VI.-
Con este Gobierno, España terminará como la Venezuela de Chávez
Si repasamos la hemeroteca de Pedro Sánchez, podremos comprobar
que estamos ante un personaje monstruoso y extremadamente complicado, que
cambia continuamente de opinión. Dice una cosa por la mañana y, sin el menor
problema, afirma lo contrario por la tarde. Presume hasta de su sombra, y es
tan egoísta, que no piensa nada más que en sí mismo. Y como es un irresponsable
y un desvergonzado, pretende medrar personalmente de la única manera que sabe
hacerlo, aprovechándose de los ciudadanos que encuentra en su camino.
Para salir siempre con la suya, este farsante necesita el apoyo
unánime de los militantes de su propio partido y de buena parte de los que abominan del sistema
constitucional español. Y para engatusar
y hechizar a sus correligionarios y
conquistar provisionalmente a los díscolos y rebeldes, utiliza la
mentira y la sedición de una forma muy peculiar y sibilina. Es rastrero e
hipócrita hasta decir basta, ya que no busca nada más que su propio provecho,
sin importarle absolutamente nada los valores morales. Talmente parece que
estamos ante el auténtico Tartufo, que se escapó de la obra
literaria de Molière.
Este Tartufo, disfrazado de honesto socialista, demuestra muy poco
respeto por sus compañeros de partido. Los engañó como a chinos, y terminó,
como era de esperar, traicionándolos descaradamente. Han caído en su trampa,
que ya es decir, hasta los barones más críticos, que denunciaron a tiempo su
aviesa intención de pactar con los separatistas y con los herederos de ETA,
para perpetuarse en La Moncloa.
El presidente de la Comunidad de Aragón, Javier Lambán, afirmó
rotundamente, que los socialistas aragoneses, en ningún caso, iban a admitir
ninguna clase de transacción con el separatismo. En esa misma línea, estuvo el
locuaz presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que se había
comprometido solemnemente “a pelear mucho por los símbolos que nos hacen más
iguales”, que vienen expresados en la Constitución del 78.
Y sin embargo, llegaron esas transacciones y, como era
previsible, terminó formándose un Gobierno contra
natura. Y de los barones del PSOE, claro está, nunca más se supo. Es de
suponer que les pasó lo mismo que al personaje central de esa misma comedia de
Molière, el burgués Orgón que, siendo el dueño de la casa, terminó
indefectiblemente como un auténtico pelele en manos del malévolo Tartufo.
Estos atrevidos barones, que se desgañitaban hablando mientras
el Gobierno de coalición con los enemigos de España no era nada más que un
proyecto, se dejaron embaucar y aceptaron sumisamente los despropósitos del
descarado Tartufo, Pedro Sánchez. Pero no van a imitar a Orgón
que, cuando descubrió los manejos y las tropelías del hipócrita Tartufo,
reconoció inmediatamente su error y lo expulsó de casa, recuperando así la
autoridad perdida. Los barones del PSOE no darán ese paso jamás, porque tienen miedo a perder su poltrona.
Está visto, que la palabra de Pedro Sánchez no tiene ningún
valor. Es un mentiroso compulsivo, que carece de principios y no se respeta ni
a sí mismo. Dice una cosa ahora y hace
lo contrario a continuación. Ahí está, por ejemplo, lo que dijo en septiembre
de 2014 nada más llegar a la Secretaria General del partido: “Ni
antes, ni después el PSOE va a pactar con el populismo. El final del
populismo es la Venezuela de Chávez, la pobreza, las cartillas de
racionamiento, la falta de democracia y, sobre todo, la desigualdad”.
Dos años más tarde, en marzo de 2016, desde la tribuna del Congreso y con la ampulosidad que le caracteriza,
hizo una afirmación que la bancada socialista aplaudió a rabiar, pero que
después no cumplió: “Lo he dicho en privado y lo digo en público para que conste en acta.
Yo no voy a permitir, con todos los respetos hacia los votantes de ERC, que la
gobernabilidad de España descanse en partidos independentistas”.
