Las actuales Cajas de Ahorro
que conocemos no tienen nada que ver con aquellas otras Cajas de Ahorro,
anteriores a la Constitución de 1978. Hasta esa fecha, las Cajas de Ahorro
conservaban aún parte de aquel carácter benéfico heredado de los antiguos Montes de Piedad de
los que proceden. Los Montes de Piedad surgen en Italia entre 1462 y 1490. Fueron unos franciscanos los fundadores del
primero de los Montes y lo bautizaron con el nombre de Monte de Misericordia.
Pretendían de este modo poner freno a la exagerada usura de de aquellos tiempos.
Los prestamistas de aquella época abusaban descaradamente de los pobres cuando
necesitaban pedir dinero para tapar algún imprevisto o satisfacer urgentemente
alguna necesidad primaria. Los intereses cobrados oscilaban entre el 20% los
más bajos, hasta un 200% los más altos y escandalosos.
Para combatir eficientemente
semejantes abusos, los frailes menores se
las arreglaron para otorgar préstamos prendarios a gente humilde, inicialmente
sin cobrar interés alguno. Los beneficiarios garantizaban la devolución del
empréstito dejando en prenda alguna pertenencia de valor, preferentemente
joyas. Los fondos para constituir aquellos iniciales Montes de Piedad provenían
principalmente de limosnas y donativos que
recibían los frailes de personas piadosas y de las colectas realizadas en
algunas celebraciones religiosas. A pesar de la buena voluntad de los
franciscanos, los recursos así allegados eran desgraciadamente muy limitados y, muy a su pesar, tuvieron que
comenzar a cobrar un pequeño interés por los préstamos que hacían.
Por esa misma época,
también fueron apareciendo en España los
“pósitos”, casas donde se acumulaba el
trigo sobrante en los años de abundantes cosechas. De este modo, contaban con ciertas reservas
para casos de infortunio o para prestar a muy bajo interés al agricultor que lo
necesitase. El principal impulsor de estos “pósitos” fue el cardenal Cisneros,
que fundó a sus expensas el de Toledo y el de Alcalá de Henares. Estos
almacenes de grano se fueron generalizando y eran ya pocos los pueblos
importantes que no contaran con algún
“pósito” administrado convenientemente por una junta de gente importante, entre
los que estaba el corregidor, el alcalde y el diputado más antiguo.
Fue en 1550 cuando se fundó en España el
primer Monte de Piedad, similar a los que funcionaban ya, con toda normalidad,
en el centro y norte de Italia. En 1636 se monta otro en Cuellar y es el 3 de
diciembre de 1702 cuando el clérigo Francisco Piquer, capellán del convento de
las Descalzas Reales de Madrid, instituye el Monte de Piedad de Madrid. A
partir de aquí, la creación de Montes de Piedad fue un goteo constante y fue
rara la ciudad o población importante que no terminara por disponer de su Monte
de Piedad.
Entre
1776 y 1810 se produce la llamada revolución industrial, que se inicia
en Inglaterra y que, poco a poco, se fue extendiendo a toda Europa y, por
supuesto en España. Esta industrialización, además de un gran impacto
económico, provocó también enormes transformaciones sociales. Para empezar, las
clases más humildes, los trabajadores empleados en la nueva industria, exigían
insistentemente mejores condiciones de vida. Y esto, entre otras cosas,
requería gastar estrictamente lo
necesario y ahorrar de manera continuada. Para fomentar y facilitar ese ahorro,
surgieron las Cajas de Ahorro dentro de los propios Montes de Piedad. Dichas
instituciones, además de fomentar el ahorro popular, lo trasladan también hacia
la inversión para obtener unos beneficios que posteriormente dedican a la
realización de labores netamente sociales.
Las Cajas de Ahorro inician su vida en
España en la primera mitad del siglo XIX, en los primeros años del reinado de Isabel II. Imitamos en esto a los demás países europeos, aunque con
cierto retraso como suele suceder frecuentemente. La primera Caja de Ahorros
española nace en Jerez de la Frontera, dentro del Monte de Piedad de esa
localidad, en el año 1834. El impulsor
de esta Caja fue Diego López de Morla y Virués de Segovia, personaje rico y
famoso, que recibió el título de Conde de Villacreces en 1815 por su extraordinaria
contribución durante la Guerra de la Independencia. Poco tiempo después, en febrero de 1835, se crea la Caja de
Ahorros y Previsión de Madrid, que fue aprobada por Real Decreto de 25 de
octubre de 1838. Para la creación de esta Caja fue determinante la influencia
de Mesonero Romanos y la decisión firme del Marqués de Pontejos.
