lunes, 16 de julio de 2018

LAS ANDANZAS DEL PSOE




II.- El PSOE en sus primeros años


El fundador del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y de la Unión General de Trabajadores (UGT), Pablo Iglesias Posse, tuvo una infancia y una juventud excesivamente dura y llena de privaciones. Es verdad que comenzó a trabajar muy pronto, pero como el salario de aprendiz de tipógrafo era tan exiguo, vivía junto a su familia de una manera precaria y austera. Y esa precariedad le dejaría seriamente marcado para todo el resto de su vida.

En junio de 1870, cuando aún no había cumplido los 20 años, Pablo Iglesias es elegido por los tipógrafos madrileños para ocupar un cargo de delegado en el consejo local de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT) o Primera Internacional de los Trabajadores. Con esta elección, el futuro fundador del PSOE pasó a ser miembro oficial de una organización obrera de corte internacional. Y esto, claro está, fue determinante para que comenzaran a lloverle las complicaciones. Fue duramente perseguido, llegando a pisar la cárcel y tuvo que soportar hasta el despido de las distintas imprentas donde trabajaba.

La Asociación Internacional de los Trabajadores, fundada en Londres en 1864, estaba formada inicialmente por sindicalistas ingleses, franceses e italianos, de todas las orientaciones políticas. Aunque en un principio, colaboraban muy estrechamente los partidarios de Karl Marx y de Mijaíl Bakunin, no tardaron mucho en surgir discrepancias tan insalvables, que terminaron con la ruptura  de esa organización.

Los marxistas respaldaban la lucha por la revolución social mediante la conquista del poder del Estado, mientras que los bakuninistas o anarquistas propugnaban el poder de decisión por medio del consenso. Al estallar el conflicto entre ambas posturas, Pablo Iglesias mantiene su fidelidad a la línea marxista que, de aquella, era minoritaria en España. Tras la escisión de ambos bloques, colabora activamente en la creación de la Nueva Federación Madrileña.

En 1874, Pablo Iglesias asume la presidencia de la Asociación General del Arte de Imprimir, en la que había ingresado en 1873. Y nada más llegar a la presidencia de esta organización, comienza a preparar la creación de un nuevo partido político de corte netamente obrero y socialista. Su trabajo intenso y clandestino durante varios años culmina el 2 de mayo de 1879 con la fundación del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en la comida de fraternidad que organiza en la taberna Casa Labra, situada en la calle Tetuán de Madrid. A esa comida asistieron 25 comensales, casi todos tipógrafos.

En un principio, el partido socialista nació sin la E de español, ya que para el abuelo, que es como se conocía a Pablo Iglesias, el marxismo no puede estar ligado al concepto de nación. Para los marxistas convencidos de aquella época, en la sociedad no había nada más que dos clases totalmente antagónicas, la burguesía y el proletariado. La E de español, por lo tanto no encajaba en modo alguno en la ortodoxia de la doctrina marxista. Y de hecho, los primeros socialistas fueron extremadamente reacios a dar al partido la calificación de español.
Para la fundación de la Unión General de Trabajadores (UGT), Pablo Iglesias aprovechó el Congreso Obrero, celebrado el 12 de Agosto de 1888 en Mataró. Según los estatutos fundacionales, la UGT sería una organización sindical totalmente apolítica, pero solo de manera aparente, ya que nació seriamente marcada por el marxismo del revolucionario Karl Marx y Friedrich Engels, tan de moda en entonces.

En julio de 1889, se celebra en París  el Congreso fundacional de la Segunda Internacional, al que asiste Pablo Iglesias en representación del PSOE. En ese Congreso, se decide que los trabajadores salgan a la calle el 1 de mayo de 1890, para reivindicar la jornada laboral de ocho horas. Cuando llegó ese día, el líder del nuevo partido socialista encabezó resueltamente aquella  primera manifestación del 1 de mayo en España. Y a partir de entonces, esa fecha pasaría a ser el Día Internacional de los Trabajadores.

Es evidente que Pablo Iglesias tenía una formación intelectual francamente muy mediocre y elemental. No fue nunca un teórico, y tampoco podemos catalogarle como pensador y menos como un erudito. Fue simplemente un autodidacta que se hizo a sí mismo y que aprendió a desenvolverse instintivamente en la vida de manera prematura, como suele suceder. Fue  espoleado, eso sí, por la pobreza y la escasez de medios que tuvo que soportar durante su niñez y toda su juventud. Y mira por dónde, esa indigencia marcó profundamente su carácter, haciendo de él un personaje un tanto huraño y sumamente conflictivo y revolucionario.

