Cuenta Suetonio que Julio
Cesar, en la exhortación dirigida a sus soldados tras cruzar el Rubicón, pronunció
esta frase, que pasó a ser una de las más famosas pronunciadas por el general
romano: “Vayamos a donde nos llaman los presagios de los dioses y la inequidad
de nuestros enemigos. Que la suerte lo decida”. Tras el fracaso de Cesar en sus
reiterados intentos para alcanzar la cúpula del poder, optó por enfrentarse
directamente al Senado, a Pompeyo y a todos los que
se empeñaban en cerrarle el camino.
Algo así está pasando con
los desesperados intentos del Gobierno parar salir de esta crisis insistente
que se resiste a dejar paso a una recuperación económica tan deseada. Todos los
intentos por superarla están resultando inútiles. Ni los recortes, ni las
imposiciones fiscales han dado resultados positivos. Más bien todo lo
contrario. Dichas medidas nos han hecho más pobres y han dado al traste con una
parte considerable de nuestro estado de bienestar. Y a pesar de la aparente
buena voluntad del Gobierno para buscar soluciones, nuestra credibilidad está
por los suelos, la prima de riesgo por las nubes y arden nuestras calles. Las
empresas están al borde de la quiebra por falta de financiación y los capitales
foráneos huyen precipitadamente de España. Y por si todo esto fuera poco, los
mercados financieros desconfían de nuestra solvencia.
La apelación constante a la
herencia recibida resulta tan baldía como los tímidos intentos desplegados
hasta ahora por Mariano Rajoy para cuadrar las cuentas y transmitir una imagen
de país que cumple fielmente con todos sus compromisos. Nada de esto ha logrado
frenar la espiral de incertidumbre que nos ha llevado al borde del rescate. Y
ya se sabe, el rescate o la intervención completa nos convertiría en un país
súbdito, sin soberanía y sin libertad. Y el Banco Central Europeo no quiere
saber nada de esa perentoria necesidad que tenemos de que compre masivamente
deuda española para aliviar el acoso al que nos someten los mercados
financieros. Así que, como hizo Julio Cesar en su momento, Mariano Rajoy debe
dejar a un lado sus complejos para
dedicarse a buscar la suerte sin tapujos para que ésta deje de ser esquiva.
Nuestra situación es
extremadamente grave. No olvidemos que desde 2007 hasta finales de 2011 hemos
gastado cantidades ingentes de dinero, unos 352.000 millones de euros más de lo
que ingresamos. El desfase durante el año 2011 es especialmente significativo, ya
que despilfarramos más de 90.000 millones de euros por encima de lo recaudado.
Este aumento brutal del déficit ha multiplicado desmesuradamente nuestra deuda
pública hasta representar el 80% del PIB. Deuda que, por otra parte, nos cuesta
mucho colocar y siempre a un coste cada vez más alto.
Para enjugar semejante
desfase, el Gobierno de Rajoy impone unos recortes, demasiado duros para el que
los soporta, pero extremadamente mojigatos e insuficientes para el volumen de la
deuda contraída. En el mejor de los casos, con la aplicación del copago y otras
gaitas, podemos ahorrarnos en Sanidad unos 7.000 millones de euros. Las subidas
de las tasas académicas podrían reportarnos, como mucho, alrededor de 3.000
millones de euros. Con estas dos cantidades, a las que habría que sumar
aproximadamente otros 4.500 millones de euros, procedentes de la supresión
absurda de la paga extra de los funcionarios, apenas si lograríamos dar un
mordisco imperceptible a la deuda pública. Ni agregando lo que se pueda
recaudar a mayores por las intempestivas subidas del IVA y del IRPF, lograríamos
reducir significativamente nuestros números rojos.
Dada la magnitud de nuestra
deuda, no es de recibo que se impongan unos duros recortes a los de siempre, a
los que menos culpa tienen de la situación creada, con el agravante de que se
sabe de antemano que no va a servir de nada. Se trata de unos simples parches ocasionales que solo
sirven para prolongar inútilmente la agonía. Otra cosa muy distinta es que, con
semejantes recortes, reiniciáramos claramente la recuperación económica y
financiera. Entonces estarían plenamente justificados, siempre que el esfuerzo
alcanzara a todos los ciudadanos de manera proporcional a sus posibilidades
económicas, algo que tampoco se tuvo en cuenta. Este tijeretazo ha sido absurdo
y contraproducente, ha hecho un daño desproporcionado al ciudadano medio, lo
acosa y lo empobrece indebidamente y deja a España sin liquidez. Y todo ello,
como hemos visto, para nada.
