Una
vieja leyenda griega, recreada magníficamente por el dramaturgo Esquilo y por
el poeta trágico Eurípides, nos cuenta la vida de un héroe llamado Capaneo,
príncipe de Argos, que se hizo famoso por su extraordinaria fuerza y por el
terror que infundía a sus enemigos. Gracias a ese enorme vigor, Capaneo terminó
siendo un guerrero admirable, tan fuerte y vigoroso, que no tenía rivales entre los demás mortales. Como se creía invencible, trataba
despóticamente a sus adversarios. Y había crecido tanto su arrogancia y su
soberbia, que llegó a creer que podía enfrentarse a los mismos dioses del
Olimpo.
La
insensatez de Capaneo no tenía límites. Un buen día, se plantó ante la muralla
de Tebas y proclamó solemnemente que tomaría e incendiaría la ciudad aunque la
defendieran Zeus y todos los demás dioses juntos. Y como los dioses terminaron cansándose de
tales infamias, pidieron a Zeus que le
castigase o que les dejara actuar a ellos. Y el castigo por la bravuconada de
desafiar a los dioses no se hizo esperar. El mismo Zeus se encargó de
fulminarle, golpeándole de muerte con uno de sus rayos.
Aunque
parezca mentira, también hay hoy personas tan altaneras y tan insolentes como
este personaje mitológico. Es el caso de Artur Mas, el actual presidente de la
Generalidad Catalana. Aunque Artur Mas sabe perfectamente que no es más que el
representante ordinario del Estado en Cataluña, se está olvidando del
compromiso adquirido cuando, además del Estatuto, prometió fidelidad al Rey y a
la Constitución Española. Y en vez de hacer honor a esa promesa solemne, se
dedica más bien a agitar insensatamente banderas extrañas y a desafiar a todas las Instituciones Oficiales de España.
En su última
toma de posesión como presidente de la Generalidad de Cataluña, Artur Mas ya
dejó entrever una actitud un tanto sospechosa y preocupante. En vez de colocar
en un lugar preferente al ministro de Hacienda y Administraciones Públicas,
Cristóbal Montoro, que representaba al Gobierno de España, fue relegado a un
segundo plano. Se ocultó, además, el retrato del Rey con una tela negra. Y por
si esto fuera poco, cuando Nuria de Gispert, presidenta del Parlamento catalán,
utilizando la formula oficial pregunta a Mas si promete guardar fielmente sus
obligaciones, “con fidelidad al Rey, a la Constitución”, este contesta “Si, lo
prometo”, pero apostilla seguidamente: “y plena fidelidad al pueblo de
Cataluña".
Es
cierto que en Cataluña, los poderes públicos siempre han sido alérgicos a
utilizar el español en la enseñanza, al mismo nivel que el catalán. Pero desde
la llegada de Artur Mas a la Generalidad, la simple alergia coyuntural se
convirtió en una enfermedad extremadamente grave. Ha crecido tanto la
prevención contra la lengua común de todos los españoles que, de manera irresponsable, la han barrido de las aulas catalanas. Se ignoran
sistemáticamente todas las resoluciones judiciales, dictadas por el Tribunal
Supremo y por el Tribunal Constitucional
para avalar el derecho de los catalanes a utilizar el castellano como lengua
vehicular.
Desde el
mismo momento de su llegada a la presidencia de la Generalidad, Artur Mas dio
muestras de un exagerado chovinismo nacionalista. Comenzó indicando que la única
lengua propia de Cataluña era el catalán y procuró, cómo no, que el castellano
quedara totalmente excluido de la vida oficial de esa Comunidad. De este modo,
la lengua de Cervantes en Cataluña queda reducida, como mucho, a un simple bien
cultural, aunque, eso sí, con bastante menos importancia que cualquier otra
lengua extranjera.
El
actual presidente de la Generalidad es tan insensato, que se ha empeñado en
hacer de Cataluña una comunidad de locos, y como no haya nadie que le pare,
terminará consiguiéndolo. Ya no se conforma
con que desaparezca el castellano de la esfera pública. Ahora quiere
más, busca fervientemente, hacer de Cataluña una nación independiente, sin
importarle un bledo el retroceso económico que tendría que soportar esa región
española. Y quiere ir tan deprisa, que ya ha fijado para el próximo día 9 de
noviembre la celebración del referéndum que dejaría a los catalanes fuera de
España por supuesto, y también fuera de la Unión Europea.
