lunes, 24 de mayo de 2010

LOS VAIVENES DEL ESTADO DEL BIENESTAR

El término “Estado del Bienestar” tiene su origen en una expresión del Arzobispo de Canterbury, William Temple, allá por el año 1945, recién terminada la segunda Guerra Mundial. Como reacción ante las nefastas y dolorosas experiencias tan recientes del “estado de guerra” (warfare state), William Temple invocaba las políticas propuestas ya en 1936 por John Maynard Keynes, como respuesta ideológica a la Gran Depresión de 1930. Para ello se le ocurrió sustituir la frase warfare state, por welfare state (“estado de bienestar”), muy similar a la anterior, pero con un significado totalmente diferente.
A partir de entonces, la frase “Estado del Bienestar” se ha venido utilizando como propuesta política que, además de resumir perfectamente las ideas keynesianas sobre la mejor forma de organizar los trabajos, encomienda al Estado la provisión de unos servicios que garanticen mínimamente el bienestar social de los ciudadanos. Esto presupone una armonización adecuada de estos tres elementos: democracia, intervención económica y bienestar social. Con el tiempo el “Estado del Bienestar”, paso a denominarse “Estado del Bienestar Social”.
Esta política del “Estado del Bienestar Social”, aunque con otros nombres más difusos, comienza a fraguarse lentamente en pleno siglo XIX, como consecuencia de la presión ejercida por el incipiente movimiento obrero sobre los gobiernos de los países europeos embarcados en su industrialización acelerada. En un principio, a pesar de la presión constante de los diversos movimientos sociales que se fueron creando, los gobiernos eran reacios a modificar la legislación para mejorar las condiciones laborales. Los avances logrados inicialmente respondían a mediadas aisladas y su valor tenía muy poca transcendencia. Pero poco a poco, y a base de tesón de las fuerzas sociales, las mejoras fueron aumentando y terminaron por consolidarse de manera definitiva.
En la primera mitad del siglo XX, con la proliferación de estados totalitarios que controlaban férreamente todas las actividades estatales de cada país, incluida la economía, los derechos sociales corrieron serios peligros y estuvieron a punto de sucumbir, juntamente con el liberalismo y la democracia que eran sus principales valedores. El peligro aumentó con la Gran Depresión, ya que las dictaduras totalitarias solucionaron, aparentemente mejor que nadie, la terrible crisis económica universal que se prolongó durante toda la década anterior a la Segunda Guerra Mundial.
Finalizada esta guerra, y gracias a las doctrinas keynesianas que postulaban la conjugación armónica del bienestar social y el crecimiento económico y bajo el impulso decisivo del liberalismo y la Democracia Cristiana, los derechos sociales se consolidaron definitivamente. Es entonces cuando los Derechos Humanos y la propia dignidad humana adquieren toda su relevancia y son respetados casi unánimemente en todos los países occidentales. A partir de ese momento, además de la defensa del orden público y velar porque se cumpla la ley, el Estado ha de hacer frente a otras obligaciones más cercanas a los ciudadanos. Ahora se debe encargar también de que la riqueza se distribuya de un modo más justo, a la vez que se constituye en protector real de los colectivos más débiles de la sociedad, dando preferencia a los más pobres y desvalidos.
