Es
evidente que, como dijo Max Weber ya en 1919, hay dos tipos de políticos, los
que viven “de” la política y los que viven “para” la política. Y hoy día, son
muchos más los que se sirven “de” la
política, que los que viven “para” la política. La política en España ha perdido prácticamente
ese carácter de servicio a la sociedad, y ha pasado a ser un simple modus
vivendi extremadamente ramplón y vulgar. Apenas si quedan políticos
vocacionales que disfruten y den sentido
a su vida ocupándose desinteresadamente de los demás ciudadanos, para solucionar
sus problemas ocasionales.
Pero
la mayoría está en política porque considera, no sin motivo, que se trata de
una profesión excelentemente remunerada, a la que se puede acceder sin mayor
esfuerzo, ya que no se necesita formación especial alguna, ni la más mínima
experiencia de gestión. Y además, tampoco saben hacer otra cosa. Siendo aún
adolescentes, entran en la organización juvenil de alguno de los partidos
políticos y, si saben utilizar la lisonja y la adulación y se muestran dóciles
y aquiescentes con el jefe, tendrán el triunfo al alcance de la mano y la
posibilidad de realizar una
extraordinaria carrera política.
Ofuscados
por los oropeles de la política, muchos de los neófitos de esta profesión,
abandonan sin más sus estudios. Y si alguno de ellos decide seguir estudiando,
lo hará sin lucimiento alguno y tardará más años de la cuenta en finalizar su
carrera universitaria. Pero ninguno de ellos hará nada para solucionar su vida
al margen de su partido político, buscándose un trabajo que le de seguridad e
independencia. A toda costa quieren vivir de la política. No se dan cuenta que
la política debiera ser básicamente una misión y se aferran a ella como si
fuera una profesión más, susceptible de proporcionar permanentemente unos
ingresos cuantiosos y seguros. Y esto es vivir “de” la política y no “para” la
política.
Y
estos neófitos de la política, si actúan de manera dócil y disciplinada, aunque sean auténticas
medianías, serán celosamente protegidos por los partidos políticos. Y si de
verdad tienen ambición política, llegarán,
cómo no, a engrosar el ya abundante elenco de incombustibles y perennes
santones de la política. No olvidemos que en nuestros procesos electorales con
cierta transcendencia, se utilizan siempre listas cerradas y bloqueadas, para
que los ciudadanos no puedan chafar a
ninguno de los candidatos, ya que solamente se les permite optar por uno de los
partidos que se presentan a las elecciones.
Y
así es como llegó Elena Valenciano a la política. La actual vicesecretaria
general del PSOE ha hecho todo un carrerón político a la sombra de las
juventudes socialistas. Con tan solo 17 años de edad, ingresó en esta
organización política y, un año más tarde, en el PSOE. En un principio,
compatibilizaba su trabajo de telefonista en Ferraz con sus estudios en la
Complutense de Madrid. Comenzó estudiando Derecho,
que abandona muy pronto para matricularse
en la carrera de Ciencias Políticas.
Pero la falta de constancia y el tedio y
el aburrimiento, como ella dice, la forzaron a dejar sus estudios
universitarios para volcarse totalmente en
su militancia socialista.
Aunque
Elena Valenciano no tiene preparación académica alguna, ha sabido bandearse
perfectamente para competir con otros correligionarios suyos y dar pábilo a su
ambición política para no pudrirse en el anonimato. Y su indesmayable y tenaz
constancia, tuvo premio ya que fue nombrada vicesecretaria general del partido
socialista, tras el 38 congreso de Sevilla, celebrado en febrero de 2012.
Ninguna otra mujer antes había ostentado un cargo tan importante en el PSOE,
algo que es completamente normal en otros partidos políticos. Y esta
circunstancia la llenó de orgullo y comenzó a sentirse la vedette suprema de la política. Llegó a creerse que, como la diosa Eos, la famosa
Aurora de la mitología romana, también ella brillaba “sobre todos los que están
en la tierra y sobre los inmortales dioses que viven en el ancho del cielo",
según expresión de Hesiodo.
