Es indudable que Alfonso Guerra tiene una
facilidad pasmosa para crear frases lapidarias, profundamente mordaces y
sarcásticas y, cómo no, tremendamente ofensivas. De todos modos, no siempre sus
ácidas invectivas responden a denuncias concretas de hechos que, si no son
políticamente delictivos, son al menos poco éticos y amorales. Muchas veces
hierra el golpe, y otras, o se trata de un simple desahogo verbal, o busca
intencionadamente desviar el foco de algo que le resulta incómodo.
El pasado día 16 de octubre, los prebostes del
PSOE, capitaneados por Pedro Sánchez, conmemoraron el 40 aniversario de aquel
Congreso clandestino que se celebró en Suresnes (Francia) en 1974. Y Alfonso
Guerra aprovechó el evento para lanzar una diatriba, no sé si contra Podemos, o contra las televisiones que
dan cancha a su indiscutible líder. El caso es que culpa de los éxitos de Pablo
Iglesias a los medios televisivos que le llevan a sus tertulias. Y lo hace con una frase tan
directa como esta: "Hay televisiones que incuban el huevo de la
serpiente".
Es muy posible que Pablo Iglesias, o Podemos en su conjunto, sea una auténtica
serpiente y, sin lugar a dudas, de las más venenosas. Quizás sea verdad que las
televisiones popularizaron excesivamente la imagen de este impenitente admirador del
bolivariano Hugo Chávez y de Fidel Castro, pero nada más. Son más bien los
responsables de los partidos políticos tradicionales los que, en realidad, están
alfombrando el camino con abundantes rosas a este nuevo caudillo nazi, al
contemporizar con tanto trincón y manilargo
La corrupción política, en efecto, ha sido una
constante a lo largo de toda nuestra historia y, de manera mucho más intensa, a
partir de 1978, fecha en la que se aprobó la Constitución Española. Comenzó la
serie, en tiempos de UCD, con la comercialización fraudulenta del aceite de colza y termina, de momento,
con las famosas tarjetas opacas de
Caja Madrid, pasando, entre otros, por
los GAL, Filesa, los fondos
reservados, Luis Roldán y el caso Guerra, sin olvidarnos, claro está, de
la Gürtel y del escándalo de los ERE en Andalucía, por citar
exclusivamente los casos más importantes.
Los casos de corrupción, cuando son
extremadamente graves, hasta pueden terminar pervirtiendo nuestro sistema
democrático. Producen, eso sí, enormes estragos en la convivencia ciudadana y,
por supuesto, terminan dejando sin credibilidad alguna a los representantes
públicos, que utilizan sus cargos para
aumentar ilegalmente su fortuna personal. Cuando la economía es boyante y los ciudadanos
en general no pasan estrechez alguna, pueden llegar incluso a zaherir y
denostar públicamente a los políticos desleales y deshonestos, pero nada más.
Las cosas cambian radicalmente cuando nos azota
una crisis económica tan brutal como la que padecemos desde 2008. Dicha
depresión económica no ha hecho más que destruir puestos de trabajo,
ocasionando un número de parados realmente escandaloso y un empobrecimiento
general de la sociedad. Es normal que, con una situación tan preocupante como
esta, peligre hasta el mismo sistema democrático. Cuando hay mucha gente
viviendo en la indigencia, sin poder cubrir sus necesidades más básicas, la
sociedad se vuelve mucho más intransigente e inflexible y ya no se conforma con
abuchear y denigrar a los chorizos, que se apropian indebidamente de lo que no
es suyo. Entonces, exigen toda clase de responsabilidades y, como es lógico,
demandan su destitución inmediata y que devuelvan lo robado.
Cuando concurren esas circunstancias tan graves,
la censura social alcanza también a los responsables de los partidos políticos,
aunque personalmente estén libres de semejante lacra. Los reprueban
precisamente por su manifiesta tibieza para enfrentarse a la lacra de la
corrupción. Más aún: acostumbran a encubrir y a disculpar a estos ventajistas
políticos. . Y cuando los que se aprovechan de su puesto para mejorar
ilegalmente su situación política y económica, son personajes prominentes del
partido, hasta los protegen descaradamente, mandándoles al Senado, para que
estén aforados y a resguardo de cualquier contingencia judicial.
Los profesionales de la política hoy día han
perdido totalmente la decencia y la
dignidad. De ahí que traten siempre de ocultar sus propias miserias, exagerando
las de sus rivales políticos, pidiendo incluso, por qué no, su inmediata defenestración.
Es la estrategia del “y tú más…” que,
con tanto desparpajo, utilizan unos y otros. Admiten, eso sí, que es necesario regenerar la
vida pública, pero quieren que sean los otros los que entonen solemnemente el “yo pecador…”. Para acabar con ese
ambiente generalizado de corrupción que nos invade, son todos los partidos
políticos los que deben hacer un examen sincero de conciencia. Ya lo dijo Goethe,
“que cada cual barra ante su puerta y así el mundo estará limpio”.
Hoy día, los políticos de uno y otro bando se han
olvidado del bien común y actúan de espaldas a los ciudadanos a quienes
representan. Solo piensan en sí mismos y, como hizo últimamente Jordi Pujol, tienen
la desfachatez de reñir y abroncar a quienes se atrevan a censurar públicamente
su conducta inmoral. Los ciudadanos están ya hartos de tanto cinismo y exigen a
los líderes políticos de los dos grandes partidos que recapaciten seriamente,
que escuchen al pueblo y que pongan fuera de la circulación a toda esa tropa de
indeseables que han hecho de la corrupción su modo de vida.
