jueves, 22 de noviembre de 2012

PROBLEMAS CON LA ENSEÑANZA EN CATALUÑA


Con el derrocamiento de Isabel II en 1868 se abre en España un período político sumamente inestable, y en un corto espacio de tiempo nos encontramos con sucesos tan diversos como el reinado de Amadeo I de Saboya y la proclamación de la Primera República Española. Tratando de poner freno a tanto desaguisado político, el general Arsenio Martínez Campos proclama rey de España a Alfonso XII en diciembre de 1874 en un  pronunciamiento que tuvo lugar en Sagunto (Valencia). Con esta Restauración  Borbónica esperaban lograr, al menos, una mayor estabilidad en los sucesivos Gobiernos.

Y así fue efectivamente. Los Gobiernos eran mucho más estables pero, a cambió, creció desmesuradamente la oligarquía y aumentó sin tasa el número de los caciques locales. La culpa de esto hay que achacársela al sistema ideado por Antonio Cánovas del Castillo, líder del Partido Conservador para alternarse en el poder con el Partido Liberal que encabezaba  Práxedes Mateo Sagasta. Sin el menor rubor, y antes de que las elecciones tuvieran lugar, pactaban descaradamente los distritos electorales en los que ganaría cada uno de ellos, sin dejar opción alguna a las demás opciones políticas.

Para que no hubiera sorpresas cuando se celebraran las elecciones y los resultados se adaptaran plenamente  a los acuerdos previos, se recurría a los caciques locales y rurales. Estos eran los que se ocupaban, cada uno en su distrito, de manipular y amañar las elecciones para que la victoria se la llevara la formación política prevista de antemano. Para asegurar el resultado pactado, cualquier truco era bueno; unas veces se recurría al “pucherazo” y, otras, se incluían en el censo a personas ya fallecidas o se impedía el acceso a las urnas a determinados sectores de la población. Era así de sencillo para que el resultado de las urnas coincidiera exactamente con los deseos de los conservadores y los liberales.

Era Antonio Cánovas del Castillo el que llevaba la voz cantante y sus directrices, excesivamente  conservadoras, además de perjudicar el desarrollo normal de la democracia en España, incidían perniciosamente sobre los territorios de ultramar. Buena prueba de ello es que, como consecuencia de su desastrosa política, se independizaron Cuba, Puerto Rico y Filipinas  en el fatídico año de 1898. Por si fuera esto poco, no mucho después de esa fecha, se procede a la venta a Alemania de las islas Marianas y Carolinas que teníamos en el Pacífico.

La pérdida de las colonias españolas, desde el punto de vista meramente económico, tuvo sus consecuencias, pero no muy graves ya que, desde muchos años antes de la independencia de Cuba, los intercambios comerciales eran prácticamente nulos. Pero desde el punto de vista político y moral, los efectos ocasionados por esa pérdida tienen mucha más importancia, desembocando en lo que los intelectuales de la época denominaron “Desastre del 98”.  La pérdida de esos territorios puso de manifiesto el poco peso específico que tenía España entonces en el ámbito internacional.

Y fueron precisamente los literatos y los filósofos o pensadores españoles más importantes del momento,  los primeros en desilusionarse y, a partir de entonces, dejaron traslucir su enorme desmoralización y su pesimismo en todos sus escritos. Surge así la llamada “Generación del 98”, integrada, entre otros,  por escritores de la talla de Miguel de Unamuno, Pio Baroja, Antonio Machado, Ramiro de Maeztu, Ramón María del Valle-Inclán y José Martínez Ruiz, más conocido por el seudónimo “Azorín”.

De todos los escritores de la Generación del 98, quizás sea Unamuno el más afectado por ese ambiente de fracaso político y cultural que culminó en el Desastre del 98. Y por eso se enfrenta con vehemencia a la cruda realidad. Busca desesperadamente poner remedio a tan dramática situación para devolver a España el prestigio internacional perdido recientemente. En un principio piensa que se resuelve favorablemente la situación acercando España a Europa. Es por lo que clama con todas sus fuerzas aquel “¡Muera don Quijote!”, para no tener trabas para europeizar a España.

Más tarde reflexiona y piensa que, dada la riqueza de la  cultura española, tal como se refleja en el arte, en la lengua y en las costumbres tradicionales, para europeizar a España, hay que españolizar previamente a Europa. Dicho con palabras del propio Unamuno, no podremos digerir la parte de espíritu europeo que pueda hacerse espíritu nuestro, mientras no nos impongamos espiritualmente a Europa. Primero tenemos que españolizar a Europa, haciéndole tragar lo nuestro para así poder recibir lo suyo.