Pero
la realidad es siempre muy prosaica y pone inevitablemente a todos en su sitio, incluso a
Elena Valenciano. Al abrirse el proceso electoral europeo, Alfredo Pérez
Rubalcaba piensa inmediatamente en ella para encabezar la lista presentada por
el PSOE, aunque no fuera precisamente ella la mejor candidata posible. Tomó esa
decisión por justicia. No olvidemos que, desde que Rubalcaba se hizo cargo de
la Secretaría General de los socialistas, Elena Valenciano fue siempre su mano
derecha, y hasta su auténtico paño de
lágrimas cuando llegaron los momentos verdaderamente difíciles y complicados
Valenciano
acepto encantada el riesgo, pensando que esto la encumbraría definitivamente al
estrellato político. Por alguna oculta intención, Mariano Rajoy tardó mucho en
designar a su candidato, así que Elena Valenciano estuvo dedicada, durante
mucho tiempo, a lanzar cómodos mandobles contra el Partido Popular. Sus
bravatas y sus invectivas subieron considerablemente de tono cuando ya supo que
sería Miguel Arias Cañete su adversario
político. Un Contendiente demasiado peligroso ya que conoce como nadie los
entresijos europeos.
Pero
como ya ocurriera otras veces, entró en escena el infausto arriolismo, y Miguel
Arias Cañete acudió fuertemente amordazado al debate televisivo con la
candidata socialista. Y sucedió lo que nadie esperaba: que Elena Valenciano saliera
indemne y crecida de ese lance. Aprovechando esa inesperada inyección de moral,
La representante máxima del trasnochado “socialismo de género” alumbrado por
Zapatero continuó así la campaña electoral sin sobresaltos y atacando con
decisión al candidato popular.
Valenciano,
eso sí, derrochó entusiasmo a raudales, pero se desinfló al instante y fue
incapaz de mantener el tipo hasta el final de la campaña. Su manifiesta escasez
de ideas no daba para más. Y ni siquiera supo aprovechar convenientemente el tirón
momentáneo de aquel falso hechizo que produjo el debate retransmitido por televisión.
La opinión pública descubrió muy pronto que la número uno de la lista
socialista no ofrecía nada más que material averiado. Quería imponernos por la
brava su feminismo trasnochado y estrambótico, un feminismo totalmente infumable.
Desde
que fue puesta al frente e la lista europea de los socialistas, y hasta el
mismo día del cierre de la campaña electoral, Elena Valenciano se esforzó para
poner en guardia a todas las mujeres, faltaría más, contra el pernicioso
“machismo” de Miguel Arias Cañete y de todo el Partido Popular. Su discurso
oportunista, cómo no, guardaba perfecta sintonía con la candidata del PSOE: era
extremadamente pobre, muy monótono y sin chispa alguna. Pero, eso sí, procuró
que fuera encendido y atrayente para movilizar
a las mujeres, para que no se quedaran en casa y fueran todas ellas a votar a
favor de su propuesta.
Pero
el argumento era siempre el mismo: Cañete es un “machista” empedernido, un
enemigo implacable de las mujeres; y en el Partido Popular piensan que “las mujeres
no somos iguales, que estamos subordinadas y ¡no podemos consentirlo”. La
derecha, dice, siempre ha pretendido coartarnos la libertad e imponernos su
moral. Y dirigiéndose al electorado femenino, la candidata del PSOE repite
machaconamente: "¡No os dejéis comer el coco! Hay que ir a votar para
ganar a la derecha. No os quedéis en casa porque van a decidir ellos vuestro
futuro, queremos decidir nosotros nuestro futuro”.
Durante
toda la campaña, Valenciano ha repetido constantemente el mismo o parecido
repertorio: que para “ganar libertad, dignidad”, hay que “llevar el espíritu de
las mujeres progresistas a Bruselas” y dar al PP “un no como una casa”. Está
muy “claro”, insiste una y otra vez, que
“si gana Cañete perdemos las mujeres. Pero no sólo las mujeres, perdemos
las mujeres y perdéis todos los hombres que creéis en las mujeres, que sois los
que estáis aquí. Perdemos las mujeres y los hombres que aman la libertad de las
mujeres, que es por lo que ha luchado el PSOE en toda su historia”.
Y
Elena Valenciano aprovechó todos sus mítines para criticar duramente la reforma
de la ley del aborto propuesta por Alberto Ruíz Gallardón y que el Partido
Popular pondrá en marcha si gana las elecciones. Y entonces, las mujeres
perderían su libertad y su derecho a disponer libremente de su propio cuerpo. Y
se ha mostrado decidida a luchar denodadamente contra semejante proyecto, en
España y en Europa. Ni que nuestro futuro dentro de la Unión Europea pasara
necesariamente por esa reforma de la ley electoral.
