III.-
Vendido a los intereses de quienes quieren romper España
Ni
que decir tiene, que la naturaleza fue extraordinariamente pródiga con Pedro
Sánchez, el presidente del Gobierno que
padecemos, dotándole de una apariencia física realmente envidiable. Es alto,
garboso y esbelto como mandan los cánones clásicos. Tiene unas facciones tan
proporcionadas y una figura tan anatómicamente perfecta, que sus compañeros de
partido no han dudado en apodarle “el guapo”.
Al
verse dotado de un aspecto físico tan fascinante, creyó sin más que también
poseía unas cualidades intelectuales, éticas y morales muy superiores a los
demás mortales. Y esto, claro está, acrecentó aún más su orgullo y su desmedida
vanidad. Y comenzó a comportarse como si fuera la reencarnación del mítico
cazador Orión, que se vanagloriaba apasionadamente de su gran valor, afirmando
que no había en la Tierra ni monstruos, ni fieras, capaces de vencerle o
causarle el más mínimo espanto. Y Orión, cómo no, pagó muy cara su arrogancia,
ya que terminó muriendo por la mordedura de un simple escorpión.
Ni
que decir tiene que Pedro Sánchez es presumido y jactancioso a rabiar. Como no
podía ser menos, su ego insaciable le obliga a buscar la manera de mejorar
constantemente su propia imagen. Y esto le ha llevado, cómo no, a estudiar y a
ensayar cuidadosamente sus poses y cada uno de sus gestos o ademanes, antes de
realizarlos en público. Y como vive permanentemente en la apariencia, piensa
que, con esa parafernalia ritual, mejora notablemente su imagen.
Pero
como Sánchez es un presidente de pacotilla, que cuenta con pocas luces, es
incapaz de comprender que, todo lo que salga de esas gesticulaciones o muecas
es claramente artificial, y en modo alguno, sirve para optimizar su perfil.
Tiene, es verdad, una buena fachada, una planta física más que aceptable, pero
poca cabeza. Hay tanto orgullo y tanta ambición en su cerebro, que no queda
hueco suficiente para una inteligencia normal y un mínimo de sentido común.
Tuvimos
muy mala suerte con el malhadado presidente del Gobierno. Fue impuesto por los enemigos internos de España y se comporta
normalmente como un niño antojadizo y muy mal educado, que tiene que salir
siempre con la suya. Vive perennemente esclavizado por su desmedido afán de
poder y por aparentar lo que no es. Y si se encapricha por algo, recurrirá
incluso a la nocturnidad y a la alevosía para conseguirlo, como ocurrió con la
famosa Moción de Censura, para entrar de manera totalmente irregular
en La Moncloa.
Estamos
en manos de un presidente del Gobierno muy poco recomendable. Y es un intruso y
un advenedizo, porque ocupó ese cargo
sin mediar un proceso electoral normal. Y por supuesto, además de inepto, es
extremadamente frívolo e hipócrita. No respeta nada, ni su propia palabra.
Puede decir una cosa por la mañana y afirmar exactamente lo contrario por la
tarde. Y si tiene que hablar algo por la noche, es muy posible que desmienta
lo que dijo por la mañana y por la tarde.
Y
como Pedro Sánchez le ha tomado el gusto al poder, tendremos que aguantarle,
vete a saber hasta cuando, al frente de la Presidencia del Gobierno. En ningún
caso podemos esperar que abandone voluntariamente el cargo. Y de momento, no es
posible que la derecha lo desaloje del
poder, porque está dividida en tres grupos prácticamente irreconciliables. Su
estancia en La Moncloa depende exclusivamente de gente tan poco recomendable,
como los separatistas vascos, los catalanes y, por supuesto, los inevitables etarras de Bildu.