Es el 17 de abril de 1839, cuando Diego
Medrano y Treviño, a la sazón ministro del Interior, firma una Real Orden en la
que se pide a los gobernadores civiles que favorezcan e impulsen en sus
respectivas provincias la creación de Cajas de Ahorros. Se pide, además, a los
gobernadores que impliquen en semejante tarea a personas ricas y de marcado
carácter filantrópico. Como consecuencia de esta Real Orden, promovida por la
Reina regente María Cristina de Borbón, y aprovechando la estructura de los
Montes de Piedad, se generaliza en España la creación de Cajas de Ahorro y
nacen todas, eso sí, vinculadas claramente con organizaciones caritativas.
Las nuevas Cajas de Ahorro eran dirigidas
por personalidades locales relevantes y, siguiendo instrucciones del ministro
Medrano, procuraron que estas instituciones se dedicaran prioritariamente a
fomentar el espíritu de ahorro en las clases populares y a combatir la usura
compitiendo con quienes la practicaban. Sentaron las bases para que los
recursos captados se destinaran exclusivamente a inversiones en el ámbito
privado. Los préstamos se concedían a personas conocidas y de probada solvencia
económica y a unos tipos de interés bajos. Desde un principio, las Cajas de
Ahorros ofrecían una enorme seguridad a los que depositaban allí su dinero. De
ahí su éxito inicial y que se mantuvo a lo largo de los años, y que desaparece
cuando los políticos desembarcan en ellas.
Las normas restrictivas que imperaban en
las Cajas de Ahorro, con su reducido ámbito de actuación y la ventaja notable
de conocer directamente a todos sus clientes, las mantuvieron pujantes durante
muchos años, a pesar de las distintas vicisitudes en las que se vio envuelta la
economía española. Y así llegamos a 1977 con unas Cajas de Ahorro libres de
problemas financieros, mientras que la mayor parte de las entidades bancarias
estaban prácticamente arruinadas. La transición política española, que
desemboca en la Constitución de 1978, pone en marcha el Estado de las
Autonomías, acabando así con los diferentes controles que habían preservado a
las Cajas de la debacle financiera.
Por un lado, se inicia un proceso de reforma
y liberalización de las Cajas de Ahorros para equipararlas funcionalmente a los
bancos. Además, se deja libre la elección de tipos de interés, se reducen los
circuitos habituales de financiación privilegiada con que habían contado hasta
ahora. También se ampliaron considerablemente los activos y pasivos financieros
que, hasta entonces, estaban muy limitados, se permitió a las entidades
extranjeras, aunque de manera un tanto restringida, abrir en España negocios
bancarios y se consintió a las Cajas la expansión de su red de oficinas.
Por otro lado nos
encontramos con el disparate mayúsculo de que todas las Autonomías, al
constituirse, se empeñaran en asumir el control de las Cajas de Ahorro
establecidas en su territorio. Los responsables autonómicos querían ante todo,
tener su propio banco para financiar más fácilmente hasta sus caprichos más
insólitos. Buena prueba de ello es que, desde que los políticos invadieron las
Cajas, estas se lanzaron de cabeza a la piscina especulativa de la burbuja
inmobiliaria y comenzaron a conceder préstamos absurdos para cubrir los
déficits, a veces escandalosos, generados por las propias autonomías o sus
empresas públicas o por alguna de las corporaciones locales.
Y aquí comienza el declive
imparable de las Cajas de Ahorro. Hasta que se apropiaron indebidamente de
ellas los políticos, las limitaciones legales que impedían a estas entidades
invertir a lo loco, lejos de ser un problema, era todo un seguro que mantenía
incólume la confianza de los impositores. Es cierto que las inversiones
tradicionales de las Cajas fueron menos rentables que las de los bancos, pero
eran mucho más seguras y generaban una tesorería abundante y saneada. Buena
prueba de ello era que los recursos ociosos depositados en los bancos por las
Cajas de Ahorro, presentaban unos saldos
acreedores francamente considerables y crecían día a día de una manera firme y
sostenida.