Los recelos y las desconfianzas que sentía Miguel de Unamuno hacia todo lo europeo, dio lugar a una interesante pelotera dialéctica  con Ortega y Gasset, europeísta convencido y miembro destacado de la Generación de 1914. En la correspondencia privada, se trataban con exquisita cortesía. Como mucho, algún exabrupto de Unamuno, pero nada más. Es en los escritos públicos, donde se llaman de todo. Ortega dice de Unamuno que es un “morabito máximo que, entre las piedras reverberantes de Salamanca, inicia una tórrida juventud hacia el energumenismo".

Miguel de Unamuno, que no entiende el espíritu laico y europeo predicado por Ortega, llamaba a éste pedante, don Fulgencio en Maburg y,  por dar preferencia a Descartes sobre San Juan de la Cruz, le tildaba de papanatas. Y lleno de resentimiento hacia Europa escribía en una de sus cartas dirigidas a Ortega: "yo me voy sintiendo furiosamente anti-europeo. ¿Qué ellos inventan cosas? Invéntenlas. La luz eléctrica alumbra aquí tan bien como donde se inventó".

Pasa ahora algo parecido con el ministro de Educación, Cultura y Deporte José Ignacio Wert. Pero la pretensión del ministro de españolizar a los estudiantes catalanes ha tenido muchos más antagonistas  que la de Miguel de Unamuno. Son muchos los que han salido en tromba contra el ministro de Educación por pretender “españolizar” a los alumnos catalanes que sistemáticamente vienen siendo “catalanizados” por las autoridades académicas de Cataluña. Era previsible que los  nacionalistas se lanzaran rabiosamente a su yugular, pero no así los socialistas que pretenden ser un partido de ámbito nacional. 

La película se desarrolló así. El pasado día 10 de octubre el diputado del PSOE, Francesc Vallés, pregunta al ministro José Ignacio Wert si considera que el crecimiento actual del independentismo en Cataluña tiene algo que ver con su sistema educativo. La respuesta del ministro de Educación no pudo ser más rotunda y concluyente: “la señora Rigau, que no es de su partido, que es de Convergencia, ha dicho el otro día que nuestro interés es españolizar a los alumnos catalanes. Lo dijo, y no con ánimo de elogio. Pues sí, nuestro interés es españolizar a los alumnos catalanes y que se sientan tan orgullosos de ser españoles como de ser catalanes y que tengan la capacidad de tener una vivencia equilibrada de esas dos identidades porque las dos les enriquecen y les fortalecen”.

José Ignacio Wert no se amilanó por los abucheos de la oposición en pleno y dejó constancia de su compromiso de buscar la manera de que, en Cataluña, los padres que así lo deseen, puedan escolarizar en castellano a sus hijos. Su intención es, según dijo, buscar una "solución viable para que todo el que quiera ser educado en Cataluña con el castellano como lengua vehicular lo pueda hacer". Aunque hayan levantado ampollas en algunos ambientes, las palabras del ministro de Educación describen, con pelos y señales, el enorme problema que impide educar adecuadamente a los alumnos catalanes.

Este problema hubiera quedado resuelto, si el propio José Ignacio Wert, y el Gobierno del que forma parte,  hubieran exigido a la Generalidad cumplir terminantemente las sentencias dictadas por el Tribunal Supremo y por el Constitucional que son obviadas sistemáticamente.  Fue Jordi Pujol el que, ante la pasividad culpable de los distintos Gobiernos,  ideo ese proyecto uniformador de las juventudes catalanas, utilizando maliciosamente el lenguaje. Se comenzó en los años 80 implantando de una manera progresiva la inmersión lingüística escolar. Pocos años después, el español había sido totalmente desterrado de las aulas catalanas.

Aunque José Ignacio Wert no habló nada más que de intenciones, su palabra “españolizar” fue tomada como un insulto por todo el establishment catalán. Se han rasgado las vestiduras la consejera de Enseñanza Irene Rigau y el portavoz de la Generalidad Francesc Homs. Se olvida Irene Rigau de que en julio de 2011 alardeó públicamente de que estaba “catalanizando” el sistema educativo. Enric Hernández, director de El Periódico, dice que la intención de Wert esel equivalente contemporáneo (y de derechas) de la rusificación estalinista”. Hasta el catalanizado Josep Antoni Duran Lleida, a veces tan pacífico, levantó esta vez el hacha de guerra, tratando al ministro de ignorante.

Como son ya varios los Gobiernos de España que han venido dando cuerda al nacionalismo catalán, estos se sienten muy crecidos y es normal que respondan así a las palabras del ministro de Educación. Pero choca enormemente el tremendo enfado de los socialistas. Llegaron tan lejos, que trataron de reprobar al ministro por afirmar que el interés del Gobierno es "españolizar a los alumnos catalanes", que es algo que debió haber hecho ya el Gobierno anterior. Dice Soraya Rodríguez que el ministro debe dimitir porque, “está claramente desautorizado para seguir siendo ministro de Educación y Cultura". Y agrega que las palabras de Wert "reproducen la peor derecha, la totalitaria, la que todos queremos olvidar".

