sábado, 9 de octubre de 2010

MEMORIA ¿HISTÓRICA O POLÍTICA?

Decía con mucho acierto el periodista italiano, Diño Basili, que “la utopía no tiene en cuenta las lecciones del pasado, arruina el presente y sueña el futuro que no vivirá”. Y nuestro presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, queda claramente reflejado en esa frase. No aprende con la historia, destruye cuanto toca y, por si esto fuera poco, espera que, con el paso del tiempo, todos sus sueños utópicos se conviertan en realidad. Aspira a que la realidad se adapte a sus sueños y no al revés. Y si la realidad, por ser extremadamente terca, va por libre y no se ajusta a sus deseos, ¡peor para la realidad!
La guerra fratricida que se libró en España entre los años 1936 y 1939, lejos de servirle para prevenir los errores de aquella aciaga época, le estimula a dar rienda suelta a otros caprichos y desvaríos personales malintencionados. A toda costa quiere retrotraernos a los peores tiempos de la República, variar el resultado bélico y, bajo nuevos supuestos, reiniciar otra vez la transición. De ahí que su maldad y su odio visceral le lleven a buscar por sistema, de manera calculada, el enfrentamiento de la sociedad. No otra cosa pretende Rodríguez Zapatero con la mal denominada Ley de Memoria Histórica. Busca, de manera interesada, reflotar viejas rencillas y enfrentar posiciones más o menos diferentes.
Quiere borrar de un plumazo todo aquello que, a lo largo de los años, ha contribuido a forjar nuestra actual idiosincrasia. Trata de devolvernos, con su Memoria Histórica, a una época que creíamos ya olvidada, sin importarle lo más mínimo las consecuencias que de esto puedan derivarse. Para empezar, más que de memoria histórica, se trata de una ley de memoria política y que ha dado al traste con la voluntad de entendimiento que dio origen a nuestra Constitución. Ni que intentara actualizar la famosa “Damnatio memoriae” practicada en la antigua Roma, que implicaba, cuando moría el emperador, juzgar minuciosamente todos sus actos, y si resultaban inadecuados, se destruían sus estatuas y sus escudos y hasta se borraba su nombre de los registros públicos.
No es misión de la historia juzgar hechos ocurridos. La historia se limita a narrarlos y a explicarlos y, si se quiere, a mostrar las motivaciones que los originaron. Claro que hay muchas maneras de narrar los hechos históricos, dependiendo de las personas que lo hagan. Hay historiadores que, imitando a Tucídides y a Jenofonte, se limitan a narrar los hechos tal como sucedieron en realidad, ateniéndose siempre a documentos y fuentes fiables ya contrastadas. Otros, como Julio Cesar, se dejan llevar por los aspectos más favorables a su interés personal, introduciendo el virus de la propaganda interesada y perdiendo, de este modo, buena parte de su credibilidad. Queda por fin el grupo de los áulicos o corifeos que distorsionan conscientemente la historia, adobando los hechos de acuerdo con las pautas marcadas desde instancias superiores. Y, lamentablemente, para narrar lo sucedido en nuestra guerra civil y en la larga etapa de posguerra, abunda el historiador áulico que altera y distorsiona la realidad histórica a la carta.
Está muy claro que la Segunda República, al menos en su última etapa, no puede presumir de demócrata. Nace de manera irregular tras unas elecciones municipales que, por añadidura, perdieron los republicanos lo que puede etiquetarse como golpe de Estado. Posteriormente la izquierda, dando siempre muestras sobradas del respeto que sienten por la democracia y por las instituciones, se levanta en armas en 1934 contra la derecha que había ganado limpiamente las elecciones. Todo un golpe de Estado, esta vez contra la República, para ganar por la fuerza lo que le negaron las urnas y que, por fortuna, fracasó estrepitosamente.
El golpe de gracia a la tambaleante República se lo dio el Frente Popular en las elecciones de Febrero de 1936, al ahogar definitivamente cualquier atisbo de democracia y de libertad. Para empezar, estas elecciones se realizaron en un clima de elevada violencia. Y a pesar de esto, de los 9.716.705 de votos emitidos, el Frente Popular solamente consiguió 4.430.322 votos. Los partidos de derechas obtuvieron 4.511.031 y el centro 682.825. De los votos que faltan, la mayoría fueron nulos o en blanco y unos pocos destinados a candidatos que carecían de significación política. Los actos de fuerza y los pucherazos hicieron el resto para adulterar fraudulentamente los resultados del escrutinio.
Las intenciones de la coalición del Frente Popular eran muy claras. Había que importar cuanto antes la revolución soviética, de acuerdo con los planes establecidos por Largo Caballero que, por cierto, soñaba con convertirse en el Lenin español. Esto requería la sustitución de la República nacida en 1931 por otra de corte popular y totalitaria con la implantación de la Dictadura del Proletariado. Para lograrlo, había que seguir paso a paso el plan establecido por Largo Caballero en uno de sus mítines preelectorales. “Si triunfan las derechas –dijo- nuestra labor habrá de ser doble, colaborar con nuestros aliados dentro de la legalidad, pero tendremos que ir a la guerra civil declarada. Que no digan que nosotros decimos las cosas por decirlas, que nosotros lo realizamos.”
El alzamiento militar o “plebiscito armado” liderado por Franco, en un principio, más que un golpe de Estado contra la República, fue un intento de poner coto a aquel estado de cosas montado por el Frente Popular. Posteriormente hubo un cambio radical en su postura, quizás porque llegó al convencimiento de que hacía falta que pasaran muchos años para dar lugar a una auténtica reconciliación entre ambos bandos contendientes. Ciertas actitudes actuales, como esta de la Memoria Histórica, corroboran que aún hoy, después de tantos años, esa reconciliación es muy precaria y está condicionada por caprichos sumamente insólitos e imprevisibles.
La extorsión y el crimen se habían hecho ya dueños de la situación para ese 18 de julio de 1936, haciendo inviable la convivencia social y la vida democrática más elemental. El sectarismo de los responsables del grupo político dominante creó una situación tal en España, que se hizo inevitable el enfrentamiento bélico. Y esa atroz guerra civil la ganó quien la ganó, no sé si por méritos propios o por deméritos de sus oponentes. ¿Qué hubo represión después de finalizada la contienda? Normal después de una guerra fratricida como aquella. Claro que, si la victoria hubiera caído del lado del Frente Popular, posiblemente la represión hubiera sido mayor y más inhumana ya que, a los motivos estrictamente políticos, habría que añadir el odio de este bando a la religión e incluso a la cultura tradicional española.
A Rodríguez Zapatero le importan muy poco los muertos de la Guerra Civil. Los utiliza exclusivamente para ocultar su indigencia intelectual y moral. Y para ello, nada mejor que rehacer la transición a su aire. Es lamentable que, a estas alturas, hayan puesto en solfa el espíritu ejemplar de nuestra transición política a la democracia. Los logros esperanzadores de entonces han sido dilapidados irresponsablemente devolviéndonos al bochornoso pasado en que había buenos y malos, donde, en vez de adversarios políticos, había enemigos encarnizados. Y ahora se han invertido los papeles, los malos son aquellos que no se resignaron a que España fuera una simple colonia del estalinismo y que, en buena medida, evitaron que compartiéramos la pobreza y las miserias de los pueblos satélites de la Rusia soviética de entonces. Por el contrario, los buenos son los otros, los que pusieron todo su empeño en instaurar aquí el idílico paraíso soviético que, con la dictadura del proletariado, nos iba a colmar de felicidad.

