El novelista ruso Dostoievski, allá por el año 1870, y en su novela los Demonios, da vida a un personaje sumamente interesante, llamado Verjovenskii. Dostoievski analiza el perfil psicológico del protagonista de esta obra literaria con todo detalle. Se trata de una persona muy polémica, carente de interioridad, y con un yo totalmente disgregado y caótico que tiene algo de demonio rebelde y, a la vez, algo de ángel redentor.
Casi siglo y medio después, aparece en escena José Luis Rodríguez Zapatero, que parece el alma gemela de Verjovenskii. Son muchas cosas las que tienen en común ambos personajes. Verjovenskii, según la descripción de Dostoievski, es todo un arribista político, que se apoya en las masas y que no renuncia a utilizar el hambre, la miseria y el dolor de los desarrapados para conseguir sus objetivos, a veces no muy limpios, y que hecha mano hasta de la subversión si de ella saca algún beneficio inmediato. Son esas muchedumbres, carentes de lo más elemental, las que le dan fuerza y le animan a actuar como un ser superior y fanático.
Desde que Zapatero llegó a la Moncloa actúa y obra aquí en España como Verjovenskii en la Rusia zarista y prerrevolucionaria. Como el revolucionario de la novela, Zapatero se constituye en el portavoz de los pobres a quienes dice defender y en el azote de los ricos, ante los que se arruga. Pero como Verjovenskii, más que ayudar a las muchedumbres necesitadas, las utiliza, se sirve de ellas miserablemente para reforzar su liderato tambaleante. A la vista está que, con Zapatero, el pobre es cada vez más pobre y el número de los necesitados aumenta progresivamente. Ya hay en España más de 8 millones de personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza.
Con frecuencia, se sirve cínicamente de los más necesitados. No duda en acudir a la mentira y en usar con fruición cualquier tipo de trapacería para convertir a estas masas de manera interesada en la voz de su amo. Pero cuando hay en juego algún interés a la vista, ni la propia evidencia le detiene. Para lograr sus fines, les llena de atractivas promesas que no cumple nunca y ofrece repartir con ellos, de una u otra manera, parte de lo acumulado despiadadamente por los ricos y los especuladores.
Y al igual que las muchedumbres descalzas y rotas apoyaban ciegamente a Verjovenskii, los españoles pobres, los que se ven cada vez más necesitados, cierran filas de manera patética e incomprensible alrededor de Zapatero, a pesar de que salen siempre defraudados. Y cuando interesa, que es casi siempre, la mentira y el engaño forman parte del operativo de este personaje incoherente que nos gobierna y que cada vez nos hunde más en el desastre económico. Ahí están las últimas elecciones generales de 2008, donde Zapatero ocultó interesadamente nuestra situación económica, mintiendo con el descaro más reprobable, afirmando una y otra vez que vivíamos en una especie de Arcadia feliz, como ningún otro país europeo. Lo nuestro era la “Champions League” de la economía.
En el discurso de Zapatero aparecen frecuentemente los términos de “bienestar social” y “gasto social”. Son términos que, evidentemente, ha puesto en circulación el socialismo. Y Zapatero los utiliza profusamente en beneficio propio. Pero la historia es terca por demás y nos demuestra que, con el socialismo en el poder, el “bienestar social” decrece y se deteriora y el “gasto social” su trueca en una exigua limosna o en un mero acto de beneficencia. Y con Zapatero, dada su manera voluntarista de actuar y el populismo exagerado que utiliza, esa tendencia se acentúa considerablemente. Tienen que venir los denostados Gobiernos de derecha, o de centroderecha, para que aumente y se refuerce el “bienestar social”. En cuanto al “gasto social”, manteniendo las asignaciones puramente asistenciales, e incluso mejorándolas, sustituirán las limosnas por puestos de trabajo, lo que permitirá a muchas más personas vivir holgadamente, sin las estrecheces a que les obliga una simple ayuda social.
Como Verjovenskii, Zapatero tiene una personalidad muy difusa, desestructurada psicológicamente por el comportamiento interno de su yo, que unas veces se comporta como un yo empírico y otras como un yo público o político. Esto provoca esa incoherencia típica de Zapatero que le inhabilita para elegir adecuadamente los momentos oportunos para actuar y, más aún, para adoptar las medidas precisas para salvar las situaciones de riesgo que se presenten. También él, como el protagonista de los Demonios, sobrevalora su imagen de líder y de conductor de masas, lo que le impide adoptar medidas impopulares, aunque sean sumamente necesarias. De ahí que, a pesar de la recesión que padecemos, agravada por su propia inoperancia, no adoptara, ni a tiempo ni a destiempo, ninguna de las medidas estructurales que se necesitaban y que han llevado a otros países a iniciar su recuperación.
