Los socialistas españoles, fuertemente lastrados por
casi veinte años de zapaterismo, no han sido capaces de modernizarse, siguiendo
el ejemplo del socialismo europeo. Están empeñados en mantener férreamente los
postulados de los años 30 del pasado siglo XX. Mantienen intacto el sectarismo
de entonces y son prácticamente tan intolerantes y tan fanáticos como su
fundador Pablo Iglesias y demás compañeros mártires.
A los ciudadanos de hoy día les importa muy poco el color de los
políticos, si son de izquierdas o son de derechas, si se autodenominan
progresistas o conservadores. Les preocupa, eso sí, que, quienes manejen los
asuntos públicos, sean ante todo buenos gestores y, por supuesto, que sean
personas íntegras y honradas. Y es indudable que los socialistas no son en
absoluto buenos gestores. Ahí está, para demostrarlo, la nefasta marcha de las
finanzas españolas cuando el PSOE ha tenido responsabilidades de Gobierno.
Los socialistas españoles consideran que, al ser un
partido de izquierda, representan al mundo del
trabajo y, según dicen, a los más desfavorecidos y a los menesterosos.
Esto les lleva a pensar que el PSOE es el partido político más indicado para
dirigir los destinos de todos los españoles. Pero, eso sí, jamás reconocerán que su gestión ha sido siempre
extremadamente catastrófica. Y es normal que sea así ya que, por sistema, son muy
proclives a gastar dinero público sin control alguno porque para ellos, como dijo en su día la antigua ministra de
Cultura, Carmen Calvo, “el dinero
público no es de nadie”.
Con la disculpa de mantener e incluso mejorar el
Estado del Bienestar, cada vez que se presenta la oportunidad, el derroche de la
izquierda tradicional no tiene límites, gastando alegremente el dinero que
aportan los españoles. Lo utilizan, sin reparo alguno, para cosas que no tienen
nada que ver con dicho Estado del Bienestar y, cómo no, hasta para cubrir gastos inconfesables. Es lo
que ha ocurrido cada vez que, con el beneplácito de los españoles, han llegado al Gobierno. En todas esas ocasiones,
han dejado invariablemente las arcas públicas hasta sin telarañas.
Además de ser intrínsecamente incapaces de reducir
el gasto público, la actuación política de los responsables jerárquicos del
PSOE está seriamente condicionada por su concepción filosófica de la sociedad y
por una serie de prejuicios muy arraigados, asumidos desde los primeros años de
su fundación. Son tremendamente reacios a liberalizar sectores, a reformar a fondo los mercados para hacerlos
más flexibles, más operativos y, por supuesto, mucho más libres. No quieren
bajo ningún concepto que la sociedad civil se emancipe y escape a su control
férreo y absoluto. En su código particular no queda sitio alguno para la
iniciativa privada
Para cerrar su capítulo de despropósitos, los
socialistas españoles siguen confundiendo en sus sermones ideológicos la ‘igualdad’ con el ‘igualitarismo’, perjudicando así gravemente a quienes dicen defender. Su concepto de ‘igualdad’ les lleva a protestar contra la creación de
riqueza, cuando esta se distribuye de manera claramente desigual. La
inconsciencia de estos izquierdistas de diseño les lleva a decantarse por la
igualdad en la pobreza y a rechazar una mayor riqueza si esta beneficia más a
unas personas que otras. Piensan, como Thomas Piketty, representante máximo del ‘igualitarismo’, que la riqueza mal
repartida solamente sirve para que
crezca el número de millonarios y, en consecuencia, para poner en peligro la estabilidad y la
prosperidad global de los españoles en su conjunto.
En su libro Así
habló Zaratustra, y con su estilo inconfundible y característico, Friedrich
Nietzsche fustiga despiadadamente a los
apóstoles de esa falsa igualdad a los que llama “tarántulas”: “Así os hablo en
parábola a vosotros los que causáis vértigos a las almas, ¡vosotros los
predicadores de la igualdad! ¡Tarántulas sois vosotros para mí, y vengativos
escondidos!”. Y un poco más adelante continua: “Vosotros, predicadores de la
igualdad, la demencia tiránica de la impotencia es lo que en vosotros reclama a
gritos la igualdad: ¡vuestras más secretas ansias tiránicas se disfrazan,
pues, con palabras de virtud!”.