Y para
lograr sus sueños secesionistas, Mas no duda en recurrir a las falacias más
simples y a las argucias más estrambóticas y ridículas, presentándose como si
fuera la reencarnación del mismísimo
Mahatma Gandhi y de Martin Luther King. Y sin dudarlo, compara la
negativa del Gobierno de Mariano Rajoy a la celebración de esa consulta
independentista, con los tiempos de la esclavitud, y afirma rotundamente que
“el siglo XXI será el siglo en el que Cataluña recuperará su plena
libertad". Olvidándose de la realidad de los hechos, y apelando
constantemente de manera indirecta y un tanto cerril al derecho a decidir,
afirma una y otra vez que “los catalanes de 1714 lucharon por su autogobierno”.
Lucha, dice, que no debemos abandonar, utilizando inteligentemente nuestras
armas actuales: “la democracia, el voto y las movilizaciones populares”, que
“son como los fusiles y las bayonetas de hace tres siglos”.
Cuando
Artur Mas habla de la necesidad de consultar al pueblo de Cataluña sobre su futuro político
y pide a los catalanes que den muestras de “patriotismo, civismo y compromiso”,
adopta un aire tan lastimero y patético que produce hasta risa. Recuerda
constantemente los casos de Quebec y de Escocia. Es cierto que en Quebec, de
acuerdo con Canadá, se han celebrado ya dos consultas secesionistas, aunque con
un resultado claramente negativo, y que Escocia, en sintonía con el Reino
Unido, hará lo mismo el próximo 18 de septiembre. Y reprocha a España que no
copie el ejemplo y niegue a los catalanes el indiscutible “derecho civil básico”
del referéndum.
Tanto el
presidente de la Generalidad como su amplia cohorte de palmeros olvidan lamentablemente que Cataluña
no es homologable a Quebec ni a Escocia. La realidad histórica y política de
estos tres territorios es muy diferente y no hay ninguna similitud entre ellos.
Los franceses comenzaron a explorar la península de Gaspesia en 1534 y
terminaron colonizando un amplio territorio habitado por tribus nómadas. Los
franceses perdieron esta colonia, conocida entonces con el nombre de Nueva
Francia, en la Guerra de los Siete Años, al ser derrotados en 1759 por los
ingleses, entre los que había una amplia representación de los indios
iroqueses, sus aliados, en la batalla de los Llanos de Abraham, a las puertas
de la ciudad de Quebec.
Por
mucho que se esfuercen en alterar la historia, Cataluña no puede compararse con
la región canadiense de Quebec, y mucho menos con Escocia. El reino de Escocia
fue siempre un estado independiente hasta 1707, que es cuando firmaron
voluntariamente el Acta de Unión con Inglaterra, formando así el Reino de
Gran Bretaña. La primera aproximación
entre estos dos países se produjo en 1603, al morir Isabel I de Inglaterra sin
dejar descendencia directa. Siguiendo el
orden sucesorio, la Corona inglesa pasa
a manos del rey de Escocia, Jacobo VI, convirtiéndose así en Jacobo I de
Inglaterra. Aunque a partir de esa fecha compartían rey por herencia dinástica,
los parlamentos de Inglaterra y de Escocia continuaron siendo autónomos e independientes,
y lo mismo sus Gobiernos.
Los
Parlamentos de Escocia e Inglaterra quedaron disueltos con la firma del Acta de
Unión en 1707, y todos sus poderes fueron transferidos al que sería el
Parlamento de Gran Bretaña, creado para este propósito en Londres. La firma del
Acta de la Unión produjo, es cierto, un nuevo sentimiento común británico, pero
sin que Escocia perdiera totalmente su identidad nacional. Pero no olvidemos que, a pesar de esa unión y
de compartir historia durante siglos, Escocia conservó sus propias leyes y un
sistema educativo y religioso diferenciado al de Gales, al de Inglaterra y al
de Irlanda del Norte, logrando así mantener pujante su propia cultura. De ahí
que, internacionalmente, siempre se haya considerado a este país como una
entidad jurídica distinta.