Para este tipo de medidas malmiradas busca compartir responsabilidades con jefes de otros partidos, en caso de lograr un pacto con ellos. Si no se llega a ese pacto, Zapatero no hará nada y continuaremos hundiéndonos cada vez más en el pozo de la recesión, pero entonces, los culpables serán los otros por no haber “arrimado el hombro”. Con este proceder, demuestra un elevado grado de cobardía, ya que cuenta con los apoyos precisos para tomar cualquier tipo de decisión. Lo demostró con las nefastas leyes del aborto y de la memoria histórica. Además, él es el responsable del Gobierno. Que se deje de disculpas y que reconozca abiertamente que carece de la valentía que demostró José María Aznar en 1996, con un Gobierno más minoritario que el que tiene hoy Zapatero.
Gijón, 1 de Marzo de 2010
José Luis Valladares Fernández
Casi siglo y medio después, aparece en escena José Luis Rodríguez Zapatero, que parece el alma gemela de Verjovenskii. Son muchas cosas las que tienen en común ambos personajes. Verjovenskii, según la descripción de Dostoievski, es todo un arribista político, que se apoya en las masas y que no renuncia a utilizar el hambre, la miseria y el dolor de los desarrapados para conseguir sus objetivos, a veces no muy limpios, y que hecha mano hasta de la subversión si de ella saca algún beneficio inmediato. Son esas muchedumbres, carentes de lo más elemental, las que le dan fuerza y le animan a actuar como un ser superior y fanático.
Desde que Zapatero llegó a la Moncloa actúa y obra aquí en España como Verjovenskii en la Rusia zarista y prerrevolucionaria. Como el revolucionario de la novela, Zapatero se constituye en el portavoz de los pobres a quienes dice defender y en el azote de los ricos, ante los que se arruga. Pero como Verjovenskii, más que ayudar a las muchedumbres necesitadas, las utiliza, se sirve de ellas miserablemente para reforzar su liderato tambaleante. A la vista está que, con Zapatero, el pobre es cada vez más pobre y el número de los necesitados aumenta progresivamente. Ya hay en España más de 8 millones de personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza.
Con frecuencia, se sirve cínicamente de los más necesitados. No duda en acudir a la mentira y en usar con fruición cualquier tipo de trapacería para convertir a estas masas de manera interesada en la voz de su amo. Pero cuando hay en juego algún interés a la vista, ni la propia evidencia le detiene. Para lograr sus fines, les llena de atractivas promesas que no cumple nunca y ofrece repartir con ellos, de una u otra manera, parte de lo acumulado despiadadamente por los ricos y los especuladores.
Y al igual que las muchedumbres descalzas y rotas apoyaban ciegamente a Verjovenskii, los españoles pobres, los que se ven cada vez más necesitados, cierran filas de manera patética e incomprensible alrededor de Zapatero, a pesar de que salen siempre defraudados. Y cuando interesa, que es casi siempre, la mentira y el engaño forman parte del operativo de este personaje incoherente que nos gobierna y que cada vez nos hunde más en el desastre económico. Ahí están las últimas elecciones generales de 2008, donde Zapatero ocultó interesadamente nuestra situación económica, mintiendo con el descaro más reprobable, afirmando una y otra vez que vivíamos en una especie de Arcadia feliz, como ningún otro país europeo. Lo nuestro era la “Champions League” de la economía.
En el discurso de Zapatero aparecen frecuentemente los términos de “bienestar social” y “gasto social”. Son términos que, evidentemente, ha puesto en circulación el socialismo. Y Zapatero los utiliza profusamente en beneficio propio. Pero la historia es terca por demás y nos demuestra que, con el socialismo en el poder, el “bienestar social” decrece y se deteriora y el “gasto social” su trueca en una exigua limosna o en un mero acto de beneficencia. Y con Zapatero, dada su manera voluntarista de actuar y el populismo exagerado que utiliza, esa tendencia se acentúa considerablemente. Tienen que venir los denostados Gobiernos de derecha, o de centroderecha, para que aumente y se refuerce el “bienestar social”. En cuanto al “gasto social”, manteniendo las asignaciones puramente asistenciales, e incluso mejorándolas, sustituirán las limosnas por puestos de trabajo, lo que permitirá a muchas más personas vivir holgadamente, sin las estrecheces a que les obliga una simple ayuda social.