Tampoco tienen razón los que dicen  que no se puede “españolizar” algo que es España. Quienes así hablan sacan las palabras de José Ignacio Wert de su contesto. De acuerdo que los alumnos a los que se refiere el ministro son catalanes y, aunque les pese a los soberanistas,  son también españoles. Pero desconocen la cultura y la historia española por que se les oculta de manera sistemática, y la que se les enseña ha sido, con antelación, cuidadosamente adulterada. Y hay que enseñarles la historia real de España que es también la historia de Cataluña. Hay que “españolizarles” culturalmente hablando, para que, como dice el ministro, “se sientan tan orgullosos de ser españoles como de ser catalanes”.

Gijón, 15 de noviembre de 2012

José Luis Valladares Fernández

14 comentarios:

  1. Para los nacionalistas, todo lo que sea oponerse o buscar alternativas a lo que ellos predican es anticatalanismo. Lo suyo está bien y lo de los demás siempre está mal.

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    1. Será que buscan de esa manera tapar sus vergüenzas que, por lo que se ve, son muchas.

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  2. Apreciado D. José Luis:
    Como siempre un magnifico repaso de la historia, nos muestra Usted un magnifico articulo escrito; El cual yo continuaría diciéndole a la Generalitat de Catalunya: La educación ademas de ser un derecho es una obligación, pero nunca una imposición política. que es lo que han tratado de hacer, con la ley de inmersión lingüística. Un abrazo y cuídese amigo mio....

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    1. La historia está ahí para el que la quiera ver. Y además suele resultar tan tozuda como la misma realidad.

      Un abrazo

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  3. Hola, José Luís:

    Me ha gustado mucho esta entrada. Españolizar sería universalizar y las políticas de inmersión de los líderes tribales intentan llevarnos a una degradación creciente.
    La idea de Europa también está en cuestión y aún Arturo Pérez-Reverte denunciaba en la prensa de hoy la mediocridad de los gobernantes continentales.
    Sería de desear que en el panorama cultural español apareciesen, porque haría falta más de uno, algunos relevistas de lo que en su día representó Unamuno. Los hay, pero intentan sofocarlos.

    Un abrazo

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    1. Creo que, desde el Gobierno central, se ha sido excesivamente lasos con estos aprovechados que, además, están haciendo un daño enorme a los propios catalanes. Buena prueba de ello, es que los hijos de los que tienen allí el poder van a Colegios donde no existe la dichosa inmersión.

      Un abrazo

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  4. Tanto escandalo y rasgarse las vestiduras.Por algo tan logico como que los chiquillos catalanes aprendan la lengua comun,Que no es otra que la española.un abrazo.

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    1. La mala intención de los responsables catalanes es manifiesta. Y será el pueblo catalán y no sus gobernantes los que pagaran muy cara esa circunstancia.

      Un abrazo

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  5. Veremos en qué queda todo..."parole" Jose Luis, me refiero que a efectos prácticos el Ministerio de Wert no ha movido un dedo.

    Magnífica tu exposición.

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    1. Las promesas que nos hicieron antes de llegar eran muy buenas, pero ahí seguimos prácticamente con la Educación para la Ciudadanía y la mejora de los programas educativos brillan por su ausencia.

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  6. Gracias, D José Luis por un articulo interesante que pone este sistema de enseñanza de las ultimas decadas en perspectiva. Todo parece más esclarecedor cuando está visto en el contexto de la historia del pais a lo largo de los ultimos siglos.
    Un saludo de Auckland

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    1. En la enseñanza, está muy claro el camino que había que seguir, en Cataluña y en el resto de España. El informe de Pisa pone al descubierto los fallos de nuestro sistema educativo.

      Saludos

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  7. Estuvo bien Wert ese día, y también defendiendo sus reformas y plantando cara a los rectores levantiscos, veremos hasta dónde se materializan las cosas que aquí en cuanto se intenta meter mano a algún gremio se arma la de Dios es Xto

    El chiste del dibujo, muy bueno.
    Saludos JL

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  8. Si tenemos en cuenta que la desvertebración de España se ha llevado de modo certero y eficaz desde el advenimiento de la dedocracia, creo que podemos decir que cualquier cosa que huela a España es puramente deshechable porque así se ha educado a una generación totalmente inútil y entregada al vividorismo más radical en forma de perroflautismo, botellódromo y demás zarandajas destinadas a capar de raiz la progresión lógica de la sociedad.

    ¿Se puede reespañolizar a la población más díscola? Con éste sistema de gobierno, con éste estado de las autonomías y con la absoluta deslealtad de las autonomías hacía el concepto de unidad nacional lo dudo mucho.

    Un saludazo.

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