Pero el doctor Plagio,
tiene caradura para eso y para mucho más. Así que, andando el tiempo, con
motivo de las elecciones generales del 28 de abril de 2019, ahuecando
considerablemente la voz, hizo esta atrevida afirmación en Zaragoza: "Siempre cumplo mi
palabra…” y no es verdad. Este
estafador político, que se sepa, no ha dicho una sola verdad en su vida. Y todo
indica que, para más inri, es muy remiso hasta para cumplir la Ley.
Con estas afirmaciones y otras muchas por el estilo, el líder
del PSOE engañó miserablemente a sus votantes, y se rió a carcajada limpia de
sus compañeros de partido. Para hacerles creer a unos y otros, que rechazaba
frontalmente la coalición con los populistas de Unidas Podemos, se dedicó a
lanzar continuos reproches contra Pablo Iglesias, el nuevo aspirante a marqués
de Galapagar. Y repitió incluso varias veces, que “no dormiría tranquilo”
con miembros de Unidas Podemos en el Gobierno.
Es evidente que el fullero Pedro Sánchez quería repetir las
elecciones, porque esperaba mejorar significativamente el resultado obtenido el
28 de abril. Y en connivencia con sus acólitos más cercanos, aprovechó el fracaso de la investidura de julio como
excusa para dejar pasar el tiempo, para forzar otro nuevo proceso electoral. Y
ocultando su verdadera intención, hizo
creer a sus partidarios, que actuaba así por la incompatibilidad
insalvable que mantenía con el populismo de Unidas Podemos.
Estos comicios se celebraron, por fin, el pasado 10 de
noviembre. Y al deplorable presidente
que padecemos, le salió tan mal la tostada, que perdió algunos apoyos y sacó tres
diputados menos. Y para un personaje tan insaciable y ambicioso de poder como
Sánchez, ese retroceso electoral es prácticamente inadmisible y suena casi a
descalabro. Precisamente por eso, nada más conocer los resultados, desconcertando
a propios y a extraños, aceptó sin más la coalición con Unidas Podemos y, por
si esto fuera poco, con el impresentable Pablo Iglesias, nada menos que de
vicepresidente segundo del Gobierno.
A pesar de ese entendimiento súbito con las huestes del
populismo, el receloso Sánchez temía sufrir otro desagradable fiasco en la
investidura. Y para evitar semejante contingencia, buscó afanosamente el apoyo
del PNV y de otros partidos, más o menos marginales, como Coalición Canaria,
Bildu y Teruel Existe. Y como no podía ser menos, se arrastró de manera
humillante ante los independentistas catalanes de ERC para conseguir su
abstención. Se ganó la voluntad de unos y otros, eso sí, pero haciendo
concesiones que, en muchos casos, bordean peligrosamente la legalidad vigente.
Al final, es verdad, le falló la diputada de Coalición Canaria,
Ana María Oramas que, en la sesión de investidura, se decantó por el NO. Aun así, y por un estrecho margen
de dos votos, Pedro Sánchez logró su investidura, prolongando así su estancia
en La Moncloa y, cómo no, tener el Falcon a su servicio, que no es poco. Lo malo es que, si Dios no lo
remedia a tiempo, con este nuevo Gobierno, tan excesivo en número de ministros
y vicepresidencias, España terminará siendo bolivariana como la Venezuela de
Chávez o la Bolivia de Evo Morales.
Gijón, 19 de enero de 2020
José Luis Valladares Fernández
Un gobierno sin duda preocupado por atajar la sangría del paro, por eso ha creado nuevos ministerios, para colocar a un buen puñado de gente. Y esto solo es el principio.
ResponderEliminarEso es lo peor que puede pasar a la economía española, el aumento descontrolado de puestos de trabajo improductivo, mientras desaàrecen los que producen riqueza.
EliminarHay una derecha que se merece mucho a Pedro Sánchez...y que trabaja para él.
ResponderEliminarVeo que sois de los pocos compañeros que seguís al pie del cañón, pocos vamos quedando.
Un saludo y feliz 2020 JL
Encantado de reencontrarte otra vez aquí. Espero lo mejor para tí.
EliminarUn saludo cordial
Al menos, estoy seguro que lo intentarán.
ResponderEliminarVeremos a ver
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