domingo, 17 de abril de 2011

BACHILLERATO DE EXCELENCIA

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, utilizó el marco de la entrega de los premios Miguel Catalán y Julián Marías, del pasado día 5 de abril, para anunciar solemnemente la creación de un  “Bachillerato de Excelencia”. A este Bachillerato accederán, según indicó la propia Esperanza Aguirre, “los alumnos que más méritos hayan acumulado en el periodo de su escolarización obligatoria". Se pondrá en práctica el próximo curso como experiencia piloto, al que accederán directamente, con carácter voluntario, los 25 mejores alumnos de la ESO, que han sido distinguidos por la Comunidad de Madrid con el Premio Extraordinario en Secundaria. 

El resto, hasta completar 80 ó 100 alumnos, se seleccionarán entre los estudiantes que hayan finalizado la Educación Secundaria Obligatoria con mención honorífica y por lo tanto con más de un ocho de nota media. Para este nuevo Bachillerato, que se iniciará el próximo curso,  se habilitará un nuevo centro, donde los estudiantes recibirán una enseñanza “más exigente”, tanto en la modalidad de Ciencias y Tecnología, como en la modalidad de Humanidades y Ciencias Sociales. Este centro contará con un director propio, un programa y unos profesores especiales, adecuados al nivel académico de los alumnos. Según palabras de Esperanza Aguirre, se trata de crear instituciones que sepan primar la excelencia, el trabajo, el esfuerzo, el talento y la dedicación, como ya ocurre en otros países europeos. Es una forma de animar a los jóvenes madrileños "a dar lo mejor de sí mismos, a esforzarse y a superarse".

Pero este proyecto,  que quiere implantar Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, por lo que parece, disgusta tremendamente a los que presumen de progresistas. En ese coro jacobino discrepante nos encontramos con la Federación de Asociaciones de Padres (FAPA), con los sindicatos de CC OO y de la UGT, los socialistas y, como no, el Gobierno actual. Cuando el PSOE, con fecha 3 de octubre de 1990,   alumbró la malhadada Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE),  creyó haber descubierto la ansiada forma de educar igualitariamente a los alumnos. La nueva Ley Orgánica de Educación (LOE) alumbrada por el Gobierno de Zapatero el 3 de mayo de 2006, derogaba la  LOGSE, no lograba corregir las deficiencias de esta  y acentuaba aún más, si cabe, su  igualitarismo pernicioso. 

La Federación de Asociaciones de Padres de la Comunidad de Madrid, Francisco Giner de los Ríos, fue la primera en levantar  la voz contra ese “Bachillerato de Excelencia”, anunciado por Esperanza Aguirre.  José Luis Pazos, presidente de esa Federación de Asociaciones, critica con dureza que se intente “disgregar” a los alumnos. "Estamos -dice- en contra de la separación del alumnado como consecuencia de sus capacidades personales”. Ante todo, agrega, hay que integrar y huir de la división. Y termina diciendo que habrá que esperar a ver en que termina todo esto, ya que la Comunidad de Madrid, a su juicio, anuncia muchas cosas “que luego no se traducen en nada”.

Los sindicatos se han sumado también a la protesta y dicen que se trata de una medida discriminatoria y  ridícula. El  secretario  general de la Federación  Regional de Enseñanza de CC.OO. de Madrid, Francisco García, reprocha a la presidenta de la Comunidad su afán desmedido de "dar bonitos titulares que no resuelven los problemas del sistema educativo madrileño". Viene a decir que se está ayudando a 80 alumnos "que no lo necesitan" y "se abandona a los que sí lo necesitan". Por su parte, Eduardo Sabina, responsable de Acción Sindical de FETE UGT de Madrid,  afirma claramente que la iniciativa de Esperanza Aguirre “va en línea” con todo lo que está haciendo, basado en el “apartheid de los alumnos”

Los partidos de la oposición en la Asamblea de Madrid tampoco se han quedado atrás en la protesta. La portavoz socialista, Carmen Menéndez, más conocida por Maru Menéndez, nos dice que  "los anuncios de la presidenta regional, Esperanza Aguirre, profundizan en su política de segregación y no dan ninguna respuesta a las necesidades educativas del alumnado madrileño". Y agrega: "La presidenta regional insiste en la segregación del alumnado y ha olvidado que la educación es un instrumento esencial para nivelar la igualdad de oportunidades”. Más tajante ha sido la secretaria de Educación del PSOE, Cándida Martínez, que afirma rotundamente que se trata de una medida que “segrega, privatiza y retrocede”. La portavoz de Educación de IU, Eulalia Vaquero, dice que es un despropósito que la Comunidad de Madrid “destine más dinero a los alumnos que menos lo necesitan”. 

