jueves, 2 de abril de 2009

LA LUCHA DE CLASES HOY

La lucha de clases como concepto o como teoría nos acompaña desde que Lorenz von Stein utilizó ese término para explicar la estructura del estado. Para Stein, se trata de un conflicto que surge por la diversidad de los distintos intereses de las clases sociales. Es algo, según él, inherente a toda sociedad estratificada en clases sociales. Con este tipo de sociedad, es normal que los individuos busquen, con verdadero interés, acceder al poder político, que les va a proporcionar pingües beneficios de tipo social y económico. Y las clases más bajas, en consecuencia, tratarán de ascender a puestos cada vez más altos en la escala social, utilizando para ello esos movimientos que se originan con la lucha de clases.
El concepto de lucha de clases lo retomaría posteriormente K. Marx, ampliando además el alcance del mismo. Para Marx, la lucha entre las diversas clases sociales es el verdadero motor de la historia. De ahí su rotundidad, cuando escribe en el Manifiesto del Partido Comunista, que “la historia (escrita) de todas las sociedades existentes, hasta ahora, es siempre la historia de la lucha de clases”.
Los conflictos que surgen entre una clase social y otra sirven de base a todos aquellos hechos que dan forma a las sociedades. Y de todas estas sociedades, la sociedad capitalista es la más importante para Marx, de cara a esa lucha de clases. En consecuencia, la principal lucha entre clases la encontraremos entre proletarios y burgueses.
La lucha de clases ocasiona siempre una polarización social evidente de todos los individuos por el mero hecho de pertenecer a una de esas clases sociales que existen en cada momento de la historia. Polarización social que se debe, dadas las circunstancias, a la inevitable explotación social. En las sociedades primitivas no existía este problema, ya que al ser la producción tan escasa, era imposible que un sector social se apoderara del producto del trabajo de otro sector. Como no había competición, tampoco había clases sociales. Andando el tiempo, aparecerán las sociedades esclavistas con el antagonismo entre esclavos y esclavistas. Más tarde llegaría la sociedad feudal con el conflicto entre siervos y señores feudales. Y, por fin, con la revolución industrial, apareció la sociedad capitalista y la lucha sin cuartel entre proletariado y burguesía.
Posteriormente, en la obra definitiva de Marx, El Capital, aparecen los nuevos conceptos de valor de uso y valor de cambio de las mercancías y el de plusvalía, tan ligados a la lucha de clases que inevitablemente se produce en el seno de toda sociedad capitalista.
Con posterioridad a Marx, el anarquismo también utiliza el concepto de lucha de clases, pero muy atemperado en cuanto a su agresividad. Para los anarquistas, el concepto de individuo es muy superior al de clase social. Al tener el individuo un valor fundamental, frente al valor puramente coyuntural de la clase social, la libertad individual es el germen del antiautoritarismo ácrata.
El concepto de lucha de clases en el anarquismo, tiene muy poco que ver con el significado que le dan los marxistas. Mientras que, para el marxismo la lucha de clases tiene un origen económico-historicista y está influenciada por un factor típicamente clasista, en el anarquismo, dicha lucha, tiene una razón de ser claramente política y racionalista. Conceptualmente para los anarquistas, los individuos estarán siempre contra el Estado como tal y contra todos sus aliados. La acción voluntaria del individuo estará claramente enfrentada contra cualquier intento de imposición coactiva de los distintos gobiernos. En una palabra, la lucha de clases para todo buen anarquista, en cuanto individuo, consiste básicamente en luchar contra los privilegios de las clases dirigentes para tratar de autoliberarse definitivamente.
La lucha de clases, hoy día, tal como la concibió Marx, y posteriormente los mismos anarquistas, ha sido ya francamente superada. Para cerciorarnos de esto, no tenemos más que acudir a la historia y ver como iban naciendo las distintas internacionales que administraban esa lucha, y como terminaron por fracasar todas ellas, una detrás de otra. La guinda de ese fracaso anunciado corrió a cargo de la descomposición de la Unión Soviética, y el verdadero colofón vino a ponerlo la esperada caída del muro de Berlín. Con la caída de este muro, el mundo occidental recuperó la racionalidad y la libertad individual volvió a enseñorearse de nuestro entorno cultural y a regir nuestro propio comportamiento.
Esperemos que dicha lucha de clases sea ya, definitivamente, un simple hecho histórico, sin posibilidad alguna de actualización. Nuestro Presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, quizás quiera recuperarla. Es especialistas en resucitar fantasmas del pasado, como ha hecho con nuestra guerra civil mediante la recuperación, bajo su exclusivo punto de vista, de la memoria histórica.
Si analizamos desapasionadamente la ley estrella de su Gobierno, como es la Ley Integral contra la violencia de género, podemos llegar a deducir que trata de rescatar nuevamente la periclitada lucha de clases, pero cambiando de contendientes. Ahora la lucha se establecería entre feministas y machistas. Pues es manifiesta, en la igualdad pregonada entre hombres y mujeres, la tremenda discriminación que han de afrontar los varones. En cuanto a derechos, las mujeres se llevan la parte del león y, por ley lo que en la mujer es una simple falta, en los varones se tipifica como delito.
A la larga, esta ley de violencia de género no hará otra cosa que enfrentar a hombres y mujeres, con lo que la deseada igualdad plena continuará siendo solamente eso: un loado deseo que no hay manera de convertir en una espléndida realidad.

José Luis Valladares Fernández

1 comentario:

  1. La crítica marxista a esa sociedad burguesa, que surgió durante la Revolución Industrial del s. XIX, quería transformar esa sociedad y mejorar la condiciónde vida de los trabajadores. Como bien apuntas en tu artículo este esquema es hoy día inservible y prácticamente freacasado. Lo más sorprendente es ver a los sindicatos (léase UGT), con casi cuatro millones de parados en España, de la mano de ZP, quien les pide por misericordia que no le hagan huelgas, que necesita de su cariño y de su apoyo. El PP tiene mucho que decir y que hacer.

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