La defensa a ultranza de esa engañosa igualdad no es
más que una artimaña para controlar totalmente a la sociedad civil, sin dejar
cabos sueltos, aunque esto suponga dar jaque mate a la libertad. La desigualdad
en sí misma no es siempre un problema. Puede, eso sí, tener implicaciones
éticas y morales; pero, mientras se respete escrupulosamente la igualdad de
oportunidades y no se coarte la libertad de los menos favorecidos, es muy
posible que, al final, también estos resulten beneficiados. No olvidemos que el
impacto de la fiscalidad y el habitual régimen de subsidios son factores que
reducen sensiblemente los desequilibrios aportados por la desigualdad.
Pero la crisis económica, el crecimiento desmesurado
de la Administración, la subida del paro y un déficit extremadamente alto terminó con el mito sueco. A pesar de las
altas tasas impositivas soportadas por los ciudadanos de Suecia, no había
dinero para seguir financiando su afamado y envidiable Estado del Bienestar.
Como consecuencia de esto, en 2006, una alianza de partidos de centro derecha
sustituyó a los socialdemócratas suecos que llevaban en el Gobierno desde 1932
prácticamente sin interrupción alguna.
Con el nuevo Gobierno, comienzan las reformas, casi
siempre pactadas con la propia izquierda sueca, para acabar con el pernicioso
desbarajuste económico y moderar las desigualdades generadas por tantos años de
‘igualitarismo’ o de falsa ‘igualdad’. Además de reducir
significativamente los impuestos, sobre todo los que soportaba la riqueza, nada menos que desde 1947, racionalizó
el gasto público, liberalizó sectores que estaban intervenidos y flexibilizó
convenientemente los mercados. Empresas y fundaciones privadas empezaron a
competir libremente con el sector público en algo tan sensible como es la Educación y la Sanidad.
Desmontado en buena medida el modelo socialdemócrata
sueco, con la inestimable colaboración de la propia izquierda, los resultados
comenzaron a ser espectaculares: mejoró substancialmente la economía, disminuyó
notablemente el paro y la ‘desigualdad’
entre los ciudadanos. La ‘igualdad’
ficticia de la izquierda tradicional sueca dejó paso a una ‘igualdad’ mucho más real y, cómo no, mucho más positiva. El resto
de países escandinavos, Noruega y Dinamarca, afectados igualmente por estos
mismos problemas económicos, al ver los resultados de Suecia, se apuntan
también al cambio del modelo socialdemócrata por otro más propio del centro y
más en consonancia con los postulados liberales.
Más tarde, ante la imperiosa necesidad de mejorar la
competitividad para salir indemne de la crisis económica mundial, Inglaterra y
Alemania abandonan su inmovilismo y
comienzan a seguir decididamente los
pasos dados por los países nórdicos. Buscan mejorar su cuenta de resultados con
recetas típicamente liberales, reduciendo el gasto público y acercándose cada
vez más a la economía de libre mercado.
Y por fin, adoptaron esta misma postura Francia e
Italia. Francia era reacia al cambio y, en las últimas elecciones
presidenciales, optó por François Hollande para oponerse resueltamente al libre
mercado y dar un giro más hacia la izquierda. Pero, como era de esperar, los primeros
resultados fueron claramente catastróficos, lo que obligó al mandatario francés
a cambiar de tercio e inaugurar una etapa mucho más austera y francamente mucho
más liberal.
La izquierda europea está dando la espalda y dejando
solos y aislados a los socialistas españoles. Mientras estos, acompañados
exclusiva y testimonialmente por el Partido Socialista de Portugal y el PASOK de Grecia, se empeñan en mantener ese
izquierdismo rígido y arcaico, tan nefasto para los más pobres, el socialismo
europeo abrió puertas y ventanas a la realidad y, acercándose al liberalismo,
colabora positivamente para reducir desigualdades y, ¡faltaría más!, para mejorar
las economías de sus respectivos países, que es la mejor manera de ayudar a los
más desfavorecidos y a los más menesterosos.
Barrillos de Las Arrimadas, 3 de septiembre de 2014
José Luis Valladares Fernandez
Hoy en ABC hay una buenísima columna al respecto sobre el peterpanismo de este ZP light y sus gansadas, "metrozapatero" lo llama, esta semana se ha puesto las botas de soltar las más diversas paridas, desde Ferraz se pasan el día desdiciendo... menuda lacra nos ha caído con el principal partido de la oposición para el desván del psiquiatra en situación tan comprometida para nuestro país.
ResponderEliminarPor salir en los medios, es capaz de estar todo el día diciendo barbaridades. ¡Vaya tropa!
