jueves, 10 de septiembre de 2009

LOS EMBROLLOS DE ZAPATERO

La afición de Zapatero por entrar a ciegas en todos y cada uno de los charcos políticos que encuentra en su camino es enorme. Será sumamente difícil encontrar a alguien que le iguale. Es incapaz de sortear esos charcos y, como niño travieso, pisa uno tras otro con verdadera fruición. Y cuando siente en sí mismo la desagradable salpicadura busca la manera de salir inmediatamente de la ciénaga. Pero carece de la habilidad precisa para salir airosamente de esa charca sin salpicar a cuantos le rodean.
Cuando, por su torpeza, ve que aún sigue chapoteando en el fango, improvisa un nuevo intento de salida con una frase, más o menos rimbombante, que no dice nada, pero que moviliza a todo un ejército de voceros que la repiten sin parar a diestro y siniestro. Cuando vea que la charca sigue bajo sus pies, nos sorprenderá con otra improvisación tan torpe como la anterior. Lo de Zapatero es eso, improvisar y elaborar pretendidas genialidades que no son más que vulgares ocurrencias.
Mientras la situación heredada se mantuvo boyante, no llamaban la atención sus hilarantes chuscadas. Cuando la falta de previsión y los alegres y excesivos gastos nos hunden en la ruina, aparece el auténtico Zapatero, el Zapatero de las frases huecas que no hace más que jugar al despiste.
Así llegamos al año 2007, ahogados por esas dos crisis, la financiera mundial y la nuestra propia que originaba más parados que todo el resto de Europa. Zapatero no lo duda y sale a la palestra con todo su optimismo, afirmando que no hay crisis. Que solamente se trata de una desaceleración económica. Frase que repetirían hasta la saciedad todos los miembros de la troupe socialista. Se han convertido, al igual que los tinglados mediáticos afines, en el eco de un presidente sobrepasado por los hechos.
Como la realidad es tozuda y la crisis seguía haciendo estragos, muchos responsables políticos pedían soluciones y medidas estructurales y eficaces que paliaran nuestros males económicos. La reacción de Zapatero no se hizo esperar. Y a la frase anterior de que no hay crisis, que se trata únicamente de una desaceleración económica, le pone una coletilla: solamente dicen que hay crisis los malos españoles, los del cuanto peor, mejor. Y de modo automático, todo el coro anterior hará suya inmediatamente esta coletilla. Hay que repetir a los cuatro vientos las ocurrencias del jefe.
Andando el tiempo, y como ya no es posible negar la crisis, Zapatero acuña una nueva frase: lo peor ya ha pasado, hemos tocado fondo y, aunque con dificultades, se auguran buenas perspectivas. Frase que resume la ministra de Economía, Elena Salgado, con aquello de los brotes verdes y que sus voceros repiten una y otra vez.
Ahora nos habla de la sostenibilidad de la economía, palabra que repiten sin descanso, como si fueran monos de imitación, todos sus adeptos y seguidores. Hasta, según dice, quiere promulgar la Ley de sostenibilidad económica. Y la economía no se sostiene a base de mantener un aumento descontrolado de la deuda pública, ni gastando a manos llenas lo que no se tiene. Para que la economía vaya bien, a lo que hay que atender no es a la sostenibilidad de la economía en sí, lo que hay que sostener es el crecimiento económico.
Pero Zapatero es así, inventa frases que resultan hueras y se irroga el derecho a desdecirse cuando se le antoje. Lo suyo son las trapacerías y los embelecos y así nos va.

Gijón, 7 de septiembre de 2009

José Luis Valladares Fernández

No hay comentarios:

Publicar un comentario