Cuenta la historia que Neville Chamberlain, por entonces primer ministro británico, volvía eufórico a Inglaterra, después de haber firmado con Hitler, Mussolini y Daladier el famoso Pacto de Munich de 1938. Creía que con esa firma, que consentía la anexión a Alemania, de la región Checa de los Sudetes, se garantizaba una paz duradera. Tan pronto llegó a Londres, se acercó a la Cámara de los Comunes y, presumiendo del acuerdo de paz alcanzado con Hitler, dice muy ufano: “Os traigo la paz para muchas décadas”.
Winston Churchill, compañero de partido y mucho más avezado que Chamberlain en cuestiones internacionales, le contesta enérgicamente: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra…elegisteis el deshonor, y además tendréis la guerra” (You were given the choice between war and dishonour... you chose dishonour and you will have war).
Poco después, aprovechando la errónea política de apaciguamiento de los firmantes del Pacto de Munich, Hitler invade Checoslovaquia y, no mucho más tarde, se lanza sobre Polonia. Es cuando, por fin, a Chamberlain se le abren los ojos y se da cuenta del alcance de su error. Aunque declara la guerra a Hitler, es ya demasiado tarde para sobreponerse y, tremendamente abatido y hasta enfermo, no tiene más remedio que entregar el cargo de Primer Ministro a su compañero Churchill.
Se da la circunstancia de que Zapatero, sin saberlo, sigue la estela de Chamberlain, adoptando acuerdos y compromisos, sin calibrar debidamente el alcance de los mismos, ni las consecuencias que puedan deparar en el futuro. Zapatero se ha convertido ya en la parodia de sí mismo y no atiende más que al pequeño interés pasajero del momento actual. Nadie ha ido tan lejos y de manera tan contumaz como Zapatero, sin importarle un bledo lo que sientan, o dejen de sentir, los ciudadanos españoles.
Para Chamberlain, Hitler era un hombre de paz, como Arnaldo Otegui la ha sido para José Luis Rodríguez Zapatero. De ahí que tratara de negociar la paz en el país vasco con este "líder de la izquierda abertzale", utilizando a Patxi López como intermediario. Fueron los etarras los que, de verdad, sacaron tajada de esta negociación absurda. En ese contexto, se produjo el sainete montado con De Juana Chaos y que terminó con su excarcelación definitiva. Los etarras, al disminuir sobre ellos la presión policial, utilizaron la mano tendida de Zapatero para reorganizarse y allegar nuevos medios humanos y materiales. En aras a ese pretendido contexto de entendimiento con el mundo abertzale, se consintió a estas gentes concurrir y participar en las elecciones vascas y ocupar después, dentro de Euskadi, las instituciones oficiales correspondientes. Lo exigía así la supuesta ‘convivencia democrática’ El lamentable ‘caso faisán’ también tiene su origen en ese torpe afán por negociar una paz imposible con el mundo de ETA.
Paralelamente el presidente del Gobierno, sin reparar en medios, trató de arrinconar a las víctimas del terrorismo. No otro fin tenía el apoyo prestado por Zapatero a Pilar Manjón, a la que utilizó de modo completamente obsceno, ayudándola a crear la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo. Es la misma aviesa intención la que le lleva a elegir a Peces Barba como Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo. A pesar del pomposo nombre del cargo, tenía el cometido exclusivo de doblegar a la asociación mayoritaria, la AVT, que se oponía con todas sus fuerzas a la negociación política con los terroristas etarras.
Un adelanto de la fiabilidad de los terroristas con quien negociaba Zapatero lo tuvimos el 30 de diciembre de 2006, en que saltó por los aires la T4 de Barajas, ocasionando la muerte de dos inmigrantes ecuatorianos. El día antes, el presidente del Gobierno había anunciado que “estamos mejor que ayer, pero dentro de un año estaremos mucho mejor”. Este atentado fue calificado por Zapatero de simple “accidente” y siguió en sus trece tratando de llegar a un acuerdo con la banda terrorista de ETA. Al final, Zapatero se quedó sin la gloria ficticia de haber doblegado a los terroristas, porque ETA continuó con su guerra particular y, además, con el deshonor de mantener con ellos la irracional negociación política.
La torpeza de negociar con los etarras, la repitió pactando con Carod-Rovira concesiones absurdas para resaltar aún más las particularidades históricas, propias de los pueblos y gentes de Cataluña, fundamentadas mayoritariamente sobre datos supuestos que no tienen nada que ver con la realidad. Estas concesiones al independentismo catalán tienen lugar cuando Carod-Rovira llega a un acuerdo con ETA para que sus atentados los realice fuera de Cataluña.