EliminarLo de igualidad para todo es un puro subterfugio.Sino que se lo pregunte a los que se han gastado 15 millones de Euros con las famosas tarjeta de credito,avalada por Bankia.Este Pedrito Sanchez o es tontito,o es tan cinico como el Zapatero,saludos,
ResponderEliminarEso de la igualdad, ya se sabe. Todos iguales, pero unos más iguales que otros. En esas estamos.
EliminarSaludos
El caso es que les oyes hablar y parece como si ellos no hubieran tenido nada que ver con la situación económica que estamos viviendo ahora.
ResponderEliminarDe la crisis general, la hubiéramos compartido con los demás países. Pero por culpa de estos pájaros, además de la crisis mundial, tuvimos que afrontar otra crisis particular, propia de España, más aguda y más grave que la general. Y encima no se callan.
EliminarA esta banda, la misma que lleva 30 años arruinando Andalucía mientras ellos se enriquecen les quedarían dos telediarios si los españoles tuviéramos memoria histórica, no me refiero a la de ZParo, ese indigente intelectual, y ahora lo que nos faltaba, los bolivarianos de "podemos" esa otra banda surgida del mayor criadero de comunistas de España, la Complutense de Madrid, regida por el hijo del Doctor Horribilis Causa de Paracuellos del Jarama Santiago Carrillo.
ResponderEliminarQue Dios nos proteja.
Por culpa de estos políticos, no salimos de una y ya nos metimos en otra. No tenemos remedio
EliminarLas izquierdas de nuestro país me recuerdan mucho al Rey Sol, éllos tan republicanos, pretendiendo "arreglar" la Desigual-da" con sus fórmulas romanas de RUINA MONTIUM aplicadas a la clase media (ya inexistente por el incesante expolio de esta chusma) que nos ha dejado más agujeros en nuestros bolsillos que los "furacos" de las Médulas.
ResponderEliminarYa no existe clase media, como en las repúbicas bananeras, sólo existe una masa ( no la de Ortega) que precisa de comedores de Cáritas y se confunde con los miles de obreros cualificados o no, que también han dejado en la cuneta los dos PARTIDOS MAYORITARIOS Y LOS SINDICATOS "DE CLASE"; la VERDADERA MASA DE ORTEGA, QUE NO SABEN DISTINGUIR LA "O" CON CON LA REDONDEZ DEL CANUTO QUE SE FUMAN A NUESTRA COSTA, O CON EL BILLETE DE 500€ QUE ENRROLLAN PARA ESNIFAR COCA.
Situación peligrosa la de España, con una oposición tradicional (ahora la de Perico Sánchez, que no encuentra la aguja de marear) y con un PP gaviotero ( y, por tanto, carroñero), que no sabe gobernar, mientras acecha el desencanto de lo que queda de un pueblo desclasado, recogido por un flautista de Hamelin llamado Pablo Iglesias (BIS), que no nos liberará de las "ratas": directamente conducirá a los ciudadanos al autosuicidio en el río de la confusión.
Un saludo a todos.
Estamos viviendo una situación lamentable. El cerrilismo de los partidos tradicionales que no atienden venezolanos nada más que a sus intereses, están poniendo e n bandeja a Pablo Iglesias y Monedero para que acaben con lo poco que nos queda a los españoles. La mayor parte de los que les van a dar el voto, no es porque les guste Podemos, es por castiigar a los otros. Lo malo es que lo vamos a pagar todos. Que se lo pregunten sino a los venezolanos.
EliminarUn saludo cordial
Hola, José Luís:
ResponderEliminarSiguen con su mensaje populista sin querer entrar en las denuncias que tú formulas. Carecen de remedio y de discurso cabal. Y ahora el chico sucedáneo de ZP, que en el dibujo que presentas sale de un cubo de la basura, ha encontrado nuevos lemas. Con el ébola y con las tarjetas negras, para que, ocurrente, pide tarjeta roja. Habría que pedir, también, cárcel. Pero ahí puede que no entre nadie de los presuntos delincuentes de cuello blanco. La justicia no va a ser resolutiva, pero sí cobarde.
Un abrazo
A Pedro Sánchez se le va toda la fuerza por la boca, y al final, nada de nada. Que empiece por sacar tarjeta roja a los de los EREs andaluces, que es tan grave o más que lo de esas tarjetas negras. Pues eso tiene además que se trataba de robar a los parados.
ResponderEliminarUn abrazo