viernes, 11 de diciembre de 2020

SE ODIAN, PERO SE NECESITAN

 


 

Debemos reconocer, una vez más, que el sabio refranero español acierta por completo cuando dice que “Dios los cría, y ellos se juntan”. Es evidente que las personas que comparten genio y temperamento, tienden a unirse y a colaborar estrechamente entre sí. Y esa asociación es bastante más fuerte aún si, además, mantienen comportamientos censurables. No debe extrañarnos, por lo tanto, que se haya realizado ese tipo de asociación entre el pretencioso Pedro Sánchez y el esbirro Pablo Iglesias.

En este caso concreto, desconocemos quién es muñeco de quien. No sabemos si Iglesias es el monaguillo de Sánchez, o Sánchez el costalero de Iglesias, o si ambos mantienen el rol de dueños y señores que suelen aparentar. Sí sabemos, sin embargo, que estos dos personajes son tan extremadamente egoístas y presuntuosos, que es normal que no haya ni camaradería, ni sinceridad entre ellos. Y esto les lleva, cómo no, a engañarse y a odiarse el uno al otro de manera irrefutable. Y a pesar de esa enemistad y animadversión tan profunda, procuran ayudarse mutuamente, porque se necesitan para mantener, al menos,  su posición política actual.

De todos modos, las ayudas que se vienen prestando los líderes del PSOE y de Unidas Podemos, tienen un carácter meramente provisional y transitorio. La comedia, que vienen representando diariamente estos dos pájaros falaces de la izquierda política, acabará tan pronto como uno de ellos encuentre la ocasión propicia para liquidar definitivamente al otro. Y vete tú a saber cuál de ellos será el vencedor, porque los dos tienen el hacha de guerra preparada, para entrar a saco y sin contemplaciones, en ese duelo final.

Se da la circunstancia, que los 120 escaños parlamentarios, con que cuenta actualmente el  pseudo-doctor Pedro Sánchez, no garantizan un éxito indiscutible, en este tipo de contiendas políticas. De todos modos, estaría algo peor  el desvergonzado Pablo Iglesias, porque solamente cuenta con 35 diputados. Esto quiere decir, que ninguno de los dos contendientes dispone  de recursos suficientes para fagocitar al otro. El desenlace final vendrá determinado, creo yo, por las ayudas externas que cada uno de ellos pueda conseguir.

Con vistas a ese próximo enfrentamiento, que acabará con uno de ellos en la picota, hay que reconocer que mantienen el empate en arrogancia, en soberbia y hasta en maldad. Y en cuanto a apoyos  externos, quizás este mejor situado Pablo Iglesias, ya que tiene claramente de su lado a los filoetarras de Bildu y a toda la Esquerra Republicana de Cataluña, mientras que Sánchez, por ahora, solo tiene asegurado el respaldo del Partido Nacionalista Vasco.

Pero hay además otros factores que influyen decisivamente en el resultado de esa guerra a largo plazo, entre los dos líderes de este Gobierno de coalición. No olvidemos que Pedro Sánchez es capaz de cometer cualquier barbaridad para mantenerse en el poder. Y que, por el mero hecho de ser el presidente, ya tiene a su alcance, ahí es nada,  la posibilidad de nombrar y de cesar ministros. Y aún hay algo más, ya que suele presumir de tener asegurado nada menos que el control de la Fiscalía General del Estado. Y así es, mientras Dolores Delgado, su antigua ministra de Justicia, presida esa institución.

Es verdad que Pablo Iglesias es mejor estratega político que el presidente Sánchez. Y utilizando discretamente esta baza ha logrado ningunear a los demás ministros, para que el Gobierno sea algo exclusivo de los dos líderes de la coalición social-comunista. Y mientras dure esa situación anómala, Pedro Sánchez  seguirá comulgando con ruedas de molino y los demás ministros tendrán que conformarse con el papel de meros convidados de piedra.

Por supuesto que los miembros del Ejecutivo adscritos al PSOE vienen protestando regularmente contra el vicepresidente segundo, al que acusan de  deslealtad  por condicionar la gobernabilidad de España. Pero el presidente Sánchez sorprendentemente hace caso omiso de esas protestas y al final se hace, no sé si de buena o mala gana, lo que dice su principal pesadilla, que no es otro que Pablo Iglesias.

Para demostrar que esto es así, no tenemos nada más que acudir al borrador del decreto que creaba una comisión de 11 ministros para administrar los 140.000 millones de euros prometidos por Bruselas para paliar el desastre que ha causado la pandemia. Y como su nombre no aparecía en esa agrupación, el inquisidor Pablo Iglesias se quejó exasperadamente ante los medios de comunicación. Y en cuestión de muy pocos minutos, ¡qué casualidad!, se modificó ese borrador, para sustituir esa comisión interministerial por todo el Consejo de Ministros.