Y
como el irresponsable Pedro Sánchez carece de escrúpulos, y no tiene
remordimientos de conciencia por nada, tratará de perpetuarse al frente del
Gobierno, aceptando sumisamente las malvadas ocurrencias de los defensores del
populismo más salvaje y de los independentistas vascos y catalanes. Y para
tener contenta a toda esa troupe de indeseables que quieren acabar con la
unidad de España, procurará hacer enjuagues con la Constitución y conculcarla
incluso de vez en cuando- Y acabará, por qué no decirlo, siendo un pelele o un
fantoche en manos de los que quieren acabar de una vez con nuestro sistema
constitucional.
Para
satisfacer cumplidamente sus ensueños y sus intereses egoístas, el presidente
del Ejecutivo terminará comprometiéndose con el PNV a mejorar la situación de
los presos etarras, acercándoles a casa, desarrollando íntegramente el Estatuto
de Guernica, transfiriendo al País Vasco algunas competencias más, entre las
que destacan, la gestión de los aeropuertos, del régimen económico de la
Seguridad Social y, ¡faltaría más!, del sistema penitenciario.
Y
no digamos nada de los diferentes acuerdos que puede cerrar con los independentistas catalanes de ERC y de JpC,
que buscan incansablemente la desmembración de España. Aceptará sin más, creo
yo, que la Policía Nacional y la Guardia Civil abandonen definitivamente
Cataluña. Y hasta es capaz de ir mucho más lejos y consentir que se subvierta
el orden constitucional, permitiendo que se celebre la dichosa consulta de
autodeterminación. El empecinado Sánchez es capaz de cometer cualquier tipo de
trapacería, incluso de carácter claramente subversivo, para que no le desalojen
de La Moncloa.
Es
de suponer que Pedro Sánchez hará todo lo posible y hasta lo imposible, para
mantenerse al frente del Gobierno, y así realizar tranquilamente todos sus
viajes en Falcon. Y como no anda muy sobrado de luces, en alguno de esos
vuelos, volverá a cometer la absurda payasada de imitar a algún que otro
personaje egregio, como cuando trató de asemejarse a John F. Kennedy.
Para
conservar la Presidencia del Gobierno, Sánchez necesita el apoyo unánime de los
acólitos de personas tan poco recomendables, como Oriol Junqueras y Arnaldo Otegi.
Y ya sabemos que el primero está condenado a trece años de cárcel, por atentar
contra el orden constitucional. Y el segundo también fue condenado por
pertenecer a una banda terrorista. Y sigue inhabilitado para ejercer cualquier
cargo público hasta el año 2021. Y si finalmente logra la investidura por el
apoyo de semejante cuadrilla, tendríamos un presidente manifiestamente
fraudulento e ilegítimo.
Y
si, a pesar de todo, sigue adelante con el apoyo de Pablo Iglesias, la
gobernabilidad será sumamente complicada, ya que las actuaciones de tan
complicado socio llevarán siempre aparejado el radicalismo y el populismo más
extremo. Aunque también es verdad que, con Pedro Sánchez, cabe cualquier cosa.
A pesar de sus evidentes limitaciones intelectuales, tiene un complejo de
superioridad nada común, y tiene un concepto tan elevado de sí mismo, que
piensa que es el no va más, y que todo lo sabe.
No
obstante, Pedro Sánchez ya ha demostrado ampliamente que, como gobernante, es
un auténtico desastre. Es tan cínico que, en vez de afrontar los problemas que
preocupan a los españoles, solo se ocupa de sus propios intereses. Y como
siempre, serán las sufridas clases medias las que paguen el pato y carguen con
las nefastas consecuencias de tan lamentable actuación.
Gijón,
26 de noviembre de 2019
José
Luis Valladares Fernández
Lo que sea con tal de mantener la poltrona, sin importar las consecuencias.
ResponderEliminarNo busca nada más que figurar y presume hasta de lo que no tiene: inteligencia, por ejemplo
EliminarEl Rey sigue sin decir Nada,a este chulo de barrio.saludos.
ResponderEliminarNo se hasta qué punto el Rey puede decir algo, teniendo en cuenta que no es nada más que un moderador. Saludos
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