En
Madrid y en otros muchos lugares de España, el 26 y 27 de marzo pasado, un buen
número de estudiantes abandonó las aulas y se echó a la calle para protestar ruidosamente
contra la política educativa del Partido Popular. De entrada piden, cómo no, la dimisión del
ministro de Educación, José Ignacio Wert y centran prácticamente todos sus
reproches al Gobierno en los recortes que han hecho en Educación, dando lugar
al consiguiente despido de profesores, a una subida excesiva de las tasas
universitarias y al incremento de trabas y obstáculos para conseguir una beca.
El
descontento de los estudiantes no es nuevo, viene ya de cuando el Partido
Popular ganó las elecciones. Y en sus frecuentes revueltas, unas veces van
solos como ahora, y otras hacen causa común con un núcleo determinado de padres
y profesores. Pero no nos engañemos, es la izquierda española la que, desde la
sombra, alienta y dirige impunemente todas esas grescas callejeras, utilizando
al Sindicato de Estudiantes. A veces van más allá y, entonces, intervienen de
manera más directa a través de los sindicatos afines FE-CCOO, FETE-UGT, y de las
organizaciones insertas en el Movimiento
Patriótico Revolucionario (MPR) que, siendo minoritarias y con muy poca
representación, suelen dar mucho ruido.
Sin que
importe mucho su procedencia sociológica, la izquierda española no digiere las
derrotas electorales. Y cuando sucede esto, como es el caso, prepara en la
calle todos estos cirios, a veces muy violentos,
para acabar cuanto antes con esa
situación que considera totalmente anómala e injusta. Y en esto, no hay la
menor discrepancia entre la “izquierda histórica” o de “masas” y la “izquierda
intelectual”, e incluso, la “izquierda de los descontentos” o de los
“indignados”. Por eso, cuando gobierna la derecha, la izquierda monta en cólera
invariablemente porque se siente estafada y despojada de algo que le pertenece
casi por Derecho Divino.
Y no
digamos nada si esa derecha pierde el pudor y promulga leyes tan irrespetuosas
con la “igualdad”, como la nueva Ley de Educación, la famosa LOMCE.
No olvidemos que, desde la Revolución Francesa, la “igualdad” pasó a ser
un auténtico dogma de fe para todas las gentes de izquierda. Y cuando unos
intrusos ocasionales, como los de esta derecha ultramontana, la ponen en
peligro, tratan de defenderla echándose a la calle y organizando continuos
altercados y revueltas, a veces excesivamente graves, para crear un ambiente
social lo más irrespirable posible. Piensan que, al enfrentarse a situaciones
tan difíciles, la derecha fracasará irremediablemente y abandonará el Gobierno mucho
antes de lo previsto.
Con independencia de su color político, aunque no sea nada más que por decencia social, el Gobierno está moralmente obligado a garantizar a todos los ciudadanos la igualdad ante la ley y, por supuesto, la “igualdad de oportunidades”. En la enseñanza, por ejemplo, además de contar todos los estudiantes con los mismos derechos políticos y civiles, deben tener también la posibilidad real de acceder a la misma educación que, sin ningún género de duda, debe ser moderna, asequible y lo más completa posible. Pero no podemos pretender, como hace la izquierda, que todos obtengan los mismos resultados. Como es lógico, unos llegarán más lejos que otros, dependiendo, cómo no, de su capacidad intelectual y del esfuerzo personal que ponga cada uno de ellos.
Con ese
fin, extendieron la obligatoriedad de la enseñanza hasta los 16 años y
aplicaron un plan unificado de estudios un tanto ingenuo. Pensaron que, con una
plaza escolar, un itinerario unificado, y la “igualdad de oportunidades”, quedaba
sobradamente garantizada esa imposible y soñada “igualdad de resultados”. Procuraron
allanar lo más posible esas forzosas desigualdades de partida entre unos
alumnos y otros, tratando de conseguir las mismas o similares metas para todos
ellos. Creían que la “igualdad de oportunidades” conduciría inevitablemente a
la “igualdad de resultados”, pero vieron frustradas sus esperanzas. A partir de
entonces, y de manera progresiva, comenzó a crecer el fracaso escolar y a
generalizarse el abandono prematuro de los estudios.
La nueva
Ley Orgánica de Calidad de la Educación
(LOCE) de 2002, puesta en marcha por el Gobierno de José María Aznar, pretendía
poner fin a tamaño desbarajuste educativo, utilizando simplemente el sentido
común. Pero en 2004 llega inesperadamente a La Moncloa José Luis Rodríguez
Zapatero que, como primera medida y por
medio de un Real Decreto, paraliza de inmediato la aplicación de dicha ley. Y
finalmente el Gobierno de Zapatero la deroga en mayo de 2006 con la promulgación
de la Ley Orgánica de Educación (LOE),
que nos devuelve desgraciadamente a los
postulados de la LOGSE de 1990.
El PSOE,
y con él toda la izquierda española, sigue anclado en un imperialismo educativo
totalmente aberrante y que tan malos resultados está dando. La influencia de
los agentes extraescolares en el éxito o fracaso de la educación es evidente.