También son sangrantes los acuerdos de Zapatero con los sindicatos de clase que padecemos. A Zapatero le trae al pairo el enorme daño que hace a los trabajadores con esa firma de la paz social con la UGT y con Comisiones Obreras. No busca más que verse libre de huelgas mientras él esté al frente del Gobierno. Nadie en la izquierda ha deteriorado tanto el bienestar social como Zapatero, a pesar de que se declara firme defensor del mismo. Como siga deteriorándose así ese bienestar social, se va a encontrar con la quiebra económica del mundo del trabajo y de toda la clase media, por lo que, más pronto o más tarde, tendrá también la guerra social.
Como Zapatero no es precisamente un taumaturgo, algún día se impondrá la realidad y se verá obligado a tomar decisiones que no gusten ni a UGT, ni a CC.OO. Estos sindicatos, en ese caso, dejarán de bailarle el agua y se echarán al monte. Ya le han enseñado la oreja tan pronto habló de la posibilidad de reformar las pensiones. Esto supondrá para Zapatero, otra vez más, la guerra social y el deshonor por su pasteleo con estos sindicatos que se olvidan de la obligada defensa de los trabajadores. Hasta ahora han vivido despreocupados de todo y se han atado, de modo voluntario, al ubérrimo pesebre gubernamental, disfrutando deshonestamente de la mamandurria y de prebendas sin cuento.
Gijón, 14 de febrero de 2010
José Luis Valladares Fernández
Winston Churchill, compañero de partido y mucho más avezado que Chamberlain en cuestiones internacionales, le contesta enérgicamente: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra…elegisteis el deshonor, y además tendréis la guerra” (You were given the choice between war and dishonour... you chose dishonour and you will have war).
Poco después, aprovechando la errónea política de apaciguamiento de los firmantes del Pacto de Munich, Hitler invade Checoslovaquia y, no mucho más tarde, se lanza sobre Polonia. Es cuando, por fin, a Chamberlain se le abren los ojos y se da cuenta del alcance de su error. Aunque declara la guerra a Hitler, es ya demasiado tarde para sobreponerse y, tremendamente abatido y hasta enfermo, no tiene más remedio que entregar el cargo de Primer Ministro a su compañero Churchill.
Se da la circunstancia de que Zapatero, sin saberlo, sigue la estela de Chamberlain, adoptando acuerdos y compromisos, sin calibrar debidamente el alcance de los mismos, ni las consecuencias que puedan deparar en el futuro. Zapatero se ha convertido ya en la parodia de sí mismo y no atiende más que al pequeño interés pasajero del momento actual. Nadie ha ido tan lejos y de manera tan contumaz como Zapatero, sin importarle un bledo lo que sientan, o dejen de sentir, los ciudadanos españoles.
Para Chamberlain, Hitler era un hombre de paz, como Arnaldo Otegui la ha sido para José Luis Rodríguez Zapatero. De ahí que tratara de negociar la paz en el país vasco con este "líder de la izquierda abertzale", utilizando a Patxi López como intermediario. Fueron los etarras los que, de verdad, sacaron tajada de esta negociación absurda. En ese contexto, se produjo el sainete montado con De Juana Chaos y que terminó con su excarcelación definitiva. Los etarras, al disminuir sobre ellos la presión policial, utilizaron la mano tendida de Zapatero para reorganizarse y allegar nuevos medios humanos y materiales. En aras a ese pretendido contexto de entendimiento con el mundo abertzale, se consintió a estas gentes concurrir y participar en las elecciones vascas y ocupar después, dentro de Euskadi, las instituciones oficiales correspondientes. Lo exigía así la supuesta ‘convivencia democrática’ El lamentable ‘caso faisán’ también tiene su origen en ese torpe afán por negociar una paz imposible con el mundo de ETA.
Paralelamente el presidente del Gobierno, sin reparar en medios, trató de arrinconar a las víctimas del terrorismo. No otro fin tenía el apoyo prestado por Zapatero a Pilar Manjón, a la que utilizó de modo completamente obsceno, ayudándola a crear la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo. Es la misma aviesa intención la que le lleva a elegir a Peces Barba como Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo. A pesar del pomposo nombre del cargo, tenía el cometido exclusivo de doblegar a la asociación mayoritaria, la AVT, que se oponía con todas sus fuerzas a la negociación política con los terroristas etarras.