Es cierto que el ministro de Educación, Ángel Gabilondo se muestra algo más precavido y contemporizador y dice que hay que atender a los estudiantes con mejor rendimiento, pero hay que hacerlo sin aislarlos ni separarlos. Y agrega que “las aulas no son solo lugares para aprender, son lugares también para convivir”. Sin embargo, el secretario de Estado de Educación y Formación Profesional ha sido algo más duro en sus aseveraciones. Insiste en la idea de que el aula “es un ecosistema donde el joven aprende a convivir con sus compañeros”. Pero es extremadamente tajante, cuando dice que “esto es separar, segregar y crear guetos”.

El argumento invocado por estos progresistas de salón se basa exclusivamente en que se discrimina a los menos dotados y a aquellos otros jovenzuelos que no quieren estudiar porque no les gusta o porque no quieren trabajar. Y para que estos, que son una rémora en el desarrollo de las clases, se sientan realizados, hay que discriminar y perjudicar gravemente a los que responsablemente se esfuerzan en el estudio. No se trata de inventar un nuevo Bachillerato. Se busca simplemente solucionar el problema con que se encuentran los jóvenes y las jóvenes que quieren aprovechar el tiempo para ampliar sus conocimientos y se lo impiden desgraciadamente los charlatanes,  los que disfrutan reventando la clase y viendo desmoralizado al profesor. 

Sería bastante más racional que se les separara incluso antes; por lo menos, al finalizar el primer ciclo de la ESO. Al finalizar segundo de la ESO ya se sabe lo que da de sí cada uno de los alumnos. Y es absurdo que, por una mal entendida equidad en el trato, se perjudique seriamente a los dos grupos. En aras de un igualitarismo absurdo, se discrimina y margina a los que quieren estudiar y se perjudica seriamente a los que acuden a las clases de mala gana y porque se les obliga. Esa separación reportaría grandes ventajas a los que trabajan y estudian con afición, ya que, al no haber interrupciones en las clases, aprovecharían mucho mejor el tiempo. 

El otro grupo, el de los que no quieren estudiar, también saldría ampliamente beneficiado. Partiendo de que no se puede obligar a nadie a hacer lo que no quiera, se les haría un gran favor, orientándoles en esa edad temprana, de acuerdo con sus aptitudes,  hacia la formación profesional. Por lo menos, no perderían el tiempo y no se lo harían perder a los demás. Y al final, como pasaba hace años, se enfrentarían a la vida siendo un buen fontanero, un buen electricista o un profesional modelo de cualquier otro oficio. De todos modos, eso sí, habría que dejar siempre alguna puerta abierta para que se reintegren de nuevo al primitivo grupo, si reconsideran su actitud y comienzan a ser buenos estudiantes.
Los que si quieren estudiar y además valen para ello, al verse sin el freno de los revoltosos de la clase, tendrían muy poco que envidiar a los que hacen sus estudios en esos colegios elitistas, demasiado caros para la gente corriente. Y se da la circunstancia de que son muchos los progres adinerados, que alaban desmesuradamente la enseñanza pública y abogan por ese igualitarismo castrante, pero envían sus hijos a esos colegios de ricos para que reciban una buena educación. ¿No se opondrán a la creación  de ese Bachillerato de Excelencia por que temen que, el día de mañana, los agraciados con la nueva forma de enseñar puedan presentar igual o mayor número de másteres que sus propios hijos y puedan hacerles una dura competencia?