Pero con el asalto a las
Cajas por parte de los políticos se inicia el proceso de deterioro progresivo
de las mismas de una manera sistemática e imparable. Comienzan prescindiendo
alegremente de los antiguos gestores y los reemplazan por amigos o familiares,
ideológicamente más afines. Es cierto que las normas establecidas para elegir
los órganos de Gobierno son muy estrictas e indican que se excluya todo aquello
que pudiera condicionar el normal desenvolvimiento de las Cajas, pero el que
manda, manda y lo demás es papel mojado.
Las condiciones y emolumentos señalados para los nuevos gestores son
extremadamente generosos, impensables para los que ahora son sustituidos. No es
de extrañar que muchos de estos dejen su puesto encantados y vean en dicha
sustitución algo así como una liberación.
Las reformas y las medidas
liberalizadoras fueron, en un principio, francamente beneficiosas para las
Cajas de Ahorro, incluso ganaron la partida a la banca privada compitiendo
duramente con ella. Pero este florecimiento financiero duró muy poco tiempo: la
presión de un mercado, cada vez más amplio y competitivo dio lugar a que los
márgenes financieros fueran cada vez más exiguos y limitados. Por otro lado, el
crecimiento desmedido de la actividad y la inevitable asunción de riesgos cada
vez más altos exigían unos recursos propios que las Cajas de Ahorro no tenían.
Intentaron solucionar el problema a base de deuda subordinada y emitiendo gran
cantidad de obligaciones para suplir la falta de recursos propios. Algunas
Cajas recurrieron fraudulentamente a las participaciones preferentes con el
mismo fin.
Pero acabó todo cono el
rosario de la aurora. Son muchas las
Cajas de Ahorro -alguna con mucha solera
como Caja Madrid- que terminaron claramente arruinadas y en quiebra. La falta
de recursos propios para competir con garantías en el siempre difícil mercado
financiero y, sobre todo, su dependencia absurda de los caprichos y los
intereses particulares de los dueños ocasionales de las taifas autonómicas,
provocaron el fracaso más estrepitoso de las Cajas de Ahorro.
Barrillos de las Arrimadas,
11 de julio de 2012
José Luis Valladares
Fernández
Disculparme que no conteste a los comentarios. Estoy en un pueblo de León y tengo enormes problemas para moverme por Internet. Pues rara vez encuentro en la señal el 3G, necesario para que el pincho funcione correctamente.
ResponderEliminarGracias y un abrazo a todos
Hola,José Luís:
EliminarCreo que es una lección magistral, casi me atrevería a decir que de obligatorio estudio.
Finalmente sucedió lo que sucedió, que los políticos desalmados entraron en el gallinero y recondujeron las cajas a Bancos para entrar en el negocio del ladrillo,en la recalificación de terrenos, en la percepción de comisiones deshonestas. Y todo reventó. La Banca del país en general quebró. Se recurre a préstamos incalificables para salvar la situación, pero nada. Esto no tiene remedio.
Y el Gobierno dicta unas medidas impuestas por los grupos financieros. Y pretenden los cabrones que, a base de un incremento del IVA que nada va a resolver, seamos los ciudadanitos los que paguemos los interses excesivos de la deuda exterior a base de una mayor ruína social.
No sé si la sociedad tendrá capacidad para reaccionar ante esta situación en la que, para mayor burla, el Gobierno prostituye el espíritu de la Ley de Costas.
Enhorabuena por tu trabajo.
Un abrazo
Y es que donde los políticos meten la mano, es como si metieran la pata, acaba mal.
ResponderEliminarEl fracaso viene motivado por su pérdida de carácter social y por la intromisión del poder político que las convirtió en el juguete financiero del virrei autonómico de turno.
ResponderEliminarY así se ha llegado a esta situación dantesca.
Saludos.
Hasta que llegaron políticos y sindicalistas a meter en ellas sus sucias patitas. Aunque me da a mí que nadie pagará por esto...
ResponderEliminar¿Estás ya de vacacions? Qué bien!!:))
Donde políticos y sindicatos andan, mal asunto lleva.