Como Verjovenskii, Zapatero tiene una personalidad muy difusa, desestructurada psicológicamente por el comportamiento interno de su yo, que unas veces se comporta como un yo empírico y otras como un yo público o político. Esto provoca esa incoherencia típica de Zapatero que le inhabilita para elegir adecuadamente los momentos oportunos para actuar y, más aún, para adoptar las medidas precisas para salvar las situaciones de riesgo que se presenten. También él, como el protagonista de los Demonios, sobrevalora su imagen de líder y de conductor de masas, lo que le impide adoptar medidas impopulares, aunque sean sumamente necesarias. De ahí que, a pesar de la recesión que padecemos, agravada por su propia inoperancia, no adoptara, ni a tiempo ni a destiempo, ninguna de las medidas estructurales que se necesitaban y que han llevado a otros países a iniciar su recuperación.
Para este tipo de medidas malmiradas busca compartir responsabilidades con jefes de otros partidos, en caso de lograr un pacto con ellos. Si no se llega a ese pacto, Zapatero no hará nada y continuaremos hundiéndonos cada vez más en el pozo de la recesión, pero entonces, los culpables serán los otros por no haber “arrimado el hombro”. Con este proceder, demuestra un elevado grado de cobardía, ya que cuenta con los apoyos precisos para tomar cualquier tipo de decisión. Lo demostró con las nefastas leyes del aborto y de la memoria histórica. Además, él es el responsable del Gobierno. Que se deje de disculpas y que reconozca abiertamente que carece de la valentía que demostró José María Aznar en 1996, con un Gobierno más minoritario que el que tiene hoy Zapatero.
Gijón, 1 de Marzo de 2010
José Luis Valladares Fernández
Verchovenski es la verdadera alma maldita de la acción y en ello se refleja zp en un nihilismo negativo o lo que podriamos llamar la autodestrucción,negligencia o como queramos llamarlo.
ResponderEliminarLa falta de respeto a los hechos que estamos sufriendo y el pasotismo carente de toda responsabilidad lleva a este país a tal miseria.
Viendo el futuro a priori estamos sufriendo carencias fundamentales de bienestar y con esto vamos a peor.
Hoy han dado datos sobre el paro y vamos al caos.
El gasto social se desborda y el trabajo escasea ahora más que hace unos dias, sin soluciones que no te empobrezca más de lo que están haciendo, tiran de subidas de impuestos,de IRPF, hacienda no va a dejar titeres con cabeza, la jubilación a los 67 y tantas soluciones del ancho del embudo, sosteniendo a unos politicos inutiles que lo único que sabe hacer es chuparnos la sangre a hasta que no nos quede ni una sola gota.
Me ha gustado su escrito en el post y la comparación con Verchovenski no queda indiferente.Aunque los personajes de la novela eran cuatro, Verchovenski era la verdadera alma perversa.
Saludos cordiales
Amigo E..P..
ResponderEliminarNo podemos engañarnos, Zapatero, desde que llegó a la Moncloa a bordo de un tren de mercancias despanzurrado con explosivos, se ha hecho a la idea de que el estado es suyo y como tal lo administra, como si fuera su finca particular. Y lo hace de manera que no pueda perderlo. Él se rie de quienes piensan que los gobernantes son simples servidores del Estado. De ahí las trapacerías a que nos tiene acostumbrados.
Saludos
Todos hablamos de la sulpabilidad de Zapatero por lo mal que lo está haciendo. En esto creo no somos del todo justos, ya que no es solamente Zapatero el culpable. El no apareció ahí en ese puesto por generación espontanea. Hay unos 11.000.000 de personas que son tan culpables como él, ya que se dejaron embaucar por sus solemnes mentiras y con sus votos le pudieron ahí.
ResponderEliminarComo bien dices, José Luis, ZP busca apoyos ahora que se ve con la soga al cuello para hacer a todos copartícipes de sus fracasos, sobre todo al PP. ¿Por qué no buscó apoyo cuando impulsó otra serie de leyes, como la ley del aborto, los matrimonios gays, la ley de la memoria histórica, la tramitaciób del Estatuto de Cataluña, etc...?
ResponderEliminarMagnífico post,querido Jose Luis.
ResponderEliminarYo añadiría que además,Zapatero,esta poseido e imbuido de un espíritu visionario y mesiánico que le hace sumamente peligroso e imprevisible.
Toda su gestión se caracteriza por una contínua huida hacia ninguna parte en base a los criterios irracionales,suicidas, de un Presidente que vive en un mundo virtual de ensoñaciones y mentiras.