Gijón, 12 de abril de 2011

José Luis Valladares Fernández

jueves, 14 de abril de 2011

EL EJEMPLO DE LA UGT

El ejemplo que nos da la UGT no puede ser más nefasto. Todavía no se han calmado los ánimos de los trabajadores públicos ni de los pensionistas, a quienes el Gobierno esquilmó  una parte significativa de sus ingresos,  no se si de motu proprio, o a instancias de Ángela Merkel. La disculpa que dio José Luis Rodríguez Zapatero, no fue otra que la terrible crisis económica que nos afecta y que él no supo atajar a tiempo. Aunque fue ya en mayo del año pasado, son muchos los que aún recuerdan su comparecencia extraordinaria en el Congreso, para anunciar públicamente el mayor recorte social de la historia reciente española.

Desde el restablecimiento de la democracia, ningún Ejecutivo había osado reducir la nómina  de los funcionarios. Zapatero fue el primero en hacerlo y en congelar las pensiones. Se habían, eso sí, congelados los sueldos en 1994 por el Gobierno de Felipe González y en 1997 por el de José María Aznar, pero nada más y así y todo a Aznar le contestaron con una huelga general. En esa comparecencia ante el pleno del Congreso del pasado año, Zapatero reconoció que los problemas de la economía española "se llaman 11,2% de déficit y 20% de desempleo".  Y comenzó a desgranar una serie de medidas, todas ellas sumamente graves, formando parte del paquete de iniciativas para situar nuestro desbocado  déficit en el 3% en el año 2013, tal como se nos exigía en Bruselas.

Se da la circunstancia de que el Ejecutivo y los sindicatos tenían pactado, desde septiembre del año anterior, una subida en los sueldos de un 0,3% de media. Pero Zapatero, sin previo aviso, rompe unilateralmente ese acuerdo y se descuelga con el anuncio de que, a partir de junio de ese año, los emolumentos de los trabajadores públicos sufrirían una rebaja media de un 5% y que serían congelados durante todo el año 2011. Y no fue ésta solamente la sorpresa anunciada en esa comparecencia extraordinaria. Había más. Indicó también que se suprimiría el famoso cheque-bebé desde el día 1 de enero de 2011. Y además, para que los jubilados no se fueran de rositas, sentenció que se anulaba la actualización pertinente de las pensiones contributivas en 2011, de acuerdo con el comportamiento del IPC.

El propio presidente del Gobierno, como no, trató de justificar medidas tan drásticas, proclamando que se trata exclusivamente de un “esfuerzo especial, singular y extraordinario”. Y  pide que todos los ciudadanos asuman semejantes o parecidos sacrificios para salir cuanto antes de la crisis económica. De ahí que haya dado un toque a los sindicatos y a los empresarios, urgiéndoles, entre otras cosas, que se pongan cuanto antes de acuerdo sobre la reforma del mercado de trabajo. También ha buscado insistentemente un acuerdo, lo más amplio posible, para poder reformar el sistema de pensiones en el marco del Pacto de Toledo.

Aunque la crisis es general y afecta cruelmente a todos los sectores habidos y por haber, la UGT sobre todo no quiere darse por enterada de las recomendaciones dramáticas de Zapatero. Las huestes que dirige Cándido Méndez no quieren dar ejemplo y solidarizarse con los auténticos paganos de esta crisis, los pensionistas y los trabajadores públicos. Y como las subvenciones recibidas a costa de los contribuyentes españoles han sido extremadamente generosas, les sobra el dinero y, en consecuencia, quieren darse el gustazo obsceno de subirse los  sueldos de una manera un tanto exagerada. 

Mediante la aprobación de su nuevo convenio, los empleados de la UGT verán como, durante el año 2011, aumentan sustancialmente sus salarios, con subidas que oscilan entre un 4,5% y un 7% anual. Una cantidad notablemente muy superior al IPC que aumentó un 3,6% en el mes de febrero. Los trabajadores de CC OO tampoco se han descuidado y también han mejorado sus percepciones salariales, no tanto, es cierto, como los de UGT, pero compensan esta diferencia con más dietas. Ambas centrales sindicales han adoptado en sus propias plantillas una subida de salarios, nada acorde con el concepto de austeridad que predica ahora el Gobierno y que ha impuesto por la brava a los trabajadores públicos. La situación laboral de España es ciertamente catastrófica, pero aún así los trabajadores de la UGT cuentan ya, desde el pasado 21 de marzo,  con el nuevo convenio, donde se les reconocen esas extraordinarias mejoras.

