sábado, 23 de junio de 2018

LAS ANDANZAS DEL PSOE

I.- El PSOE llega al poder por la puerta falsa




Es verdad que Mariano Rajoy, como todo buen gallego, ha intentado siempre pasar desapercibido. No le gusta mucho  ser el centro de las miradas y se siente tremendamente incómodo cuando se le presiona. Le cuesta enormemente tomar decisiones, sobre todo, si las circunstancias le obligan a decir que NO. Y para reducir lo más posible los enfrentamientos, sigue la estrategia de dejar que los problemas se pudran y terminen desapareciendo o solucionándose solos.

Y cuando un problema grave pasa excesivo tiempo en el pudridero, sin darle una solución alternativa, pudre demasiado y, por consiguiente, termina enquistándose y originando peligrosas complicaciones. Es lo que ha pasado, ni más ni menos, con la última explosión del separatismo catalán. Cuando los secesionistas se echaron a la calle, conculcando claramente la legalidad vigente, el presidente Mariano Rajoy intentó solucionar el problema, aplicando el artículo 155 de la Constitución.

Con la aplicación del artículo 155, es verdad, se puso fin a la legislatura catalana y se destituyó a Carles Puigdemont y a todo su Gobierno y se convocaron nuevas elecciones. Pero no se solucionó nada. Los independentistas siguen ahí,  con su desafío permanente a la integridad territorial de España, y empeñados, cómo no, en crear una República Catalana totalmente independiente. En esta ocasión, al menos, el artículo 155 no resultó efectivo. Fracasó realmente, porque no se aplicó tal como viene en la Constitución. Había sido intencionadamente descafeinado, antes de aplicarlo en Cataluña, para no herir demasiado.

Y aunque el atrevimiento y la audacia del nacionalismo catalán continuaban creciendo descaradamente, el Gobierno español seguía con su intervención administrativa de mano blanda, y, si llegaba el caso, mirando para otro lado. Y aunque Ciudadanos sabe perfectamente  que Mariano Rajoy no es partidario de dejar su plácida siesta para ser más exigente con los golpistas, aprovecha la circunstancia para reivindicar medidas mucho más duras, que no van a conseguir, pero que les van a ser muy útiles para seguir mejorando en las encuestas a costa, claro está,  del ensimismado Partido Popular.

Estando así las cosas, llega la polémica sentencia del Caso Gürtel que, barriendo interesadamente para casa, da por hecho que el Partido Popular se había financiado de manera completamente ilegal. Y Albert Rivera, que anda siempre a la que salta, utilizó esa sentencia como excusa para poner fin al pacto de legislatura y obligar al Gobierno a convocar elecciones anticipadas. Cegado por las recientes consultas demoscópicas, creyó que, yendo ahora a unas elecciones, tenía asegurado el triunfo. Pero no pensó jamás, que podía sucederle lo mismo que a la jovencita del cuento de la lechera.

No olvidemos que Pedro Sánchez llevaba ya tiempo, buscando desesperadamente la manera de llegar a La Moncloa. Con las elecciones, había salido siempre escaldado. Necesitaba urgentemente algo más determinante y fiable que las elecciones, necesitaba encontrar un camino corto, un atajo para poder satisfacer su viejo sueño. Estaba, por lo tanto, al acecho, esperando una oportunidad distinta. Y mira por dónde, esa oportunidad se la brinda, nada más y nada menos, que el mismísimo líder de Ciudadanos, con su inesperada deslealtad institucional.


Al romper Rivera, de una manera tan brusca, su pacto tácito de legislatura, dejó al Partido Popular con una minoría francamente insuficiente para mantenerse en el Gobierno. Y Sánchez, que está a la expectativa, aprovecha esa ruptura y presenta una moción de censura contra el presidente Mariano Rajoy. Y propone “constituir un Gobierno del PSOE”, para recuperar nuevamente, ahí es nada, la “normalidad institucional y democrática”, que ha desaparecido últimamente por culpa de la derecha. Y endulza el caramelo, prometiendo convocar elecciones “cuanto antes”, que es algo que no piensa cumplir en absoluto.

Para tomar tan arriesgada decisión, el líder del PSOE recurre a la izquierda radical, a los herederos de ETA y, por supuesto, a los independentistas y supremacistas catalanes que quieren romper la unidad de España. Cuenta con que toda esta tropa de indeseables apoye unánimemente la moción de censura, aunque no sea nada más que para escenificar la aversión y el enorme resentimiento que sienten contra Mariano Rajoy.  Por lo tanto, a partir de ese momento, el destino de la política española queda únicamente a merced de la postura que adopte finalmente el Partido Nacionalista Vasco.

Es cierto que Pedro Sánchez no acababa de  convencer a los nacionalistas vascos. Les había ofrecido toda clase de garantías y se había comprometido a respetar los presupuestos que éstos habían pactado recientemente con el Partido Popular. Y sin embargo,  seguían manteniendo intencionadamente la incógnita para preocupar a unos e incomodar a otros.

No olvidemos que el PNV siempre ha tenido dos caras, como el dios Jano de la mitología romana. Esto le lleva naturalmente a practicar un doble juego, que despista y desazona a sus competidores. Y como los nacionalistas vascos siguen siendo fieles a sí mismos, traicionan al Partido Popular y apoyan la moción de censura.  Después, es verdad, intentarán disculparse de la bribonada, alegando, que tomaron esa decisión, porque su electorado no veía con buenos ojos que fueran ellos  los únicos salvadores de Mariano Rajoy.