Un adelanto de la fiabilidad de los terroristas con quien negociaba Zapatero lo tuvimos el 30 de diciembre de 2006, en que saltó por los aires la T4 de Barajas, ocasionando la muerte de dos inmigrantes ecuatorianos. El día antes, el presidente del Gobierno había anunciado que “estamos mejor que ayer, pero dentro de un año estaremos mucho mejor”. Este atentado fue calificado por Zapatero de simple “accidente” y siguió en sus trece tratando de llegar a un acuerdo con la banda terrorista de ETA. Al final, Zapatero se quedó sin la gloria ficticia de haber doblegado a los terroristas, porque ETA continuó con su guerra particular y, además, con el deshonor de mantener con ellos la irracional negociación política.
La torpeza de negociar con los etarras, la repitió pactando con Carod-Rovira concesiones absurdas para resaltar aún más las particularidades históricas, propias de los pueblos y gentes de Cataluña, fundamentadas mayoritariamente sobre datos supuestos que no tienen nada que ver con la realidad. Estas concesiones al independentismo catalán tienen lugar cuando Carod-Rovira llega a un acuerdo con ETA para que sus atentados los realice fuera de Cataluña.
También son sangrantes los acuerdos de Zapatero con los sindicatos de clase que padecemos. A Zapatero le trae al pairo el enorme daño que hace a los trabajadores con esa firma de la paz social con la UGT y con Comisiones Obreras. No busca más que verse libre de huelgas mientras él esté al frente del Gobierno. Nadie en la izquierda ha deteriorado tanto el bienestar social como Zapatero, a pesar de que se declara firme defensor del mismo. Como siga deteriorándose así ese bienestar social, se va a encontrar con la quiebra económica del mundo del trabajo y de toda la clase media, por lo que, más pronto o más tarde, tendrá también la guerra social.
Como Zapatero no es precisamente un taumaturgo, algún día se impondrá la realidad y se verá obligado a tomar decisiones que no gusten ni a UGT, ni a CC.OO. Estos sindicatos, en ese caso, dejarán de bailarle el agua y se echarán al monte. Ya le han enseñado la oreja tan pronto habló de la posibilidad de reformar las pensiones. Esto supondrá para Zapatero, otra vez más, la guerra social y el deshonor por su pasteleo con estos sindicatos que se olvidan de la obligada defensa de los trabajadores. Hasta ahora han vivido despreocupados de todo y se han atado, de modo voluntario, al ubérrimo pesebre gubernamental, disfrutando deshonestamente de la mamandurria y de prebendas sin cuento.
Gijón, 14 de febrero de 2010
José Luis Valladares Fernández
Observa,querido Jose Luis, como toda la caterva de extrema izquierda que habita en el PSOE y alrededores, ha salido en tromba a defender a Garzón de su procesamiento por prevaricación, acusando de "franquistas" a quienes pretender-simple y llanamente-,aplicar la ley.
ResponderEliminarLa razón es bien sencilla: Garzón,juez socialista ,sectario y presunto prevaricador, es el custodio y guardían del sumario del "caso Faisán", el escándalo más grave de la historia de la democracia que supone nada más y nada menos,que la colaboración de un Gobierno con una banda terrorista, mediante un "chivatazo" que impidió una operación policial y su deteción.
Los compromisos de Zapatero son tan eclécticos como los de Richelieu,capaz de pactar una cosa y la contraria, capaz de mentir y engañar a tirios y troyanos, en lo que no es otra cosa que un ansia de perpetuarse en el poder a costa de lo que sea y de quien sea.
Así es, amiga Natalia. Para defender a Garzón, han sacado toda la artillería pesada, y hasta han recabado ayuda en el exterior. Ha salido en su auxílio hasta el máximo falsificador de nuestra historia, Iam Gibson.
ResponderEliminarTratan por todos los medios que el "caso faisán" no salga del cajón donde lo tiene guardado el juez estrella ese que ha hecho méritos para ser juez estrellado. Ahí están los intentos de camelar a otros jueces, como dirían en mi pueblo 'por si las moscas' ofreciendoles puestos muy apetecibles. Por si inhabilitan a Garzón, quieren alejarles del "caso faisán"
Yo soy muy pesimista. Con eso de que los ascensos de los jueces dependen de los políticos, es muy posible que Garzón se vaya de rositas. De momento, al menos para mi, la justicia en España no tiene la más mínima credibilidad.
Saludos