jueves, 1 de octubre de 2009

LA EXPLOSIÓN DE LA ‘BURBUJA VERDE’

A moral, no hay quien gane a José Luis Rodríguez Zapatero. Ni siquiera el equipo de fútbol que, en cuestión de moral, hizo historia en Alcoy hace ya muchos años. A mediados de septiembre, fue entrevistado por la revista estadounidense Newsweek y sus afirmaciones no dan lugar a dudas. Como quien no ha roto ni un plato en su vida, afirma rotundamente que la recesión en España “será menor que en otros países europeos”. Y sin cambiar de disco agrega que “nuestro sector bancario ha evitado la crisis, y eso ayudará en la recuperación”.
Es muy significativa su contestación cuando el periodista de Newsweek, refiriéndose a nuestra tasa de paro y a nuestro déficit público, le pregunta que si España se estaba hundiendo. La respuesta de Zapatero no pudo ser más terminante: “No. Basta con salir a la calle para ver que no es así”. Y, como a quien acaba de encendérsele una lucecita, reconoce que “el principal problema es el desempleo”. Pero, empleando las monsergas de siempre, explica que esto está prácticamente bajo control con la “protección social y las reforma del modelo de crecimiento hacia uno menos centrado en la construcción y más en sectores innovadores como las energías renovables o la biotecnología”.
Está muy claro que Zapatero, o no sabe lo que dice, o miente descaradamente. Aunque es más grave la mentira que la ignorancia, por una mentira más, el jefe del ejecutivo no se pone colorado. Le da igual si de ello saca provecho, ya que a base de mentiras, en esta España nuestra, se puede ir muy lejos aunque pueda resultar complicado el regreso.
La burbuja inmobiliaria le explotó en las manos cuando menos lo esperaba, produciendo los efectos perniciosos que todos conocemos y que muchos están pagando muy caro. Otro tanto le va a ocurrir, aunque tampoco lo espere, con la llamada ‘burbuja verde’ que está ya a punto de explotar. Las Energías Renovables no son el bálsamo de fierabrás que solucione el problema mayúsculo del paro. Más bien han resultado ser un fiasco. Hay un informe, elaborado por la Universidad Rey Juan Carlos, de fecha 18 de abril pasado, que lo corrobora con claridad.
Según el citado informe, por cada empleo que se pretendía crear en el sector de estas energías, se destruían, en términos netos, nada menos que 2,2 puestos de trabajo en el conjunto de la economía. De ahí que la creación de “empleos verdes”, más que una solución a la destrucción de empleo, resulta un negocio sumamente ruinoso. A la vista están las enormes sumas de dinero que se han transferido desde otros sectores productivos al sector ruinoso de las “energías verdes”. El Gobierno español tenía ya comprometido, para la fecha de ese informe, nada menos que 28.671 millones. Con este dinero, sufragado íntegramente por el bolsillo de los ciudadanos, se pretende fomentar y subsidiar este tipo de energías.
Continuando con los datos suministrados por el informe citado de la Universidad Rey Juan Carlos, vemos que, desde el año 2000 hasta finales de 2008, las energías renovables absorbieron unos 571.138 euros por cada empleo verde generado. Y si nos limitamos exclusivamente a la industria eólica, dicho coste, por cada puesto de trabajo, supera el millón de euros.
El desarrollo y mantenimiento de las energías renovables exigen un volumen de recursos prácticamente insostenibles. La renta vitalicia, consumida por dichas energías, equivale al 4,35 de lo que se recauda anualmente por IVA y al 3,45 del IRPF. Para compensar el enorme déficit de tarifa eléctrica, generado en su mayor parte por las energías renovables, según la Comisión Nacional de Energía, habría que elevar la factura eléctrica por encima del 31%, o arbitrar una subida de impuestos considerable.
No cabe la menor duda que las energías renovables, dadas las subvenciones que precisan, comportan un despilfarro notable de recursos, que tiene mucho que ver con la destrucción neta de puestos de trabajo en el resto de áreas de la economía española. Los datos ofrecidos por el informe citado lo dejan muy claro: en términos de potencia instalada, con cada megavatio verde subvencionado, nos cargamos un promedio de 5,39 puestos de trabajo en el ámbito de la economía nacional; 8,99 la energía fotovoltaica y 4,32 la eólica.
La generación de energía renovable, tiene asignado por ley un precio muy por encima del precio real de mercado. Hoy día, las empresas distribuidoras de energía "pagan a los productores de energía renovable un precio regulado muy por encima del de mercado, alcanzando más del 100% del precio de mercado en la energía eólica y más del 500% en la solar o fotovoltaica". Esto comporta que se detraiga una cantidad de capital importante de otros sectores productivos, para acudir en ayuda de las energías renovables. Es normal que así no podamos competir con los productores y exportadores de energía extranjeros, como Francia.
Puesto que estas energías, para ser mínimamente rentables, necesitan de una inyección, cada vez más elevada de capital, tiene que llegar el momento en que se agoten los recursos disponibles. Y en ese momento, como pasó con el ladrillo, la “burbuja verde”, generada inconscientemente por el gobierno, explotará sin remedio, agravando así mucho más nuestra ya maltrecha economía.
Para evitar este desastre anunciado, habría que dar preferencia a otro tipo de fuentes de energía que son mucho más baratas y competitivas. Pero los socialistas, hoy en el Gobierno, seguirán empecinados con las energías renovables, que piensan que son el invento del siglo. Además, por prejuicios ideológicos absurdos, están incapacitados para reaccionar a tiempo.

Gijón, 29 de septiembre de 2009

José Luis Valladares Fernández

1 comentario:

  1. Lo único que haría reaccionar a este gobierno, frente al tema de la energía, como en tantos otros temas sangrantes como el paro, la sanidad, la educación, las obras públicas, etc., sería que la mayoría le negaran su voto en las urnas en las próximas elecciones. Ellos lo saben muy bien, y por eso la máquina del partido se ha puesto otra vez en marcha, con el redivivo Pepiño a la cabeza. Esperemos que el votante se dé cuenta de ello y obre en consecuencia.

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