Las diferencias sociales, por ejemplo, la familia y, cómo no, la capacidad
intelectual de los alumnos son absolutamente determinantes en el resultado
final de sus estudios. La profesión de
los padres, e incluso sus posibilidades económicas, generan en sus hijos
actitudes francamente diferentes hacia la educación. Y si hay actitudes diferentes entre unas familias y
otras, sus hijos iniciarán su proceso educativo también desde posiciones
escolares diferentes.
Esto
atenta, claro está, contra el dogma de la
“igualdad de resultados”, los socialistas españoles tratan de allanar el
camino homogeneizando frívolamente las condiciones iniciales de partida de cada
colegial. Por eso, como primera medida, intentan usurpar a los padres el
derecho inalienable a intervenir en la educación de sus hijos y, después, negándose a diversificar los programas de
estudio, adoptándolos a las
posibilidades intelectuales de los estudiantes. Y para que no sobresalga nadie,
nada mejor que mantener un itinerario
escolar prácticamente idéntico para todos, por lo menos, hasta los 16 años, y prescindir
de algo tan importante como es el mérito y el esfuerzo personal.
Para
conseguir esa soñada e imposible “igualdad de resultados”, juntan en una misma
clase a los que de verdad estudian o quieren estudiar, porque tienen aptitudes
para ello, y a los que van a remolque en sus estudios, e incluso a los que no
quieren estudiar. Y para no traumatizar y dejar en mal lugar a los más torpes,
no les quedar más remedio que contener y frenar
precisamente a los más aventajados, a los que pueden dar mayor
rendimiento. El resultado no puede ser más desastroso, ya que perjudica
gravemente a los dos grupos, a los
alumnos más aventajados y a los más torpes y, además se pierde calidad en la
educación.
Los
últimos Informes Pisa son demoledores con el actual sistema educativo español,
que está empobreciendo, cada vez más, el bagaje intelectual de nuestros
jóvenes. Y algo tendremos que hacer, si queremos poner freno a semejante
desastre y volver a tasas de fracaso escolar menos escandalosas. Lo primero y lo más urgente, abandonar el
itinerario unificado y recuperar íntegramente la Formación Profesional. En los
países que están a años luz por delante de España en los Informes Pisa, como
Finlandia y los Países Bajos, miman precisamente esta clase de estudios.
Mantener
contra viento y marea el bachillerato único, para no discriminar a los que
aprenden con mayor dificultad, ha sido uno de los errores más lamentables del
PSOE. Y el resultado no se ha hecho esperar: se han masificado las aulas y, en
consecuencia, la enseñanza ha sufrido un deterioro inmenso. Solamente saldremos
de semejante atolladero cuando dejemos
de aspirar a una imposible “igualdad de resultados” y proporcionemos a cada
estudiante las herramientas más adecuadas para su desarrollo integral, y
premiando nuevamente, faltaría más, el esfuerzo y el mérito de cada uno de
ellos, sin tener en cuenta su extracción social.
Y esto
es, más o menos lo que pretende el Partido Popular con la controvertida Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad
Educativa (LOMCE), aprobada el pasado mes de diciembre. Intenta, ante todo,
reducir significativamente la escandalosa tasa del abandono escolar prematuro y
mejorar los resultados educativos de todos los alumnos, de acuerdo siempre con
criterios internacionales, y haciendo especial hincapié en la educación
plurilingüe y en la modernización de la
Formación Profesional. El tiempo nos dirá si consigue o no su objetivo, y se
impone otra vez el sentido común.
Gijón,
10 de abril de 2014
José
Luis Valladares Fernández
De cualquier manera y sin entrar en la cuestión que planteas sobre esta nueva ley en concreto, debo decir que a lo que no hay derecho es a que cada gobierno nuevo que entra tengamos ley nueva. En otros paises, la educación es lo que se conoce como una cuestión de estado, los partidos, al menos los mayoritarios, negocian los contenidos de la educación y las leyes, incluso las reformas, se hacen con miras de futuro, sin dar pie a que la gente salga a la calle. Pero aquí está visto que nos gusta ir contracorriente y así nos va el pelo.
ResponderEliminarEse es el problema, ya que por la trascendencia de estas clases de leyes, tenía que haber, un consenso pleno, al menos de los dos grandes partidos PP y PSOE. En educación, que debiera ser una cuestión de Estado, no es de recibo que no se pongan de acuerdo y que cada uno vaya por su lado. Y claro está, el resultado es catastrófico.
EliminarLa izquierda, en su obsesión por el control social y la búsqueda de una igualdad que no existe, siempre ha pretendido homogeneizar la sociedad en virtud de una doctrina igualitaria, utópica e injusta, que nunca ha incluído a los líderes, que contemplan el experimento (fallido en distintos lugares y épocas) desde su tribuna preferencial y totalmente ajenos al programa "salvador" impuesto.