Después
de compartir durante tres siglos Gobierno y Parlamento con los ingleses, los escoceses
comienzan a dudar de la eficacia de su unión con Inglaterra. Y hasta sospechan
que, con un Gobierno propio, mejoraría notablemente su economía, pues se
sentían perjudicados frente a Inglaterra y Gales. Por eso la clase dominante
escocesa, para preparar el camino que les lleve a recuperar el poder político,
comenzó a remover ese sentimiento patriótico que, después de tantos años, seguía
prácticamente intacto en la conciencia de sus conciudadanos. Para recuperar su
autogobierno, organizaron en 1989 la famosa Convención Constitucional Escocesa
que, en un principio fracasó rotundamente por el rechazo frontal a cooperar de
los Gobierno del Partido Conservador
británico, primero con Margaret Thatcher al
frente y después con John Major.
Tuvieron que esperar a que ganaran las
elecciones los laboristas en 1997, para contar con la colaboración del Gobierno
británico. Cuando Tony Blair asume el cargo de Primer Ministro, ese mismo año,
nombra Secretario de Estado para Escocia
al escocés Donald
Dewar, que ayuda a impulsar el referéndum que devolvería a Escocia su
Parlamento y un poder ejecutivo propio. Aunque en mayo de 1999 se
celebraron las primeras elecciones al
Parlamento que acababan de devolver a Escocia y consiguieron importantes
competencias sobre la mayoría de sus asuntos, los nacionalistas escoceses
continuaron reclamando la independencia total.
Como las
ganas de disfrutar plenamente de una
autonomía total seguían intactas, en octubre de 2012 dieron un paso más para no
depender en absoluto de Inglaterra. En
dicha fecha, el primer ministro británico, David Cameron, y el ministro
principal de Escocia, Alex Salmond, firmaron un acuerdo histórico y
transcendental que permitirá a los escoceses
recuperar su independencia integral, si el pueblo así lo decide en el referéndum
que se celebrará el 18 de septiembre de 2014. En esa fecha, los escoceses
tomarán la decisión constitucional más importante desde la firma del Acta de
Unión de 1707, que les mantuvo unidos a Inglaterra durante tres largos siglos. De
acuerdo con dicho documento, Londres y Edimburgo aceptarán sin más el resultado de este
plebiscito, sea cual sea el resultado del mismo.
El caso
de Escocia es meridianamente claro. Si, en otro momento de su historia,
escoceses e ingleses unificaron sus Gobiernos y sus Parlamentos mediante un
acuerdo internacional y voluntario, ahora pueden perfectamente disolver ese
acuerdo y pasar a ser dos partes independientes. Porque Escocia, hasta que
firmaron el Acta de Unión de 1707, había sido un Estado soberano. Y este no es,
ni mucho menos, el caso de Cataluña digan lo que digan Artur Mas y toda su cohorte
de soberanistas a sueldo.
Cataluña,
sin embargo, no ha sido nunca una
entidad jurídica independiente. Jamás ha disfrutado, ni antes ni después de
1714, de ese estatus de independencia
que proclaman los independentistas catalanes. Por mucho que estos adulteren la
historia, si volvemos la vista quinientos años atrás, veremos que Cataluña ha
sido siempre un territorio integrado primero en el reino de Aragón y después en
España, y en Francia entre 1640 y 1652, aunque conservando, cómo no, una cómoda autonomía propia. No perdió esa
autonomía, ni con el castigo decretado
por Felipe V por proclamar al Archiduque
Carlos como soberano suyo con el nombre de Carlos III de España.
Y por si
todo esto fuera poco, en el artículo 2 de nuestra Constitución, que fue aprobada
mayoritariamente hasta en Cataluña, se
nos habla de la indisoluble unidad de la Nación española. Y por si quedara
alguna duda sobre la inviabilidad del referéndum pedido por Artur Mas, seguimos
leyendo que España es la “patria común e
indivisible de todos los españoles”. El presidente de la Generalidad sabe
perfectamente que estos sueños suyos y de su tropa, además de imposibles, son radicalmente
ilegales.