Y
claro que hay que hacer valer los derechos de las mujeres, faltaría más, lo
mismo que los de los hombres. Y esto solamente se consigue si, a la hora de
elegir candidatos para un puesto determinado, tenemos en cuenta exclusivamente
la valía de las personas, sin importar lo más mínimo que sean hombres o
mujeres. El sistema de cuotas o “listas cremallera” impuesto por José Luis
Rodríguez Zapatero es claramente vejatorio para las mujeres, y mucho más si es
elegida por el glamour que pueda desempeñar. No es lo mismo figurar en una
lista para cumplir con un sistema de cuotas, que si vas en ella por tus propios
“méritos” o valía personal.
Gijón,
31 de mayo de 2014
José
Luis Valladares Fernández
Hola, comparto tu artículo sobre Elena Salgado, una gran mujer, sin duda.
ResponderEliminar¡Gracias!
EliminarEl batacazo que se ha llevado, no por esperado, deja de ser menos morrocotudo.
ResponderEliminarLos ciudadanos exteriorizaron, y de que manera, su descontento
EliminarEsta mujer,la politica es su manera de llevarse las habichuelas a su casa.Otra cosa es que sea una mujer preparada y con estudios para tal menester,saludos,
ResponderEliminarMe parece bien, pero que no presuma mintiendo
EliminarAdemás de no tener curriculum, le viene la tontería de serie como es notorio cada vez que habla...claro que comparada con Soraya Rodríguez casi me parece una lumbrera.
ResponderEliminarEso también es verdad
EliminarElena Valenciano es el típico ejemplo de toda esta "reciella" que se mete en las filas de los partidos políticos para buscarse la vida que no se saben buscar en el mercado de trabajo. Al no tener otros horizontes y gustar de la notoriedad y la vida muelle no son capaces de ejercer la crítica, tan necesaria para enmendar los errores, y responden de manera refleja a la consigna: "el que se mueva no sale en la foto" Lamentable.
ResponderEliminarUn saludo a todos.
Así es. Comienzan de jovencitos haciendo recados dentro del partido y van ascendiendo en el escalafón. Como trabajar no saben, se promocionan de esa manera. Como tu bien dices, lamentable.
EliminarElena Valenciano es el típico ejemplo de toda esta "reciella" que se mete en las filas de los partidos políticos para buscarse la vida que no se saben buscar en el mercado de trabajo. Al no tener otros horizontes y gustar de la notoriedad y la vida muelle no son capaces de ejercer la crítica, tan necesaria para enmendar los errores, y responden de manera refleja a la consigna: "el que se mueva no sale en la foto" Lamentable.
ResponderEliminarUn saludo a todos.
Todo muy bien dicho, Jose Luís.
ResponderEliminarMismos derechos para hombres y mujeres, naturalmente, pero "no hay derecho" a que la clase política, en su mayoría, sea una manada sin clase ni preparación. Y así no se hace país.
Algunos pueden tener formación, sí, pero si no existe la vocación de servir, tampoco nos valen.
Incapaces de hacer de la Política un verdadero arte, de construir país, de garantizar la independencia de los poderes, que se vayan a casa. ES una cuestión de higiene necesaria.
Un abrazo,
Así nos luce el pelo, a veces. Y como no tienen preparación para ganarse la vida de otra manera, son capaces de cualquier cosa para que no les quiten el momio
Eliminardebe de ser muy interesante vivir por tus pagos
ResponderEliminarya que aqui la cosa anda mala
pero no para tanto...
saludos y felicitaciones por tu blog
gracias por seguirme
ResponderEliminarHas escogido y muy bien a Valenciano del PSOE y podías haber escogido a Moreno Bonilla del PP. Afortunadamente ya no es sólo cuestión de mediocres. Los vientos de cambio son tan fuertes que al PP no lo salva Aznar ni al PSOE Felipe González si volvieran ambos a presentarse. Lo dice un profesional independiente que lleva 20 años trabajando con bipartidistas. Fíjate si son tan inútiles los políticos que yo trabajo en un sistema integrado de gestión administrativa, con firma electrónica de centenares de empleados públicos, ¡y ningún político figura en la lista de firmantes! ¿Por qué? Sencillo: son tan inútiles que apenas saben conectarse a un ordenador y los gestores del aplicativo les ahorran la molestia de conectarse, sacar tarjetas y pasar pantallitas. Despachito y rúbrica florida en papel timbrado, bolígrafo dorado y portafirmas de cuero.
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