Y al ser tan conflictivo e intolerante, el fundador del PSOE vivía en un continuo sobresalto y, como era de esperar, terminó teniendo muchos problemas hasta para encontrar trabajo. Por culpa de su espíritu revolucionario, utilizaba frecuentemente a los suyos para organizar huelgas y actos de agitación social, lo que le llevó muchas veces a la cárcel.

Entre julio y diciembre de 1909, las cabilas rifeñas, que estaban en contra de la penetración extranjera en Marruecos, comenzaron a rebelarse contra las autoridades coloniales y a realizar actos violentos contra los obreros españoles que trabajaban en suelo marroquí. Para restaurar debidamente el orden y asegurar el control de la zona, el Gobierno de Antonio Maura decide enviar tropas de reserva a las posesiones españolas del norte de África.

La movilización de los reservistas sentó muy mal a las clases populares, porque casi todos ellos eran humildes trabajadores, muchos de ellos padres de familia que no disponen de los 6000 reales que les exigen para eludir ir a la guerra. Por culpa de ese reclutamiento de las tropas de reserva, se generalizaron los disturbios en toda España. Y en Barcelona, esos tumultos fueron tan extremadamente graves, que dieron origen a la famosa Semana Trágica, en  la que hubo más de 100 muertos  y 500 heridos.

Para hacer frente a una situación tan grave, el Gobierno de Antonio Maura se vio obligado  a emprender una durísima represión y a declarar el estado de guerra. Y esto, claro está, incomodó considerablemente a los partidos republicanos y, por supuesto, a los socialistas que, como veremos más adelante, terminarán formando una Conjunción Republicano-Socialista para conspirar contra el Gobierno conservador y exigir la dimisión del presidente del Ejecutivo.

Al carecer por completo de cultura democrática, Pablo Iglesias era totalmente alérgico a la participación política en los procesos electorales. Para el abuelo socialista, concurrir a unas elecciones, era tanto como colaborar con los regímenes burgueses. Cambió de parecer, aunque a regañadientes, cuando el congreso de la Segunda Internacional, celebrado en agosto de 1891 en Bruselas, recomendó encarecidamente participar en todos los comicios futuros.

A partir de esa fecha, el PSOE comenzó a presentarse a las distintas elecciones que se convocaban, aunque fracasando estrepitosamente en todas ellas. Y todo, claro está, porque a los socialistas les faltaba experiencia en la lucha electoral,  y por la actitud de su líder que rehuía coaligarse con los partidos republicanos porque los consideraba eminentemente burgueses. Tuvo que producirse la represión ya citada de Antonio Maura, para que Pablo Iglesias aceptara sin remilgo alguno acercarse a los republicanos, a los que odiaba profundamente, para formar con ellos esa Conjunción política para hacer más efectiva su lucha contra el Gobierno conservador.

Y gracias a esa Conjunción política, los socialistas comenzaron a cosechar sus primeros éxitos electorales. Al ir en coalición con las fuerzas políticas republicanas a las Elecciones Generales de mayo de 1910, el PSOE consigue un escaño que ocupa, cómo no, Pablo Iglesias, convirtiéndose así en el primer diputado socialista de la historia que entra en el Congreso Español. Y sería reelegido nuevamente en las siguientes convocatorias electorales.

El diputado Pablo Iglesias subió por primera vez a la tribuna de oradores del Congreso el 7 de julio de 1910. En nombre del partido socialista, y dando muestras de un talante extremadamente revolucionario y antidemocrático, pronunció un durísimo discurso, atacando despiadádamente a Antonio Maura y a Juan de la Cierva Peñafiel. Comenzó anunciando que su partido “aspira a concluir con los antagonismos sociales” y “a establecer la solidaridad humana”. Y esto, claro está, nos lleva a la supresión de la Magistratura, de la Iglesia y del Ejército, además de otras muchas Instituciones que mantienen a este régimen  de insolidaridad y antagonismo.

Y el líder socialista continuó afirmando que su partido “estará en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita” y fuera de la legalidad, “cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones”. Y dirigiéndose al conservador Maura, añadió seguidamente: “viendo la inclinación de este régimen por S.S.”, debemos comprometernos para derribarlo. Y con enorme desparpajo y sin el menor titubeo, lanzó una amenaza muy clara al líder de los conservadores con estas palabras: “nosotros hemos llegado al extremo de considerar que antes de que S. S. suba al Poder debemos ir hasta el atentado personal”.

