En
vista de los últimos resultados electorales del PSOE, sus afiliados han optado
por la renovación de manera prácticamente unánime. Pero como el pernicioso “zapaterismo” se ha incrustado en todas
las estructuras del partido, esa renovación, que han venido anunciando a bombo
y platillo, ha quedado muy devaluada, ya que mantienen íntegramente su
trayectoria ideológica, su política y su manera característica de actuar,
cambiando simplemente a unas personas por otras. Y en estas últimas, siempre prima más la juventud que la
experiencia, y más incluso que la propia
madurez.
Gracias
a la penosa herencia dejada por José Luis Rodríguez Zapatero, los socialistas
españoles confunden incomprensiblemente renovación política con juventud. En
consecuencia, cuando los socialistas españoles convoquen elecciones primarias
abiertas para seleccionar un nuevo secretario general, es normal que los
aspirantes sean prácticamente todos jóvenes y sin experiencia política alguna
e, incluso, sin capacidad real de liderazgo. Y esto es precisamente lo que
sucedió en las primarias organizadas, con gran fastuosidad y propaganda
mediática, para elegir al sucesor de Alfredo Pérez Rubalcaba.
Todos
los candidatos a liderar el PSOE, en el debate previo a las primarias del
pasado 13 de julio, se habían comprometido solemnemente a efectuar un giro
hacia la izquierda, a promover el cambio que, según dicen, demandaban expresamente
las bases del partido. Así las cosas, todo quedaba en manos de los 198.000
militantes socialistas que tenían la responsabilidad de elegir, y elegir bien, a
su próximo secretario general.
Gracias
al ambiente creado intencionadamente por el principal responsable del “zapaterismo”, los afiliados tenían muy
poco donde elegir, ya que la lista de aspirantes a dirigir el partido era muy
exigua, formada exclusivamente con personas
de segunda fila. Optaron mayoritariamente por Pedro Sánchez, posiblemente el
menos malo de los aspirantes, aunque, por otra parte, es, de todos ellos, el
seguidor más fiel de las tesis y de las
maneras de actuar del ex presidente Rodríguez Zapatero. Su discurso y sus
frases grandilocuentes nos recuerdan continuamente al anterior inquilino de La
Moncloa.
También
comparte con Zapatero, la perspicacia y la vista de lince para escrutar con
todo detalle lo que deparará el futuro próximo a los españoles. En esto, Pedro
Sánchez es igual que Linceo, el famoso argonauta de la mitología griega, que
estaba provisto de una vista tan penetrante que era capaz de ver a través de
las murallas y descubría cualquier objeto, aunque lo escondieran bajo las aguas
marinas. Y por supuesto, apreciaba hasta el más mínimo detalle de cualquier
objeto aunque estuviera situado a tres leguas de distancia.
Gracias
a su supuesta clarividencia y a que, como Zapatero, se siente asistido e
iluminado por algún numen todopoderoso, Pedro Sánchez piensa sinceramente que
tiene la solución definitiva para todos nuestros problemas económicos, sociales
y políticos, que él mismo es la solución. Con su llegada a la Secretaría
General del PSOE, ha comenzado el cambio para su partido y, según dice, para
nuestro atribulado país. Y afirma sin complejos y con euforia desbordada, que
está completamente dispuesto a promover el “cambio”
que necesita España, para que los españoles recobren nuevamente su esperanza. Y
se compromete solemnemente a que nadie se sienta defraudado.
Completamente
embriagado por su éxito personal en el Congreso Extraordinario que lo confirmó
en el cargo por aclamación, afirma categóricamente que “el tiempo del
inmovilismo ha pasado. España necesita una nueva generación de políticos a los
cuales yo represento". Y convencido plenamente de su labor mesiánica, más
que pedir, exige a Mariano Rajoy que abandone
de una vez “el pasado”, e inicie
inmediatamente los trámites precisos para reformar la Constitución. Según Pedro
Sánchez, Rajoy “representa a otra generación de políticos más del pasado, de
los últimos 35 años, que del presente y del futuro.
Según
el nuevo secretario general del PSOE, para solucionar de una vez el recurrente
problema catalán, hace falta crear en
España un nuevo marco de convivencia
tanto territorial, como social y económica. Por eso, propone a Rajoy y a Mas
que se dejen de gaitas y de intercambiarse reproches y comiencen a negociar
seriamente la reforma de la Constitución para que España se convierta lo más
rápidamente posible en un Estado federal. Es preciso asegurar urgentemente la concordia
y la armonía entre las distintas sensibilidades de nuestro país, si queremos
que España gane el futuro y no lo pierda de una manera tan miserable.
Para
los socialistas y, cómo no, para su líder actual, la mejor respuesta al desafío
secesionista del nacionalismo catalán es, sin duda alguna, el sistema federal. Para Pedro Sánchez el
Estado federal es la panacea que cura todos nuestros males, y da por hecho que
es algo inevitable. "España va a ser federal”, pregona constantemente a
los cuatro vientos. Piensa erróneamente que así se ajusta y se normaliza
el reparto de competencias entre el Estado y las actuales Comunidades
Autónomas. Es además, según dice, la única manera de compatibilizar la singularidad de cada región
sin que peligre la igualdad y la unión entre todas ellas.
Piensa
incluso que, con el federalismo, desaparecería totalmente el actual desorden
competencial que rige en España, desaparecerían las duplicidades administrativas
y aumentaría de manera considerable la transparencia de cada territorio
autonómico, lo que redundaría en una mayor responsabilidad de todos ellos. Desde
un punto de vista exclusivamente teórico y obviando la cruda realidad, quizás
tengan razón. Pero llegan a estas conclusiones, porque se olvidan de un factor
sumamente importante: la típica idiosincrasia del nacionalismo.
