martes, 2 de junio de 2020

HABLEMOS CLARO


IX.- Las trolas y los embustes de Pedro Sánchez

           Son muchas las figuras interesantes que aparecen en la mitología griega. Una de ellas es Casandra, la famosa hija de Príamo, rey de Troya. Cuando Casandra llegó a la adolescencia, se convirtió en una mujer tan atractiva y tan hermosa, que hasta el mismo dios Apolo quedó totalmente prendado de sus encantos e intentó casarse con ella.

Al oír la propuesta de Apolo, Casandra dio a entender que estaba dispuesta a casarse con él, pero exigía una condición previa. Antes de celebrar los desposorios, este dios olímpico tenía que concederle el don de la profecía, para poder augurar y desentrañar el futuro. Pero nada más recibir tan extraordinario privilegio, Casandra se llamó a andanas y se negó a  celebrar ese matrimonio. Y el dios Apolo, que se sintió cruelmente despreciado, la castigó a que nadie creyera ninguna de sus predicciones.

Y cuando Casandra comenzó a anunciar las terribles desgracias que caerían sobre Príamo y sobre todos los troyanos, pensaron que había enloquecido y la encerraron en una torre. Allí, Casandra, ante los oídos sordos  de sus conciudadanos, redobló inútilmente sus lamentaciones por la próxima destrucción de Troya. Tampoco quisieron escucharla cuando les advirtió, con lágrimas en los ojos, que el caballo de madera no era un trofeo  ni un signo de victoria, que se trataba, más bien, de una trampa, preparada por los aqueos, para poder burlar las fortificaciones inaccesibles de la ciudad.

Y aunque Pedro Sánchez, el doctor de pacotilla que se coló en La  Moncloa por una puerta falsa, va de divo por la vida, aún no se ha enterado que le está pasando lo que a Casandra, y no hay nadie que crea nada de lo que dice. Y como está plenamente convencido que son muchos lo que le siguen y apoyan, porque toma siempre las mejores decisiones posibles, suele pavonearse de sentirse justo acreedor de la admiración y el aplauso de todos los españoles. No es de extrañar, por lo tanto, que siga torturándonos cada sábado con sus disparatadas proclamas. Piensa, que así mantiene y acrecienta incluso el entusiasmo de sus fieles seguidores.

Pero la realidad es muy distinta. El impresentable Sánchez es un mentiroso compulsivo,  un tramposo manifiesto y un embaucador empedernido, que no ha dicho una verdad en su vida. Es perfectamente lógico que no tenga credibilidad alguna. Y por si todo esto fuera poco, es tan insaciable y ambicioso, que busca desesperadamente el poder y los puestos de privilegio, para refocilarse con los honores y los parabienes que se derivan de esos cargos.

Y como el presidente del Gobierno que padecemos es un insensato y carece de escrúpulos, intenta falsear la realidad para simular que es uno de los mejores, que se desvive por ayudar desinteresadamente a los menesterosos, a los que más lo necesitan. Y como  no podía ser  menos, está siempre al quite para aparentar, solo aparentar, que es uno de los primeros en afrontar los problemas que surgen inesperadamente  para solucionarlos, faltaría más, de la mejor manera posible.

Pero con la llegada del coronavirus, el presidente Sánchez se quedó sin coartada y vimos que no era nada más que un cuentista, que procura lavar su imagen haciendo teatro y proyectando auténticas ensoñaciones. Para empezar, desoyó las sucesivas advertencias de la OMS y de la Unión Europea, y la pandemia se expandió descontroladamente por toda la geografía española. Mantuvo y apoyó incluso hasta las manifestaciones feministas del 8 de marzo, contribuyendo así a multiplicar los contagios y las víctimas del coronavirus.

