lunes, 12 de julio de 2021

LOS CAPRICHOS Y LA AMBICIÓN DE SÁNCHEZ

 


 

1.-El ascenso precipitado de Sánchez y su defenestración

Si nos hiciéramos caso de las malvadas críticas, tendríamos que aceptar que nuestro presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es un verdadero desastre, que no hace nada bien. Y sin embargo, hay cosas que hace magistralmente bien y no encuentra competidores. Presume más y mejor que nadie y es todo un maestro mintiendo con desparpajo y desenvoltura, para alterar u ocultar la realidad cuando se opone a sus designios políticos o intereses personales.

Y no acaban aquí las habilidades del presidente Sánchez. Además de sentar cátedra, vanagloriándose desmedidamente de su atractiva y excelsa figura, no hay quien le gane a mentir. Y por si fuera esto poco, también es meritoria su manera de hacer el ridículo en sus estudiadas  apariciones públicas, sobre todo cuando busca una foto, y encuentra muchas dificultades para conseguirla. Y todo, claro está, porque padece el conocido complejo de Tántalo.

Las personas que padecen dicho complejo, como es el caso de Pedro Sánchez, carecen de principios éticos y morales y son capaces de hacer cualquier cosa, llegando incluso a mentir y a sacrificar lo que haya que sacrificar, para salir con la suya y ver cumplidos sus antojos. Se olvidan frecuentemente, que tanto la justicia como la ética tienen sus límites marcados. Y cuando se dejan llevar por sus ansias de poder y soberbia, suelen traspasar esos límites y, entonces, hacen el ridículo y corren el riesgo de perder hasta lo que tienen al alcance de su mano.

Los entusiastas de la cultura clásica, que disfrutan con las leyendas de la antigua Grecia, conocen  perfectamente la vida, obra y milagros del caprichoso Tántalo, el famoso rey de Frigia, que llegó a ser un personaje muy llamativo y presuntuoso. Y aunque era hijo de Zeus, no llegó a ser un dios olímpico más, porque su madre era una simple mortal. De todos modos, por su ascendencia paterna, ya tenía la consideración de héroe o semidiós y estaba destinado a ocupar un sitio en el cielo después de su muerte. No obstante, terminó en el Tártaro, que es la parte más profunda del inframundo, a donde van todos los malvados.

Y fue su elevada estirpe, lo que ocasionó su desgracia.  No olvidemos que Tántalo, por ser hijo del rey de los dioses olímpicos, fue muy mimado y malcriado desde su más tierna infancia por los demás dioses del Olimpo. Le dejaban hacer lo que se le antojaba y procuraban satisfacer todos sus antojos. Y aunque creció lleno de resabios y acabó completamente lleno de vanidad y de un insufrible engreimiento, los dioses seguían invitándole a sus banquetes.

Claro que Tántalo llegó a acumular tanta maldad en su espíritu humano, que fue incapaz de responder adecuadamente a las múltiples atenciones que recibía de los inmortales y no tardó mucho en actuar contra los dioses de varias maneras. Comenzó revelando a los mortales, lo que se hablaba en aquellos convites celestiales. Y no contento con eso, robaba de la mesa olímpica néctar y ambrosía, que repartía después entre sus amigos terrenales.

Y terminó, como no podía ser de otra manera, negando rotundamente bajo juramento, que no tenía escondido el perro de oro que habían sustraído del templo que Zeus tenía en Creta. Y el colmo de su insolencia llegó con el banquete que preparó para los dioses, cocinando los miembros descuartizados de su propio hijo Pélope. No es de extrañar, por lo tanto, que Tántalo fuera enviado al Tártaro después de su muerte, para ser eternamente torturado por los crímenes que había cometido. 

Es verdad que desconocemos absolutamente el tipo de educación que recibió Pedro Sánchez durante los años de su niñez y en la adolescencia. Pero si tenemos en cuenta su comportamiento actual y su alocada manera de enfrentarse a las complicaciones que ofrece la vida a diario, podemos deducir que salió siempre con la suya, viendo cumplidas todas sus pretensiones. Y por lo que parece, esa ayuda extra o sobreprotección se mantuvo durante toda su juventud. Sabemos que, hasta para lograr su doctorado, contó con una protección extra, que no está al alcance de la generalidad de los que desean obtener ese grado académico.

Además de la ‘falta de integridad académica’ que encontramos en su tesis por la cantidad de párrafos plagiados que contiene, contó con un tribunal hecho un poco a su medida. Había que allanar el camino a Pedro Sánchez para que, a pesar de todo, aprobara con la máxima calificación. Algo querrá decir, creo yo, que tres de los cinco miembros de ese tribunal habían accedido recientemente al doctorado, cuando normalmente se exige ser profesor titular y llevar, por lo menos, seis años involucrado en la investigación.

Está visto, que la palabra de Pedro Sánchez, nuestro actual presidente, no tiene ningún valor. Hay que dar por sentado, que ni él mismo la respeta. Dice una cosa por la mañana y suelta justamente lo contrario por la tarde y se queda tan pancho. Ya no hay nadie que se crea sus continuas y rutinarias fantochadas, porque lo suyo es hablar a sabor de la boca, no sé  si para darse importancia, o para llamar la atención.

Es evidente, que a Sánchez le gusta mucho mandar y detesta profundamente que se discutan sus decisiones. En realidad, siempre ha aspirado a convertirse en un Cesar o un auténtico Caudillo, al estilo de los dictadores históricos, que todos conocemos. Por eso, nada más aterrizar en el PSOE, dio rienda suelta a su desmedida ambición y comenzó a conspirar para promocionarse. Necesitaba exhibir su arboladura física desde un cargo político con reconocido prestigio. De ahí, que intentara recabar apoyos, para ir escalando puestos cada vez más importantes y vistosos, hasta ocupar uno verdaderamente deslumbrante.