Cometen
el mismo error que los ponentes de la Constitución de 1978. Los padres de
nuestra Carta Magna crearon el Estado de las autonomías, creyendo que así
integraban pacíficamente en el conjunto de España a las regiones díscolas,
acabando de una vez con sus continuas y preocupantes aspiraciones secesionistas.
Pero ocurrió todo lo contrario de lo que
esperaban, ya que los separatistas, al ver que se garantizaba
constitucionalmente la viabilidad de las nacionalidades, se crecieron y, como
era de esperar, volvieron a la carga con nuevas y más arriesgadas exigencias.
Y
no olvidemos que el modelo autonómico español es prácticamente un sistema
federal. Y aunque estas entidades políticas comenzaron a disfrutar de muchas
más competencias que la mayor parte de los Estados federales tradicionales, los
nacionalistas continuaron rechazando frontalmente nuestra Constitución. Este
hecho nos demuestra fehacientemente que el federalismo no es una solución
válida y definitiva para que desaparezca el nacionalismo montaraz de un amplio
número de catalanes y vascos.
Los
nuevos apóstoles del federalismo, capitaneados por Pedro Sánchez y su tropa de
adeptos, esperan inútilmente cambiar esa actitud suicida del separatismo,
acentuando simplemente las supuestas singularidades del ciudadano catalán. No
se dan cuenta que los nacionalismos, por su propia naturaleza, son siempre políticamente
insaciables y no se dan nunca por satisfechos. Cuando consiguen alguna de sus
aspiraciones, se fijan inmediatamente nuevas metas.
Y subrayar, a estas alturas, las pretendidas
diferencias políticas y sociológicas entre catalanes y los demás españoles,
además de absurdo, es especialmente peligroso. Semejante despropósito servirá
de estímulo a los nacionalistas, se volverán mucho más agresivos y endurecerán considerablemente
sus exigencias. Se repetiría la historia de 1978, por el siguiente párrafo de
nuestra Carta Magna: “La Constitución (…) reconoce y garantiza el derecho a la
autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad
entre todas ellas.
José
Luis Valladares Fernández
Que poco originales son estos politicos,hablan de algo tan cansino como el federalismo.Solo buscan como siempre la dstruccion de nuestra patria,un abrazo,
ResponderEliminarSon un poco como niños, que le vamos a hacer. No se dan cuenta que, por desgracia, somos ya prácticamente un Estado Federal, puesto un poco así, como metido a calzador, al que llamamos autonomías.
EliminarUn abrazo
Pero qué sabrán estos tipos que nos hablan excátedra de cómo tiene que ser o dejar de ser el estado. Qué osadía y qué míseros son, cómo se ve que nadie les pedirá responsabilidades y si se las piden, no las van a dar, porque ni las tienen, ni tienen conciencia.
ResponderEliminarYa somos en realidad un Estado Federal, donde las Autonomías tienen muchas más atribuciones que por ejemplo los Lander alemanes. Y lo que quieren los secesionistas es romper España, y cada concesión que se les haga, creen que lo han sacado ellos. Y seguirán con nuevas exigencias.
EliminarHola, José Luis:
ResponderEliminarDemasiado contaminado por el relativismo zapateril, ahora llama incluso al programa de mierda de Sálvame, dicen que para estar con la gente. Solamente les interesa el populismo, pero no la Historia ni la razón.Y como somos un país poco culto pescan votos por esas vías, por la promoció del aboto o por medio del ataque a la Iglesia.Ahora los andaluces socialistas parecen estar alineados con los yihadistas en relación con la mezquita-iglesia de Córdoba, que intentan arrebatársela a la Iglesia.
Un abrazo
Tienes razón. Pedro Sánchez procura copiar ahora hasta los tics de Pablo Iglesias. Como el dirigente de Podemos quiere salir en todas las televisiones, aunque sea en programas de tele-basura. La imitación llega hasta el extremo de utilizar profusamente la mochila a la espalda.
ResponderEliminarUn abrazo, Xesús.
Habría que preguntarle a Pedro Sánchez de qué tipo de federalismo habla, que no suelta prenda, porque si nos ceñimos a la historia del federalismo, el ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS ESPAÑOL sería un MEGAFEDERALISMO que no resolvió el verdadero problema: EL SEPARATISMO.
ResponderEliminarCuando algunas comunidades "histéricas" se quieren desgajar del conjunto de una Nación (harta de templar chistu y gralla) no hay federalismo que valga; solamente queda el recurso de la fuerza o la opción que se le debe dar al chico mimado y colérico: si te vas de casa te vas para siempre y entregas las llaves de casa y la tarjeta de crédito, olvidándote del número de teléfono aún cuando tengas problemas graves. No hay otra opción con el nacionalismo sedicioso.
Un saludo a todos.
Las gentes del PSOE cogieron ese mantra de la España Federal y no hay manera que digan otra cosa. Las autonomías españolas tienen muchas más competencias que, por ejemplo, los Lander alemanes. Pero a estos socialistas les pasa lo que a los padres de la Constitución, que pensaron que con las Autonomías, se acababa el problema. Y no es así. Para que dejen de incordiar, hay que darles más que a ninguna otra región, autonomía, o Estado Federal. Unicamente les valdría el federalismo asimétrico para que los españoles dejáramos de ser iguales y ellos fueran más que el resto y disfrutaran de muchas más mamandurrias.
ResponderEliminarSaludos