Gracias a esta nueva traición del PNV, Pedro Sánchez vio colmado su deseo de llegar a la Presidencia del Gobierno. Como no contaba con el apoyo mayoritario de los ciudadanos, no podía entrar en La Moncloa en olor de multitudes y por la puerta principal. Pero como  no tenía escrúpulos y era treméndamente ambicioso, quería convertirse en inquilino de La Moncloa como fuera, entrando por la puerta de atrás, o por la ventana si llegaba el caso. Y para lograrlo, buscó el apoyo de toda esa pandilla de indeseables,  integrada por populistas, filo-etarras, y separatistas y supremacistas catalanes, que trata de acabar con la unidad de España.

Y llegar así a La Moncloa, con el respaldo de toda esa caterva de sinvergüenzas, no resulta gratis. Dirán en el PSOE, que esto no cuesta nada, pero en política no hay nada gratis y alguna factura habrá que pagar por semejante favor. Ya se habla, por ejemplo, que los socialistas han llegado a un acuerdo con el PNV, para pedir el traslado de los presos de ETA a cárceles del País Vasco. Y nada más tomar posesión del Ministerio del Interior, Fernando Grande-Marlaska confiesa abiertamente que apoya el traslado de los presos independentistas a prisiones catalanas, siempre que el juez Llarena lo autorice.

Todo indica que hemos salido de Guatemala, y entramos en Guatepeor. Está visto que Pedro Sánchez llegó a donde llegó, con el respaldo expreso de lo más granado de los enemigos de España,  y aún no ha sido capaz de presentar un programa de Gobierno medianamente coherente. Confiesa, eso sí, aunque de una manera sumamente vaga e imprecisa, que su objetivo principal  es la “estabilidad institucional y la regeneración democrática”. Y no sale de ahí.

Como quiere lavar su conciencia, el responsable máximo del PSOE está quemando toda la pólvora en justificar su moción de censura, con consideraciones típicamente morales. Repite una y otra vez, que Mariano Rajoy estaba absolutamente inhabilitado para seguir al frente del Gobierno por la corrupción institucional del Partido Popular. Y de manera hipócrita e insolente, se olvida de la corrupción de su propio partido, que es infinitamente más grave que la del Partido Popular, y comete la estupidez de ofrecerse a sí mismo y al PSOE para regenerar la vida pública y acabar definitivamente con la corrupción.

La historia del socialismo español, como iremos viendo, ha sido muy nefasta y tremendamente obscena. Para empezar, el PSOE es, sin lugar a dudas, el partido político más corrupto que conocemos. Hoy día, sin ir más lejos,  tiene causas abiertas en casi todos los territorios autonómicos de España. Por supuesto que en el Partido Popular también hay, por desgracia,  demasiados casos sangrantes de corrupción. Pero no es menos cierto que, al lado de los socialistas,  los del Partido Popular no han sido, al menos hasta ahora, nada más que unos simples aficionados.

Y estando así las cosas, es francamente absurdo pretender que el PSOE pueda ser el regenerador de la vida pública española. Más bien, acabará hundiéndola en la miseria. No olvidemos que, en épocas pasadas, cometieron el mayor desfalco que se conoce del Patrimonio nacional y de un buen número de personas particulares. Y en la actualidad han defraudado cantidades importantes de dinero que estaba destinado para los parados.

A lo largo de su historia, el PSOE ha cometido muchas tropelías y desafueros. A parte del robo sistematizado, ha practicado asiduamente la tortura, el asesinato y el terrorismo. No han hecho nunca ascos a los golpes de Estado, llegando incluso a provocar la pasada Guerra Civil, que es la mayor tragedia que ha sufrido España. Y para enterrar tantos atropellos, suelen utilizar la mentira y el embuste con verdadero desparpajo. Se han propuesto, por lo tanto,  recuperar el viejo guerracivilismo y deslegitimizar la Transición Democrática y el régimen constitucional de 1978, reescribiendo la Historia a su antojo y adaptándola a sus propios intereses.

A pesar de las apariencias, esto no quiere decir en absoluto que, aquellos que forman o han formado parte del PSOE, sean todos ellos unos auténticos malvados. Entre sus militantes, ha habido también, cómo no, mucha gente honrada, que ha sabido comportarse decentemente y llevar una vida ejemplar. Pero son los bellacos, los que practican habitualmente  la indecencia,  los que, en realidad, han marcado la manera de ser de esa formación política. No olvidemos, que todos esos indeseables carecen de complejos y, como son muy atrevidos, terminan siempre dirigiendo el cotarro.

Barrillos de Las Arrimadas, 20 de junio de 2018
José Luis Valladares Fernández   atrevidos

4 comentarios:

  1. Este va a ser el mejor escaparate para Sánchez, que intentará demostrar que puede gobernar, por eso tenía tanto interés en llegar a La Moncloa al precio que fuera.

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    1. Lo malo es que los aprendices de brujo, como fue Zapatero, y como es Sánchez, no aportan nada positivo. Hace falta gente con talla, que hayan demostrado previamente que saben gestionar. Saludos

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  2. Con tal de que Ciudadano no le hiciera sombra,el partido popular y Mariano Rajoy,han puesto en bandeja de plata,el gobierno de la nacion,en manos del socialismo traidor,saludos,

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    1. Como suele decirse, entre todos la mataron y ella....De todos modos, que Dios nos coja confesados. Un fuerte abrazo

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