Para escándalo del resto de trabajadores y muy lejos de las medidas de austeridad con que se ha despachado ahora Zapatero, la UGT sigue recibiendo cuantiosas sumas de dinero público. Y comisiones obreras también. Al cierre del ejercicio de 2010, el Ejecutivo tenía comprometido con los sindicatos una cifra superior a 15,86 millones de euros, 1,2 millones más que durante 2009. Mientras que a los funcionarios se les recortaba el sueldo, se eliminaba el cheque-bebé, se congelaban las pensiones y se reducían las ayudas comprometidas con las personas dependientes, a los sindicatos se les mimaba económicamente con ayudas directas. Tanto UGT como CC OO crecieron durante 2010 en torno a un 0,8% aproximadamente.

Gijón, 29 de marzo de 2011

José Luis Valladares Fernández

domingo, 10 de abril de 2011

NUEVOS LIBERADOS SINDICALES

 Será muy difícil encontrar otro país, entre los de nuestro entorno, que pueda competir con  España, ni en parados, ni en liberados sindicales. En cualquiera de los dos campos vamos ampliamente destacados y sin  peligro alguno de que nos arrebaten ese desgraciado record que ostentamos. En cuanto a las personas que se han quedado sin trabajo, tenemos datos más o menos fiables. Eso sí, al numero oficial reconocido, tenemos que agregar otros muchos; primero los que el Ministerio de Trabajo tiene maliciosamente camuflados haciendo cursos inútiles; y también, como no, todos aquellos que no figuran en esas listas, porque tristemente no han sido capaces de encontrar su primer trabajo.
Son muchas, sin embargo, las dificultades que encontramos para saber exactamente el número de liberados sindicales que, de manera habitual,  viven del cuento y del sudor ajeno. Si los sindicatos conocen esa cifra, la guardan celosamente, aunque es muy posible que la desconozcan detalladamente. Y si les preguntas, te contestarán como Celestino Corbacho cuando aún era Ministro de Trabajo: son todos los que deben estar (por ley) y están todos los que son. La unanimidad en las cifras  dadas, tanto en el sector privado como en el público, brilla por su ausencia, siendo extremadamente abultadas las diferencias de unas fuentes a otras.
En todo caso sabemos que el número de liberados es excesivamente elevado. La cifra más frecuente que nos encontramos sobrepasa los 340.000 liberados, de los que, según la patronal CEOE, 290.000 pertenecen al sector privado. Por supuestos, no todos los liberados emplean el mismo número de horas al servicio exclusivo del sindicato. Los hay que reparten sus horas laborales entre el sindicato y la empresa que les paga. Hay otros que no aparecen por la empresa nada más que a la hora de cobrar. Son las personas que, a tiempo completo, hacen solamente labores sindicales. Su número es también muy difícil de determinar. Si nos atenemos a lo que se dice en el Estatuto de los Trabajadores, son 15 las horas ‘sindicales’ mensuales por cada 10.000 trabajadas. Esto nos daría una cifra de 50 millones de horas ‘liberadas’, más o menos la jornada de unas 40.000 personas, a tiempo completo.
Y 40.000 personas liberadas,  viviendo del cuento y al servicio exclusivo de los sindicatos, es un número escandalosamente  alto. Es cierto que hay fuentes que reducen esa cifra, pero aún así, la lista de liberados es demasiado alta. Y de ellos, un buen número pertenece al sector público. Con ser ya muchos los liberados que cobran su sueldo del erario público, el Ministerio de Trabajo amplia aún más ese número. Con tal motivo, en el Boletín Oficial del Estado del pasado día 25 de marzo concede unas ayudas, una  de 906.670 euros y otra de 296.130 euros, a los sindicatos mayoritarios. Según dicho BOE, se trata de “financiar el mantenimiento de representantes sindicales, con dedicación exclusiva a las funciones sindicales en el ámbito de la enseñanza privada sostenida total o parcialmente con fondos públicos”.
Estas ayudas, cuya suma total asciende a 1.202.800 euros, sigue diciendo el BOE citado, se conceden “para sufragar, durante el año 2011, los gastos correspondientes a salarios, cargas sociales y gastos de gestión necesarios para la retribución” de los nuevos liberados sindicales. Y se distribuirán de forma proporcional, atendiendo a la representatividad de cada organización sindical. Lo que no cabe duda es que, tomando esa cantidad y calculando unos 40.000 euros anuales por persona, tendremos aproximadamente 30 liberados más en el sector de la enseñanza privada que se, financia de los fondos públicos.
La función de estos nuevos liberados sindicales viene descrita en el mismo Boletín Oficial del Estado. Se trata de que los sindicatos agraciados "dispongan de los recursos económicos precisos para el mantenimiento de representantes sindicales que, con carácter de exclusividad, intervengan en la negociación de materias relativas al papel de ordenación y coordinación del sistema educativo que corresponden a la Administración General del Estado". Que es tanto como  decir que se les obliga, al igual que a los liberados antiguos, a la estresante labor de asistir a las distintas reuniones que convoque Ángel Gabilondo Pujol, actual titular del Ministerio de Educación.
Gijón, 28 de marzo de 2011
José Luis Valladares Fernández

