
Contrasta este reparto de subvenciones, que podemos tildar de ideológicas, con el mayor recorte de derechos sociales realizado en España desde la reinstauración de la democracia y con sus continuas apelaciones a que el ciudadano corriente debe apretarse el cinturón. Hay que macizar previsoramente entre colectivos más o menos afines para garantizarse futuros apoyos electorales. Entre estos colectivos se encuentran los sindicatos, un buen número de fundaciones amigas y, cómo no, varios movimientos de homosexuales y feministas. Y claro está, no podían faltar los titiriteros, los de la ceja y todo ese mundo de vividores, amigotes y paniaguados, acostumbrados a vivir de la mamandurria oficial.
Había cierta expectación, a la vista de las dolorosas medidas del tijeretazo social que le obligaron a tomar, para saber si Zapatero cerraba definitivamente el grifo por donde se le iban tantos millones de euros de manera poco razonable. La obligación de reducir gastos, impuesta por la Unión Europea, llevó a Zapatero a improvisar una vez más y optó por lo más fácil, dejar intacta su capacidad de distribuir prebendas a su antojo y ahorrarse unos cuantos millones de euros a costa de los más débiles, los pensionistas y los trabajadores públicos.
A pesar de que los jubilados, con pensiones generalmente exiguas, pierden poder adquisitivo cada vez que se las actualizan, el decretazo social de Zapatero les obliga a contribuir con su óbolo a la reducción del déficit público. La congelación de las pensiones, les privará, a finales de año, de la actualización correspondiente. Formando parte del mismo recetario socialista, tenemos a los trabajadores públicos, funcionarios o no, a los que se les recorta el sueldo una media del 5%, para dar respuesta a la llamada de atención de la Unión Europea. A estas peculiares medidas se unen otras no menos chocantes, que tienen que soportar también los más débiles económicamente, como la supresión del cheque bebé y la desaparición de los famosos 400 euros.
La austeridad proclamada por el Gobierno, en realidad, se reduce a eso, a recortes drásticos en los sueldos de los funcionarios y los empleados públicos y la congelación de las pensiones y, además, pedirles encarecidamente que aprieten su cinturón. Pero, por lo que vemos, ni la congelación de las pensiones, ni la reducción de los salarios de los funcionarios, han servido para que Rodríguez Zapatero cerrara definitivamente su particular tómbola. El Boletín Oficial del estado del pasado día 4 lo demuestra perfectamente. Pese a la situación económica que atraviesa España, el jefe del Ejecutivo repartió con total impunidad, durante la primera semana de este mes de agosto, la bonita cifra de 91 millones.
Entre los agraciados con ese generoso reparto de dinero, como es habitual, tenemos a los sindicatos que, de esos 91 millones repartidos, se quedan con 29.036.380 euros, 128.096 euros más que en el ejercicio anterior. Las centrales sindicales más beneficiadas han sido, como siempre, UGT y CC.OO, que recibirán, cada una de ellas, más de 11,2 millones de euros. La central sindical CSI-CSIF se lleva un interesante pellizco de 4.572.261,93 euros. Los demás sindicatos minoritarios reciben cantidades testimoniales hasta completar los 29 millones de euros. Con Zapatero, los responsables de las centrales mayoritarias se han convertido en verdaderos parásitos que no piensan más que en cobrar del Estado. Desde la llegada de Zapatero a La Moncloa, las prebendas de estas centrales sindicales se cuadriplicaron, recibiendo un 400% más de ayudas estatales que anteriormente.
Esta es la relación completa del dinero que el Gobierno proporciona graciosamente a los sindicatos a costa de los contribuyentes, copiada directamente del BOE del día 4 de este mes de agosto:

Hay otras subvenciones, alguna de ellas muy llamativa, como la destinada a la consabida memoria histórica. El Gobierno ha destinado casi 5,7 millones de euros para la localización y exhumación de víctimas del franquismo, y para realizar documentales relacionados con la Guerra Civil. Tratarán de realizar alguno más como los protagonizados por Almodóvar y Javier Barden, entre otros. Y como aquellos documentales, estos serán también claramente tendenciosos y sectarios, de modo que fomenten el odio y reabran nuevamente heridas pasadas, para así curar las que en la actualidad tiene abiertas Zapatero.
Por el mismo precio, y amparándose en la promoción de la cultura, el Gobierno aprueba otras subvenciones, todas ellas de corte ideológico. Zapatero se ha mostrado una vez más extremadamente generoso con fundaciones afines y allegados políticos. La Fundación Ideas para el Progreso, que controla Jesús Caldera, fue agraciada con 30.000 euros para gastar en "Cine español e inmigración". Esta misma Fundación recibe otros 15.000 euros, con la intención un tanto peregrina, de que organice un curso sobre "La influencia cultural de España en Estados Unidos". También se lleva otros 30.000 euros la Fundación Socialismo sin Fronteras, ésta con lazos en Izquierda Unida.
A través del Ministerio de Cultura, Zapatero regala otros 3 millones de euros al sindicato de la ceja y similares, con la consabida disculpa de “promoción de la cultura”. Llaman la atención los 6.000 euros que se destinan para los “jóvenes poetas andaluces” y, más aún, que sea precisamente la entidad de Cándido Méndez la encargada de gestionar ese dinero. La Academia de Cine y la vertiente catalana de la misma, faltaría más, reciben 33.000 euros por reparto. Tampoco va de vacío la asociación que se dedica al Estudio de la deportación y el Exilio Español, ya que se ve favorecida con 5.000 euros, exactamente el doble de lo que se lleva el Foro de la Memoria de Bélgica, embarcado en el proyecto titulado "Españoles en la Segunda Guerra Mundial: historia y memoria".
No habrá dinero para infraestructuras ni para inversiones industriales, y ni siquiera para mejorar el Estado de Bienestar social. Pero no puede faltar para los sindicatos, ni para las asociaciones de memoria histórica, ni para los actores y ni para las fundaciones amigas. Ya se encarga solícitamente nuestro Gobierno de obsequiar a estos colectivos para que no noten, en absoluto, los molestos efectos del tijeretazo social. Con este fin, desde el Gobierno, se pide un mayor sacrificio a los ciudadanos corrientes. A los privilegiados no les puede faltar nada y, claro, el Gobierno está para eso, para favorecer a los afines y amigos y para pagar algún que otro favor electoral.
Barrillos de Las Arrimadas, 16 de agosto de 2010
José Luis Valladares Fernández