Es todo un acuerdo, en consonancia con las previsiones keynesianas, entre los diversos agentes que intervienen en la producción: el Estado, los dueños de los medios de producción y los trabajadores. El Estado garantiza el proceso de redistribución de la riqueza y presta los oportunos servicios de seguridad y bienestar social y asume la responsabilidad de conseguir una situación de pleno empleo. El capital o los propietarios de los medios de producción aceptan de buen grado la redistribución de las rentas por mediación del Estado. Y los obreros, representados por los sindicatos y los partidos políticos, renuncian públicamente a cuestionar la propiedad privada.
El Estado del Bienestar Social, tal como lo conocemos, es hoy uno de los grandes e indiscutibles logros de los países europeos, copiados posteriormente por el resto del mundo. La consolidación del mismo ha supuesto que la Seguridad Social, que en un principio afectaba solamente a los trabajadores, se extienda ahora a todos los ciudadanos. Es a todos los miembros de la sociedad a los que se les reconoce el derecho a disfrutar de una pensión digna, a ser atendidos sanitariamente y poder acceder a una educación adecuada y a los demás servicios públicos que presta el Estado. El Estado de Bienestar Social se ha convertido hoy día en el sello de identidad de los pueblos más avanzados de Europa.
Como es costumbre inveterada entre los socialistas, al tratarse de algo claramente positivo, reclaman la paternidad en exclusiva del Estado del Bienestar Social, lo que no es cierto. Y menos tratándose de un socialismo sectario y radical, como el que padecemos en España. Es cierto que, en el desarrollo progresivo de este Estado de Bienestar, han tenido mucho que ver los socialdemócratas. Pero no es menos cierto que, en su desarrollo definitivo, han intervenido otros factores ajenos a esa socialdemocracia. La Iglesia misma con sus doctrinas sociales, diversas élites políticas conservadoras y algunos sectores liberales y demócrata-cristianos, han dejado su impronta en la formación y consolidación definitiva del Estado del Bienestar.
El socialismo arcaico español, liderado por José Luis Rodríguez Zapatero y sus acólitos, sí es responsable en cambio de las enormes dificultades existentes hoy día para mantener ese Estado de Bienestar Social. El Estado de Bienestar se comporta como una sociedad interdependiente, donde todos sus agentes deben dar muestras inequívocas de responsabilidad, y exige además una perfecta sincronización entre el ámbito político y el económico. Y la mística del socialismo español, exageradamente ideologizado y anclado en las formas políticas de la primera mitad del siglo XX, le lleva a un intervencionismo notable y a una exigencia de ventajas que complican la misma existencia del Estado del Bienestar.
La historia es tozuda y se repite una y otra vez. El Estado del Bienestar mejora su salud cada vez que están, al frente del Gobierno, fuerzas de tipo liberal o conservador. Cada vez que llegan los socialistas al Poder, intentan agrandar las funciones del Estado y limitar la iniciativa individual para dar pábulo a sus ansias intervencionistas. Son muy dados a los gastos suntuarios, así que el crecimiento exagerado de la burocracia estatal que provocan, les obliga a buscar nuevas fuentes de ingresos para disponer de fondos suficientes. Para ello acuden a la elevación de los impuestos y a la creación de otros nuevos, medida que los ciudadanos acaban calificando de confiscatoria y atentatoria contra la libertad.
La fiscalidad exagerada determina una disminución notable del dinero disponible para la financiación de las empresas y también para el gasto normal de los ciudadanos. De este modo se contrae el consumo, complicando aún más la viabilidad de esas empresas. El deterioro que de este modo soporta el tejido industrial se traduce evidentemente en la destrucción creciente de puestos de trabajo. Y con muchos parados, como es nuestro caso, hablar del Estado del Bienestar, resulta más bien muy irónico y sumamente sarcástico.