Con una afirmación tan insólita y descarada como esta, Pablo Iglesias convierte el asesinato en una simple herramienta política, que está ahí para usar cuando convenga. El escándalo, que se originó en el Parlamento con semejante alegato, fue francamente colosal. Los diputados conservadores mostraron su discrepancia y su profundo disgusto con esa amenaza, que el líder socialista se negó a retirar, a pesar de la  reiterada insistencia del Conde de Romanones, que, de aquella, presidía el Congreso de los Diputados. Y así fue como el PSOE comenzó su atípica andadura política, rompiendo las buenas maneras y, por supuesto, despreciando la Ley.

A partir de ese momento, las huestes de Iglesias se dedicaron preferentemente a crispar el ambiente y a organizar huelgas. Y todo, claro está, para desgastar al Gobierno, y para derribar el sistema constitucional. Siguiendo la pauta marcada por su fundador, los socialistas españoles comenzaron a utilizar discrecionálmente la Ley a su conveniencia, a decir una cosa y hacer a continuación exactamente lo contrario.

El pensamiento del fundador del PSOE quedó fielmente reflejado en los artículos que publicaba en El Socialista. Y el Pablo Iglesias, que aparece en el órgano de expresión del partido, no tiene nada que ver con el que tratan de vendernos los socialistas actuales. Sus panegiristas dicen que el abuelo era modélico, que vivía como pensaba y estaba completamente comprometido en la defensa de la democracia, de las libertades y de los derechos de los trabajadores.

Y Pablo Iglesias, sin embargo, no era realmente tan pacífico y tan leal como tratan de vendernos desde el PSOE. Era un personaje eminentemente beligerante y sectario, que estaba totalmente entregado a la organización de un proceso revolucionario para imponer el socialismo. Además de no gustarle la democracia, ni las libertades públicas, despreciaba sinceramente hasta la mera participación política.

Pero no mejoró absolutamente nada la situación del PSOE con la desaparición física de su fundador. Sus herederos políticos inmediatos acrecentaron aún más su animadversión contra la legalidad vigente y contra la democracia. Eso es lo que se deduce principalmente de las frases lapidarias que lanzaba en todos sus discursos políticos Francisco Largo Caballero, apodado  ‘el Lenin español’. Decía claramente  que había que abandonar cualquier atisbo de moderación, y que era obligatorio ir a por el poder total y la dictadura del proletariado.

En el discurso pronunciado en Don Benito el 8 de noviembre de 1933, quedó fielmente reflejada la ambición totalitaria de este siniestro personaje. No puede ser más claro: “Queremos todo el poder; vamos por todo el poder político. Tenemos que luchar como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee no una bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la revolución socialista”.

Y unos años más tarde, en el mitin celebrado en Linares el 20 de enero de 1936, hizo esta afirmación, que es sumamente clarificadora: “La clase obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo, y como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución”. Y pocos días después, el 10 de febrero de ese mismo año, remachó en la sala del Cinema Europa: “La transformación total del país no se puede hacer echando simplemente papeletas en las urnas... estamos ya hartos de ensayos de democracia; que se implante en el país nuestra democracia”.

Con “Memoria Histórica”, o sin ella, y por mucho que acusen a Franco de golpista, el principal responsable de nuestra trágica Guerra Civil fue precisamente el propio Largo Caballero, con el apoyo prácticamente unánime, eso sí, de los demás prebostes socialistas de la época. No pudo ser más expresivo en el acto electoral que se celebró en Alicante el 19 de enero de 1936: “… si triunfan las derechas nuestra labor habrá de ser doble, colaborar con nuestros aliados dentro de la legalidad, pero tendremos que ir a la Guerra Civil declarada. Que no digan que nosotros decimos las cosas por decirlas, que nosotros lo realizamos”.

Y a la derecha no le quedaban más opciones que morir o defenderse. Y con Franco al frente del timón, opta decididamente por la defensa. Y aunque contaba con unos medios materiales francamente escasos, logra infligir una contundente e inapelable derrota a aquella izquierda guerracivilista, que llevaba todas las de ganar. Y eso es algo que los socialistas  no perdonarán nunca a Franco.

Barrillos de Las Arrimadas, 13 de julio de 2018

José Luis Valladares Fernández

4 comentarios:

  1. No todo ha sido honradez en la historia del PSOE como quieren hacernos creer.

    ResponderEliminar
  2. Este energumeno de Pedro Sanchez,hara bueno al mismisimo fundador de los socialistas.Pablo Iglesia no era tan siniestro como el nuevo inquilino de la Moncloa.Cada dia que pasa mis temores a un nuevo enfrentamiento civil,es mas claro,ojala me equivocase,saludos,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A Pedro Sánchez le pierde la chulería. Va de guapo y de inteligente por la vida, y np es nada más que una zafia medianía. Saludos cordiales

      Eliminar