Pero Artur
Mas sigue, de manera terca y obstinada, pisoteando la Ley y riéndose impunemente
del resto de los españoles. Y cada vez
está más envalentonado porque ha visto que no hay nadie en España dispuesto a
castigar su insolencia y su atrevimiento, como hizo Zeus con el osado Capaneo. Sus
desafíos cada vez son más graves y frecuentes porque sabe que, quien tiene
poder para hacerlo, es demasiado timorato para utilizar el artículo 155 de la
Constitución. Si se hubiera hecho a su debido tiempo, el problema estaría ya
resuelto.
José
Luis Valladares Fernández
Ni Cataluña es Escocia, ni sus dirigentes tampoco.
ResponderEliminarPor supùesto que no. Ya quisieran los catalanes de bien tener unos dirigentes tan sensatos como los escoceses
EliminarInmejorable articulo querido Maestrro Jose Luis. Valladares..Que yo ratifico y añado esto:
ResponderEliminarEl nacionalismo es insaciable. No por conseguir la independencia de Cataluña se pararán. Todo lo contrario, empezarán a pedir otras cosas.
Sólo hay que conocer un poco la historia de los nacionalismos para saber lo que ocurrirá.
La Alemania Nacionalsocialista inició en los años 30 sus reivindicaciones nacionalistas respecto la zona desmilitarizada de Renania, conseguida está, se anexionó Austria y luego reivindicó los Sudetes checoslovacos, para acabar ocupando toda Checoslovaquia, después vino Danzig y con ella toda Polonia.
Cuando los nacionalistas irlandeses reivindicaron la independencia de Irlanda, muy pocos eran los partidarios de esta en Irlanda del Norte, y el Ulster quedó finalmente fuera de este proceso, dada la aplastante mayoría de protestantes pro-británicos en la región. Sin embargo sólo un día después de obtener la independencia los nacionalistas irlandeses empezaron a pedir la anexión de la zona.
Si Cataluña se separa de España, al día siguiente los nacionalistas catalanes empezarán a trabajar para obtener anexiones de otros territorios (Baleares, Valencia, los territorios aragoneses de la Franja de Ponent, lo que ellos llaman la Cataluña Nord, en el sur de Francia, Andorra y hasta L’Alger en Cerdeña). Pondrán en marcha toda su maquinaria propagandística: Subvenciones al catalán, fomento de tradiciones catalanas diferenciadoras, búsqueda de agravios con sus lugares de origen, promoción de la identidad, pedagogía de una historia manipulada, impulso del rencor y el odio, etc.
Lo harán porque está en su hoja de ruta ¿Porque sino salen todos estos territorios en el mapa del tiempo de T.V.3, porque se hizo una etapa prologo de la Volta a Cataluña en L’Alguer, o se fomenta ya el Catalán en muchos de estos territorios con dinero de la Generalitat? pero lo harán sobretodo, porque sino, su ideología se muere y sus aspiraciones políticas con ella. ¿Qué van a hacer? ¿Disolverse al día siguiente de obtener la independencia y dejar de ser un partido nacionalista?
Pensemos que cualquier concesión ahora no hará más que alimentar a la bestia para el futuro.
Así es. Y los responsables políticos del Estado no se dan cuenta o no quieren dársela para no tener problemas. Se inventaron lo des autonomías para calmarles y ocurrió todo lo contrario: les espolearon todavía más. Y continuaron alimentando el espíritu separatista a base de concederles competencias. Y ahora en el PSOE hablan de reformar la Constitución y crear el Estado Federal para que se sientan cómodos. Y si se hiciera esto, se les inyectaría otra inyección más de moral para que sigan dando la tabarra.
EliminarSomos cómplices de tanta morralla política.
ResponderEliminarUno que en esta vida ya está de vuelta y muy pellejo ya, pienso en general que este país es un país de locos sumidos en una ignorancia total.
No te pierdas salvados en la sexta, dialogo de A. Mas y F. Gonzalez, no me lo voy a perder, algunas risas ya echaré seguro.