ResponderEliminarNo resulta extraño que la educación, tal como está planteada o no planteada, con la eliminación del concepto de autoridad del profesor, la desvinculación de los padres en la tarea educativa, la falta de motivación de unos alumnos inmersos en una sociedad que no valora el saber y la abolición del esfuerzo personal como condición imprescindible para el logro de cualquier meta, nos tenga en la cola del informe PISA. Lo peor de todo es que los errores en educación perduran durante una generación, como mínimo, y nuestros políticos no tienen intención de plantearse en serio una labor cuyo fruto se recogerá décadas después.
Un saludo, Maestro.
Así es, y el resultado es evidente, somos el país de Europa con más fracaso escolar. Y no es esto solo: los que van a la Universidad, por lo general, no están debidamente preparados. Querer que los profesores sean practicamente un compañero más de los alumnos es aberrante. Ni hay respeto y las clases terminan muchas veces siendo un manicomio.
EliminarSe me olvidaba, la obsesión del PSOE es igualar a los otros, a los que no pertenecen a la élite de su partido, siempre por abajo. Defienden con uñas y dientes la Enseñanza Pública, pero también para los otros. A sus hijos los llevan a centros particulares donde no existe el cachondeo que en la pública
EliminarLa izquierda, en su obsesión por el control social y la búsqueda de una igualdad que no existe, siempre ha pretendido homogeneizar la sociedad en virtud de una doctrina igualitaria, utópica e injusta, que nunca ha incluído a los líderes, que contemplan el experimento (fallido en distintos lugares y épocas) desde su tribuna preferencial y totalmente ajenos al programa "salvador" impuesto.
ResponderEliminarNo resulta extraño que la educación, tal como está planteada o no planteada, con la eliminación del concepto de autoridad del profesor, la desvinculación de los padres en la tarea educativa, la falta de motivación de unos alumnos inmersos en una sociedad que no valora el saber y la abolición del esfuerzo personal como condición imprescindible para el logro de cualquier meta, nos tenga en la cola del informe PISA. Lo peor de todo es que los errores en educación perduran durante una generación, como mínimo, y nuestros políticos no tienen intención de plantearse en serio una labor cuyo fruto se recogerá décadas después.
Un saludo, Maestro.
Hola, José Luís:
ResponderEliminarPara mi carece de valor el guirigai que se ha venido organizando con el sistema educativo derrotado.
Parece que se hayan orientado los planes, por la vía de la ideologización de la chavalada a planes vacíos de contenido.
¿Cómo es posible que un Gobierno interino, como el de Fanco en 1938, haya sido capaz de crear el plan de Bachillerato así llamado, el del 38, quizás le mejor plan europeo de enseñanza?
Un abrazo
Es que en realidad, llos planes vigentes de Educación desde 1990 han tenido siempre una intencionalidad política para adoctrinar más que para enseñar.
EliminarLos que seguimos el plan del 38, nos damos más cuenta del desastre actual de la enseñanza
Es tan lamentable la calidad a nivel tanto de bachillerato,como la actual LOMCE.Al final lo de siempre abandono escolar,y a servir en un restaurante tapas a los turistas,triste panorama,un abrazo,
ResponderEliminarA la mayor parte de los jóvenes de hoy día, es lo que les queda, porque su preparación académica no da para más
EliminarPues sí, esta gente cree que la Educación, la Sanidad, etc son su particular cortijo y así nos luce el pelo...no se ha visto por cierto protestar al profesorado por el nivel ramplón más propio del tercermundismo que nos tiene a la cola de todos e impide a nuestros jóvenes acceder a los mejores puestos de trabajo mientras a ellos nadie les tocara el chiringuito o les hiciera currar una horita más contemplada en el convenio y se tomaban el cafelito porque para eso estaban los interinos, muchos enseñando sin haber obtenido ni el aprobado...es un asunto que me enerva.
ResponderEliminarHola José Luis.
ResponderEliminarEn un país que llevamos décadas por debajo de la media mundial en cultura, no me vale si los de izquierdas ( por cierto estos jamás han hecho política de izquierdas) no lo han hecho bien y lo de la derecha (fascista por supuesto) parece que ahora va a ser mejor.
A mi es que este gaznapirimos que traen con la educación con su dosis de hipocresía es que me da verdadero asco, la LOMCE se la podía meter por el bul el imbécil de WERT.... cuando este imbécil a hecho una sangría en recortes mientras daba subvenciones con dinero publico a la enseñanza privada entre ella al OPUS DEI Y A CRISTO REY entre otras lindezas...
¿Alguién me puede decir cuando a funcionado bien la enseñanza publica en este país?, jamás le han interesado a la CASTA bien esa mal llamada de izquierdas o esa mal llamada de derchas....todos han sacado dinero publico para las privadas y aquí el ganazpirismo de una españa cañi que no la soltamos ni aunque nos metan un palo por el culo.
Los pobres pagamos las lindezas de los espabilaos y nos implantan mierdas que muchos no queremos, asi que mi opinión es que WERT se puede meter la LOMCE en su p==to culo y dejar de subvencionar a las privadas con dinero públicos mientras recortan a las publicas e imponer una enseñanza de morralla...de verdad me supera este país de gaznápiros, paletos y catetos de la españa cañi.
!!Por una enseñanza publica de calidad!! y menos hipocresía.
Un cordial saludo Jose luis.