jueves, 7 de abril de 2011

LA ESPANTADA DE ZAPATERO


Somos muchos los que, a comienzos de la década de los 90, disfrutamos lo nuestro siguiendo aquellos Videos de Primera, que presentaba en Televisión Española Alfonso Arús Leita. Se trataba de videos caseros, enviados por los propios telespectadores. Los protagonistas, que aparecían en estas grabaciones caseras, centraban su argumento en caídas y golpes espectaculares y se veían envueltos en abundantes situaciones llamativamente estrambóticas.  Y si los mismos videos eran  la mar de simpáticos, los comentarios que hacía el conductor del programa no se quedaban atrás y te mondabas de risa con ellos.

La espantada de José Luis Rodríguez Zapatero del pasado día 2 de abril, ante el Comité Federal del PSOE, me  recuerda a uno de esos videos. Se trataba de un  simulacro de encierro, en el que unos cuantos muchachos corrían alocadamente delante de una vaquilla, tratando de sortear su embestida. Pero no todos esos chavales eran igual de hábiles. Entre ellos, había uno extremadamente lento y torpe que, ante la proximidad de la vaquilla, se lanza sin más precipicio abajo  para librarse de ella. Se dio un buen golpe, eso sí, pero se ahorró la fuerte arremetida del animal, aunque a costa de quedar definitivamente fuera de la carrera. 

Ese es el caso de Rodríguez Zapatero, que se ha comportado como un auténtico maletilla de esos Videos de Primera. La complicada situación económica, agravada por su inconsciencia y su amateurismo irresponsable, ha llevado a España a un endeudamiento de proporciones históricas nunca vistas. Por el mismo motivo,  los sufridos ciudadanos se sienten tremendamente agobiados, como consecuencia de las excesivas tasas y los abusivos impuestos que les exigen las diversas administraciones. Si a todo esto unimos su manifiesta incapacidad para generar riqueza,  es muy lógico que  los barones de su partido  temblaran ante la posibilidad de quedarse sin sus comederos habituales.  De ahí el acoso incesante de estos sobre Zapatero para que renuncie cuanto antes a encabezar la candidatura a las próximas elecciones. No le querían, ni en los mítines de sus respectivas comunidades autónomas.

La moral de un Rodríguez Zapatero, tan amante de las fotos y tan celoso de su imagen, sufrió un duro revés ante la agobiante presión de los suyos para que abandone definitivamente y no intente aspirar de nuevo a otra legislatura. También es desmoralizante para él, el desastre electoral que cosecharía si concurriera a la reelección en 2012 y  la frialdad y la desconfianza con que le reciben los demás  mandatarios europeos. Así que, tremendamente abatido, decide   tirar la toalla y huir de sus responsabilidades. Pero, eso sí, no se va del todo. En vez de adelantar las elecciones, aguantará ahí, hasta marzo de 2012, al frente del Gobierno y de la Secretaría General de su partido. Desde este puesto, quiere influir decididamente en la búsqueda de su sucesor. Él sí dijo que, cuando llegue el momento,  no habrá “dedazo”. Pero todos sabemos el valor que tienen las promesas y las afirmaciones de Zapatero.

