser una simple provincia de la propia Monarquía. Y para tener un control político y militar suficientemente amplio sobre Cataluña, el rey Felipe V, el animoso, se olvidó de la figura del antiguo virrey y, como ya hiciera en Valencia y en Mallorca, creó una administración totalmente militarizada. Y pone intencionadamente al frente de esta nueva institución administrativa al Capitán General, que pasa a ser la máxima autoridad civil y militar de Cataluña.

domingo, 18 de febrero de 2018

LAS IMBECILIDADES DE PEDRO SÁNCHEZ



Los políticos que padecemos en España se parecen mucho a Capaneo, aquel guerrero bravucón que encontramos en la mitología de la antigua Grecia. Este personaje destacaba precisamente, entre los valerosos luchadores de aquella época, por su fortaleza, por su valentía y, sobre todo, por su gran fanfarronería. Cuando Adrasto, rey de Argos, decide asaltar la fortaleza de Tebas, pone a su sobrino Capaneo al frente de una de las siete alas de su ejército.
Nada más llegar el ejército a los pies de  la muralla de Tebas, Capaneo se situó ante la puerta Electra y, sin consideración alguna, retó a los sitiados, mostrándoles su escudo en el que aparecía un hombre desnudo con una antorcha encendida y una leyenda sumamente provocativa que decía: “Voy a quemar la ciudad”.  Y adoptando un tono claramente desafiante, continuó soltando encendidas bravatas,  proclamando a los cuatro vientos que destruiría la ciudad aunque estuviera defendida por el mismísimo Zeus y por los demás dioses del Olimpo.
Nuestros políticos, es verdad, no compiten  con Capaneo ni en fortaleza ni en valentía, pero sí rivalizan con él en arrogancia y en bravuconería. Y cuando tienen un micrófono en sus manos o están delante de una cámara  de televisión, pierden los estribos, y aparece inmediatamente su inaguantable verborrea y su incontinencia verbal. Y como no conocen el sentido del ridículo, cuando menos lo esperas, se despachan a gusto y comienzan a soltar su rosario particular de imbecilidades. Pero no por eso, pierden la compostura y se quedan más anchos que si acabaran de descubrir el Mediterráneo.
Y entre toda esa tropa de políticos, aquejados lamentablemente de esa perniciosa logorrea, destaca precisamente Pedro Sánchez, el actual secretario general de los socialistas. Por supuesto que es un líder que no da la talla y que le queda excesivamente grande la Secretaría General del PSOE. Pero, cuando se ve  rodeado de cámaras de televisión, su petulancia no tiene límites y se pavonea como el legendario Capaneo ante las murallas de Tebas. Y para mostrarnos su aparente grandeza, intentará, eso sí, disimular sus enormes carencias, acelerando y atropellando su discurso y, sobre todo, elevando desmesuradamente el tono de voz.
Y como es incapaz de refrenar su lengua, cuando comienza a vender sus aparentes e ilusorias aportaciones sociales y las de su partido, se asemeja más a un charlatán de feria que a otra cosa. Y en sus desafortunadas peroratas, repetirá una y otra vez que los españoles y, de manera muy especial los trabajadores, pudieron mejorar sustancialmente su situación personal gracias a la intervención directa del PSOE. No olvidemos que, según Pedro Sánchez, ¡hay que tener cara!, todo esto se lo debemos a los socialistas, porque pusieron en marcha la clase media española y crearon también el Estado de Bienestar que disfrutamos.

jueves, 1 de febrero de 2018

LOS SUEÑOS DEL NACIONALISMO CATALAN

VII  La guerra de sucesión a la Corona en Cataluña





El último rey español de la casa de Austria, Carlos II, llamado ‘el  Hechizado’, murió en Madrid el 1 de noviembre de 1700, a la edad de 40 años. Se había casado en 1679 con María Luisa de Orleans, sobrina de Luis XIV de Francia, que muere en 1689 sin dejar descendencia. Volvió a probar fortuna en 1690, casándose  con Mariana de Neoburgo, hija del elector  Felipe Guillermo del Palatinado y duque de Neoburgo, con la que tampoco logró tener hijos.
Y como pasaban los años, y la salud de Carlos II empeoraba visiblemente, comenzaron las intrigas palaciegas. Contar lo antes posible con el sucesor adecuado, se convirtió sin más en una cuestión de Estado. Comenzaron las intrigas palaciegas para condicionar al Monarca a la hora de elegir uno de los candidatos posibles. El bando de cortesanos que dirigía el arzobispo de Toledo, el cardenal Luis Fernández Portocarrero, hostigaba al Rey para que se decantara, de una vez,  por Felipe de Anjou, el nieto de Luis XIV de Francia y de la hermana de Carlos II, la infanta  María Teresa de Austria, hija mayor  de Felipe IV.
La esposa de Carlos II, la reina Mariana de Neoburgo, que contaba con el apoyo de otro grupo importante de notables del Reino, apoyaba decididamente las pretensiones de su sobrino, el archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador Leopoldo I. Esta opción contaba, cómo no, con el apoyo de Austria para mantener la herencia de los Habsburgo y, por supuesto, con el beneplácito internacional de Inglaterra y Holanda, tradicionales enemigas de España y que, por añadidura, desconfiaban seriamente de las intenciones secretas del  rey Luis XIV de Francia.
Y en esa lucha abierta para condicionar la voluntad del hechizado Rey de España, como era de suponer, también tomaron parte activa los distintos embajadores europeos, especialmente el que representaba al Rey francés. Cansado de tanta presión, Carlos II decide, ya era hora, poner fin a semejante incertidumbre, y el 3 de octubre, un mes escaso antes de su muerte, hace testamento, dejando el Trono de España a Felipe de Anjou, un Borbón, nieto de Luis XIV y segundo hijo del Gran Delfín Luis de Francia, que ya había muerto.  Le obliga, eso sí, a que se contente con ser Rey de España y renuncie a la sucesión de Francia.
Tras la apertura del testamento real, casi todas las cancillerías europeas aparentaban aceptar respetuosamente la voluntad del Monarca que acababa de morir. Pero esa era una falsa percepción, ya que ese testamento reavivó nuevamente la discordia y el enfrentamiento entre casi todas esas naciones, dando lugar a la Guerra de Sucesión española. A pesar de todo, Felipe V entra en España el 23 de Enero de 1701. Y nada más llegar a Madrid, expulsa de la Corte al virrey de Cataluña, el príncipe  Jorge de Darmstadt, por ser partidario de los Austrias.