miércoles, 5 de mayo de 2021

LAS MARRULLERIAS DE PABLO IGLESIAS



En el debate político entre los candidatos que aspiran a ganar las elecciones autonómicas  del próximo día 4 de mayo, retransmitido por Telemadrid, el imprevisible Pablo Iglesias terminó haciéndose un retrato de cuerpo entero. Sin proponérselo, el todavía líder de Podemos dejó muy claro, que está totalmente integrado en la otrora denostada casta. Precisamente por eso, suele comportarse como si hubiera sido rico desde su tierna infancia

Y para no desentonar con los usos y costumbres de los auténticos burgueses, el señorito Iglesias  abandona sin más el piso humilde de Vallecas y se instala en el señorial y confortable casoplón de Galapagar. Y terminó siendo, quién lo iba a decir, tan petulante y jactancioso como cualquier otro magnate que podamos encontrar a lo largo de nuestra vida. Se ha vuelto tan distinguido y refinado que, para exhibir su planta ante las cámaras de la televisión pública madrileña, exigió que una peluquera retocase el moño que luce últimamente.

A lo largo de ese debate electoral, también quedó ampliamente demostrado que el endiosado Pablo Iglesias utiliza toda clase de argucias y marrullerías para imponer su ideología tóxica a los sufridos españoles. Y siguiendo al pie de la letra lo que le dicta su propio proyecto liberticida, pretende reeducar a la “derecha fascista”, para que se arrodille sumisamente ante los dogmas del neo-comunismo actual. Y para conseguir semejante objetivo, busca desesperadamente la manera de enturbiar y envenenar la política española, a base  de odio, violencia, sectarismo y de toda clase de extremismos.

A lo largo del debate electoral de Telemadrid, también quedó ampliamente demostrado que Pablo Iglesias es un consumado e incorregible mitómano, que  miente y fantasea sistemáticamente, para adquirir notoriedad y estar siempre al frente de la situación. Pero en esta ocasión, tan solo cosechó un sonado fracaso. No le valió de nada ni la laca del moño, ni la interpretación retorcida que daba a los supuestos documentos que leía continuamente para tratar de apabullar y desconcertar a su contrincante, la impertinente Isabel Díaz Ayuso.

Como era de esperar, el desvergonzado Iglesias se equivocó de media a medio en la estrategia que utilizó, para responsabilizar a la presidenta de la Autonomía de la evolución catastrófica de la pandemia en Madrid. Y todo, según este prócer de la sinrazón y del desafuero, por no seguir ciegamente las pautas que marca el Gobierno socialcomunista que padecemos.

Para perjudicar seriamente a Díaz Ayuso, afirmó rotundamente que Madrid era “la primera Comunidad Autónoma de España en positivos, hospitalizaciones e ingresos UCI por Covid-19”.  Y eso  no es cierto, nada más que a medias. El coronavirus  se cebó en Madrid con mucha más saña que en el resto de Comunidades Autónomas de España. Pero solo durante la primera ola, cuando la gestión de la pandemia dependía justamente del Gobierno socialcomunista.

El 21 de junio de 2020, sin embargo, con la expiración del Estado de Alarma que había decretado el Gobierno, cambió radicalmente la situación. Las Autonomías comenzaron a tener voz y voto  en el manejo de la pandemia y España entró de lleno en la llamada nueva normalidad’. En Madrid, por ejemplo, gracias a la actuación decidida de Díaz Ayuso, descendieron notablemente los contagios y las hospitalizaciones en Madrid, pudiendo ofrecer, desde ese momento, unos datos sensiblemente mejores que otras Comunidades Autónomas.

Como el cinismo de Pablo Iglesias no tiene límites, intentó retorcer también los datos sobre la mortalidad soportada por los madrileños por culpa del Covid-19. Así que, sin encomendarse a Dios ni al diablo, se atrevió a denunciar, sin especificar fechas concretas, que “Madrid encabeza todas las cifras más mortíferas en lo que se refiere al coronavirus”.