Como Zapatero es un hombre tremendamente orgulloso, no quiere que los ciudadanos se enteren de que fueron sus propios barones los que le obligaron a tomar semejante determinación. Se sentiría profundamente humillado y quiere disimular esa prosaica realidad. Intenta hacernos ver que es él el que deja voluntariamente el poder. Con más cara dura que vergüenza, disimula su defenestración anunciando en su discurso que, desde que fue elegido presidente en 2004, ya había decidido permanecer únicamente dos legislaturas en el cargo, por ser esto, según dice, lo más conveniente para el país. Y para dar más verosimilitud a su generosidad altruista,  agrega: “Permitidme que añada que también pensaba que sería lo más conveniente para mi familia”. Y asegura con toda su osadía, que  renuncia ahora a la candidatura en 2012, guiado exclusivamente por la “responsabilidad personal” con su país y con su partido.

A estas alturas de la película, no es fácil que Zapatero nos haga creer que su abandono es debido a una noble determinación que tomó allá por el año 2004. Fiel a sí mismo, intenta una vez más disfrazar la realidad. Y lo hace precisamente ahora, cuando los suyos le han puesto entre la espada y la pared y cuando es consciente de que si se presenta de nuevo a las elecciones, sufriría con toda seguridad una derrota mayúscula. El gobernante que decide poner un plazo a la duración de su mandato, no espera a que se aviste la hecatombe electoral, lo hace desde un principio, como hizo José María Aznar. 

Zapatero quiere hacernos ver que ejercerá su responsabilidad como presidente “hasta el final, hasta el último día”, cumpliendo meticulosamente todos los compromisos que tiene adquiridos ante los ciudadanos. Pide a los suyos que no ahorren esfuerzos y se vuelquen en las elecciones autonómicas y municipales, porque en ambas, según dice sin rubor alguno, “está en juego el día a día de nuestro estado social, el rigor en la gestión de las cuentas públicas, la sensibilidad de los servicios públicos y sus destinatarios y, además, la búsqueda de la cooperación entre administraciones para alcanzar la prestación más eficiente posible de esos servicios”. Afirma rotundamente que si los socialistas actúan así, con garra y con fuerza, “siendo más fuertes que nadie”, revalidarán la confianza mayoritaria de los ciudadanos. Pero para lograrlo, tenemos que seguir concentrados en el trabajo que estamos haciendo por el país.

Recomienda al partido que  respete los tiempos y los procedimientos para activar el proceso de primarias. Será el Comité Federal quien los determine una vez pasadas las elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo próximo. En ningún caso, dice, podemos distraernos “de nuestra tarea principal que es desarrollar las reformas, consolidar la recuperación económica y abrir el tiempo de la creación de empleo”. Esto demuestra que Rodríguez Zapatero sigue soñando despierto. Como es incapaz de percibir la auténtica realidad que le rodea, no sabe que  muchos de nuestros problemas económicos comenzarían a resolverse en el mismo momento en que anuncie el adelanto de las elecciones generales.

El llamamiento de Zapatero, para que se aparque el debate de primarias hasta después del 22 de mayo, está condenado al fracaso. Antes de concluir la reunión del Comité Federal, ya se habían desatado las hostilidades entre los barones del partido y los zapateristas. Y la batalla sucesoria que se avecina va a ser de época. Las primeras puñaladas del marrullero Rubalcaba, tratando de descolocar a Carmen Chacón, no se han hecho esperar. Claro que la ministro de Defensa tiene unos antecedentes nada recomendables. Es de dominio público su connivencia con las tesis de Pepe Rubianes y, hasta su llegada al Gobierno, nunca disimuló sus insultantes aspiraciones separatistas. 