Que el jefe de fila de uno de los dos grandes partidos
pida perdón a los españoles por haber
colocado en puestos de responsabilidad a vividores y sinvergüenzas está muy
bien, pero ese gesto, si no va acompañado de medidas drásticas y radicales, no
soluciona nada. Aunque la corrupción política se ha extendido como una plaga y
ha infectado a toda la sociedad, los responsables de los partidos han estado
siempre puestos de perfil. Y los líderes, que se hayan arrepentido de verdad y
quieren acabar con tanta podredumbre, deben hacer algo más que pedir disculpas.
Una de dos, o reforman nuestro sistema administrativo y resucitan nuevamente a
Montesquieu, o seguiremos chapoteando indefinidamente en ese ambiente
irrespirable de corrupción.
Mientras los responsables de los partidos
tradicionales sigan como hasta ahora, empecinados en airear los pecados del
adversario para escamotear los propios, no habrá modo de acabar con la
corrupción política que nos asfixia a todos. Y mientras no cambien y se pongan
de acuerdo, ninguno de ellos va a mejorar sus propias expectativas y seguirán
agrandando ese enorme desaguadero por donde se les van los votos. Y a la vez,
llevarán en volandas a Podemos hacia un éxito que jamás habría soñado.
José Luis Valladares Fernández
Tienes razón, José Luis, creo que ahora todos somos conscientes de quienes son los que le están haciendo la campaña a Podemos.
ResponderEliminarMe hace gracia el latiguillo ese que han cogido los grandes partidos y algunos periodistas afines sobre la influencia de las apariciones en TV de Pablo Iglesias, olvidan que sus líderes aparecen en todo momento en periódicos, radios y televisiones, así que está visto que eso sólo no basta para encumbrar a nadie.
Es que echar las culpas propias a otro, es siempre más gratificante que asumirlas uno mismo
EliminarHola, José Luís:
ResponderEliminarMe acuerdo de cuando Alfonso Guerra decía que Montesquieu había muerto. Desde entonces, con la Justicia mediatizada, la corrupción no hizo más que creer.
Ahora, al PP le acaban de estallar dos nuevos petardos y todos apoyan al presidente extremeño "porque va a devolver el dinero del Senado gastado en 32 viajes a Tenerife". No se justifican con esa actuación ni con los gritos que Rajoy está dando ahora. ¿Por qué no se acordaron antes de respetar el poder judicial? Quizás ahora no tendrían que prometer regeneración, que ésta ya se habría operado.
Y ahora, a Podemos le crecen los votos, por culpa los PPPSOE. Podemos convertirnos en un país comunista, como VEnezuela.
Un cordial saludo
La independencia judicial es básica para barrer la corrupción de la vida pública. Bueno, la independencia judicial y poner una fecha de caducidad razonable a los políticos
EliminarEs que a Podemos se lo estan poniendo a huevo.Aunque algo de merito tendra su lider Pablito Iglesia.A veces una catarsiis es la mejor cura,saludos,
ResponderEliminarPara el que está afectado directa o indirectamente por la crisis económica, no necesita nada más que encontrar un líder, que defienda una postura antisistema con ardor.
EliminarSaludos
Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarYo creo que esto está más claro que el agua
EliminarPODEMOS avanza y nuestros partidos "de toda la vida" siguen en sus trece, sin renunciar a Satanás, a sus pompas y a sus obras; ni al becerro de oro que tanto les gusta y tanto les ha favorecido: hablan de corrupción con la boquita pequeña, viendo la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio (el "y tú más consabido), corrompiendo lo que haga falta para seguir manejando los hilos.
ResponderEliminarYa PODEMOS ver la última de Rajoy con el Presidente de la Junta de Extremadura y sus viajes en Business a Canarias para encamarse con la golfa, que después cambió presidente por diputado. El que quiera "aventuras" que se las pague él de su bolsillo, señor Rajoy, y ya está bien de proteger a tanto golfo de su partido.
Un saludo.
Yo no se si es que no se enteran , o es que no quieren enterarse, pero la están haciendo como Amancio, que dicen en mi pueblo. Es normal que mucha gente, que por otro lado no tiene nada que perder, que se decanten por populistas como Pablo Iglesias. Si de verdad quieren acabar con la corrupción, que pongan fecha de caducidad a los políticos, que dejen de nombrar a los jueces y que no dejen en manos de los Ayuntamientos la recalificación de los terrenos. Son muchas cosas las que pueden hacer que no hacen, porque quieren tener libres las manos para lucrarse personalmente.
EliminarSaludos
Naturalmente que le han hecho excesiva propaganda a semejante sujeto atrabiliario y ahora hacen como que se asustan ciertos medios, espero que sean ls primeros expropiados si alguna vez logran acceder al poder...la corrupción es desde luego gasolina para tales tipejos, pero la causa de su aparición son las crisis de enormes proporciones y sistémicas, espero que la Historia nos haya enseñado que no sólo no regeneran nada con sus recetas populistas y utópicas sino que agravan letalmente cualquier desastre.
ResponderEliminarNo cabe duda que estos salvadores galácticos, no tienen pito que tocar. Se alimentan de la corrupción y de las crisis económicas. No olvidemos que los casos de corrupción hacen mucho más daño en el sociedad, cuando los ciudadanos sienten en sus carnes las estrecheces y la falta, a veces, de lo más necesario.
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