En todo caso, debemos reconocer, que el comienzo de la carrera política del candidato Sánchez fue siempre bastante complicado. Era el “patito feo” de la película que no llegaba nunca a la primera. Le pasó, sin ir más lejos, cuando aspiraba a ser concejal en las elecciones municipales de Madrid de 2003, y le volvió a pasar en las elecciones generales de 2008, cuando pretendía hacerse con un escaño en el Congreso de los Diputados. Al final, cómo no, terminó siendo concejal en 2004 por la renuncia de Elena Arnedo a su acta. Y en 2009, se convirtió en diputado, ocupando el puesto que dejaba libre Pedro Solbes con su marcha.

Y mira por dónde, en las elecciones generales de 2011, volvió a ocurrir exactamente la misma historia. Pedro Sánchez ocupaba el puesto undécimo en la lista por Madrid, y el PSOE solo obtuvo diez diputados en esa circunscripción. Y esta vez, para ser diputado, tuvo que esperar hasta noviembre  de 2013, fecha en la que Cistina Narbona abandonó el Congreso de los diputados, para ocupar un puesto en el Consejo de Seguridad Nuclear.

Hay que tener en cuenta que, en esa fecha, el novato Sánchez ya era excesivamente ambicioso y se comportaba como un jovenzuelo torcido y resabiado. Y aunque nunca había formado parte de la Ejecutiva, ni del Comité Federal del PSOE, se le antojó nada menos, que ser el sucesor de Alfredo Pérez Rubalcaba en la Secretaría General del partido. Y sin perder tiempo, empezó a recorrer todas las agrupaciones socialistas de España, en busca del mayor número posible de avales para ver cumplido su propósito.  

Y cuando llegó el momento, quién lo iba a decir, Pedro Sánchez derrotó claramente a Eduardo Madina y a José Antonio Pérez Tapias, que eran los otros aspirantes a ocupar ese puesto. Y el Congreso Extraordinario del PSOE, que se celebró el 26 y 27 de julio de 2014, ratificó sin más los resultados y Sánchez se convirtió oficialmente en secretario general de los socialistas españoles. Y lo que son las cosas, en la reapertura de las sesiones del Congreso de los diputados, pasó a ocupar, por primera vez, el puesto de líder de la oposición.

Es casi seguro, que Pedro Sánchez no esperaba conquistar tan fácilmente el objetivo que se marcó con su primer antojo importante, ya que llegó a la Secretaría General del partido a las primeras de cambio. Y ese hecho, faltaría más, acrecentó inconmensurablemente su ya desenfrenado egoísmo y su insaciable y desbocada avaricia. Así que, sin esperar a más, se encaprichó con un nuevo objetivo, mucho más importante y transcendental que el anterior. Se propuso llegar a La Moncloa para, ahí es nada, ocupar la Presidencia del Gobierno.

Probó fortuna en las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015 y, como fue preciso repetir el proceso electoral, volvió a intentarlo nuevamente el 26 de junio de 2016, que fue la fecha en la que se volvieron a abrir las urnas. Pero, qué le vamos a hacer, fracasó estrepitosamente en ambas ocasiones.

 En la primer tentativa, el líder del PSOE, tuvo que conformarse con 90 escaños, 33 menos que el Partido Popular. Y así y todo, ante la ausencia de otro aspirante, fue propuesto por el rey Felipe VI como candidato a ser investido presidente. Pero cuando llegó la hora de la verdad, Pedro Sánchez sufrió una tremenda frustración con la derrota. Su candidatura recibió exclusivamente el respaldo de su propio partido, el de Ciudadanos y el de Coalición Canaria. En total, 131 votos a favor, contra los 219 en contra de los demás miembros de la Cámara.

En la segunda oportunidad, el antojadizo Sánchez se llevó una nueva decepción, ya que no sacó nada más que 85 diputados y ya tenía a los de Podemos pisándole los talones. Y su disparatado orgullo no soportaba  ya otro fracaso más. Y desoyendo intencionadamente las recomendaciones del Comité Federal del partido, se reunió en secreto con miembros destacados del independentismo catalán, para solicitar su apoyo incondicional en la investidura.

Si los secesionistas avalaban su candidatura, Pedro Sánchez se comprometía firmemente a negociar con ellos la convocatoria del referéndum de autodeterminación que solicitaban, y ordenaría a la Fiscalía, que archivara todos los procedimientos que había abiertos contra los responsables del Gobierno autonómico de Cataluña, por el intento frustrado del referéndum que tenían previsto celebrar en  aquel dichoso 9 de noviembre de 2014.

Pero el insaciable Sánchez se olvidó de algo muy importante. En junio de 2016, fecha en la que se repitieron aquellas elecciones generales, los barones del PSOE todavía pintaban algo en la Ejecutiva Federal del partido. Y como no estaban dispuestos a tolerar que su secretario general coqueteara impunemente con los separatistas, forzaron su dimisión. Y entre lágrimas, entregó también su acta de diputado.

 Gijón, 9 de julio de 2021

 José Luis Valladares Fernández

4 comentarios:

  1. No siendo Pedro Sánchez,santo de mi devoción tengo que admitir que sin duda habrá leído el Príncipe de Maquiavelo,pues no da puntadas sin hilo,saludos,😁

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    1. No creo que su inteligencia de para tanto. Pienso que no es más que un títere de alguien con más cabeza, que está empeñado en acabar con España. Saludos

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  2. El caso es que mediante manejos, se ha ido saliendo con la suya, de momento.

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