Pero a Rubalcaba le conocemos todos muy bien. Es un habitual de las cloacas del Estado, donde se mueve mejor que nadie, y no se arredra ante la mentira, por obscena que sea ésta. Fue el portavoz del Gobierno durante el apogeo de los GAL, y en 2004, con motivo del siniestro atentado del 11M, se saltó cínicamente hasta las más elementales normas fijadas para periodos electorales, no respetando ni siquiera la jornada de reflexión. Tampoco podemos descartar que no estuviera detrás de aquellos misteriosos SMSs que dieron lugar a aquellas concentraciones “espontaneas” ante las sedes del Partido Popular. Fue entonces cuando  Rubalcaba, haciendo una excepción, pronunció la única verdad de su vida: “Los ciudadanos españoles se merecen un gobierno que no les mienta, que les diga siempre la Verdad.”. Después vendría la nefasta negociación política con ETA, el pestilente caso del bar Faisán y la posible colaboración con banda armada. Esperemos que haya alguna persona con mejor bagaje para hacerse cargo de la Secretaría General del Partido Socialista.

Gijón, 5 de abril de 2011

José Luis Valladares Fernández

domingo, 3 de abril de 2011

NEGOCIANDO CON ETA DE IGUAL A IGUAL


Es evidente que el Estado de Derecho en España, desde la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero a la presidencia del Gobierno, ha sufrido un enorme deterioro. Nuestras leyes serán todo lo ejemplares y justas que se quiera, pero no garantizan realmente los deberes, los derechos y las libertades fundamentales de todos los ciudadanos españoles más que de un modo puramente teórico. Pues los miembros del Gobierno, pese a su juramento o promesa, son los primeros que, si interesa, ni cumplen esa ley, ni la hacen cumplir. Y cuando las leyes están sometidas a diversos condicionantes ocasionales, es lógico que el Estado de Derecho se tambalee peligrosamente.

No es de recibo que nuestro Gobierno, sabiendo que es el pueblo el dueño y soberano del poder, actúe tan a la ligera en temas tan delicados como el terrorismo de ETA. Es un hecho ampliamente comprobado que Zapatero, de manera directa o a través de alguno de sus ministros o de terceras personas, ha estado negociando políticamente con ETA, antes y después de la voladura  de la Terminal 4 del Aeropuerto de Madrid-Barajas. Ha compadreado con los asesinos, traicionado miserablemente a las víctimas del terrorismo  y se ha reído de  los ciudadanos que le pagan el sueldo,  abusando cínicamente de su buena fe. 

Rodríguez Zapatero comenzó su innoble peripecia ya en el año 2000, prácticamente nada más acceder a la Secretaria General del PSOE. En ese año, después varios actos terroristas,  propone al Gobierno de Aznar el tan traído y llevado Pacto de las Libertades y contra el Terrorismo, que se firma por fin en diciembre de ese mismo año. Acto que visto así, aisladamente, merecería todo nuestro reconocimiento, pero que hoy día nos vemos obligados a criticar con dureza extrema por lo que escondía detrás. Cuando Zapatero propuso ese pacto, ya  estaba conversando con ETA a través de miembros de su partido. Y esas conversaciones se transformaron rápidamente en auténticas negociaciones políticas una vez investido presidente del Gobierno en 2004. Le urgía pasar a la historia como el pacificador providencial del País Vasco y Navarra. 

Al comenzar a negociar seriamente con la banda terrorista, Zapatero ya cuenta con Alfredo Pérez Rubalcaba para pilotar ese absurdo proceso de paz, buscado al margen  de la ley y del Estado de Derecho. Rubalcaba, utilizando sus marrullerías innatas para manipular el desgraciado atentado del 11 de marzo, había sido el artífice indiscutible de la victoria electoral. Además había formado parte del Gobierno de Felipe González en los años más crudos de la guerra sucia contra ETA. Esto le daba un plus para desenvolverse con soltura en las pestilentes aguas de las cloacas del Estado. A instancias de la banda terrorista, y para sacarle mayor partido a esa incalificable negociación política, Zapatero sustituye a José Antonio Alonso en el Ministerio  del Interior por el incombustible Alfredo Pérez Rubalcaba en abril de 2006.

