martes, 17 de mayo de 2016

PEDRO SÁNCHEZ NO DA LA TALLA

Las Cortes españolas se constituyeron el pasado 13 de enero y, como no fue posible constituir una mayoría para gobernar, se disolvieron oficialmente el 3 de mayo. Y aunque fue ésta una legislatura muy efímera, la más breve de toda nuestra historia reciente, sirvió, cómo no, para evidenciar las insalvables carencias de Pedro Sánchez, secretario general del PSOE. Los hechos demuestran palpablemente  que estamos ante un personaje siniestro y caprichoso, lleno de odio y que está dispuesto, a las primeras de cambio, a venderse al mejor postor. Y un tipo así, no puede ocupar la presidencia del Gobierno de España.
Como no tiene sentido del ridículo, el líder socialista ha estado comportándose como un adolescente caprichoso y mal criado, durante todo el tiempo que ha estado abierta dicha legislatura. Ya en plena campaña electoral, tuvo la desvergüenza de insultar gravemente al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en aquel famoso debate, retransmitido en directo por las principales cadenas de televisión. Y ante la posibilidad de ver cercenado su sueño de encabezar un Gobierno de cambio, por culpa de la abultada derrota en las urnas, Pedro Sánchez trata de salvar su situación, mendigando descaradamente la colaboración de Pablo Iglesias.
Aunque fracasó electoralmente de manera innegable, el responsable máximo del PSOE, movido por su ambición desmedida, trató desesperadamente de llegar a La Moncloa y sustituir a Mariano Rajoy al frente del Gobierno. Como no contaba con apoyos suficientes, trató de forzar la situación arrastrándose absurdamente ante el líder de Podemos. Con esa oportunista y grotesca bajada de pantalones, Pedro Sánchez perdió, es verdad,  la poca dignidad que le quedaba, pero no consiguió variar el comportamiento del líder de Podemos, que seguía ridiculizándole y tratándole con inusitada crueldad y dureza.
Como iba pasando el tiempo y Pablo Iglesias no cambiaba de actitud, el nerviosismo se apoderó de Pedro Sánchez porque veía que se estaban esfumando sus posibilidades de alcanzar la presidencia del Gobierno. Para no correr ese riesgo, el dirigente socialista se entrevista con el primer ministro griego, Alexis Tsipras, y le pide inútilmente que interceda ante el líder de Podemos para que se ablande y facilite  sin más su investidura. El líder de Syriza, por supuesto,  le escucha con atención, pero rehuyó cortésmente  ejercer esa mediación.
Con tal de ser investido presidente del Gobierno, el secretario general del PSOE, estaba dispuesto a soportar pacientemente cualquier clase de oprobio o agravio. Y a pesar de los continuos insultos que le llueven de Podemos, se humilla una vez más y, como si estuviera enamorado, pasea sonriente con Pablo Iglesias justo por delante del Congreso. Y al caminar intencionadamente como dos esperpénticos tórtolos, bajo un baño de flashes, Pedro Sánchez me recordaba a la poetisa Safo y el líder de Podemos al barquero Faón, dos personajes míticos de la Grecia milenaria, que vivieron en Mitilene, la ciudad más importante de la isla de Lesbos.