Gijón, 23 de mayo de 2010

José Luis Valladares Fernández

9 comentarios:

  1. Sr. Valladares, muy bien y muy claro. Mándele por favor una copia al Sr. J.L. Rodríguez Zp. Y otra a las bases del PSOE.
    Aunque me temo que el hombre es el único animal que tropieza 1.000 veces en la misma piedra.

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  2. Me temo amigo Carlos, que la tropa esta de los progres de salon, tropiezan cunatas veces salgan a la calle. Los que no debieran tropezar tan a menudo son los votantes. Ahora en concreto lo estamos pagando muy caro.
    Un abrazo

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  3. Hola Jose Luis y Carlos, mientras ese psicópata y torturador psicológico siga ahí me rio yo del estado del bienestar jojojo la risoterapia es buena no os creais, un abrazo!!

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  4. Estimado José Luis, no puedo estar más de acuerdo con sus conclusiones. En definitiva una política liberal conlleva a que los individuos se hagan más responsables de sus acciones, no busquen al papá Estado para todo, existan menos subvenciones y prestaciones innecesarias y la actividad económica crezca, por lo que también lo hacen los ingresos estatales, y se pueden acometer más acciones sociales. Como liberal, creo que el Estado debe ser garante de un elenco amplio de prestaciones y servicios, pero creo que no debe gestionarlos. Cuando los progres entran en escena y toman el poder todo se viene abajo. Recuerdo al Sr. Solbes, cuando era ministro con González, que nos invitaba a tener planes de pensiones. Unos años después no se hablaba de este tema, porque la Seguridad Social estaba saneada, gracias a unas políticas liberal - conservadoras. Ahora vuelta a empezar. Como bien decís tropezamos una y mil veces en la misma piedra.

    Saludos.

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  5. Pues ese "socilaismo solidario con los desfavorecidos", querido Jose Luis, es el que le va a poner la puntillla a nuestro Estado del Bienestar dinamitando las pensiones, haciendo inviable la seguridad social, recortando derechos a los trabajadores y reduciendo,incluso, el sueldo de los funcionarios vía "manu militari".

    Si no fuera tan obsceno y trágico, daría la sensación de que esta voladura incontrolada de lo que tanto nos ha costado lograr, forma parte de ese plan de Zapatero de hacer añicos el Estado y esa España que nació desde la Transición con ansias de emular y estar con los grandes expresos europeos.
    Ahora nos codeamos con Madagascar.

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  6. El bienestar es un derecho de todos y un deber de todos en mantenerlos.
    Se tienen derechos y obligaciones, eso es responsabilidad de todos.
    Un mal gobierno hace un mal país y un mal país hace ser egoístas con el prójimo.
    Conlleva a la desorientación ciudadana y se piensa que hay que acabar con los desfavorecidos que son los parásitos y los culpables, estos es ignorancia pura y egoísmo de personas prepotentes.
    Aquí los parásitos,los culpables son los 80.000 personas que en hora de elecciones nos lo ponen de color de rosa y nos engañan una y otra, las veces que sean necesarias. Estamos manteniendo a todo lujo y para toda la vida a inútiles,corruptos,mentirosos,especuladores,trapicheros..etc y vamos y les echamos las culpas al más desfavorecido que tiene 420 euros y el comedor de caritas, esto ya es humillante a estás personas que la mayoría quizás han trabajado más que mucho y les cambió la vida.
    No paramos a pensar que en realidad no somos nadie y que las desgracias pueden llegar al más guapo y al más pudiente.
    Es fácil echar la culpa aquella persona que se quedó sin trabajo con 55 años y ahora nadie lo quiere y estar como excluido social, es fácil echar la culpa a cinco millones de parados y a doce millones de pobres y a más de cinco millones de jubilados, es fácil quitarse la pobreza con un tiro.
    Sin embargo no tenemos el coraje de derrocar a los verdadero culpables que rompen nuestro bienestar y dejamos que nos esclavicen sumisos a lo que ello quieran hacer con nosotros.
    Está visto que hemos perdido toda gordura y razonamiento humano por culpa de un mal gobierno.
    Saludos cordiales.

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  7. Un artículo impecable y muy instructivo, José Luis.
    La Sociedad de la Responsabilidad debe primar sobre la Sociedad del Bienestar, que entra en crisis fácilmente. Todos hablan de "derechos sociales", pero los verdaderos derechos son los individuales.
    Cordiales saludos.

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  8. Estimado José Luis,
    Siempre me ha causado gran impresión ver a los socialistas adjudicarse el mérito del bienestar social de la población, como si no supieramos que cuando ellos han gobernado los ciudadanos hemos salido perjudicados. Debe ser que para esta gente el Estado de bienestar consiste en pagar el paro en lugar de crear empleo.
    Un saludo.

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  9. D. José Luis, puede suscribir de pé a pá sus conclusiones. Los Gobiernos de izquierda, los campeones de las subvenciones, el despilfarro, el amiguismo, el gasto desmesurados, la consiguiente subida de impuestos para cubrirlo... son absolutamente compatibles con el Estado del Bienestar.

    Ni con cualquier Estado que presuponga tener dos dedos de frente.

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