Gijón, 24 de septiembre de 2010

José Luis Valladares Fernández

12 comentarios:

  1. Hola José Luis, cómo me gusta que evoques a los antiguos! Por cierto muy buena práctica la romana, no tanto para los amantes del arte pero sí para los coetáneos, es un acto de justicia que supongo sería muy bien recibido en la época en general.
    En cuanto al tema este de la República, a mi sinceramente me parece tan válida una visión como la otra, siempre que sea en base a algo, porque tanto los de un bando como los del otro son personas humanas que han vivido sus circunstancias y no me parece que la verdad absoluta esté ni de un lado ni del otro.
    Hay imágenes que me han dado mucha lástima, personas mayores manifestándose por el derecho a saber dónde están sus muertos y dales en entierro que consideren, quién puede criticar eso?
    Un abrazo José Luis!

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  2. Y yo que pensaba hace años que habíamos dejado atrás todo eso. ¡Pero si ya no queda casi nadie que viviera aquello!

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  3. Que los socialistas no creían en la República, lo deja claro el intento de golpe de Estado de 1934 de Indalecio Prieto y Largo caballero.
    Su intención no era otra que imponer una dictadura marxista leninista al modo soviético.
    Lo acontecido en el 36 tras el asesinato de Calvo Sotelo fue el alzamiento de la mitad de España, que como dijo Gil Robles "no se resignaba a morir asesinada".

    Lo de Zapatero, amén de irresponsable,falaz y vomitivo, es tratar de recomponer una Memoria Histórica falsaria,tramposa y desvirtuada que encuadre dentro del maniqueista concepto que la progresía patria tiene sobre la Guerra Civil.

    Lo malo no es que cuenten mentiras,querido Jose Luis.
    Lo malo es que han acabado creyéndoselas.