El desmadre económico y
financiero es de tal envergadura que España requiere una catarsis total, que
hasta es preciso incluso cambiar la mentalidad económica de todos. Hay que
empezar reajustando y dinamizando la economía, si es que queremos amortizar la
disparatada cantidad de deuda que hemos acumulado. Y querer solucionar esto con
una simple subida de impuestos, además de inútil, resulta francamente suicida. De
este modo dejamos al descubierto nuestra manifiesta incapacidad para rebajar
significativamente nuestra deuda. Y esto es algo que siempre tienen en cuenta
los inversores.
Y una de dos, o ponemos los
puntos sobre las íes y simplificamos considerablemente nuestra administración
para reducir los gastos estructurales que ahogan nuestra economía, o el rescate será
inevitable. Los últimos esfuerzos exigidos a los ciudadanos medios no impiden
en absoluto que sigamos gastando, al menos este año, unos 70.000 millones de
euros más de lo que ingresamos. Y aplicando los correspondientes intereses,
llegamos al consabido desfase de 90.000 euros. Más o menos, el doble de lo que
ingresamos aplicando los últimos recortes. Solamente evitaremos el rescate
total reduciendo inteligentemente el gasto público. Y para eso, no tenemos nada
más que un camino: eliminar el Estado de las autonomías o, cuando menos,
dejarlas reducidas a su mínima expresión.
Pero Mariano Rajoy, lleno de
complejos, sigue empeñado en ponerse de perfil y espera que, sin hacer
prácticamente nada, se produzca el
milagro de nuestra recuperación económica. Y aunque nuestro modelo autonómico
es muy ruinoso, no quiere tocarlo, porque acabar con las Comunidades Autónomas,
sería tanto como cerrar definitivamente una interesante agencia de colocación
al servicio de los partidos políticos. No importa que nos asfixien
financieramente con sus despilfarros, sus duplicidades y su descomunal endeudamiento. Pero es que si desaparecieran
las Autonomías, se evaporaría simultáneamente la principal bicoca con que
cuentan los políticos. Y muchos de ellos, entonces, tendrían que ganarse la vida fuera de la
política, tendrían que trabajar. Y esto es algo a lo que no están dispuestos.
Si queremos recuperar
nuestra credibilidad y volver a ocupar el puesto que nos corresponde, dentro
del concierto europeo y mundial, debemos derribar sin contemplaciones muchas
ciudadelas particulares y muchos de los tinglados creados con toda la mala
intención por una casta política, para así poder vivir perennemente del cuento,
a costa del sudor ajeno. Sobran por lo tanto los reinos de taifas y sobran
todos sus virreyes, alguno de los cuales se empeña torpemente en restablecer, a
estas alturas, el sistema feudal. Y con estos virreyes, sobra toda su tropa y
su exótica colección de escuderos. Sobra también el Senado con todo su boato, su
piscina y sus absurdos pinganillos. Sobran televisiones públicas y autonómicas
y sobran, por supuesto, infinidad de
pesebres y comederos varios donde se solazan descaradamente tantos vividores
como produce la clase política española.
No es hora de reclamar
competencias y privilegios que nos singularicen y nos distingan de otras
regiones españolas. Y como no es de recibo que, dentro de la Unión Europea,
haya Gobiernos que se financien al 0% y otros, como es ahora el caso de España,
tengan que hacerlo incluso por encima del 7%. Para evitar semejantes
despropósitos, en vez de exigir pactos fiscales particulares como hace ahora Cataluña, hay que tratar de
conseguir una unión bancaria, fiscal y presupuestaria común para todos los que
formamos parte de esa Unión Europea.
Barrillos de Las Arrimadas,
26 de julio de 2012
José Luis Valladares
Fernández
Un saludo a Los arrimados :) o Barrillenses o como sea el gentilicio.