ResponderEliminarEl corralito ya está en función en algunas cajas,y es que los sinvergüenzas encima se sacan las culpas y responsabilidades que para eso está el ciudadano para tragar todo lo que haga falta....así nos va, no vamos a espabilar hasta que todos estemos en la miseria nacional en la cual todavía queda más sacrificios por parte de todos, mientras los sinvergüenzas irrespetuosos mafiosos los seguimos poniendo en el poder como si fuéramos ciudadanos de lo más estúpidos que nos pueden tomar el pelo cuando les vengan en gana...cuestión de todo esto es que los españoles deben de dar un solo grito y decir ¡BASTA!....Solo un poco de respeto, de profesionalidad, de responsabilidad y justicia....buscando como base el bienestar de todos los ciudadanos...no lo contrario, esto ya da vergüenza ajena.
¿Que puedo decir positivo de todo lo que está y nos está ocurriendo?...encefalograma plano...no encuentro nada positivo realmente...¿que se ha conseguido el primer triplete en la historia del fútbol?...esto no cambia la situación, es más se estaba ya cocinando todo esto último del IVA y
los recortes...etc, con su marcha negra..etc; vamos que mientras estábamos distraídos con esto de la roja ya estaban preparadonos más de lo mismo y lo que queda.
Se ha echo de todo, eso si, lo que tengo muy claro que tan solo hemos cambiado de dueño y que la esclavitud es por la gran ignorancia que la mayoría de los ciudadanos tienen o tenemos....aunque se sea ingeniero agronomo.
Bueno amigo José Luis que disfrutes con tus seres queridos estas vacaciones y un cordial abrazo.
Antes en pleno franquismo cumplian una gran labor,Luego ya sabemos como ha terminado la historia,un saludo.
ResponderEliminarUn excelente repaso a la historia de las cajas. Tambien creo que fué el poder político el que las ha hundido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hablando de vacaciones me preguntaba yo cuanto les importa la situación de España, pues alegremente pillarán el mes de agosto para solaz y descanso, bien alimentados y relajados, mientras mucha gente seguirá buscando en el cubo de la basura algo que llevarse a la boca.
ResponderEliminarEn España no hay políticos, me duele la boca de decirlo. Hay labriegos que un día se hartaron de tener que sudar el jornal y descubrieron una buena forma de explotar a sus coétaneos devolviéndolos a la ruina. De ahí y del hecho de que prácticamente todos piensen con el culo al carecer de cerebro funcional que cualquier cosa que toquen hagan cómo Midas, pero a nivel némesis, convertirlo en mierda. No sufrais, que ésto no ha hecho más que empezar y las Cajas de Ahorros es otra cosa que cargarse, cómo el resto del país.
ResponderEliminarUn saludazo.
Amigo mio yo he sido Director de esta Caja de Madrid y también de la Caja de Pensiones y puedo decirte que esto ya lo predije yo hace mas de 25 años años, en cuanto las Cajas de Ahorros le quitaron para lo que fueron creadas y les retiraron lo de Monte Piedad y ademas vi como los sindicatos, y los políticos en general le echaron mano y los impositorers dejaron de intervenir en los consejos, perdiendo el mando, me dije, acaban de destruir la obra mas magnifica en favor de los mas necesitados.
ResponderEliminarLa Historia de la Cajas de Ahorros españolas se remonta a sus antecesores, los Positos y los Montes de Piedad, alrededor de los siglos XVII y XVIII en España las Cajas de Ahorros como evolución a partir de los Montes de Piedad y surgieron en España en la primera mitad del siglo XIX,
La historia de las cajas de ahorros españolas se remonta a sus antecesores, los Positos y los Montes de Piedad, alrededor de los siglos XVII y XVIII en España; los Montes de Piedad italianos son muy anteriores, del siglo XV. En España surgen surgieron en la primera mitad del siglo XIX,
Positos: Institución de carácter municipal destinada a mantener acopio de granos, prestándolos en condiciones módicas durante los meses de escasez, asociación formada para cooperación o mutuo auxilio entre trabajadores.
Se dice que el primer establecimiento implantado en España fue el Monte de Piedad de Madrid, iniciado por el Capellán del Convento de las Descalzas Reales de Madrid, Francisco de Piquer y Rodilla, en 1702. Los Ayuntamientos tenían el 1% de sus presupuestos destinados a estos Pósitos e iban destinados a la gente mas pobre del pueblo, sin intereses y luego debian de ser devueltos.
Un saludo