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  4. Los antiguos que tu dice, querida Vir, están en la base de lo que hoy es nuestra cultura tradicional. Ellos pusieron las primertas piedras, por eso hay que recordarles con agradecimiento.
    En cuanto a que se recuperen los restos de las personas que todavía yazcan en fosas olvidadas, está muy bien; los de un bando y los del otros, que todos eran personas. Lo que yo critico de esta ley, es que fue concevida y ha estado siendo uutilizada como un arma arrojadiza, contra los de un lado de los contendientes, cuando debiera ser para recuperar todos los restos humanos y darles mejor sepultura.
    Un abrazo

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  5. Ya lo se, amigo Carlos, que salco Carrillo y muy pocos más de los que vivieron aquella trajedia ya no queda nadie. Pero alguno que no lo vivió, ni sus padres tampoco, se a<cordó de su abuelo y ahora quiere hacer justicia de la manera más injusta que se le puede ocurrir.
    Saludos cordiales

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  6. Lo que pasó en 1934 y 1936, querida Natalia, es agua ya pasada. Lo que no tiene nombre es que un verzotas que sabe de aquello -y no mucho- por la historia, quiera ahora llevarnos al punto en que lo dejó Largo Caballer.
    Es disculpable que Largo Caballero e Indalecio Prieto hicieran lo que hicieron, ya que el sectarismo era moneda corriente en aquella época. Lo que no me parwece de rfecibo es que una persona aún joven mantenga hoy día ese sectarismo absurdo. Los tiempos y con los tiempos la misma historia han cambiado ya mucho.
    Saludos cordiales

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  7. Muchos deberiamos aprender de la historia para no repetirla en este caso. Los politicos y la politica actual española se queda antigua y vacia, más sabiendo el cambio radical que estamos sufriendo y que de la bomba de madera que se echava los aviones hasta ahora a llovido mucho. Hay que dar oportunidad a politico y politicas nuevas ya que esta politica de siempre esta de hace 30 años de politicos que llevan desde el principio de la democracia haciendo bulto y parasitaria creyendose los nuevos iluminati y nada que ver, aunque hay varios peones metido en los iluminati. Lo de zp ya sabemos como va y hacia donde va. La custión es que no le cortan el rollo de una puñetera vez, por algo será, claro el interes de los egoistas.
    El sectarismo no es solo de aquellos entonces hoy en dia creo que esta en apogeo en la politica y la religión. Eso si como sigamos con politicas, politicos, partidos politico con formas antiguas, maquilladas en la actualidad con unos personajes de una calidad de todo 100 o de los chinos.
    Amigo José Luis te aseguro que si pudiera no dejaba ni uno, todos al paro a cobrar los 426 euros. Savia nueva ¿donde está? a claro los iluminati y los roquefeler nos les dejan si no entran en sus clubs, formas y normas.
    Saludos cordiales J.L.

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  8. Amigo Don José Luis, qué gran artículo! diciendo verdades como catedrales. Cómo nos quieren hacer cambiar la historia los rojos. Pero para eso estamos nosotros, para contarla como fue. El frente popular fue el cáncer de España y Franco y los suyos los supieron extirpar.

    Un abrazo.

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  9. Efectivamente, amigo E..P..Nos movemos en una partitocracia, sin llegar, claro está a ser una democracia. Y de este modo las cúpulas de los partidos, consiguen a veces mantenerse. Ese es el caso de Zapatero, aunque ahora ya empieza a encontrar mucha contestación entre los propios baronwes del PSOE.
    Un abrazo

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  10. La izquierda, amigo Angel, sea del signo que sea, sigue hoy dia tan sectaria como en 1936. Todas las demás fuerzas políticas, con ciertos tintes dwemocráticos, han ido actualizándose.Los progres, nada de nada
    Saludos

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  11. Buena exposición José Luis.
    Continuamente nos acosan con la memoria historica, como si hubieramos tenido la culpa los que no pensamos como ellos, hoy viene en la prensa, algo sobre la apertura de alguna fosa en el valle de los caidos.
    Como le has contestado a Carlos, mayores de edad en el 39 que vivieran la guerra, queda Carrillo y unos cuantos mas y seguramente la mayoría no se acuerda de nada.
    Saludos.

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  12. Gracias Helio. Tanto Zapatero como sus esbirros son unos impresentables. Se han creido que España es su cortijo y actuan como tal. Ya lo creo que han metido mano donde se guardan con el mayor respeto, los restos mortales de más de 40.000 españoles que muriron de una manera u otra, como consecuencia de la Guerra Civil. Y lo hicieron contravinendo todo tipo de leyes, incluso la propia Ley de Memoria Histórica. En otro País cualquiera terminarían en la carcel
    Saludos cordiales

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