Hay que aceptar, porque es así, que la mortalidad de Madrid superó con creces todas las expectativas habidas y por haber. Pero como en el caso de los contagios y las hospitalizaciones, eso ocurrió durante la primera ola, en pleno Estado de Alarma, cuando el Gobierno de Pedro Sánchez, gestionaba directamente la pandemia, con la aquiescencia, eso sí, de un personaje tan insolente como Pablo Iglesias.

Y los datos que nos ofrece Instituto Nacional  de Estadística son extremadamente claros y precisos. Durante ese tiempo, la tasa de fallecimientos por 100.000 habitantes en la Comunidad de Madrid, fue de 219, frente a los 162 que teníamos de media nacional. Hasta el 21 junio de 2020, que fue cuando se puso fin al ‘mando único’, Madrid había contabilizado un58% de las defunciones que se produjeron en España por culpa del coronavirus, mientras que la media comunitaria estaba en un 38%, que era también un porcentaje francamente escandaloso.

Teniendo en cuenta estos datos, podemos afirmar que la gestión de la pandemia que estaba realizando el Gobierno socialcomunista, sobre todo en la Comunidad madrileña, era rematadamente  mala y desastrosa. Mejoró sustancialmente cuando esas competencias pasaron a las manos Comunidades Autónomas. En Madrid, sin ir más lejos, con Isabel Díaz Ayuso al timón de mando de la Comunidad, comenzaron a disminuir rápidamente las muertes provocadas por ese nefasto virus.

Y de hecho, el descenso  de víctimas mortales durante la segunda y tercera ola, con respecto a la primera, fue realmente considerable en todas las Comunidades, y de una manera muy especial en la madrileña. Fue a finales de junio de 2020, cuando la mortalidad en Madrid, ligada al Covid-19, comenzó a normalizarse y terminó siendo muy similar a la del resto de las demás Autonomías.

Y a partir de enero de 2021, esa mejoría se intensificó aún bastante más, de modo que, en Madrid, tenemos actualmente una tasa de 95,9 decesos por coronavirus, frente al 104,1 de promedio nacional. Esto indica claramente que hay varias Comunidades que nos ofrecen un resultado peor que la madrileña.

De todos modos, el comportamiento de Pablo Iglesias en ese debate fue, cuando menos, sumamente sorprendente. Está visto, que le importa un bledo lo que acontece en España o si la pandemia sigue haciendo de las suyas. Y suele servirse, faltaría más, de cualquier tipo de circunstancia que surja, incluido el dolor de las familias y de quienes peor lo están pasando, para imponer su voluntad. De ahí que utilice profusamente toda clase de epítetos negativos, para dar  una visión pésima de la realidad madrileña, llegando incluso a decir que es poco menos que un infierno, para todos los que residen en esa región.

No es de extrañar, por lo tanto, que en los rifirrafes o enfrentamientos que mantuvo con Isabel Díaz Ayuso, aportase todo un aluvión de datos que, o estaban desfasados, o eran interpretados de manera abiertamente sibilina. En la primera oportunidad que tuvo, el caudillo Iglesias soltó esta afirmación sin ponerse colorado: “En la Comunidad de Madrid, según el Instituto Nacional de Estadística, hay 263.769 viviendas vacías”. Ocultaba, cómo no, que el número aportado de viviendas vacías no tenía nada que ver con la actualidad. Esa información no tenía nada que ver con la actualidad, ya que era nada menos que del año 2011.

Y con el ánimo de no dejar títere con cabeza, Pablo Iglesias se atrevió a sostener gratuitamente, que el empleo que se crea en Madrid “es precario” y que “la desigualdad social y territorial han aumentado de manera dramática". Y se niega a reconocer que la Comunidad de Madrid sea hoy día el auténtico motor  de la economía española. Si no fuera así, no sería la Comunidad que más inversión extranjera recibe y la que más recauda por habitante.

Y no se cansa de hablar de la ‘pobreza’ y de la ‘desigualdad’ que agobia a los madrileños. Sabe perfectamente, que la tasa de pobreza en esa Comunidad (19%) está 6 puntos por debajo de la media nacional (25%). Y mucho más bajo, por qué no decirlo, que en Extremadura (38%), que ha sido siempre un feudo tradicional de la izquierda.