Hay que reconocer que Pedro Sánchez es un ególatra empedernido, que está siempre pendiente  de los aplausos y de las loas de su propia corte de admiradores y aduladores. Y esto, como es lógico, le incapacita para realizar una gestión política medianamente aceptable. Por culpa de la desidia y la incompetencia de quien nos gobierna, España es hoy uno de los países que registra indiscutiblemente el mayor número de muertos por cada 100.000 habitantes. Y por desgracia, también ocupamos lamentablemente el primer puesto en porcentaje de personal sanitario infectado.

Estamos, cómo no, ante unos datos tan extremadamente malos, que inhabilitan de lleno a cualquier Gobierno. Pero no olvidemos, que el presidente Sánchez puede sorprendernos en cualquier momento con alguna jaimitada que otra, ya que su atrevimiento y su fatuidad arrogante no tienen límites. En esta ocasión, por ejemplo, afirmó rotundamente, que España había sido el primer país de Occidente en tomar medidas contra esta epidemia y, por supuesto, el que más medios puso para contenerla.

Es cierto que el Jaimito este, que nos cayó en suerte, se olvida intencionadamente de muchas cosas. Se olvida, por ejemplo, de su despreocupación suicida en hacer acopio del  material necesario para luchar con alguna garantía contra el peligroso coronavirus. Y se olvida, vaya por Dios, de su dejadez e indolencia que le llevó a no controlar a los que entraban en España, para confinar prestamente a los que llegaran ya infectados. Y mira por dónde, también se olvida de las manifestaciones masivas que permitió e incluso alentó, sabiendo que podían provocar inevitablemente muchos contagios y acrecentar el número de víctimas mortales.

Es evidente que Pedro Sánchez pretende aparentar que da la talla y, por consiguiente, que está a la altura y no es menos que sus colegas de los demás países. Y para salvar la cara y eludir cualquier tipo de responsabilidad personal, oculta celosamente hasta el número real de víctimas, causadas en gran medida por su negligente gestión. Y dando muestras de una desfachatez inconmensurable, culpa de ese enorme desastre al Partido Popular, por los recortes que realizó en  Sanidad durante la anterior crisis económica.

Y para completar la faena e intentar dignificarse a sí  mismo, este esperpéntico presidente ya no se conforma con engañar y estafar a los sufridos ciudadanos españoles. Se ha propuesto intoxicar también a medios de comunicación foráneos y, por qué no, a cualquier organismo internacional importante que se descuide.

Para manipular a los españoles, el presidente Sánchez cuenta con la inestimable ayuda de la mayor parte de los medios de comunicación españoles que, al estar ideológicamente alineados con el Gobierno del Frente Popular social-comunista, propagan voluntariamente sus soflamas y cantinelas. Y para dar satisfacción a su desmedido orgullo y mejorar artificialmente su prestigio personal en el exterior, dejó un poco de lado la lucha directa contra la pandemia, y se dedicó más a fondo a realizar  propaganda de su propia actuación. 

Y como a Pedro Sánchez se le dan muy bien las trapacerías, se puso de acuerdo con los costaleros o ganapanes que le hacen el trabajo sucio, entre los que está el gurú Iván Redondo, para adulterar convenientemente las estadísticas que guardaban cierta relación con la lucha contra la pandemia. Se trataba, ni más ni menos, de inflar considerablemente los pocos test que se realizan en España, antes de venderlos o propalarlos en el extranjero.

Y siguiendo instrucciones precisas, comenzaron su actuación comunicando al periódico británico Financial Times que, antes de finalizar marzo, España ya había realizado 355.000 test. Más tarde incrementaron falsamente el número de test, equiparando las pruebas serológicas o de anticuerpos a las PCR, para pasárselo seguidamente a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Aunque parezca mentira, tanto el Financial Times como la OCDE, entraron al trapo y aceptaron esa información sin realizar comprobación alguna. Ante semejante circunstancia, Pedro Sánchez se  creció y dio por hecho que su actuación, con respecto al virus Covid-19, quedaba debidamente avalada. Y aunque España seguía fatalmente colocada en el ‘top ten’ de los peores indicadores, se desbababa cacareando que, en lo referente al tratamiento del coronavirus, éramos un claro  ejemplo para el resto del mundo.