La mierda cuando se acumula en política lo único quienes pueden limpiar toda esa basura es el pueblo ante las urnas y por desgracia nunca llueve a gusto de todos.
En mi caso soy Extremeño ha mucha honra y me considero vasco también como español pero de ahí a la autodeterminación, al nacionalismo sea español o catalan y a todo lo que sea independentismo lo puedo respetar pero no estoy con ello....pero insisto la culpa de tanta morralla política tanto de unos como de otros es elo pueblo.
No va ha cambiar nada, solo el turno del poder y el dinero de esta mafiocracia en la cual es cómplice el mismo pueblo.
Un cordial abrazo José Luis V.F.
He vuelto, era o desintegrar el blog o empezar otra vez. Saludos.
Claro que somo cómplices. Hemos estado alimentando la bestia, al concederles todo lo que van pidiendo .
EliminarUna comunidad española como es Cataluña no puede compararse, pese a los estafadores que la dirigen, con esa Escocia que fue Reino hasta principios del XVIII, Cataluña pasó de estar dividida en condados regida por condes franceses a formar parte de la Corona de Aragón junto con los reinos de Valencia y Mallorca. En este país de locos, estafadores a un pueblo y corruptos los que nada fueron, ni reino ni principado ni nada de nada ahora resulta que son lo más de lo más, esa Castilla cuarteada por los padres de esa nefasta Constitución que padecemos fue durante siglos la mayor potencia conocida, y Castilla calla y ahora resulta que la comunidad vasca y catalana, en manos de los hijos de los mayores farsantes que ha dado nuestra historia, Arana y Prat son naciones milenarias subyugadas por la pérfida Castilla, o ese Madrid que les roba.
ResponderEliminarY así están de envalentonados cuando enfrente, en el gobierno de esa España que desprecian (los estafadores nacionalistas) no hay nadie que los ponga en su sitio y nos defienda al resto de españoles de esas bandas nazis.
De aquella España por la que luchó Unamuno, entre otros, apenas queda nada.
Escocia, después de ser un reino independiente durante muchos años, se unió voluntariamente a otro reino constituido mucho atrás. Cuando se unieron eran dos reinos independientes bajo la misma corona. No es el caso de Cataluña, que nunca fue reino y ni siquiera estaba unida en un solo ccondado
EliminarYa, pero es que les votan....yo no sé si esto tiene algún remedio bueno y definitivo porque día arriba o abajo llevan empreñando dos siglos o incluso puede que más.
ResponderEliminarEl caso de Escocia no es en absoluto parangonable, y aunque tengo entendido que su Constitución lo permite me parece que Cameron no ha estado precisamente acertado introduciendo un debate como ese en el seno de la UE.
Claro que les votan. Pero en eso tenemos todos mucha culpa porque les hemos consentido alterar la historia a su antojo y que sea esa historia inventada la que se enseñe en los Colegios. Educación, Justicia y Sanidad, nunca debieron ser trtansferidas.
EliminarArturito cava alegremente su fosa y de forma tan profunda que, en el momento que alguién empiece a echar tierra por arriba no tendrá tiempo de salir... Su suerte es que tenemos el peor gobierno de la Historia de España, el Ejército está en las últimas y gracias a nuestro sistema educativo y autonómico, a los españoes cada vez nos la bufa más la unidad de España... Cosas veredes.
ResponderEliminarUn saludazo.
Mas va a ser devorado por el dragón que ha estado alimentando. Y la política de España como tal no puede ser más catastrófica. No hemos hecho más que alimentar a la bestia y ahora se empeña Rubalcaba en facilitarles aún más el camino con una España Federal
EliminarHola, Jose Luís:
ResponderEliminarArturito quizás quiera imitar al Capaneo, pero sin conocer el desenlace de su historia. Con su soberbia cree poder cambiar el signo de las cosas y hace la pirueta de querer empatar Cataluña con Escocia.
Sólo desde la burremia se le puede votar. No sería mala cosa que alguien le remitiese por correo electrónico este post tuyo, un buen tirón de orejas al catalufo de Artur Caponeo Mas. Y a los otros catalufos.
Un abrazo