martes, 15 de diciembre de 2009

EL GORRONEO DE LOS SINDICATOS DE CLASE

El Gobierno español, querámoslo o no, cuenta con dos ministros más de los que figuran en la lista ministerial. Se trata de Cándido Méndez Rodríguez e Ignacio Fernández Toxo que, en la práctica, ejercen en comandita la cuarta vicepresidencia del Gobierno. Lo malo es que, para lo que hacen, nos salen demasiado caros. Mucho más caros que todas esas otras ministras de cuota que carecen de funciones concretas, como es el caso de la ministra de la Vivienda, la ministra de Igualdad e, incluso, la ministra de cultura.
Estos ministerios, sin contenido alguno determinado, cuestan evidentemente una pasta al erario público. Ya es enorme el coste derivado de la creación de un ministerio y el mantenimiento posterior de su estructura. A esto hay que agregar el sueldo de las propias ministras, sus gabinetes, despachos y anexos diversos. Pero como carecen de competencias reales, al no hacer nada más que servir de floreros y cobrar a final de mes, todo queda ahí, en ese elevado gasto inútil perfectamente previsible. Pero Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, verdaderos ministros en la sombra, nos salen bastante más caros, ya que estos cobran por todo, por lo que hacen, por lo que dejan de hacer y por darle cariño al Gobierno. Y además de cobrar grandes emolumentos, generan otros gastos difíciles de evaluar. Pues no olvidemos que, como consecuencia de su innoble comportamiento con el mundo del trabajo, sirven de freno a nuestra economía entorpeciendo su desarrollo y dificultando la creación de empleo.
Es evidente que, tanto Cándido Méndez como Ignacio Fernández Toxo, secretarios generales de la UGT y de CC.OO, han respondido positivamente a la petición de Zapatero de que le arroparan y le dieran cariño. Con ese cariño y esa interesada comprensión, se aseguran jugosas cantidades de dinero, además de otras muchas canonjías y valiosas prebendas.
Como las cuotas de los afiliados dan para muy poco, con esa ayuda que prestan al Gobierno, se aseguran unas fabulosas subvenciones que les permiten vivir del cuento y a todo trapo. Además, claro está, de una desproporcionada y exagerada cantidad de puestos de liberados, en los centros oficiales y en la industria pública. Estos puestos de liberados se distribuyen entre los que ejercen algún tipo de responsabilidad dentro de los sindicatos y entre sus familiares y amigos.
Estos sindicalistas saben de sobra que han vendido su independencia al postor menos indicado, al propio Gobierno, que es el máximo responsable del deterioro creciente del mundo empresarial. Saben sobradamente que las organizaciones sindicales fueron creadas para defender y mejorar los intereses económicos y profesionales de los trabajadores, y para impulsar y desarrollar la igualdad de oportunidades dentro del mundo del trabajo. Pero es igual. La falta de conciencia y la ausencia evidente de escrúpulos sociales, les lleva a prostituirse y a olvidar voluntariamente sus fines históricos y aquello para lo que fueron creados.
Para desgracia del mundo del trabajo, tanto CC.OO como la UGT, se han convertido en un apéndice interesado del Gobierno. Lo que de verdad les interesa, por encima de todo, es hacer caja. De ahí que defienden al Gobierno con uñas y dientes, para asegurar en el tiempo la continuidad de tan oportuno trinque. Como han perdido la compostura y hasta la vergüenza, con tal de estar en el reparto, se aprestan voluntariamente a ejercer de mamporreros de este Gobierno desnortado y se olvidan de manera consciente de la defensa del mundo del trabajo. Únicamente ponen en su punto de mira a los empresarios que son los que, en realidad, crean los puestos de trabajo.
Tanto la UGT como CC.OO siguen anclados doctrinalmente en el más rancio y castrante marxismo de las Internacionales sindicales que controlaba el comunismo soviético de la primera mitad del siglo XX. Y el sometimiento ideológico y operativo a las tesis del Ejecutivo es tan amplio que no se molestan ni en disimularlo, a pesar de la crisis económica que ha llevado a uno de cada cinco españoles al paro y a centenares de miles de familias a no percibir ingreso alguno. Siguen, eso sí, rescatando viejas consignas como la de la temporalidad del trabajo y la excesiva flexibilidad de nuestro sistema laboral que achacan en exclusiva al excesivo egoísmo empresarial.