Como en toda negociación, también en ésta había encuentros y desencuentros, como consecuencia de los incumplimientos del Gobierno, según indica la banda terrorista. Y es en un contexto de desencuentro en el que se deteriora claramente el proceso de negociación, cuando ETA rompe su compromiso y el 30 de diciembre de 2006 provoca el atentado de la Terminal 4 de Barajas, con el resultado de dos ecuatorianos muertos. Y  esto ocurre precisamente al día siguiente de su comparecencia ante la prensa para hacer el balance anual de su gestión. En esa comparecencia,  Zapatero no sabe que a las pocas horas va a saltar por los aires la Terminal 4 del aeropuerto y confiando plenamente en el proceso de paz puesto en marcha, confiesa muy ufano que estamos “mejor que hace cinco años” y que “hace un año”. Es más, manifestó su “convicción personal” de que “dentro de un año estaremos mejor que hoy” y con mejores perspectivas de conseguir el fin de la violencia terrorista.

Después del desconcierto provocado por la explosión inesperada de la furgoneta bomba de Barajas, Rubalcaba, en nombre del Gobierno,  hace una primera valoración y dice que el atentado “rompe el alto el fuego permanente”, porque “la violencia es incompatible con el diálogo en cualquier democracia”. Más tarde, es el propio presidente del Gobierno el que comparece públicamente y confiesa que ha ordenado “suspender todas las iniciativas” previstas para establecer un diálogo con ETA, mientras la banda terrorista no tenga una “voluntad inequívoca” de abandonar la violencia. Muchos creyeron en la sinceridad de Zapatero y dieron por muerto definitivamente el proceso de paz.

A pesar de la aparente firmeza mostrada por Zapatero y por Rubalcaba ante el atentado de Barajas, pronto se les pasó el enfado y volvieron a pedir a ETA reabrir nuevamente la negociación. La banda terrorista debía  comprometerse, eso sí,  a no hacer más atentados y a mantener en el más estricto secreto los diversos encuentros entre los emisarios del Gobierno y los representantes de ETA. La imbecilidad de los negociadores que representaban al Gobierno llegó a tales extremos que admitieron sin más  la tesis de los etarras, planteando la negociación en un contexto de reciprocidad. Esto es, los miembros de ETA, en vez de asesinos y terroristas, eran valientes  gudaris, en guerra con España. Llegaron incluso a ofrecer dinero a la banda etarra, a través de alguna organización internacional, y que, a cambio,  abandonaran el habitual proceso  de extorsión a los empresarios.

Las actas de ETA, incautadas a Francisco Javier López Peña, alias Thierry, nos demuestran que Zapatero estaba detrás de todos los contactos con miembros de la banda terrorista antes y después del atentado de la Terminal 4. El nombre del presidente del Gobierno aparece repetidamente  en las mismas, y hasta le asignan el apodo en clave de “Gorburu”. Desde el Ejecutivo tratan de quitar valor probatorio a estos documentos por venir de quien vienen. Tanto Rubalcaba como José Blanco los califican sin más de “bazofia llena de mentiras”. Pero se olvidan de algo elemental. No se trata de un comunicado de ETA escrito para ser publicado en Gara
.
Este es un escrito interno de la banda, incautado policialmente por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, en el que vemos que todos los hechos constatables de que habla, se han cumplido al pie de la letra, como la sustitución de Eduardo Fungairiño al frente de la Fiscalía de la Audiencia Nacional por otro más bizcochable, el trato de favor dado al asesino en serie De Juana Chaos y su libertad posterior y, como no, la llegada del propio Alfredo Pérez Rubalcaba al Ministerio de Interior. Es lamentable el hecho de que estos documentos tengan más credibilidad que las proclamas del Gobierno, pero es así. Tanto Zapatero como sus adláteres no han hecho más que mentir. Rubalcaba en concreto solamente ha dicho una verdad en su vida y fue al expresar que  “España no se merece un Gobierno que mienta”

Gijón, 2 de abril de 2011

José Luis Valladares Fernández