ResponderEliminarEsto tuyo de hoy lo mando a las redes de caralibro
Un abrazo J.L.
Se ponga como se ponga, Rajoy no va a tener más remedio que meterle mano, seriamente, al sistema autonómico. Europa sabe, y Mariano también, que las malnacidas comunidades autónomas son la causa de nuestra ruina.
ResponderEliminarUn cordial abrazo.
Una encuesta constataba, este fin de semana, el profundo desprecio que la ciudadanía española siente hacia las CCAA, a las que culpa del agravamiento de la crisis esconómica.
ResponderEliminarSi no recuerdo mal, un 80% de la población estaba en contra del actual modelo de Estado.
¿Tomará nota el presidente Rajoy y procederá a la modificación del mismo?
Lo dudo.
Nuestro presidente tiene bien poco de Julio Cesar, José Luís.
Espero equivocarme, pero pocas esperanzas tengo en ello.
Para que tal milagro se produjera, antes debería substituirse al presidente.
Un saludo.
Hola,José Luís:
ResponderEliminarTodo muy bien dicho. Creo que, por desgracia, Rajoy no ha sabido dar el necesario golpe de timón regeneracionista y que todavía nos empobrece más.
¿La subida del Iva? Una patada en los dientes, decía el otro día Arturo Pérez Reverte.
"Allea jacta est!", efectivamente, pero no debemos dar por buena esa exresión y deberemos definir el grado de culpa que tienen los continuadores peperos del ZP.
Un abrazo
Pocos comentarios se pueden hacer cuando se está plenamente de acuerdo.
ResponderEliminarUn saludo.
Cuanto abuso, seis asesores por diputado.
ResponderEliminarEl caso es que el tema está sobre el tapete y ellos lo saben, pero se sienten eternos e invulnerables. Más nos vale votar a partidos pequeños que lleven en su programa el desmantelamiento autonómico, y que, poco a poco, vayan desalojando a estos sinvergüenzas que tanto pasan del sufrimiento ajeno.
El cáncer de las Autonomías acabará corroyendo el organismo del estado. Se necesita alguien con el valor necesario para acabar con estas Taifas que cada día que pasa ahonda en nuestra ruina. Y no solo económica, sino que socava la unidad de nuestra Patria común. Hasta en el lenguaje común de los periodistas, no todos, gracias a Dios, está la expresión vomitiva de: España es un proyecto común".
ResponderEliminarUn proyecto de dos mil años de historia.
Es como llamar proyecto de persona a un señor de ochenta años.
Un abrazo.
Hoje com o coração muito apertado
ResponderEliminarcom a alma triste pelo afastamento
do menino poeta enamorado da (LUA)
Um poeta que conta as estrelas
da sua janela .
Vai deixar uma grande lacuna não só
no meu coração.
Mais a todos que ama seus poemas
e o carisma que trata todos nos.
Minha homenagem ao meu maior idole
esta na postagem.
Vai se afastar sim:deixando seu livro
um grande legado para quem conseguiu um exemplar.
E seu exemplo que jamais vou esquecer
Como esquecer de quem tanto me apoia
de quem eu tanto amo.
Virei poeta para homenagea-lo .
Um abençoado final de semana beijos paz e luz.
Evanir..
Saludos desde Madrid
ResponderEliminarLa cuestión es que se quedan sin su porción de pastel, claro esta que realmente no harán nada realmente no les convienen, como mucho maquillan..
ResponderEliminarEso si no dejan ni las dietas aunque no les pertenezcan si tienen que hacer dietas trampa las hacen ....bueno me voy a callar porque es que estamos rodeados de buitres.
Un cordial abrazo José Luis.
Conclusión:
ResponderEliminarTanto el PSOE como el PP saben lo que hay.
Tanto el PSOE como el PP renuncian a tomar las medidas que son imprescindibles.
Tanto el PSOE como el PP prefieren hundirnos en la miseria, a unos, acercarnos a ella, a otros, confiando en que, al final, las cosas se arreglen solas.
Tanto el PSOE como el PP se han convertido en parte fundamental del problema, con la aportación, más reducida de los nacionalistas garrapata.
Tanto el PSOE como el PP se han convetido en un cáncer para España.