El nivel de degradación racional es tan alto que Zapatero, en la clausura del XXV Congreso Federal del Metal de la UGT celebrado el mes pasado en Pamplona, felicita pública y efusivamente a los sindicatos por su decidido apoyo y por la paz social que han sabido mantener. Y en línea con las quejas de estos sindicalistas, promete fijar límites a la contratación temporal en las empresas para garantizar una reducción definitiva de la temporalidad del mercado laboral. Por lo que se ve, ni a los sindicatos, ni al propio presidente del Gobierno, les dice nada la práctica unanimidad de los analistas que denuncian constantemente la excesiva rigidez del sistema laboral, a la que atribuyen la sangría constante de empleo que sufre nuestro país.
A una conclusión muy parecida a la de estos analistas han llegado varios ex ministros de Economía, alguno de ellos, por cierto, militante socialista. Y todos ellos coinciden en que es necesario un mercado laboral más flexible que drene el volumen enorme de parados que se producen en España. También el Gobernador del Banco de España, los responsables del Fondo Monetario Internacional y la propia Comisión Europea se pronuncian en ese mismo sentido.
No importa que doblemos la tasa de paro de la Unión Europea y que estemos ya prácticamente en el 20% de desempleo. Tampoco importa que el PIB de la UE crezca mientras nosotros continuamos en recesión. A pesar de todo esto, el apoyo de los sindicatos mayoritarios al Gobierno se mantiene contra viento y marea y, a la vez, exigen contumazmente que se incremente la rigidez de nuestro sistema laboral. A lo mejor se arrepienten de tan inadmisible postura, cuando hayan acabado con nuestro debilitado tejido industrial. Pero entonces será ya demasiado tarde.
La UGT nos facilita un dato que esta central utiliza como escusa para su postura intransigente. Nos dice que en el tercer trimestre de 2009, según la EPA, tenemos 15.650.100 de ocupados. De estos, 11.604100 tenían contrato indefinido. Los otros 4.046.000 están contratados temporalmente. Pero la UGT silencia maliciosamente que el número de parados, entre los que figuran en las listas del INEM y los camuflados por el Ministerio de Trabajo, rondan ya los 5 millones y que hay más de 1,5 millones de familias que no reciben ningún tipo de prestación. Y este es el verdadero quid del problema que, por lo que parece, les preocupa muy poco a los responsables de UGT y CC.OO.
El asegurar la mamandurria y las sinecuras que les proporciona el Gobierno, es lo único que importa a estas centrales sindicales. Y, para disculparse, culpan falazmente a las empresas de eludir el cumplimiento de las normas, utilizando prácticas de ingeniería jurídica para mantener esos contratos basura. Habrá que recordar a estos aprovechados sindicalistas, que las empresas, para mantener los puestos de trabajo, necesitan ganar dinero. La empresa que se asemeje a una ONG, y se dedique a ir por la vida haciendo obras de caridad, es totalmente inviable. ¡Bastante tienen ya, soportando la enorme carga que suponen los numerosos liberados que están viviendo del cuento!
Para rizar el rizo de la incongruencia y de la irresponsabilidad, el sábado día 12 de diciembre, organizaron en Madrid una manifestación claramente contra las organizaciones empresariales. A la misma, además de los liberados, asisten trabajadores tan destacados como El Gran Wyoming, Pilar Bardem, Pedro Zerolo y otros por el estilo. El lema utilizado es muy claro y no deja lugar a dudas: “Que no se aprovechen de la crisis”. Utilizan la crisis como escusa, pero ponen en el punto de mira a los empresarios, a los que acusan indecentemente de parásitos. Pues dicen que hay sectores empresariales que quieren pescar en rio revuelto y buscan la manera de evitar que estos se aprovechen de la crisis para consolidar una posición de ventaja. La realidad es muy distinta. De haber algún parásito serían los sindicalistas de clase, a los que habría que añadir los de la ceja y tanto titiritero como hay apuntado a la subvención graciosa del Gobierno.
Son muchas las empresas que se han visto abocadas al cierre, como consecuencia de la crisis y de la mala gestión que ha hecho de ella el Gobierno, apoyado, eso sí, por los sindicatos. De ahí el número tan elevado de parados que tenemos. Pero con estos planteamientos sindicales y la postura inexplicable del Gobierno, serán otras muchas más empresas las que se verán obligadas al cierre, disparándose así las listas de parados.
Llama la atención que, para acudir a esa manifestación, la RENFE haya puesto a disposición de los sindicatos diversos trenes para que los trabajadores asistieran cómoda y gratuitamente a la manifestación. Más aún. CC.OO además abonará media dieta a sus afiliados. Al menos eso es lo que ha anunciado la Federación de Servicios de la Ciudadanía de Albacete. Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, dejan en simples aprendices de brujos a los que convocaban las antiguas manifestaciones de la Plaza de Oriente.

Gijón, 6 de diciembre de 2009

José Luis Valladares Fernández

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