De momento, la postura del periódico Financial Times y de la OCDE llenó de satisfacción al presidente Sánchez porque, aparentemente al menos, quedaban validadas sus afirmaciones. Y sin perder tiempo, escribió entusiasmado en su cuenta de twitter  que “España está entre los 10 primeros países de la @OECD que más pruebas de #COVID19 realiza”.

Está visto que Pedro Sánchez tiene mucho morro y, además, vive permanentemente instalado en la mentira. No es de extrañar que intentara mejorar aún más nuestra situación. Esto le llevó a afirmar sin más preámbulos, que éramos el quinto país del mundo en número de test realizados. Y señaló que, para esa fecha, habíamos hecho ya más de 1,9 millones de pruebas. Para probar tan sorprendente y arriesgada afirmación, aportó un más que dudoso informe de la estadounidense Universidad Johns Hopkins de Baltimore, Maryland.

Pero por desgracia para el Pinocho este, las fuentes aducidas para justificar sus eufóricas afirmaciones, no tardaron mucho en darse cuenta del engaño. La OCDE, por ejemplo, revisó cuidadosamente esos datos y terminó relegándonos a la posición 17. En cuanto a la Universidad Johns Hopkins, hay que aclarar que es verdad que venía contabilizando cotidianamente tanto los casos que se diagnostican, como los fallecimientos y las curaciones  que se producían en todo el mundo. Pero solamente registraba los datos de test que se realizaban en Estados Unidos. Fue la propia Universidad Johns Hopkins la que se encargó de aclarar estos extremos.

Ni que decir tiene que no podemos fiarnos de las estadísticas españolas sobre el coronavirus. Todos esos datos han sido manipulados por el Gobierno y carecen hasta de la más mínima credibilidad. Hay que desconfiar obviamente del número de test realizados a la población española porque, como ya  hemos visto, hay muchos intereses espurios por medio.

También es falso el número oficial de contagiados, porque excluyen de esa lista a todos los que  no han sido confirmados por un test PCR. Pasa exactamente lo mismo con la cantidad de fallecidos por culpa del coronavirus, ya que  únicamente se contabiliza a los que mueren tras haber dado positivo en  un test de PCR o porque se corroboró con la autopsia. Y hasta el momento, hay al menos unas 10.000 víctimas mortales, que se han excluido de ese registro porque  no suele practicarse la autopsia en estos casos, y porque se conoció su situación con pruebas serológicas o de anticuerpo que, al parecer, son menos fiables que las PCR.

Gijón, 14 de mayo de 2020

José Luis Valladares Fernández

8 comentarios:

  1. No sé cómo habría gestionado esto la derecha, seguramente mal, pero repito que no lo sé. Lo que sí sabemos es cómo la ha hecho el gobierno que padecemos: Fatal.

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    1. Hacerlo peor que este par de 'MADUROS' que se regodean haciendonos la pascua, es imposible. La derecha, como actúa siempre condicionada por el miedo al que dirán, no habría habido ni la mitad de víctimas

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  2. CAda día este gobierno comete una nueva fechoría.EL Asunto de la purga dentro de la guardia civil,es muy peligroso y al final tendrá que venir,un nuevo Tejero,para pararles los pies,saludos .

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    1. Este Gobierno que tenemos, se parece mucho al de la señorita Pepis. Han terminado institucionalizando hasta la mentira y el chanchullo. Saludos

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  3. A este sicópata, le pregunta el nombre y DICE QUE SE LLAMA RENATO.

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    1. No sabe nada más que presumir de su planta. Y para acabar de aguarnos la fiesta, es más caprichoso que un chaval maleducado.

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  4. En menudas manos estamos, el peor Gobierno posible en la peor situación...
    Saludos JL

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    1. Estamos gobernados por alguien que no vale ni para concejal de pueblo. Y así nos va, tanto sanitaria como económicamente. Un saludo M.

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