viernes, 21 de agosto de 2009

LA REALIDAD SINDICAL A TRAVES DE LA HISTORIA


9-. Sindicatos Verticales

Los distintos movimientos sindicales presentes en la España del Frente popular, al finalizar nuestra guerra civil el 1 de abril de 1939, o desaparecen o pasan a la clandestinidad. Eran conscientes de su inviabilidad en la España nacional. El Fuero del Trabajo, redactado en 1938 con la contienda civil en pleno auge, prohíbe sin más todo tipo de partidos y sindicatos a la antigua usanza, sean estos de obreros o empresarios. Se trazan ya las líneas maestras de un nuevo tipo de sindicato, el sindicato único y vertical.
En el Fuero del Trabajo se recogen ya todas las bases fundamentales de esta nueva organización sindical, se regula detalladamente la jornada laboral y el descanso y se crea la conocida Magistratura de Trabajo y el Tribunal Central de Trabajo. Los conflictos laborales surgidos, sean estos individuales o colectivos, debían se resueltos por la Magistratura de trabajo y, como última instancia, por el Tribunal Central de trabajo.
Con la Ley de 26 de enero de 1940 sobre Unidad Sindical, comienza, de hecho, a ser operativo este nuevo tipo de sindicato, aunque fue en marzo de 1961 cuando celebra su primer congreso. En dicha Ley se establece que empresarios y trabajadores formarán una sola organización sindical. Establece, además, su funcionamiento por ramas y su dependencia orgánica de FET y de las JONS. Al conjunto resultante de esta organización se le da el nombre de Organización Nacional-Sindicalista. La Ley de Bases de la Organización Sindical deja muy claro que la afiliación de los trabajadores y de los empresarios era implícita y automática.
Este sindicato vertical no se puso en marcha partiendo de cero. Se tuvo como modelo la Central Obrera Nacional-Sindicalista (CONS), que Falange Española de las JONS fundó en 1935, aunque sin miembros y sin afiliados. Posteriormente absorbió los escasos restos del sindicato de las antiguas JONS que apenas si tenía implantación en el mundo laboral. Los pocos afiliados con que contaba, pertenecían al gremio de los taxistas y de los camareros. Era este un sindicato con muy poca actividad e incapaz de ampliar sus bases por el rechazo y la hostilidad manifiesta de los otros sindicatos de clase.
El nuevo régimen salido de la guerra civil utilizó únicamente la estructura sindical dada por Falange Española de las JONS a su sindicato, no todo su contenido. Varios puntos del contenido del mismo fueron modificados para adaptarlo al nuevo concepto sindical. La distinción que hacía Falange Española de las JONS entre empresarios y capitalistas desaparece y da lugar a los nuevos patronos en pie de igualdad con los trabajadores. El nuevo sindicato vertical busca la manera de armonizar perfectamente trabajo y capital.
Las ideas que el nuevo régimen copió de la Falange fueron enriquecidas con otras aportadas por el tradicionalismo español. La principal aportación del tradicionalismo tiene mucho que ver con el corporativismo puesto en práctica por Miguel Primo de Rivera. De ahí que queden integrados en una sola estructura vertical los trabajadores juntamente con los técnicos y los patronos. A los trabajadores, lo mismo que a los patronos se les reconoce el derecho a elegir a sus propios representantes. De todos modos, no podía ser candidato cualquier persona. Con anterioridad a las elecciones, los futuros representantes tenían que recibir el correspondiente plácet de los responsables del Gobierno.
Franco era visceralmente anticomunista y, para entender su vida, debemos analizarla desde esta premisa. Le repugnaba cualquier ideología de izquierdas, fuera esta de izquierda revolucionaria o de carácter burgués. Y para prevenir cualquier tentación ocasional de izquierda, trató de introducirse y dominar todos los aspectos de la vida nacional y social, valiéndose de una serie de organizaciones de encuadramiento social creadas con ese fin. Era, además, completamente opuesto al sistema parlamentario. Creía sinceramente que los partidos políticos eran los responsables de los males endémicos de España. De ahí su obsesión por implantar en España una democracia orgánica, que no es otra cosa que un sistema semidemocrático en clara oposición a la democracia parlamentaria, en que los representantes son elegidos indirectamente.
Aunque la dictadura personal de Franco se mantuvo hasta su muerte, en los últimos años de su vida, la Organización Sindical Española fue perdiendo influencia e interés y comenzó la penetración social de otros sindicatos que seguían siendo ilegales. Fue a comienzos de los años 60 cuando el Partido Comunista comenzó con la infiltración del sindicato vertical. Teóricamente buscaban mejorar las condiciones laborales de los trabajadores. En realidad buscaban aprovechar las estructuras del régimen para derribarlo desde dentro. Es así como apareció Comisiones obreras de la mano de Marcelino Camacho con la incomprensible ayuda de algún falangista relevante.
En este contexto llega la muerte de Franco y el debilitamiento del sindicato vertical. Paralelamente, además de CCOO, van cogiendo fuerza los sindicatos ilegales, UGT, USO, CNT y otros de menor entidad. Llama la atención el hecho de que muchos empresarios se decantaran por acordar convenios colectivos y otros pactos de empresa con estas organizaciones que aún eran clandestinas.
Atendiendo a estos hechos y a la presión de los trabajadores que querían una representación libre y democrática, el Sindicato Vertical fue abolido en 1976 por el Gobierno de Adolfo Suarez. La legalización de los sindicatos de clase tuvo lugar el 30 de abril de 1977. El sindicato creado por el régimen de Franco fue reconvertido en la Asociación Interprofesional de Servicios (AISS) encargada de la gestión del Patrimonio Sindical Acumulado.
José Luis valladares fernández

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