Y ya de puesto a enumerar las todas las supuestas tachas que padece la Comunidad madrileña, también sacó a relucir, que su sistema fiscal “no es progresivo, a pesar de que así lo indica la Constitución”. Y hace esta afirmación gratuita, sabiendo que la escala del IRPF autonómico cuenta con cinco tarifas diferentes, la más baja del 9%  y la más alta del 21%, que cumplen correctamente la progresividad  que exige la Constitución.

Pero eso es lo de menos, ya que el trilero Iglesias resolvería esto, lo mismo que las demás lacras, de un simple plumazo. Aplicaría, claro está, el Impuesto sobre el Patrimonio, que es algo que, al parecer, según dice, hacen todos los países serios y, por supuesto, recuperaría inmediatamente otros, tan injustos como los de  Sucesiones  y Donaciones.

Al ver que se le acaba el tiempo y que, con la ópera bufa que venía representando, no lograba acallar a su contrincante Isabel Díaz Ayuso, el dirigente máximo de la formación morada se pone nervioso y cambia apresuradamente de estrategia. Y con el ánimo de sobrevivir a toda costa en Madrid, comienza a pedirle datos muy concretos.

La primera pregunta que hace a la candidata del Partido Popular, es esta: “¿cuántas personas hay en la lista de espera?”. Y sin esperar la consiguiente respuesta, Pablo Iglesias sentenció muy ufano: “no lo sabe”. Y sin dar tiempo a nada, le pregunta sin más, si sabía cuál era el porcentaje  de los fallecidos en las distintas residencias, que podían haberse salvado. Y obviamente, se topó con la verdadera Ayuso.

Dicho de otra manera, el atrevido dirigente bolivariano fue por lana y salió trasquilado. Ciñéndose tranquilamente a la realidad, la presidenta Díaz Ayuso le desarmó con una pregunta tan sencilla como esta: “¿A cuántas residencias fue usted, siendo el mando único?”. Y muy segura de sí  misma agregó: “Sólo la UME nos ayudó”.

Sabiendo que había perdido definitivamente la partida, el ex vicepresidente Pablo Iglesias trató de justificarse, pero ya sin convicción alguna: “Yo daba las indicaciones (a la UME), no somos de hacernos fotos, somos de gestionar”. Y como conocía los informes  del Ministerio  de Defensa sobre el protocolo seguido durante el primer estado de alarma, Ayuso terminó de apuntillarle social y moralmente, negando semejante extremo. Y afirmó sin contemplación alguna que, mientras ocurría eso, él estaba tranquilamente, como es verdad, en su chaletazo de Galapagar.

No obstante, esperemos a ver qué pasa el próximo día 4 de mayo. Suponemos que el autócrata Pablo Iglesias estará sufriendo ahora un verdadero trastorno de ansiedad. Como sabe que está ya más visto que el tebeo, teme que algunos de sus hooligans más fieles decidan pasarle factura y le abandonen. Esperemos que sea verdad.

 

Gijón, 2 de mayo de 2021

 

José Luis Valladares Fernández  

6 comentarios:

  1. Bueno, parece que se ha ido para su casa.

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    1. Y creo que no le van a echar de menos, ni sus mismos correligionarios políticos.

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  2. Menuda paliza se llevaron los socialistas y el señorito Iglesia,en las elecciones de Madrid,lo mejor que podría hacer es marcharse a Venezuela,un saludo,😁

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    1. Se lo tenían merecido. Y esperemos que el líder del PP tomo nota, siga el ejemplo de Díaz Ayuso y deje de simular que comparte ideas neo-socialdemócratas para que no le tilden de ser de derechas. Saludos

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  3. Algo inventará el CHEPAS, para seguir tocando los cojones.

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    1. Ya lo creo. Intentará seguir viviendo del cuento, como hasta ahora. Tiene cara para eso y para mucho más.

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