Tenemos que admitir que el dirigente bolivariano Pablo Iglesias ha tenido un influjo determinante  sobre un presidente de Gobierno tan desconcertante como Pedro Sánchez. Primero, le obligó a prescindir del apoyo de Ciudadanos y terminó imponiendo su particular punto de vista, en asuntos tan sumamente trascendentales como el llamado ingreso mínimo vital, los desahucios y el precio de los alquileres.

Y aunque alguno de sus ministros mostrara su indignación, el presidente Sánchez se vio obligado a aceptar,  como si fuera algo normal, el blanqueamiento de Bildu.  Y sin más complicaciones, por decisión de Pablo Iglesias, los proetarras de Bildu, juntamente  con los de ERC, terminaron consolidándose como “un bloque de legislatura y de dirección de Estado”.

Es de suponer que, si llega una oportunidad propicia, el presidente del Gobierno tratará de deshacerse de tan molesto e impertinente compañero de viaje. Y eso puede suceder precisamente, cuando estén operativos los Presupuestos Generales del Estado, o al final de la presente legislatura. Y eso sería, claro está, catastrófico para Podemos y para su líder. Para evitar semejante desastre, Iglesias tratará de podemizar al PSOE, empujándole más y más hacia la extrema izquierda.

Ni que decir tiene, que el diabólico Pablo Iglesias ya está haciendo todo lo que puede, para que a Podemos no le pase lo que al Partido de la Refundación Comunista de Italia que, por integrarse en el Gobierno del Partido Democrático de Romano Prodi, acabó siendo una fuerza política extraparlamentaria. Y no olvida, que algo parecido acaba de ocurrir recientemente en el Portugal con los comunistas y con el devaluado Bloco de Esquerda, por haber formado parte del Gobierno de Antonio Costa.

Y para sobrevivir personalmente y que su proyecto político no se desmorone como un castillo de naipes, el vicepresidente segundo está intentando sacar provecho de las carencias del presidente Sánchez. Tensará la cuerda todo lo que pueda, porque quiere debilitarle aún más, para que siga necesitándole para tener asegurada su continuidad en La Moncloa.

Es cierto que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se odian profundamente, pero se necesitan. Lo malo es que, mientras chocan entre sí y se dan codazos, España empeora a ojos vista, tanto en el plano sanitario, como en el político y, sobre todo, en el plano económico. Y como quien no quiere la cosa, se han cargado todas las instituciones públicas, llegando incluso a conculcar las leyes y hasta la misma Constitución, para atacar a sus adversarios políticos.

Es lamentable, pero estamos desgraciadamente en manos de unos personajes tan fatídicos y tan irresponsables como el presidente Sánchez y el insolente Pablo Iglesias. Actúan como si estuvieran por encima del bien y del mal y, sin embargo, no son nada más que unos impresentables y unos sinvergüenzas redomados, que están ocasionando un daño irreparable a España y a los españoles.

Teniendo al frente del Gobierno a una persona tan endiosada como Pedro Sánchez, es perfectamente normal que nos acordemos de los consejos magistrales que Don Quijote dio a Sancho antes de hacerse cargo del Gobierno de la ínsula Barataria. Éste fue el más importante y decisivo: “Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada. Y agregó: “Lo segundo, has de poner los ojos en quién eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey...”.

Sin la menor duda, los prohombres del  PSOE conocían sobradamente  al endiosado Pedro Sánchez. Sabían que era muy orgulloso y que estaba tan pagado de sí mismo, que no iba a escuchar a nadie. Y sin embargo, ¡qué le vamos a hacer!, le dejaron que iniciara libremente el asalto a La Moncloa, con lo que eso podía llegar a significar. Y ni siquiera se ocuparon en hacerle reflexionar, dándole  estos u otros consejos similares.

Y aunque lamentablemente no impidieron entonces que semejante elemento pusiera en peligro la estabilidad de España, esperamos, que recuperen ahora la cordura y dejen de una puñetera vez de hacerle la ola, para que tenga que irse a su casa y deje en paz a los españoles.

 Gijón, 7 de diciembre de 2020

 José Luis Valladares Fernández  

4 comentarios:

  1. El ansia de poder de Sánchez, le ha llevado a pactar con el diablo.

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    1. Sánchez no vale ni para concejal de pueblo, pero es capaz de cualquier cosa, para seguir disfrutando de la poltrona. Saludos

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  2. Dos escorias que es necesario mandar a prisión por traición a la patria,y por corrupción y robo.Pero la culpa es de los que les votaron, saludos,

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    1. Lo malo es que terminaran contaminando a la Justicia para quedar libres de polvo y paja. Está visto que quieren entrar a saco, eligiendo ellos a los miembros de Poder Judicial. Saludos

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