El joven Faón tenía una barcaza y se ganaba cómodamente la vida transportando viajeros y mercancías a través del mar Egeo. Pero todo cambió para este modesto batelero, cuando la diosa Afrodita, disfrazada de mendiga, se acercó a su barca y le pidió que la llevara hasta la costa de Asia Menor. Y el barquero Faón, sabiendo perfectamente que no podría cobrar el servicio, se comportó amablemente con ella y, sin hacer ascos de sus aparentes harapos, la transportó hasta su destino. Y no contento con esto, al finalizar el viaje, le dio unas cuantas  monedas para que pudiera continuar su camino.
Conmovida por ese gesto tan bondadoso, la supuesta mendiga le obsequió con un tarro, de un perfume fascinante. Nada más regresar a su embarcadero, el barquero Faón, lleno de curiosidad,  destapa el tarro y refresca su rostro con ese perfume, lo que le convierte instantáneamente en el hombre más hermoso de la tierra. Y a partir de ese momento, todas las mujeres de Mitilene, prendadas de su belleza, le asediaban continuamente, tratando de ablandar su corazón.
Y hasta la bella Safo, que hasta entonces solamente había estado enamorada de otras mujeres, sintió por Faón una atracción irresistible y trató de enternecer su corazón con apasionados versos y su voz quebrada. Pero el joven remero, cada vez más frio y distante con las mujeres, seguía sin prestar atención alguna a sus encendidos requiebros. Y al verse rehusada una y otra vez, completamente  desilusionada, Safo va a Léucade y se arroja desde lo más alto del peñasco fatal, desapareciendo para siempre bajo las aguas del mar Jónico.
Sin llegar a los extremos de la enamorada Safo, Pedro Sánchez  debió seguir el ejemplo de otros líderes de su partido que, sin haber sufrido un fracaso electoral tan escandaloso como el suyo, supieron asumir valientemente su derrota y presentaron sin más su dimisión irrevocable. Alfredo Pérez Rubalcaba, por ejemplo, su antecesor en la Secretaría General del partido, renunció al cargo tras las elecciones al Parlamento Europeo, que se celebraron en mayo de 2014,  porque solamente obtuvo el 23% de los votos y perdió nueve eurodiputados.  Ya había hecho lo propio Joaquín Almunia, cuando en las elecciones generales de marzo del 2000 no alcanzó nada más que el 34,1% de los sufragios y perdió 125 diputados.
En las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, el actual secretario general del PSOE obtiene el peor resultado electoral de la historia de su partido, ya que tuvo que conformarse necesariamente con un catastrófico 22,01% de los votos, que no dio nada más que para 90 escaños. Y Pedro Sánchez, sin embargo, lejos de dimitir, se empeña en ser presidente a toda costa. Su desmedida ambición le obligó a confesar que los electores habían optado claramente por el cambio, y que había sido precisamente él, el elegido para presidir el Gobierno del cambio y del progreso.
El todavía líder de los socialistas lamenta sinceramente la falta de colaboración de Podemos para orquestar de inmediato “un cambio sensato y progresista, el cambio que merecen los españoles, porque los problemas de los españoles siguen presentes, y exigen de un cambio de rumbo ya”. Y a pesar de todo, Pedro Sánchez se muestra enteramente esperanzado y no duda en afirmar  que  “el cambio se aplaza dos meses, pero el cambio llegará”, que “España saldrá más fuerte de esta encrucijada, con una voluntad más firme, más determinada y más clara para cambiar el rumbo y alejarse del mal Gobierno que sufrimos”.
Por culpa de su obsesión enfermiza por presidir un Gobierno de cambio y progresista, Pedro Sánchez aún  no se ha enterado que, pactando con Pablo Iglesias, además de correr un grave riesgo el PSOE, peligraría, como no, la democracia y la convivencia entre los españoles. No olvidemos que, con una coalición de socialistas con Podemos, con sus confluencias, con IU y con toda esa amalgama de nacionalistas y de independentistas que odian sinceramente a España, Pedro Sánchez  no sería nada más que una marioneta en manos de Pablo Iglesias.
Y entonces tendríamos, cómo no, un Gobierno de cambio y de progreso, como el de Alexis Tsipras en Grecia, o el de Nicolás Maduro en Venezuela. Los de la formación morada, que yo sepa, no engañan a nadie y nunca han ocultado sus intenciones. Esperemos que si Pedro Sánchez continua siendo secretario general del PSOE tras las elecciones del 26 de junio, no cometa la insensatez de volver a intentar realizar ese pacto suicida con Podemos.

Gijón, 15 de mayo de 2016

José Luis Valladares Fernández

6 comentarios:

  1. El clon de Zapatero lo lograra esta vez,su alianza con Podemos es vital para su meta de ser presidente.saludos,

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    1. Creo que a Pedro Sánchez no le quedan ya más de dos telediarios. Se ha pasado de listo. Saludos

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  2. Ya no sólo es cuestión de dar la talla, es que no le hacen ni caso.

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    1. Lo uno, lleva encadenado a lo otro, de ahí que no le hagan caso porque no da la talla que esperaban cuando fue elegido secretario general

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  3. Mediocre, sectario hasta la náusea, arrastrado ante los del partido bolivariano o su sucursal griega, grosero...no puede traer peores credenciales ya que ha hecho bueno a Zapatero quien al menos mostraba mejores modales, sin gobernar siquiera.

    Que corra el escalafón.

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    1. Zapatero al menos tenía la malicia suficiente para disimular su poca valía.

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